4.1 Orientaciones futuras para la FAO: retroinformación de la industria
4.2 Perspectivas en países de África
4.3 Perspectivas en países de Asia
4.4 Perspectivas en países de América Latina
4.5 Perspectivas en islas del Pacífico
Para redactar este informe, 30 personas de 26 países suministraron información sobre la industria de las algas marinas, y algunas de ellas, principalmente personas relacionadas con esta rama de producción, ofrecieron también observaciones y propuestas más generales sobre la contribución pasada y futura de la FAO a la industria de las algas. En ocasiones se proporcionó información que podría ser útil para la FAO cuando tomara decisiones en el futuro sobre el apoyo a proyectos. A continuación se resumen esas observaciones. Hay que recordar que las personas que las formularon tenían poca información sobre las políticas y procedimientos detallados de la FAO.
Esas actividades, apoyadas a menudo por la FAO y otras fuentes similares de financiación, rara vez se traducen en mejoras comerciales sostenibles. No cabe duda de que esos contratos de breve duración proporcionan valiosa información a los países beneficiarios, pero con demasiada frecuencia los informes se quedan en las estanterías de los ministerios y, al no haber ningún seguimiento o promoción, las posibilidades de que estas contribuciones de la FAO redunden en mejoras comerciales son escasas. Antes de emprender un trabajo de este tipo, es necesario que exista interés por parte de la industria y los inversores, así como de los gobiernos, para que haya una fuerza que impulse esas mejoras comerciales una vez concluida la contribución de la FAO.
Para que la FAO logre promover el sector de las algas marinas en los países en desarrollo, es necesario que estudie la posibilidad de apoyar programas de tres a cinco años de duración, y hacer menos hincapié en los contratos de breve duración. También debería examinar la posibilidad de orientar fondos hacia el sector comercial o hacia consultores con experiencia en empresas del sector privado, y hacer menos hincapié en proyectos locales del sector público. Las posibilidades de éxito podrían aumentarse mediante la adopción de las medidas siguientes:
Financiación de programas conjuntamente con elaboradores e importadores internacionales. Los elaboradores internacionales querrán en general recibir cierta protección de sus inversiones frente a los competidores, lo que podrá conseguirse si el país beneficiario garantiza la exclusividad para la producción inicial durante un período limitado.
Aportación de un capital inicial para empresas innovadoras en países en desarrollo. Esta aportación podría revestir la forma de préstamos a bajo interés o donaciones, que podrían cancelarse si la empresa cumpliera determinados criterios, como por ejemplo exportar una determinada cantidad de productos al cabo de un período de desarrollo de tres a cinco años.
Apoyo, a través de fondos y asistencia técnica y de gestión, a Organizaciones no gubernamentales (ONG) tales como cooperativas locales y grupos de mujeres.
Los talleres regionales, apoyados tradicionalmente por la FAO y otros organismos similares, son muy útiles para el intercambio de información entre personas y países. Sin embargo, los participantes en los talleres suelen proceder de ministerios e instituciones públicas y el seguimiento de las mejoras comerciales es con frecuencia mínimo. Un ejemplo de esto sería el taller sobre el cultivo y la biotecnología de las algas marinas celebrado en Cumaná, Venezuela, en diciembre de 1996. El programa incluyó intervenciones de 20 oradores, de los cuales 14 procedían de universidades o entidades de investigación, tres del sector público y los tres restantes de la única empresa comercial que participó en el taller. Esta empresa indicó que el apoyo para el seguimiento que había recibido de la FAO y otras organizaciones de las Naciones Unidas había sido insignificante, por lo que cabe preguntarse a quién benefició el taller.
Los talleres con resultados más satisfactorios son los que incluyen como copatrocinador a una empresa comercial que está dispuesta a seguir en contacto con los participantes y motivarlos para que continúen las actividades, así como a proporcionar asistencia comercial, por ejemplo en forma de contratos de compra de la producción. Se puede citar como ejemplo el taller regional organizado en Fiji hace varios años por la FAO y Fiji Marine Colloids (FMC), en el que participaron cultivadores de algas marinas y funcionarios de pesca locales, mientras que la empresa proporcionó apoyo técnico y garantizó la compra de los productos.
Sin embargo, los talleres regionales o nacionales en los que participan funcionarios públicos pueden ser de ayuda indirecta para el desarrollo comercial, al facilitar a dichos funcionarios información sobre la industria, sus necesidades y sus beneficios. En caso de que posteriormente se produjera ese desarrollo comercial, se necesitarían autorizaciones, licencias, etc. del gobierno, y unos funcionarios bien informados podrían acelerar el desarrollo, en lugar de obstaculizarlo como sucede a veces actualmente. Cuando tienen la oportunidad, unos funcionarios mal informados dan con frecuencia respuestas arbitrarias y negativas, tanto con miras a su propia protección como a la de su país, y esto ocurre tanto en los países en desarrollo como en los desarrollados.
Se ha expresado la opinión de que las aportaciones de los consultores expatriados, así como la infraestructura y el equipo correspondientes, no han servido de nada cuando el diseño del proyecto no ha incluido la capacitación de personal nativo para el desarrollo posterior, una vez finalizado el período de investigación del proyecto financiado con fondos externos. Estas observaciones se refieren a los proyectos financiados con fondos externos en general, y no concretamente a los de la FAO.
