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4 EFECTOS EN LA SEGURIDAD ALIMENTARIA


La seguridad alimentaria es una cuestión fundamental del desarrollo porque el acceso a los alimentos es un derecho humano esencial. La ingesta de alimentos nutritivos es el indicador más básico de la calidad de la vida. La seguridad alimentaria es, asimismo, una cuestión estratégica que pone en juego una interacción dinámica entre la población, la urbanización y los niveles de ingresos con la producción de alimentos, la utilización de las dotaciones de recursos naturales y la tecnología.

Los efectos del comercio liberalizado en la seguridad alimentaria son una dimensión del desarrollo que se añade en el presente análisis que, por falta de un modelo cuantitativo, se basará sobre determinados indicadores de la situación de la oferta y la demanda de alimentos anterior y posterior al ingreso de Filipinas en el GATT-OMC. Pero el primer paso consistirá en describir la situación nacional de la seguridad nutricional o alimentaria en Filipinas.

4.1 Situación de la situación alimentaria en Filipinas

La encuesta realizada en 1993 por el Instituto de Investigaciones Alimentarias y Nutricionales mostraba que en el período posterior a 1978 se habían producido disminuciones apreciables en la ingesta de calorías, hierro, calcio y ácido ascórbico, que iban del 3,9 por ciento (calorías) al 12,9 por ciento (ácido ascórbico). Esta reducción podría atribuirse a la disminución del consumo de pescado y de carne, así como a una ingesta menor de frutas y hortalizas. Podrían, asimismo, considerarse como factores que contribuyeron a la insuficiencia nutricional de una gran parte de la población filipina las ineficiencias registradas en el ámbito del mercadeo y de la distribución de alimentos y las graves limitaciones de los ingresos.

Las tendencias del consumo de alimentos entre 1978 y 1993 indican un decrecimiento general de la ingesta de diversos alimentos. Solamente en el período 1978-1982 se observó un incremento del 2 por ciento en el consumo de alimentos, pero entre 1982 y 1993 decreció hasta en un 12 por ciento. Durante ese mismo período, hubo también una disminución general del consumo de cereales y productos derivados, así como de frutas, raíces y tubérculos feculentos, y de hortalizas, pero se observó una tendencia ascendente en el consumo de huevos y productos derivados, aves de corral y maíz.

No se dispone de una encuesta nutricional a nivel nacional posterior a 1993, pero una encuesta socioeconómica llevada a cabo por la fundación STRIVE en 2000 en diez de las principales provincias arroceras de Filipinas sobre el consumo de determinados alimentos parecía indicar algunas mejoras en las ingestas nutricionales, que oscilaban entre el 7 por ciento (hortalizas) y el 22 por ciento (cereales) entre 1993 y 2000 (Cuadro 10).

Cuadro 10. Cuadro comparativo de las ingestas medias de determinados grupos de alimentos, 1987-1993 y 2000

Grupo de alimentos

Ingesta (g/día)

1987-1993a

2000b

Diferencia porcentual

Cereales y productos derivados

343

419

22

Pescado, carne y aves de corral

152

176

16

Hortalizas

109

116

7

a Encuesta nacional sobre la nutrición realizada por el Instituto de Investigaciones Alimentarias y Nutricionales.

b Encuesta socioeconómica de la fundación STRIVE realizada en 10 de las principales provincias arroceras de Filipinas.

Los datos de FAOSTAT sobre las tendencias nacionales de la disponibilidad de calorías, proteínas y grasas por habitante entre el período anterior al acuerdo (promedio de 1985-1994) y el período posterior también tienden a indicar mejoras del 5 por ciento en el aporte de calorías, del 5 por ciento de proteínas y del 16 por ciento de grasas (Cuadro 11). Aunque las tasas de crecimiento fueron menores entre los componentes alimentarios durante el período posterior al acuerdo, la magnitud de la variación fue mayor, como puede verse por la disponibilidad de kilocalorías.

