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4 EFECTOS EN LA SEGURIDAD ALIMENTARIA


4.1 Tendencias en los indicadores de seguridad alimentaria

La presente sección trata acerca de los efectos de la liberalización del comercio agropecuario en la seguridad alimentaria de Egipto analizando las tendencias registradas en determinados indicadores. Las tendencias en estos indicadores durante los períodos anterior y posterior al acuerdo (1985-1994 y 1995-1999) están resumidas en el Cuadro 11.

Según los datos de la FAO, la cantidad de calorías disponibles por habitante parece muy elevada en Egipto. Como se indica en el Cuadro 11, el aporte energético diario por habitante ascendía a 3 211 kilocalorías, por término medio, en el período 1990-1994 (30 por ciento más que las necesidades energéticas medias, y más que los niveles observados en la mayoría de los países en desarrollo). Durante al período posterior al acuerdo (1995-1999), el aporte energético por habitante es incluso más elevado, estimándose en 3 305 kilocalorías, lo que representa un aumento de alrededor del 3 por ciento. Aproximadamente el 93 por ciento de esta energía es suministrada por los productos vegetales, y el restante 7 por ciento procede de productos de origen animal. El aporte diario de proteínas por habitante es de 85 gramos en 1990-1994, con un ligero mejoramiento a 90 gramos en el período 1995-2000. Ahora bien, el componente de las proteínas de origen animal constituye sólo el 15 por ciento de las proteínas diarias por habitante, señal de que en la dieta egipcia existe un problema de calidad más que de cantidad.

La disponibilidad total de alimentos (producción más importaciones) pasó de un promedio de 40,9 millones de toneladas en el período 1985-1989 a 46,2 millones de toneladas en el período 1990-1994 y a 58,7 millones de toneladas en el período 1995-2000. El porcentaje de la producción interna de alimentos en el total de los alimentos disponibles pasó de 72,6 por ciento en el primer período a 77,6 por ciento en el segundo período, y a 78,0 por ciento en el tercero.

Tomando como base el período 1989-1991, el índice de la producción de alimentos pasó de 115 en 1994 a 154 en 2000, y el índice de la producción de alimentos por habitante pasó de 106 en 1994 a 127 en 2000.

Cuadro 11. Evolución de determinados indicadores de seguridad alimentaria

Indicador

Promedio
1985-89

Promedio
1990-94

Promedio
1995-99

Dieta

Aporte energético total (kilocalorías)

3 093

3 211

3 305

Porcentaje de las fuentes

Productos vegetales (%)

92,4

93,5

93,1

Productos de origen animal (%)

7,6

6,5

6,9

Aporte de proteínas (g)

80,78

85,4

90,7

Porcentaje de las fuentes

Productos vegetales (%)

83,7

84,7

82,6

Productos de origen animal (%)

16,2

15,3

17,4

Suministro de alimentos

Producción de alimentos (miles de toneladas)

2 961

35 810

45 798

Importaciones de alimentos (miles de toneladas)

11 223

10 344

12 888

Suministro total (miles de toneladas)

40 894

46 154

58 686

Producción de alimentos en el total (%)

72,6

77,6

78,0

Índice de la producción de alimentos, 1989-91 = 100

n.a.

109,2

142,5

Índice de la producción de alimentos por habitante, 1989-91 = 100

n.d.

104,6

123,3

Índices de precios (1990 = 100)

Índice de precios al consumidor

n.d.

139

221,6

Índice de precios de alimentos

n.d.

125

178,8

Índice de precios de productos no alimentarios

n.d.

161,6

258,5

Relación entre los índices de precios de los alimentos y de productos no alimenticios

n.d.

77,4

69,2

Coeficiente de capacidad de importación de alimentos

n.d.



FICR(1 de abril)

n.d.

0,17

0,17

FICR2b

n.d.

0,55

0,52

Índice de comerciabilidad agropecuaria

n.d.

0,4

0,3

n.d.: no disponible.

a FICR1: Coeficiente de capacidad de importaciones alimentarias definido como el valor efectivo de las importaciones de alimentos en relación con los ingresos totales derivados de las exportaciones de productos y servicios.

b FICR2: Coeficiente de capacidad de importaciones alimentarias definido como el valor efectivo de las importaciones de alimentos en relación con los ingresos derivados de las exportaciones de mercancías solamente.

Fuente: Cálculos tomados de FAOSTAT, y de los indicadores del desarrollo mundial y del desarrollo africano, del Banco Mundial.