Para fomentar eficazmente el cultivo de las algas marinas, es necesario que haya una demanda de éstas o de sus productos. La demanda sólo puede clasificarse como real cuando hay empresarios dispuestos a garantizar la compra de las algas o a invertir dinero en la operación. El hecho de que un país gaste millones de dólares al año en importar productos de algas marinas no es motivo suficiente, ya que en el país puede haber otras alternativas de inversión mejores.
¿Son comprables los ingresos derivados del cultivo de algas marinas a los posibles ingresos de otras fuentes? En los países donde ha prosperado (Filipinas, Indonesia y la República Unida de Tanzanía), el cultivo de algas marinas proporciona a la población interesada más ingresos que otras actividades. En algunas zonas de América Latina, los habitantes de las zonas de playas pueden obtener más ingresos del turismo o de la pesca de camarones y langostas, pero en otras partes, como las zonas pobres del nordeste del Brasil, el cultivo de algas marinas puede ser una fuente de ingresos muy necesaria. Hasta ahora los precios de las algas marinas para la industria de los hidrocoloides han registrado amplias oscilaciones, pero los compradores se están percatando de que la estabilización de esos precios es la única forma de asegurar el suministro y son cada vez más los compradores que ofrecen contratos de compra a largo plazo.
¿Existe algún programa para hacer frente a los problemas socioculturales que pueden plantearse al sustituir formas de vida basadas en la economía de subsistencia o en la pesca por otras basadas en el cultivo de algas marinas? Por ejemplo, puede que los pescadores prefieran trabajar como asalariados y recibir una paga periódica por su trabajo, y se sientan inseguros al pasar a ser propietarios y administradores de sus pequeñas explotaciones. Puede que quienes tienen formas de vida basadas en una economía de subsistencia no deseen adaptarse al trabajo sistemático y habitual que exige el cultivo de las algas marinas.
Los ensayos relacionados con el cultivo experimental y los estudios sobre especies silvestres parecen a menudo alentadores, pero los países en desarrollo carecen por lo general de experiencia en la comercialización de algas marinas. La falta de un número suficiente de empresarios que inviertan en lo que inicialmente es una operación de alto riesgo suele ser un obstáculo en los países en desarrollo. Al no haber una financiación privada, los gobiernos han participado con frecuencia en la financiación del desarrollo. Sin embargo, los gobiernos, tanto de los países desarrollados como en desarrollo, son malos gestores de empresa, lo que en general redunda en perjuicio del desarrollo de una industria viable de las algas marinas.
Un análisis de las industrias más prósperas y sostenibles en los países en desarrollo durante los últimos 30 años muestra que casi todas ellas fueron puestas en marcha por compradores y elaboradores internacionales, por lo general de países desarrollados. Esas tendencias han estado impulsadas por el mercado, y aunque han recibido apoyo de organismos de ayuda e instituciones de investigación, el motor y catalizador ha sido el sector comercial internacional. Con frecuencia el éxito inicial de esas industrias ha redundado en el establecimiento de un sector comercial viable de exportación y elaboración en un país en desarrollo (por ejemplo, Filipinas, Indonesia, Chile y la República Unida de Tanzanía).
En todos los nuevos proyectos deberían hacerse encuestas y estudios de viabilidad iniciales para cerciorarse de que existe interés en el mercado, que los factores políticos, sociales y económicos son favorables, que la logística y la infraestructura son suficientes y que hay apoyo del gobierno.
En los últimos años se han realizado grandes esfuerzos con objeto de fomentar el cultivo en gran escala de Gracilaria para la industria del agar y de K. alvarezii y E. denticulatum para la producción de carragenina. Los costos del cultivo de algas pardas para la producción de alginato son demasiado altos, por lo que ese cultivo sólo es sostenible cuando el producto se vende como alimento humano.
La producción de Gracilaria se ha emprendido en diversas escalas, utilizando unas veces uno o dos estanques antes empleados para el cultivo del camarón y otras extensas zonas de fondos arenosos en bahías protegidas. Los compradores y los extractores de agar suelen estar ubicados en el mismo país, por lo que el transporte a las fábricas es relativamente fácil y el cultivo es viable tanto en pequeña como en gran escala.
Por el contrario, la extracción de carragenina se realiza sobre todo en grandes fábricas, habitualmente alejadas del lugar de origen de las algas marinas. Para que el cultivo sea comercialmente viable, el volumen de producción en cualquier zona debe ascender a 1 000 toneladas de peso en seco al año (unos cuatro contenedores al mes) para poder hacer frente a los gastos de funcionamiento y llegar a 2 000 toneladas anuales como mínimo cuando la producción esté plenamente consolidada. El plazo para el desarrollo debe ser de unos cuatro años, para tener en cuenta los percances causados por los tifones, El Niño, las enfermedades, etc. Debe haber un director competente encargado del proyecto y técnicos calificados (habitualmente filipinos, debido a la amplia experiencia existente en ese país) que trabajen en las aldeas, impartiendo capacitación y asegurándose de que todos actúan de la forma correcta. Es necesario disponer de fondos adecuados; dos millones de dólares EE.UU. es una estimación razonable. Muchos proyectos que no cumplían estos requisitos han fracasado. Con un precio en la playa de 200 dólares EE.UU. por tonelada de peso en seco y una producción de 2 000 toneladas, 400 000 dólares anuales van a parar directamente a las aldeas, por lo que éstas recuperan el dinero del proyecto al cabo de cinco años.