Cuadro 11. Tendencias comparativas de la disponibilidad de calorías, proteínas y grasas por habitante en los períodos anterior y posterior al acuerdo, 1985-1999

Año

Calorías (g/habitante/día)

Proteínas (g/habitante/día)

Grasas (g/habitante/día)

1985-1994

2 236,3

52,9

38,2

1995-1999

2 350,9

55,7

44,5

Diferencia porcentual

5

5

17


Promedio de crecimiento (%)

1985-1994

0,9

1,4

4,3

1995-1999

0,3

0,0

2,1

Fuente: FAOSTAT.

4.2 Arroz: el alimento básico principal

En Filipinas, el logro de la seguridad alimentaria como meta del desarrollo depende del sector agrícola, sobre todo de la producción de arroz, el alimento básico. En efecto, la seguridad alimentaria se ha interpretado siempre como autosuficiencia en arroz, objetivo principal de los programas gubernamentales ejecutados en el pasado, con la excepción del programa Gintong Ani en 1996 (STRIVE, 1999).

Una mirada rápida a los programas arroceros de los últimos 30 años permite observar sus resultados en cuanto a la relación entre la producción arrocera (suministro interno) y su consumo. Hubo 20 años de déficit y 10 años de superávit. Las importaciones alcanzaron promedios que van del 1 al 14 por ciento de la producción, salvo durante 1998, el año de El Niño, en el que las importaciones de arroz alcanzaron su nivel más alto de 2,1 millones de toneladas, o sea el 38 por ciento de la oferta interna. El deseo de Filipinas de llegar a ser autosuficiente en arroz ha sido indicado en las disposiciones del AsA relativas a las restricciones cuantitativas de ese producto.

El índice de crecimiento demográfico de Filipinas es un factor esencial para explicar el crecimiento de la demanda de cereales. La demanda de arroz no solamente se ha mantenido al ritmo del crecimiento demográfico, sino que desde mediados de 1980 ha aumentado en general el consumo actual por habitante. En 1985, la demanda de arroz se estimaba en 94,3 kilogramos por habitante. En 2000, esa cifra se elevó a 103 kilogramos. Estimándose que el crecimiento demográfico en 2,3 por ciento, el consumo anual de arroz ha aumentado a una tasa anual de 2,98 por ciento. En 1985 el país consumió cerca de 5,7 millones de toneladas de arroz, y cerca de 8,9 millones de toneladas en 2000. En el período de 7 años comprendido entre 1995 y 2001, el país importó el equivalente de 13,3 por ciento de la producción para aumentar las existencias reguladoras de arroz. El nivel más alto fue alcanzado en 1998 (39 por ciento) cuando la producción del sector arrocero descendió vertiginosamente en alrededor de un 24 por ciento con respecto a 1997.

A plazo medio, todo hace pensar en una considerable expansión de la demanda. En los dos últimos decenios fue aumentando el déficit de producción interna con respecto a la utilización total, siendo pocos y muy distanciados entre sí los años en que la producción interna ha logrado cubrir la utilización total. Con un crecimiento demográfico anual de alrededor de 2,3 por ciento y un aumento de los ingresos por habitante, cabe esperar que la demanda de arroz aumentará entre 2,5 por ciento y 3,0 por ciento por año. Habría más demanda si el 30 por ciento más pobre de la población tuviera los medios para alcanzar un nivel adecuado de alimentación.

Durante el período anterior al acuerdo (1985-1994), la producción arrocera, la superficie cultivada y los niveles de rendimiento aumentaron por término medio en un 2 por ciento, un 1,1 por ciento y un 0,9 por ciento, respectivamente. En el período 1995-2000, los mismos parámetros aumentaron en un 3,3 por ciento, 1,4 por ciento, y 1,9 por ciento, respectivamente. Por lo tanto, en el período posterior al acuerdo la disponibilidad relativamente mayor de kilocalorías por habitante se debe no solamente a las importaciones de arroz sino también a la producción interna.

4.3 El maíz destinado al consumo humano y a la preparación de piensos

La utilización del maíz es muy variada. Según las estimaciones, en una campaña normal de producción y utilización la demanda de piensos podría absorber alrededor de dos terceras partes de la cosecha de maíz, o sea entre el 55 por ciento y el 70 por ciento. El resto de la cosecha se utiliza para el consumo humano, para semillas y para productos alimenticios manufacturados. Los niveles del consumo humano por habitante han cambiado poco desde 1985. Consumido principalmente en la forma de sémola, el maíz es utilizado particularmente en las zonas productoras; en cambio, en las zonas urbanas y en las zonas productoras de arroz es un alimento básico secundario.