Con respecto a las tasas de crecimiento del rendimiento por feddan correspondientes a los cultivos principales, el primer período (1985-1994) coincidió con la ejecución de la primera fase del programa de ajuste estructural de la agricultura (1987-1997), mientras que el período posterior al acuerdo (1995-2001) coincidió con la segunda fase del PAE y con la ejecución de la RU. El crecimiento de la productividad ha variado según los cultivos. Los cultivos de cereales han alcanzado tasas altas de crecimiento de la productividad durante el período 1985-1994. El trigo tuvo los mejores resultados en este grupo de cultivos, con una tasa anual de crecimiento de 3,34 por ciento, seguido del arroz (4,06 por ciento) y del maíz (3,58 por ciento). En cambio, la productividad del algodón creció lentamente, alcanzando solamente una tasa de crecimiento de 0,69 por ciento. Las tasas de crecimiento de la productividad de los cereales en general y del trigo y del arroz en particular han disminuido en el período posterior al acuerdo (1995-2001).

En Egipto, los precios nominales de los alimentos han ido aumentando constantemente a lo largo de los años ochenta y noventa. El índice de los precios de los alimentos (1990 = 100) alcanzó a 190 en 1999, lo que significa que los precios internos de los alimentos casi se duplicaron durante los años noventa, mientras que se quintuplicaron con creces en los años ochenta en los que el índice de precios de los alimentos era sólo de 18 en 1980. A pesar del aumento de los precios internos de los alimentos en términos nominales, la relación entre los índices de precios de los alimentos y de los productos no alimenticios pasó de un promedio de 77,4 por ciento en el período 1990-1994 a 69,2 por ciento en el período 1995-1999, lo que indica una reducción sustancial de los precios reales de los alimentos. Aunque esto significa un beneficio para la situación alimentaria y nutricional de la población urbana y la población rural no agrícola, la de la población agrícola se ve perjudicada como consecuencia del deterioro de sus ingresos reales.

El coeficiente de capacidad de importación de alimentos - definido como el valor de las importaciones de alimentos en relación con los ingresos totales derivados de la exportación (solamente de mercancías) - indica la demanda de divisas para financiar las importaciones de alimentos. Como se observa en el Cuadro 11, para Egipto este coeficiente es relativamente alto y ha registrado relativamente pocos cambios entre los períodos anterior y posterior al acuerdo. El alto grado de dependencia de las importaciones de alimentos hacen que Egipto sea vulnerable, sobre todo en los años de déficit de producción interna o de aumento de los precios mundiales, en los que el coeficiente puede aumentar considerablemente.

La relación entre el comercio y el PIB se utiliza como un indicador de la apertura y la vulnerabilidad de la economía. El mismo indicador puede aplicarse a nivel del sector agrícola. El índice de comerciabilidad agrícola puede definirse como la relación entre las exportaciones agrícolas sumadas a las importaciones y el PIB agrícola. Este indicador recoge la sensibilidad del sector agrícola de un país ante la evolución de los precios de los mercados mundiales. El índice de comerciabilidad agrícola para Egipto pasó de un promedio de 0,4 por ciento durante el período 1990-1994 a 0,3 por ciento durante el período 1995-2000. Dos cuestiones importantes relacionadas con el índice de comerciabilidad agrícola son el grado de concentración en los asociados comerciales y en los productos exportados. Con perfiles comerciales muy concentrados, Egipto es más vulnerable a las medidas comerciales unilaterales y más limitado en sus poderes de negociación.

4.2 Tendencias de la pobreza y la desnutrición

En Egipto la pobreza es el problema social más importante. Alrededor de una cuarta parte de la población vive en una situación de pobreza absoluta, siendo las mujeres y los niños los grupos más vulnerables. Pese al sistema técnicamente avanzado de protección social, en Egipto la pobreza es un problema generalizado, y los riesgos sociales siguen siendo un factor importante que contribuye a la misma. Utilizando las líneas de pobreza basadas en los gastos de consumo, la medida de la pobreza estimada en 1995/1996 indicaba un índice general de recuento de la pobreza de 22,9 por ciento, que en las zonas rurales era ligeramente más alto. Según un estudio (Osman, s.f.) sobre la pobreza durante el período 1981-1996, ésta había aumentado en las zonas urbanas de Egipto, y el índice de recuento de la pobreza había disminuido en las zonas rurales.