Las industrias del agar y de la carragenina tienen necesidades muy concretas en lo que se refiere a las algas que emplean como materias primas, por lo que se debe prestar mucha atención a su cultivo y fomento.
Sin embargo, la FAO puede mejorar las condiciones de algunas comunidades costeras alentando el cultivo de especies locales de algas marinas destinadas a ser utilizadas en zonas y mercados locales como alimentos o fertilizantes, o incluso como aditivo en forma de harina para piensos. Una vez más, sería necesario que participara una empresa comercial local y que la FAO prestara asistencia a los cultivadores de algas proporcionándoles fondos iniciales. El cultivo de algas marinas podría integrase también en las actividades tradicionales de pesca, etc. en las comunidades locales.
La respuesta recibida de Great Sea Vegetables contiene ideas excelentes para fomentar aplicaciones de las algas marinas en países en desarrollo utilizando un método basado en una tecnología sencilla que resulta muy apropiado y práctico. Great Sea Vegetables es una empresa con sede en Maine, Estados Unidos de América, dirigida por un mexicano, David Myslabodski. Un resumen de su respuesta no haría justicia a las ideas que se desprenden de la lectura de la carta, por lo que la respuesta íntegra figura en el Apéndice A.
Casi todos los países adoptan una actitud muy prudente con respecto a la introducción de especies exóticas de flora y fauna. Por lo que concierne a las algas marinas, se han producido introducciones accidentales, probablemente durante la descarga del agua de lastre de las embarcaciones, y esto ha provocado una actitud muy negativa por parte de algunos representantes del gobierno con respecto a la introducción de cualquier alga. En la actualidad, la introducción de Kappaphycus alvaresii, que es la principal especie utilizada por la industria de la carragenina, es objeto de amplios debates. Todos los datos actualmente disponibles indican que la introducción de esta especie con fines de cultivo comercial no ha tenido efectos nocivos sobre la biota natural de los países interesados. Sin embargo, muchos funcionarios públicos siguen siendo reacios a autorizar su introducción.
La FAO podría desempeñar una importante función en este ámbito encargando un estudio independiente de los efectos de la introducción tanto de K. alvarezii como de Eucheuma denticulatum (la segunda fuente de carragenina en orden de importancia) durante los 30 últimos años en varios países y comparar esos efectos con los derivados de su NO introducción, dado que ésta habría tenido una repercusión mayor en la diversidad biológica. Las empresas comerciales que solicitan la introducción de estas especies alegan que, si los gobiernos tuvieran en cuenta los beneficios ambientales del cultivo de estas dos especies y el hecho de que se haya desarrollado comercialmente sin o problemas importantes durante 30 años, así como los daños que habría podido causar la población local en el medio ambiente costero si no hubiera existido el cultivo de las algas marinas (recolección de coral, pesca con dinamita y cianuro, rebusca en los arrecifes hasta que no quedara nada en los bancos de arena, altos niveles de nutrientes extraídos de las aldeas y el cultivo, deforestación de las colinas costeras para dejar espacio a la agricultura de corta y quema que causa atarquinamiento y la muerte de los corales), comprenderían que el cultivo de algas marinas protege de hecho la diversidad biológica. Sin embargo, los funcionarios públicos acogen a menudo con recelo esos argumentos cuando provienen de empresas comerciales. Si un estudio de la FAO llegara a conclusiones similares y se distribuyera a los gobiernos, sería de gran ayuda para la industria y beneficiaría a las comunidades costeras por las razones antes indicadas.
Kenya no ofrece perspectivas muy alentadoras para una industria de las algas marinas. No existe una biomasa importante de algas marinas silvestres que sirva de base a esa industria. Ninguno de los estudios piloto realizados ha dado resultados prometedores que animen a los inversores a emprender actividades relacionadas con el cultivo de algas marinas.
Hay una industria consolidada, basada en la extracción de agar a partir de especies silvestres de Gelidium. En cooperación con el Laboratorio de Algología de Kenitra, el Instituto Nacional de Recursos Pesqueros y el Instituto Francés de Investigaciones sobre la Explotación del Mar (IFREMER), se ha elaborado un método útil para cuantificar los recursos de algas marinas. También se están tomando medidas a fin de localizar sitios naturales protegidos idóneos para el cultivo de algas marinas, presumiblemente con objeto de cultivar Gracilaria como complemento de los recursos naturales de Gelidium, utilizados en la producción de agar.
Se ha iniciado el cultivo de algas marinas en el norte del país, con ayuda de empresas comerciales. Se encuentra en una fase de desarrollo, pero al parecer ofrece posibilidades satisfactorias.
Se recogen especies de Gracilaria que el mar arroja a la playa y una empresa local está fomentando el cultivo, pero el mercado es poco activo. Se recolectan y desecan especies silvestres de Laminaria y Ecklonia (kelp), que antes se exportaban para la extracción de alginato pero que actualmente se utilizan como alimento para orejas de mar, para productos de bienestar y salud y como materia prima de piensos para peces. El Presidente de Namibia ha ayudado a la Universidad de Namibia a crear una infraestructura en la Bahía de Henties que promoverá la investigación sobre los recursos de algas marinas del país.
