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HONDURAS[37]


1 INTRODUCCIÓN

Honduras es un país bien dotado de tierras agrícolas, bosques y recursos marinos. Su territorio, de alrededor de 11,2 millones de hectáreas, está cubierto en su mayor parte por montañas boscosas. La tierra cultivable se estima en 1,8 millones de hectáreas, y los pastizales en más de 2,5 millones de hectáreas (Banco Mundial, 2001). Los sistemas de riego están relativamente poco desarrollados, y se estima que solamente el 15 por ciento de las tierras regables cuenta con riego. Honduras es el segundo país de la región en cuanto a la relación entre tierras cultivables y población (alrededor de 0,28 hectáreas por habitante). Tiene zonas de pesca productiva en dos océanos y recursos costeros que han hecho del país el segundo exportador de camarones en América Latina.

La costa septentrional cuenta con tierras muy fértiles, y un clima tropical que se presta muy bien para el cultivo de bananos, caña de azúcar, aceite de palma y frutas tropicales. Además, la región meridional tiene clima tropical, con períodos recurrentes de sequía, y es más apta para la producción de caña de azúcar, sorgo, melones cantalupo, ganado, y camarones de cultivo. Las regiones centrales tienen una topografía montañosa y un clima templado apto para la producción de café, madera, cereales y ganado.

Honduras posee potencial para un crecimiento significativo y continuo de su producción agrícola: 1) tiene una variedad de microclimas que permite diversificar la producción, incluyendo especialmente el cultivo de frutas y hortalizas que cuentan con una demanda muy grande; 2) está ubicado cerca de los mercados de los principales países desarrollados; 3) dispone de tecnologías de producción comprobadas para todos los cultivos, lo que permite obtener rendimientos muy superiores a los actuales promedios nacionales; y 4) una cantidad considerable de tierra está subutilizada, en actividades poco rentables, como el cultivo del maíz con tecnologías tradicionales, o para grandes extensiones de pastizales naturales. El potencial de crecimiento del sector radica sobre todo en la posibilidad de destinar al cultivo de productos muy valiosos superficies extensas dedicadas actualmente a cultivos de poco valor, un fenómeno que ya ha ocurrido con un número considerable de cultivos de exportación no tradicionales.

1.1 Producción agrícola

El porcentaje de la contribución de la agricultura al PIB actual ha disminuido de forma pronunciada desde 21,6 por ciento al final de los años ochenta a 17 por ciento a final de los años noventa. Esta disminución se explica principalmente por la tendencia negativa de los precios mundiales de los productos agropecuarios que hizo bajar el valor de la producción en el mercado interno, y por los efectos del huracán Mitch en la producción de los últimos tres años. Últimamente, el aporte de la industria al PIB total ha superado al de la agricultura que, contando las actividades de transformación y comercialización de los productos agropecuarios, genera alrededor del 40 por ciento del PIB.

Cuatro líneas de producción continúan representando alrededor del 60 por ciento del valor de la producción agrícola: el café (26 por ciento), la carne de vacuno y los productos lácteos (19 por ciento), los productos forestales (8 por ciento) y los bananos (7 por ciento). Desde comienzos de los años noventa la producción de bananos ha ido decreciendo, pero sufrió una reducción drástica después del huracán Mitch, que castigó las plantaciones de bananos de la costa septentrional. La producción de maíz, junto con la de otros cereales básicos (sorgo, frijoles y arroz) representa actualmente alrededor del 9 por ciento del valor de la producción agrícola, muy por debajo del porcentaje medio de 1988-1990. Entre los otros cultivos importantes figuran las piñas, los plátanos, el tabaco, el melón cantalupo, los cítricos y las papas. El algodón solía ser importante pero ha desaparecido, debido a la disminución de los precios reales del mercado mundial unida a los altos costos que representa la lucha contra las plagas.

Según las informaciones actuales acerca de la intensidad de mano de obra por actividad agrícola, el cantalupo genera el quíntuplo de empleo y valor bruto de la producción por hectárea de lo que genera el maíz. Los bananos y el café generan alrededor del triple de empleo por hectárea que el maíz, y éste alrededor del doble de la ganadería destinada a la producción de carne y de leche. El desplazamiento de la producción de cereales básicos a la producción de cultivos de exportación (salvo los productos pecuarios) representaría una ganancia neta importante en cuanto al empleo y los ingresos por hectárea.

1.2 Exportaciones e importaciones agropecuarias

Honduras ha logrado diversificar su cesta de exportaciones. Actualmente, las exportaciones agropecuarias absorben menos del 50 por ciento de las exportaciones totales, frente a un porcentaje superior al 80 por ciento al final de los años ochenta. Los principales productos agropecuarios de exportación son el café (47 por ciento), los camarones (21 por ciento), los bananos (11 por ciento), el melón (7 por ciento), las langostas (6 por ciento) y las piñas (3 por ciento). Sin embargo, durante el último decenio aparecieron nuevas líneas de exportaciones muy prometedoras, como los cigarros, los muebles de madera, y las hortalizas frescas y elaboradas.

Las importaciones agrícolas continúan siendo diversificadas, pero su porcentaje en las importaciones totales ha aumentado considerablemente. Mientras en 1988-1990 su porcentaje era de alrededor del 10 por ciento, ahora supera el 15 por ciento. Las principales importaciones de alimentos son: trigo (9 por ciento), productos lácteos (6 por ciento), arroz (5 por ciento), cereales para desayuno (4 por ciento), maíz (4 por ciento) y aves de corral (4 por ciento). Los principales insumos de origen agrícola importados son el tabaco crudo para la industria cigarrera (7 por ciento) y la torta de soja para la avicultura (5 por ciento).