Durante el período anterior al acuerdo (1985-1994), la producción de maíz, la superficie cultivada y los niveles del rendimiento fueron aumentando por término medio en un 1,8 por ciento, -1,7 por ciento y 3,5 por ciento, respectivamente. En el período 1995-2000, los mismos parámetros acusaban un aumento del 1,8 por ciento, -1,4 por ciento y 3,3 por ciento, respectivamente. Durante este último período de seis años, el país importó el equivalente del 7,8 por ciento de la producción maicera para proveer a las necesidades del ganado y del sector avícola.

Lo mismo que el arroz, el maíz es considerado un producto sensible en el marco tanto del AsA como de la ASEAN, cubierto por un volumen de acceso mínimo con un arancel de 35 por ciento dentro del contingente y un tipo NMF de 65 por ciento. A causa de los NOAM y de los altos aranceles del maíz, las importaciones del trigo destinado al consumo humano (con un arancel del 3 por ciento) y del trigo forrajero (con un arancel del 10 por ciento) han desplazado el potencial mercado interno del maíz producido en el país.

4.4 La seguridad alimentaria y la incidencia de la pobreza

La disponibilidad de suministros alimentarios es solamente una cara del problema de la seguridad alimentaria. La otra cara es el efectivo poder de compra de la población que se refleja en indicadores tales como los niveles de los ingresos y los precios de los alimentos. Estos dos indicadores constituyen el ámbito en el que el comercio liberalizado tiene las interacciones más dinámicas. Los precios internos de los alimentos están determinados generalmente por los precios en la frontera o por los precios internacionales de los productos alimenticios. Los precios en la frontera están determinados, a su vez, por el comercio internacional. Pero la capacidad para comprar los alimentos depende sobre todo de los niveles de los ingresos. Por lo tanto, el nivel de los precios y de los ingresos de los consumidores determinan conjuntamente la demanda efectiva (compra) de un determinado producto alimenticio.

Los precios de los productos alimenticios frente a los de los productos no alimentarios

El índice de los precios mayoristas y minoristas en el Metro Manila, el supermercado principal, es un buen indicador de las tendencias de los precios de los alimentos y de los productos no alimenticios. En el período 1990-1994, los precios minoristas de los alimentos estaban subiendo en alrededor de un 6,4 por ciento por año, en comparación con un aumento medio del 7,2 por ciento anual de los precios de los productos no alimenticios. En el período posterior, estas tasas de crecimiento cambiaron radicalmente, y los precios de los alimentos aumentaron más rápidamente que los precios de los productos no alimenticios (6,4 por ciento frente al 5,5 por ciento anual, respectivamente). Esta tasa de crecimiento relativamente mayor de los precios de los alimentos registrada después de 1995 influye en la seguridad alimentaria de los grupos de bajos ingresos y desfavorecidos. Sin embargo, fue difícil llegar a la conclusión de que estas tendencias se debían a la entrada en el GATT-OMC.

Seguridad alimentaria y alivio de la pobreza

El Departamento de Agricultura filipino hace mucho hincapié y centra la atención en el logro de la seguridad alimentaria y en el alivio de la pobreza. El plan de desarrollo agrícola a medio plazo de 1999-2004 apunta a una reducción de la incidencia de la pobreza de 44 por ciento en 1997 a 30 por ciento en 2004.

La incidencia de la pobreza rural por habitante aumentó de 48 por ciento durante el período 1985-1994 a 53 por ciento a partir de 1997-2000 (Cuadro 12). En las zonas tanto rurales como urbanas la incidencia de la pobreza por familia es distinta. Hubo una disminución de 36 a 19 por ciento entre las familias de las zonas urbanas en 1985-1994 y de 54 a 46 por ciento entre las familias rurales. Uno de los factores que contribuye a la inseguridad alimentaria es el creciente umbral de pobreza anual por habitante, que ha ido de 8 885 pesos en 1994 a 13 916 pesos en 2000. Otro factor es la aparente disminución de los porcentajes del decile de la renta de todas las familias excepto de los deciles 9 y 10 durante el período 1995-2000.