Una empresa, Algasen, está fomentando la recolección de algas marinas que compra a los aldeanos para su exportación. Las especies seleccionadas son dos: Meristotheca senegalensis, que contiene carragenina pero se exporta al Japón donde se utiliza como alimento humano, e Hypnea musciformis, que también contiene carragenina. De 1973 a 1981 hubo otra empresa, Senealgue, que utilizaba Hypnea, aunque probablemente se limitaba a comprarla y exportarla, pero la calidad de las algas era demasiado deficiente (estaban mezcladas con demasiada arena y otros materias). Algasen confía en superar este problema. Todas las algas que se recolectan son silvestres; no existen cultivos. Algasen prevé empezar a recolectar algas marinas durante la próxima campaña de Hypnea, que es en febrero. Su correspondencia revela cierto conocimiento de la industria, pero es difícil estimar su profundidad real. Great Sea Vegetables (véase la sección 4.1.9) puede ser una valiosa fuente de información sobre las actividades en ese país y sobre Algasen.
Los recursos naturales de algas marinas son limitados y no hay ningún ejemplo de cultivo satisfactorio. Aunque se han realizado investigaciones sobre Gracilaria, la aplicación práctica de sus resultados exigiría el interés de empresarios dispuestos a invertir en ese cultivo. En las playas se recolectan unas 2 000 toneladas de algas pardas, que se desecan y exportan para la extracción de alginato. Una pequeña cantidad de kelp fresco (unas 500 toneladas) se destina a producir un extracto que se utiliza como estimulante del crecimiento de las plantas. También se recoge algo de kelp fresco para alimentar orejas de mar. En el Cabo Oriental se recolectan anualmente de 200 a 300 toneladas de Gelidium (peso en seco), que se exportan. En Sudáfrica no hay industrias de extracción de hidrocoloides, los recursos de algas marinas naturales son demasiado escasos y no se ha desarrollado su cultivo.
El cultivo de algas marinas que contienen carragenina está consolidado en Zanzíbar, donde empresas comerciales ayudaron al establecimiento y desarrollo de la industria.
No existe una industria estructurada de las algas marinas. En algunos lugares se recolectan algas marinas durante dos o tres meses al año. En los manglares de las Sunbarban hay un alga roja comestible llamada Catanella, que crece en los neumatóforos. Al parecer existen algunas zonas favorables para el cultivo de algas marinas en pequeña escala. Se puede obtener más información dirigiéndose al Presidente del Bangladesh Council of Scientific and Industrial Research (BCSIR), Dhaka, y al Director del Instituto de Ciencias del Mar de la Universidad de Chittagong.
China es probablemente el país más adelantado en cuanto a los métodos y el fomento del cultivo de algas marinas. Sin embargo, se ha observado que es necesario mejorar los sistemas tradicionales de cultivo, creados en los decenios de 1950 a 1970, especialmente en los siguientes aspectos:
Sólo se cultivan con éxito unas pocas especies de algas marinas; sus zonas de cultivo son muy limitadas, tanto desde el punto de vista geográfico como por lo que respecta a la superficie total.
Se han obtenido variedades genéticamente mejoradas de unas pocas especies, pero de hecho no se han utilizado para el cultivo. No está claro qué variedades se utilizan realmente en la industria.
La tecnología de las semillas de algas marinas cultivadas presenta todavía muchos problemas durante su fase juvenil, lo que influye enormemente en el resultado de cada campaña. Es necesario mejorar este aspecto para que el volumen de la cosecha sea más constante de un año a otro.
El cultivo de algas marinas en gran escala no está todavía bien desarrollado; muchas técnicas de cultivo no se aplican de forma adecuada por falta de un conocimiento científico suficiente del proceso.
Algunos de estos problemas están siendo abordados en instituciones de investigación de China.
Una propuesta china muy interesante es que el cultivo de algas marinas se utilice como medio para resolver los problemas que está planteando la eutrofización de las aguas, especialmente como resultado de la acuicultura marina en Asia. La maricultura extensiva de peines y otros mariscos produce grandes cantidades de nitrógeno, fósforo y dióxido de carbono; los peces y los mariscos liberan estas mismas sustancias a través de los excrementos y la respiración. La sobrealimentación de los camarones criados en estanques y de los peces criados en jaulas produce grandes cantidades de sedimentos ricos en nutrientes en el entorno que los rodea. Las plantas marinas autotróficas como las algas marinas se alimentan absorbiendo nitrógeno y fósforo del agua, y también dióxido de carbono para su fotosíntesis. Por consiguiente, el cultivo de algas y animales marinos son ecológicamente complementarios. El cultivo en gran escala de Laminaria japonica en el norte de China ha contribuido a contrarrestar los efectos negativos del cultivo de peines. China está buscando otros cultivos que ofrezcan perspectivas alentadoras para el sur de China y considera que las especies de Gracilaria y Porphyra podrían servir para ese fin. Ambas especies, como Laminaria en el norte, tendrían aplicaciones comerciales: Gracilaria como fuente de agar y como pienso para orejas de mar y Porphyra como alimento humano.
El apoyo de la FAO a este tipo de cultivo de algas marinas en China podría tener beneficios indirectos para otros países donde existen problemas de eutrofización similares.
Lamentablemente, no se recibió respuesta de una de las principales instituciones de investigación sobre las algas de la India, el Departamento de Algas Marinas del Instituto Central de Investigaciones Marinas de Bhavnagar.
El cultivo de algas marinas que contienen carragenina está bien arraigado, especialmente en torno a Bali y Lombok. La industria fue establecida por elaboradores de carragenina y la mayor parte de las algas que se producen se destinan a la exportación. Irónicamente, a los elaboradores locales de carragenina les resulta difícil obtener materia prima a un precio competitivo.