1.3 Tendencias de las políticas comerciales

Después de un decenio de lento crecimiento económico, en 1990 Honduras comenzó a liberalizar su comercio externo, haciendo hincapié en actividades de exportación sostenibles como parte de su programa global de desarrollo[38]. Las anteriores estrategias de desarrollo basadas en las políticas de sustitución de las importaciones y en la intervención del gobierno se reemplazaron por un programa económico global que incluía: 1) las reducciones de los aranceles a una gama situada entre el 5 y el 20 por ciento, la eliminación de los obstáculos no arancelarios y las exenciones a las importaciones; 2) la liberalización del comercio agrícola mediante la eliminación de los controles y garantías de los precios; 3) la liberalización del tipo de cambio mediante la fluctuación de la lempira; 4) un marco jurídico mejorado para garantizar los derechos de propiedad; y 5) la liberalización de los mercados financieros que eliminó los controles del tipo de interés (Banco Mundial, 1994). El programa de reformas perdió vigor en 1993, el año de las elecciones presidenciales, lo que se tradujo en un fuerte incremento del déficit público, un desequilibrio del comercio, una inflación acelerada, y en controles de las divisas.

Después de 1994, los resultados macroeconómicos fueron mejorando gradualmente, pero el compromiso del gobierno con la liberalización del comercio fue decayendo. Los principales indicadores macroeconómicos arrojaron progresos evidentes: aumentaron las tasas de crecimiento del PIB, se redujo considerablemente la inflación, crecieron las reservas internacionales, y se fortaleció la finanza pública[39]. Sin embargo, el desequilibrio comercial ha continuado creciendo, han aumentado los tipos efectivos de interés, y el tipo de cambio real sigue valorizándose constantemente. La actuación de estas variables se explica por la considerable afluencia de capital recibido después del huracán Mitch, a través de remesas mayores recibidas de los inmigrantes hondureños en los Estados Unidos y de las transferencia de los donantes destinadas a las actividades de reconstrucción. La relativa abundancia de dólares ha mantenido bajo el precio real frente a la moneda interna y ha abaratado las importaciones. El Banco Central ha estado comprando una parte de los dólares y, para contrarrestar su efecto en la oferta de moneda nacional, ha estado vendiendo certificados de ahorro en esa moneda, lo cual ejerció una presión al alza sobre los tipos de interés en el sistema bancario. Estos dos factores han afectado a la competitividad de las exportaciones hondureñas y a la producción que compite con las importaciones.

Aunque no ha habido un retroceso explícito en la legislación comercial, el haber recurrido a veces a obstáculos no arancelarios para desalentar las importaciones de productos agrícolas competidores ha creado desconfianza respecto del entorno de libre comercio, y dificultado las transacciones comerciales y las inversiones. Sin embargo, Honduras continúa siendo un miembro activo del Mercado Común Centroamericano y ha aprobado la decisión regional de reducir ulteriormente el AEC a una gama de derechos situada entre el 1 y el 15 por ciento, que está aplicando.

Honduras es uno de los miembros fundadores de la OMC y goza del trato especial y diferenciado establecido en el acuerdo para los países en desarrollo. Como país con menos de 1 000 dólares EE.UU. por habitante, le está permitido continuar aplicando las subvenciones a la exportación, en los términos especificados en el Anexo VII del acuerdo sobre subvenciones y derechos compensatorios. A nivel bilateral, Honduras ha negociado en los últimos cinco años, junto con algunos de sus asociados regionales, acuerdos de libre comercio con México, la República Dominicana y Chile. Honduras es también uno de los destinatarios de las concesiones arancelarias unilaterales otorgadas por los Estados Unidos a través de la iniciativa sobre la cuenca del Caribe (ICC). Los principales beneficiarios de este sistema son los exportadores de café, pero también son beneficiarios importantes de estos planes los exportadores de bananos, zinc, cigarros y muebles de madera, aunque cada uno de estos productos alcanzó menos del 5 por ciento del valor total de los productos comercializados al final del primer trimestre de 2000[40].

Las conquistas a nivel de la economía global se obtuvieron en medio de los efectos producidos por el huracán Mitch en 1998 y de las fuertes precipitaciones recibidas durante la estación de las lluvias de 1999, que agravaron una situación ya de por sí difícil. Aunque la reconstrucción se realizó a un ritmo más rápido de lo previsto, la reconstitución de la infraestructura y de la capacidad productiva del país requerirá varios años más.


[37] Estudio preparado para la FAO por Julio Paz Cafferata, Consultor, Servicio de Políticas y Proyecciones de Productos Básicos, Dirección de Productos Básicos y Comercio, FAO.
[38] La reforma del comercio se emprendió en marzo de 1990 a través de la Ley de reforma de la política macroeconómica.
[39] Entre 1994 y 1997, el PIB creció a una tasa anual media de 4,5 por ciento, tras lo cual la tendencia se interrumpió por el huracán Mitch. La inflación disminuyó de 21,7 por ciento en 1994 a 11 por ciento en 2000. Las reservas internacionales pasaron de 205 millones de dólares EE.UU. a1 248 millones de dólares EE.UU. El déficit fiscal, sin contar las transferencias internacionales, bajó de más del 8 por ciento del PIB en 1993-1994 a 3,3 por ciento en 2000.
[40] Véase Boye y Montague (2001).

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