Cuadro 12. Incidencia de la pobreza urbana-rural, 1961-2000

Año

Por habitante

Por familia

Urbana

Rural

Total

Urbana

Rural

Total

1961-1971

45

59

54

45

59

54

1985-1994

31

48

40

36

55

44

1997-2000

23

53

38

19

46

33

Fuentes: Balisacan (1997); NSCB, diversos años; Anuario de Estadísticas Filipinas, de la Oficina Nacional de Estadísticas, diversos años.

Como proporción de los gastos totales, los gastos familiares destinados a alimentos disminuyeron de 51,9 por ciento en 1985 a 43,2 por ciento en 2000. Una cifra que para las familias rurales, cuyos ingresos no aumentaron considerablemente desde 1994 a 2000, es todavía relativamente grande.

Coeficiente de la dependencia respecto de las importaciones de alimentos

En el Cuadro 13 se muestran las tendencias del porcentaje de las importaciones alimentarias y agropecuarias en el total de las importaciones y exportaciones entre 1990 y 1999. En 1990, el coeficiente de las importaciones de alimentos como porcentaje de las importaciones totales filipinas era del 7 por ciento, y en 1999 disminuyó al 6 por ciento. Asimismo, el porcentaje de las exportaciones totales, que en 1990 fue de un 12 por ciento, en 1999 disminuyó a un 5 por ciento. Esta tendencia significa que el coeficiente de dependencia respecto de las importaciones de alimentos ha disminuido entre 1990 y 1999 en proporción tanto a las importaciones como a las exportaciones totales. La razón principal, como se muestra en el Cuadro 13, fue que el crecimiento porcentual de las importaciones alimentarias durante el período fue relativamente pequeño (115 por ciento) en comparación con el aumento sustancial de las importaciones totales (891 por ciento) y de las exportaciones totales (242 por ciento). El coeficiente de dependencia de las importaciones agropecuarias siguió la misma trayectoria que las importaciones alimentarias, pero la disminución fue mayor en magnitud debido principalmente al bajo incremento porcentual (94 por ciento) de las importaciones agropecuarias en relación con las importaciones alimentarias durante ese mismo período.

Cuadro 13. Relación entre las importaciones alimentarias y agropecuarias y las importaciones y exportaciones totales, 1990 y 1999

Producto

Año

Variación porcentual

1990

1999

Importaciones de alimentos (en millones de dólares EE.UU.)

992

2 134

115

Importaciones agropecuarias (en millones de dólares EE.UU.)

1 362

2 645

94

Importaciones totales (en millones de dólares EE.UU.)

13 967

38 429

891

Exportaciones totales (en millones de dólares EE.UU.)

11 430

39 141

242

Relación entre las importaciones de alimentos y las importaciones totales (%)

7

6

-1

Relación entre las importaciones alimentarias y las exportaciones totales (%)

12

5

-8

Relación entre las importaciones agropecuarias y las importaciones totales (%)

9

7

-2

Relación entre las importaciones agropecuarias y las exportaciones totales (%)

12

7

-5

Fuente: Junta Nacional de Estadísticas y FAOSTAT.

4.5 Síntesis

Los resultados tienden a indicar que en el período posterior al acuerdo ha habido un aumento de los precios de los alimentos y un incremento de la incidencia y del umbral de pobreza. Pero los datos muestran también una reducción de los gastos alimentarios como proporción del total de los gastos familiares, un aumento de la disponibilidad de calorías y nutrientes por habitante a pesar del alto crecimiento demográfico y una disminución de la dependencia respecto de las importaciones de alimentos en relación con las importaciones y exportaciones totales. Dado que los últimos indicadores son más decisivos que los mencionados anteriormente, e independientemente de que los cambios se deban o no a la aplicación del AsA, las tendencias indican que la economía filipina contó con una mayor seguridad alimentaria en el período posterior al acuerdo.


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