Hay una industria de extracción de agar muy activa, con fábricas que comprenden desde estructuras básicas hasta instalaciones muy complejas. La industria depende de las especies de Gracilaria que se cultivan localmente, pero se resiente de la baja calidad del agar que contienen estas algas. El material de plantación se selecciona al azar; la industria necesita que se lleven a cabo trabajos para encontrar y propagar material de plantación mejorado, que crezca lo suficientemente deprisa pero produzca un agar de mejor calidad. En el sur de Sulawesi, donde se cultivan en estanques muchas especies de Gracilaria, hay un instituto de investigaciones pesqueras que cuenta con capacidad para realizar esa tarea, siempre que disponga de fondos. Gracilaria se cultiva en antiguos estanques para camarones, pero los cultivadores necesitan capital para comprar o alquilar estanques. Para ayudar a los posibles cultivadores que no pueden permitirse ni lo uno ni lo otro, la empresa elaboradora de agar más moderna está experimentando con una especie local de Gracilaria que al parecer crece bien en las orillas del mar o en estuarios. Sin embargo, no tiene conocimientos suficientes para desarrollar este método en gran escala. La FAO podría prestar ayuda en esta esfera, así como en la obtención de material de plantación mejorado.
Malasia constituye un ejemplo de la necesidad de que haya un interés por parte del sector comercial antes de que la FAO y otros organismos inviertan demasiado dinero. En el decenio de 1980, Max Doty, en colaboración con el Departamento de Pesca del país, puso en marcha un estudio piloto del Programa de la Baya del Bengala (BOBP) sobre el cultivo de Gracilaria cerca de Penang, pero el gobierno reorientó los fondos disponibles hacia el cultivo del camarón, por lo que estas actividades no tuvieron una continuidad. La Universidad de Malasia ha realizado algunos estudios de mercado sobre el agar, y más recientemente el Departamento de Pesca y la Universidad de Sains Malaysia, han expresado un renovado interés por el cultivo de las algas y la mejora de los métodos de extracción del agar. Sin embargo, esto no ha dado lugar a actividades comerciales. Las razones que se dan para explicarlo son, en resumen, que en Malasia hay medios mejores y más fáciles para ganar dinero que invertir en el cultivo de algas marinas y la extracción de agar.
Hay pocas actividades relacionadas con las algas marinas, aunque según las informaciones existen varias praderas de algas en las zonas litorales y en alta mar a lo largo de las costas. Recientemente el gobierno ha decido establecer un Instituto de Enseñanza Superior en el sur del país, que contribuirá al desarrollo de la industria marina en Sri Lanka.
En el sur de Tailandia, en torno a Pattani, se recolectan especies silvestres de Gracilaria. Estas especies crecen también en la Laguna de Songkhla, donde se recolectan entre las mallas de las jaulas en que se crían lubinas. Una fábrica de agar situada cerca de Bangkok compra unas 400 toneladas de peso en seco al año. Sin embargo, el mercado del agar se ve obstaculizado por el bajo precio del material importado.
En un trabajo anterior, apoyado por la FAO, se estudió el cultivo de una especie de Gracilaria de la que se obtiene el agar mejor y con una mayor tasa de crecimiento en China. Este trabajo se ha ampliado recientemente a otras cuatro especies de Gracilaria de las que se obtiene un agar de mejor calidad que la variedad china, y también se están llevando a cabo ensayos con Kappaphycus alvarezii en aguas marinas del Viet Nam central y meridional. Estas actividades están siendo realizadas por el Instituto Nha Trang de Ciencias Físicas.
Sin embargo, la tecnología de elaboración del agar presenta problemas, y los productos no son lo suficientemente buenos ni siquiera para el mercado local. También ha habido problemas para la elaboración de Sargassum, del que se dice que es el principal recurso natural del Viet Nam.
Se han recibido cuatro propuestas muy interesantes en relación con la Argentina. La primera es desarrollar el cultivo de Gracilaria a partir de esporas. Las plantas argentinas de Gracilaria no son muy largas y no es fácil cultivarlas por métodos vegetativos (como puede hacerse en Chile utilizando Gracilaria chilensis, de mayores dimensiones). Está prohibida la introducción de especies extranjeras, por lo que han de utilizarse especies autóctonas. Un aspecto positivo es que la Gracilaria gracilis autóctona da un agar de buena calidad. Hay ya un productor de agar en la Argentina, establecido desde hace muchos años; la producción de agar está limitada por la materia prima, por lo que el productor podría estar interesado en un programa de cooperación para desarrollar el cultivo a partir de esporas.
La segunda propuesta es la preparación de alimentos para el consumo humano a partir de Porphyra columbina (nori), Monostroma undulatum (nori verde) y Undaria pinnatifida (wakame). Existe un pequeño mercado interno de Porphyra. pero se propone que se amplíe el mercado y que se promuevan también las otras dos especies. Habría que evaluar los mercados actuales y potenciales e identificar un posible elaborador antes de financiar ulteriores mejoras.
La tercera propuesta es producir carragenina de calidad comercial utilizando Gigartina skottsbergii y Sarcothalia crispata de la provincia de Santa Cruz. La recolección submarina de estas especies que viven por debajo de la línea de bajamar es difícil y costosa. En Chile se ha desarrollado algo el cultivo de estas especies. La población recoge el material que se deposita en la playa y lo vende a la fábrica de agar, que también produce carragenina; los beneficios sociales de esta recolección son muy escasos. Habría que evaluar el posible mercado para estas carragenofitas, tanto en la Argentina como para la exportación, antes de financiar estudios sobre cultivo.