En las zonas rurales, los pobres son principalmente agricultores que tienen pocas tierras o que carecen de ellas, así como los trabajadores agrícolas. Hay un grupo más pequeño de personas que vive(3 de noviembre) en una situación de pobreza extrema, que en las zonas rurales constituyen el 13 por ciento, en el que se incluyen viudas, enfermos y ancianos discapacitados, que dependen en alto grado de las transferencias directas de ingresos. Las personas que viven en una situación de pobreza y de pobreza extrema se concentran en las zonas tanto urbanas como rurales del Alto Egipto. En 1994, un estudio realizado por el Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias (IIPA) reveló que la pobreza había aumentado ligeramente durante el período 1981/1982-1990/1991 tanto en las zonas rurales como urbanas. Un estudio más reciente del mismo instituto (1999) revela que, en 1997, el 25 por ciento de las familias del submuestreo estaban por debajo de la línea de pobreza. En ese muestreo la incidencia de la pobreza había aumentado a 33 por ciento en 1999. Además, casi la mitad de toda la pobreza es de carácter persistentemente crónico (es decir, el consumo medio en el tiempo es inferior a la línea de pobreza). El estudio también reveló que el consumo por habitante había disminuido en las familias del muestreo desde un promedio de 231 libras egipcias mensuales por habitante en 1997 a 213 libras egipcias mensuales por habitante en 1999 (Haddad y Ahmed, 1999).

La malnutrición sigue siendo un problema grave de salud en Egipto donde se dan fenómenos de malnutrición así como de sobrealimentación. La desnutrición crónica (retraso del crecimiento) y las deficiencias de micronutrientes son más frecuentes en las zonas rurales. Alrededor del 17 por ciento de la población menor de cinco años acusa insuficiencia ponderal, el 22 por ciento retraso en el crecimiento y el 9,7 por ciento emaciación. La anemia causada por la deficiencia de hierro es un problema común, el bocio una enfermedad endémica, y también existen en el país el raquitismo y otras carencias nutricionales como la falta de zinc.

Por consiguiente, los indicadores examinados anteriormente indican que la situación general de la seguridad alimentaria ha mejorado en Egipto en el período posterior al acuerdo (1995-1999) en comparación con la situación del período anterior al acuerdo. El aporte calórico medio ha aumentado, incluso más de lo conveniente, y el aporte proteínico ha mejorado ligeramente. El crecimiento de la producción de alimentos ha duplicado el crecimiento demográfico. En general, los coeficientes de autosuficiencia han mejorado, particularmente en los cultivos de cereales. El coeficiente de capacidad de importación de alimentos se ha mantenido casi en el mismo nivel. Hay algunas señales de un ligero incremento de la pobreza en Egipto, lo cual significa que aunque la seguridad alimentaria ha mejorado en cuanto a la disponibilidad de alimentos, la población no tiene la posibilidad de adquirirlos. Por consiguiente, aunque la agricultura se ha beneficiado de la política de liberalización y de los avances tecnológicos, es posible que las políticas macroeconómicas y de distribución de los ingresos no hayan logrado satisfacer los intereses de la población de bajos ingresos.

4.3 Ayuda alimentaria

Egipto solía recibir cantidades relativamente grandes de ayuda alimentaria, especialmente en forma de trigo y harina de trigo, proporcionados principalmente por los Estados Unidos y la UE. Ahora bien, la ayuda alimentaria destinada a Egipto ha ido decreciendo drásticamente como en el resto del mundo. La ayuda en forma de trigo y harina de trigo pasó de 2 millones de toneladas en 1990 (alrededor del 20 por ciento del consumo total de ese año), a solamente 20 000 toneladas en 1999 (0,2 por ciento del consumo total en 2000). Durante el período anterior al acuerdo, la ayuda en la forma de trigo alcanzó un promedio de 723 000 toneladas, que disminuyó a 82 000 toneladas durante el período posterior al acuerdo.

Durante las negociaciones de la RU, Egipto influyó de manera determinante para que la Decisión ministerial de Marrakech formara parte integrante de los acuerdos y, posteriormente, para que se aplicara efectivamente durante las diversas reuniones del CdA. Presentó también pruebas de que la RU era responsable, en parte, de los siguientes resultados: el aumento de las importaciones de alimentos en los países beneficiarios, en particular a causa de la disminución de la ayuda alimentaria a su nivel más bajo en 20 años; los cambios estructurales relacionados con la aplicación de los compromisos contraídos en dicha ronda; las medidas de control de la oferta que redundaron en un agotamiento de las existencias; y las reducciones presupuestarias relacionadas con los compromisos en materia de reducción de las subvenciones a la exportación. Egipto también se ha mostrado a veces decepcionado por las declaraciones del FMI y del Banco Mundial al CdA en el sentido de que en la fase actual no se justificaba la creación de nuevos servicios relacionados con la RU. Algunos miembros de la OMC han ratificado las opiniones manifestadas por Egipto, recalcando la necesidad de una acción concreta para aplicar la Decisión.