La última propuesta es que las grandes praderas de algas marinas del sur de la Argentina sean objeto de una encuesta adecuada para determinar el volumen de las algas naturales que pueden comercializarse y sus tipos. Se dispone de estimaciones anteriores, pero tal vez no se obtuvieron mediante métodos de encuesta fiables.
En opinión de algunos, ciertos proyectos anteriores de la FAO en América Latina fracasaron porque no se encontraron empresarios que invirtieran dinero en explotarlos comercialmente. Sin embargo, la FAO está estudiando actualmente un proyecto sobre cultivo de algas marinas por las poblaciones costeras de bajos ingresos del nordeste del Brasil, cuya producción sería comprada por un productor de agar al que el suministro insuficiente de materias primas autóctonas ha impedido expandirse
El borrador de este proyecto [TCP/BRA/0065(A)] es un ejemplo excelente de cómo debería planificarse y ejecutarse un proyecto. Se ajusta a las propuestas formuladas por la industria a la FAO que se esbozaron en una sección anterior del presente informe (sección 4.1). Por ejemplo, la demanda está asegurada por la participación de una empresa comercial que comprará las algas marinas; el cultivo de algas marinas es una fuente de ingresos mejor que cualquiera de las que tienen a su disposición esas comunidades; se ha previsto seguir de cerca los cambios sociales y culturales que se produzcan conforme avance el proyecto (sección 4.1.5 del presente informe). Se proporciona apoyo a cooperativas y grupos de mujeres locales (4.1.2). El proyecto estará impulsado inicialmente por el mercado, debido a la presencia de una fábrica de agar, y se harán planes sobre comercialización y expansión en el futuro una vez que esté terminado el estudio de mercado (4.1.6). El informe de la misión de formulación ha demostrado que los factores políticos, sociales y económicos son favorables, que la logística y la infraestructura son suficientes y que hay apoyo de los diversos organismos públicos interesados (4.1.6). Se examinará una propuesta de proyecto, patrocinada por un donante, para el seguimiento y la ampliación de las actividades iniciadas por este proyecto del Programa de cooperación técnica (PCT), y se capacitará a personal nacional en el curso del proyecto, con el fin de superar las críticas mencionadas en la sección 4.1.4 del presente informe. Por último, la finalidad del proyecto es integrar el cultivo de algas marinas en las actividades habituales de estas poblaciones costeras (4.1.8). Si esta propuesta de proyecto PCT se distribuye como documento público, las páginas dos a 11 deberían adjuntarse al presente informe como Apéndice B, a título de ejemplo de cómo debería diseñarse y ejecutarse un proyecto.
En los 15 últimos años investigadores universitarios que se ocupan de la ecología y biología de algas de posible valor comercial han realizado diversos estudios. Estos estudios han ofrecido información básica sobre la distribución de las algas, su biomasa, la química de los ficocoloides y la posible utilización de distintas especies para obtener productos derivados de las algas. Sin embargo, no parece que haya grandes praderas naturales de algas comerciales, a excepción tal vez de las praderas naturales de Grateloupia (que contiene carragenina) en la costa del Caribe. Hay praderas de agarofitas en las islas de San Andrés, pero no se ha estimado la biomasa de las algas, ni se han llevado a cabo encuestas sobre la abundancia estacional. Aunque Colombia tiene dos grandes costas, existe una gran diversidad de algas y no una concentración de unas pocas algas como la que se observa en Chile. Según se afirma, recientemente ha aumentado la demanda de carregina y agar en Colombia.
Serían necesarios estudios y evaluaciones del interés del sector comercial en invertir en el cultivo de algas marinas antes de asignar fondos para el desarrollo de esa industria.
La información sobre Cuba se ha obtenido de fuentes externas al país. Cuba cultiva con éxito Eucheuma/Kappaphycus. Sin embargo, no tiene dinero para ampliar el cultivo hasta el punto de poder exportar la producción, ni produce un volumen suficiente para su propia producción de carragenina. Por consiguiente se necesitan empresas extranjeras interesadas en realizar operaciones conjuntas. Con el bloqueo existente, son pocas las opciones que quedan.
Cuba ha realizado amplias actividades de investigación y desarrollo sobre la producción de alginato a partir de especies de Sargassum, que abundan en sus costas. Ha habido intercambios de información con el grupo financiado por la FAO en La Paz, pero una vez más no hay fondos disponibles para una fábrica de extracción. Es poco probable que se lleven a cabo operaciones conjuntas con empresas extranjeras, porque la mayoría de los fabricantes de alginato consideran que Sargassum no es una buena fuente de este producto.
Se ha afirmado que existe interés en cultivar algas marinas que contienen carragenina, pero no se han recibido respuestas de empresarios del sector con sede en Guayaquil. Según una fuente mexicana, puede que haya grandes praderas de algas marinas en el Ecuador, pero esto no ha sido confirmado por ninguna encuesta. Esa misma fuente afirma que se ha cultivado Gracilaria en estanques para camarones con el fin de mitigar los efectos del «síndrome de Taura» en el cultivo del camarón; al menos un productor ha obtenido resultados satisfactorios y ha sido capaz de encontrar un mercado para Gracilaria.
México es el único de los países de América Latina que tiene mares de aguas templadas, subtropicales y tropicales. Ningún otro país de la región tiene tal diversidad en su medio ambiente marino. Los métodos utilizados actualmente para cultivar Kappaphycus alvarezii y otras algas marinas similares que contienen carragenina se idearon hace 30 años en el sur de Filipinas y, aunque requieren una inversión de capital muy reducida, necesitan mucha mano de obra, tienen una rentabilidad escasa y sólo pueden resultar atractivos en zonas relativamente pobres en las que no existen otras actividades comerciales lucrativas. En muchas zonas de América Latina, incluido México, se necesitan técnicas de cultivo más productivas. No se han hecho progresos en esta esfera porque muchos estudiosos consideran que esta labor tiene unos fines demasiado prácticos y la mayoría de los organismos que financian la investigación científica no apoyan proyectos de desarrollo. Existen posibilidades para una actuación de la FAO a este respecto.
Hasta la fecha, toda la industria de las algas marinas en México se ha circunscrito a la Baja California; hay noticias sobre la producción de Macrocystis para su venta a productores de alginato de los Estados Unidos de América y de Gelidium para la extracción local de agar. También se ha señalado la explotación de Gracilaria en el Pacífico y el Golfo de California para la producción de agar, pero hacen falta encuestas para cuantificar el volumen disponible.
Podrían realizarse también encuestas más exhaustivas sobre las algas marinas autóctonas que contienen carragenina, pero si su presencia es insuficiente para la producción comercial, podría intentarse su cultivo en la zona de la península de Yucatán. Sin embargo, se necesitaría una producción de 200 toneladas anuales de peso en seco como mínimo, y el establecimiento de granjas para producir esa cantidad requeriría varios cientos de miles de dólares y un plan cuadrienal, por lo que debería haber una aportación comercial en caso de que el cultivo experimental diera resultados satisfactorios. El mejor sistema sería una combinación de fondos del sector privado y de ayuda para un proyecto piloto, de manera que hubiera cierto apoyo del sector privado desde el comienzo. En México existe esta posibilidad. Sin embargo, las principales especies autóctonas no figuran en la lista muy reducida de algas que la Administración de los Estados Unidos de Alimentos y Medicamentos (USFDA) autoriza como materia prima para la extracción de carragenina, lo que limita el mercado de cualquier producción. Esto ha inducido a realizar trabajos relacionados con el cultivo de Chondrus crispus, aprobado por dicho Organismo, y los estudios iniciales han dado resultados prometedores.
Los medios universitarios y el sector privado de América Latina han tendido a considerar la industria de los ficocoloides como la industria de las algas marinas. Aunque esto no es necesariamente negativo, ha hecho que se desdeñaran otras posibilidades. México ha propuesto otras opciones para sí y para otros países de América Latina. Se trata del cultivo de especies comestibles, la utilización de las algas marinas como biofiltros (propuesta señalada anteriormente cuando se examinó la situación en China y Ecuador) y la utilización de las algas marinas como pienso para orejas y erizos de mar.
El cultivo de especies comestibles, como por ejemplo Undaria, Laminaria y Porphyra, produciría resultados financieros mucho más atractivos que cualquier cultivo de algas marinas para obtener ficocoloides. México tiene aguas apropiadas para ese cultivo; se conocen especies locales de Porphyra, pero sería necesario introducir Undaria y Laminaria. Existe un consumo muy antiguo de algas marinas autóctonas en algunas comunidades costeras de México, y también de Belice, Honduras y Panamá. Se trata por lo general de especies que contienen agar o carragenina, que se hierven en agua a la que se han añadido diferentes especias para preparar una bebida que se suele servir fría. También se preparan budines y gachas aumentando la cantidad de algas durante la cocción. Sin embargo, los usos de las especies antes mencionadas (Undaria etc.), serían muy diferentes, ya que se consumirían más al estilo japonés y chino. Ha habido al menos una petición oficial para introducir algunas de estas especies en México (y existen propuestas similares para Chile y Argentina).
Las algas marinas son un biofiltro, como se indicó anteriormente al estudiar la situación en China (4.3.2). También se informó sobre el cultivo de Gracilaria en estanques para camarones en Ecuador (4.4.5). La idea de integrar las algas marinas en la acuicultura, a fin de reducir los efectos de las aguas residuales y generar valor añadido con la venta de dichas algas, ha cobrado impulso. En Chile se han hecho pruebas para combinar Gracilaria con salmones y platijas, en los Estados Unidos de América se ha cultivado Porphyra juntamente con peces, y en Israel se ha cultivado Ulva (un alga verde denominada a menudo lechuga de mar) con orejas de mar. México ha realizado algunas evaluaciones sobre la capacidad de Gracilaria como biofiltro en el cultivo del camarón.
Se está estudiando la posibilidad de utilizar especies locales de Porphyra y Gracilaria como pienso para orejas o erizos de mar. Las granjas de orejas de mar dependen de las praderas de algas marinas para obtener pienso, pero estas praderas han resultado ser poco fiables por la variedad de su calidad nutricional y por la disminución del volumen disponible debido a los efectos de El Niño. Los piensos artificiales pueden producir olores desagradables, así como problemas sanitarios. El cultivo integrado de algas marinas permite obtener piensos y biofiltros y mejorar al mismo tiempo la calidad del agua. Sin embargo, una granjas de orejas de mar plenamente desarrollada puede requerir hasta 15 toneladas diarias de algas frescas por lo que las algas elegidas deben ser fáciles de cultivar y tener buenas cualidades nutricionales.