4.4 Políticas en materia de seguridad alimentaria

Egipto es uno de los mayores importadores mundiales de trigo. Ha adoptado una política de seguridad alimentaria destinada a garantizar un coeficiente mínimo de autosuficiencia en trigo, que es el alimento básico más importante del país. La razón principal de dicha política radica en el riesgo y la incertidumbre que representa el hecho de tener que comprar en el futuro. Ante lo cual surgen preguntas como las siguientes: ¿Se contará con los productos necesarios? ¿Cuáles serán sus precios? Y qué posibilidad hay de que se produzcan eventos imprevistos (compras mayores por parte de otro país, guerra o boicot político) que determinen la imposibilidad de conseguir alimentos cuando sea necesario? Todo lo cual se traduce políticamente en un lema expresado por uno de los oficiales superiores en estos términos: “El que no es dueño de sus propios alimentos, no puede ser libre para decidir por sí mismo”.

En esta coyuntura, el GdE ha tomado medidas que le han permitido aumentar el coeficiente de autosuficiencia en trigo, de 25 por ciento a comienzos de los años ochenta a 55 por ciento en 2000, y está tratando de obtener otros 10 puntos porcentuales mezclando la harina de maíz con harina de trigo para alcanzar un coeficiente de autosuficiencia del 65 por ciento.

En el Cuadro 12 se presentan los coeficientes de autosuficiencia correspondientes a los principales productos alimenticios en el período 1990-1999. Es evidente el mejoramiento logrado en el coeficiente de autosuficiencia correspondiente a los cereales, que pasó de 61,8 por ciento en el período anterior al acuerdo (1990-1994) a 66,5 por ciento en el período posterior al acuerdo (1995-2000). El trigo, que es el alimento básico más importante, logró los mejores resultados entre los cereales, con un aumento de su coeficiente de autosuficiencia de 42,8 por ciento en el primer período a 50,4 por ciento en el segundo período. También ha habido un ligero mejoramiento en el coeficiente de autosuficiencia de la carne: de 86 a 88 por ciento. Los coeficientes de autosuficiencia de los aceites comestibles y del azúcar han acusado un ligero deterioro.

Cuadro 12. Evolución de los coeficientes de autosuficiencia de los principales productos alimenticios, 1990-1999

Año

Trigo

Maíz

Arroz

Azúcar

Aceite comestible

Carne

Promedio de 1990-94

42,8

74,9

110,7

63,0

13,2

86,0

Promedio de 1995-99

50,4

72,8

113,7

61,8

12,4

88,0

Fuente: Cálculos obtenidos de FAOSTAT.

Según se prevé, la población de Egipto ascenderá a 90 millones de habitantes para el año 2020. Con una tasa de crecimiento económico situada en un 5 por ciento, se estima que la demanda de alimentos crecerá en un 4 por ciento anual. En estas circunstancias, para mantener los actuales coeficientes de autosuficiencia de productos como el trigo, el aceite comestible, la leche, la carne, y el azúcar, la producción interna debería aumentar en un 4 por ciento anual. Para alcanzar este objetivo, Egipto tendría que desviar más recursos agrícolas hacia la producción de alimentos, dejando algo de estos recursos limitados para los productos de exportación.

De todas maneras, Egipto tiene una clara ventaja comparativa en determinados productos, como el algodón y los cultivos hortícolas, especialmente las naranjas, las papas y las plantas aromáticas y medicinales. El país cuenta con un excelente potencial de producción de cultivos hortícolas, particularmente en las nuevas tierras y en las zonas de megaproyectos, donde se están haciendo planes para dedicar alrededor del 30 por ciento de las tierras a la producción hortícola. En el futuro, la competencia entre los productos alimenticios y los productos exportables por la limitada base de recursos agrícolas disponible la determinarán principalmente las condiciones reinantes en materia de acceso a los mercados. Si mejora el acceso a los mercados, a Egipto le convendría adoptar una estrategia basada en la asignación de una cantidad cada vez mayor de recursos a productos hortícolas exportables de gran valor en los que tiene una ventaja comparativa. En caso contrario, se vería forzado a adoptar una estrategia de sustitución de las importaciones mediante la producción de alimentos, lo cual implica una utilización menos eficaz de los recursos agrícolas. Aunque el mercado más obvio para la horticultura es la UE, también es verdad que ésta mantiene un régimen comercial muy proteccionista en el ámbito de la agricultura. Con este tipo de problemas en materia de acceso a los mercados, se pueden entender fácilmente las preocupaciones que siempre ha tenido Egipto en materia de seguridad alimentaria. El proteccionismo en la UE, el principal mercado de Egipto, no constituye un incentivo para modificar su posición al respecto (OMC, 1999).


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