Hay al menos una empresa dedicada a la exportación de algas marinas desde hace varios años. La industria de la carragenina utiliza Gigartina chamissoi (o Gigartina chondrocantus), que también se emplea en el Japón como parte de una ensalada de algas marinas. En la actualidad se exportan 200 toneladas anuales; se podría llegar a 500 toneladas, pero habitualmente no se puede obtener esta cantidad de fuentes naturales. La demanda es relativamente escasa y el cultivo, si fuera posible, solo estaría justificado en caso de que el Japón aumentara sus compras.
Gracilariopsis se exportó en el pasado a productores de agar, pero la calidad de éste es baja (gel poco concentrado) y, conforme aumenta el cultivo de Gracilaria de alta calidad en Chile, resulta cada vez más difícil encontrar mercados para esta alga marina.
Lessonia nigrescens y L. trabeculata están presentes en praderas naturales en el sur del Perú, pero la biomasa sufre los efectos más intensos de El Niño. En años normales se exportan unas 3 000 toneladas. Macrocystis pyrifera es también muy abundante, pero sólo se exporta en pequeñas cantidades. Estas tres especies son algas pardas y no son fáciles de cultivar.
Los taxonomistas han hallado especies de Gelidium, Ahnfeltia y Durvillaea, pero las cantidades a las que es fácil acceder no resultan comercialmente viables.
Hay una empresa muy activa en el fomento del cultivo y utilización de algas marinas. Participa en el cultivo de especies autóctonas de Gracilariopsis, de la que se obtiene agar, y Kappaphycus alvarezii, alga no autóctona que contiene carragenina. Esa misma empresa elabora también productos alimenticios y fertilizantes a partir de algas marinas locales. Se está estudiando la biodisponibilidad de hierro de algunas especies, principalmente Gracilariopsis, debido a su elevado contenido de hierro, con miras a añadirlas a alimentos como suplemento nutricional de la dieta venezolana.
Se está siguiendo de cerca la introducción de Kappaphycus alvarezii procedente de Filipinas para detectar posibles efectos sobre la flora y fauna locales; esta alga tiene una tasa de crecimiento notable, produce carragenina de buena calidad y se ha encontrado un mercado para ella.
Se necesitan cuantiosos recursos financieros para capacitar al personal e instalar granjas. Una operación conjunta entre la empresa y una ONG ha recibido fondos del gobierno venezolano y de una institución financiera multilateral con ese fin.
La empresa considera que la FAO debería ayudar a instruir a los funcionarios públicos acerca de los beneficios del cultivo de algas marinas (los reparos que en ocasiones plantean pueden actuar como freno a la inversión en el cultivo de algas marinas) y convencer a los donantes de la necesidad de proporcionar recursos financieros en condiciones favorables para ayudar a los cultivadores de algas marinas.
En las Indias Occidentales, el cultivo de Gracilaria comenzó hace varios años. El producto se consume localmente, por lo general en forma de una bebida elaborada mediante la extracción de musgo marino con agua caliente. Más recientemente, Eucheuma ha reemplazado a Gracilaria como cultivo principal, pero los extractos de ese sucedáneo no se comportan del mismo modo cuando se añade leche, por lo que ha sido necesaria cierta reeducación de los elaboradores y usuarios. El perfeccionamiento del cultivo y la elaboración ha sido organizado y supervisado por el Instituto de Recursos Naturales del Caribe (CANARI), con sede en Santa Lucía. El cultivo se practica en Santa Lucía, Barbados y Jamaica. En Guadalupe, científicos del IFREMER obtuvieron resultados satisfactorios en el cultivo experimental en 1980-83, pero la falta de interés de la población local hizo que este trabajo no se ampliara a una escala mayor.
Hay algunos países insulares del Pacífico que han mostrado interés en el cultivo de algas marinas. Algunos lo han estudiado, han enviado representantes a talleres regionales o han intentado de hecho el cultivo experimental. Sin embargo, no se han hecho progresos reales a escala comercial en las Islas Cook, Nueva Caledonia, Palau, Samoa, Islas Salomón y Tuvalu.
Se están realizando actividades en cuatro países: Fiji, Kiribati, Tonga y Vanuatu.
Hasta el reciente golpe de Estado, Fiji enviaba periódicamente cantidades comerciales de algas Kappaphycus alvarezii desecadas, y probablemente continuará haciéndolo cuando el país retorne a la normalidad. Kiribati produce desde hace varios años K. alvarezii en torno a Tarawa y otras islas del archipiélago de las Gilbert, que envía a un productor de carragenina con el que ha concertado un contrato de larga duración. Se están desarrollando cultivos similares en la isla Christmas, del archipiélago de las Line, con ayuda del gobierno de Nueva Zelandia. También se realizan algunas actividades en Vanuatu, patrocinadas probablemente por un productor comercial de carragenina. Tonga había tratado anteriormente de cultivar K. alvarezii, pero los bancos de siganos devoraban las plantas jóvenes y no se pudo idear un método para resolver este problema. Sin embargo, Tonga ha logrado recientemente exportar al Japón el alga comestible Cladosiphon y está estudiando la posibilidad de cultivarla con ayuda de los japoneses, que cultivan esa misma especie en el sur del Japón. Este mercado se ha desarrollado gracias a las actividades de un proyecto regional de la FAO en Fiji.