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8.4 Nuevas orientaciones de la investigación agrícola


Los sistemas de investigación agrícola están evolucionando en todo el mundo en desarrollo en respuesta a los temas mencionados anteriormente. Esa evolución es, en gran medida, una respuesta a la austeridad presupuestaria, pero también a otros factores. El papel de los gobiernos está cambiando en casi todos lados. Los sistemas de investigación también están siendo presionados para que respondan a otras preocupaciones, como el alivio de la pobreza, lo que requiere nuevas formas de hacer las cosas.

A pesar del éxito general de la investigación agrícola africana señalado anteriormente en este capítulo, existen debilidades en el ámbito del mejoramiento de los rendimientos:

no obstante la introducción de nuevas variedades, los efectos en los rendimientos fueron menores a los esperados, especialmente en el caso de los cultivos sembrados en condiciones adversas sin el uso de otros insumos externos.... los retornos de las inversiones en investigación (y extensión) son muy altos, pero varían entre países y cultivos. Los cultivos alimentarios de regiones dominadas por agricultores comerciales, condiciones más favorables y prácticas mejoradas de administración, generan mayores retornos que los sembrados en regiones en las cuales el principal cambio es la introducción de nuevas variedades. Los resultados también reflejan una considerable variabilidad entre los países, como consecuencia de la diversidad de factores agroclimáticos y de las políticas ambientales que pueden afectar el abastecimiento de semillas y otros insumos, así como de la continuidad y estabilidad de las inversiones en investigación[923].

Mudahar et al. resumen "algunos de los principales cambios en los sistemas de investigación agrícola que están ocurriendo en el mundo", en los siguientes términos:

Si bien la financiación y las calificaciones del personal permanecerán como temas fundamentales de la investigación agrícola, existen otras tres cuestiones importantes: la definición de las prioridades, las modalidades de la investigación y las disposiciones para la transferencia de sus resultados. La definición de prioridades es necesaria para lograr que los "compromisos de recursos estén basados en los resultados anticipados de la investigación aplicada", mencionados por Mudahar et al. Una adecuada definición de prioridades requiere, a su vez, la existencia de medios adecuados para identificar los problemas que enfrentan los agricultores. Las modalidades de la investigación comprenden la forma en que el sistema está estructurado y al papel de las instituciones no gubernamentales, académicas, del voluntariado y de los propios agricultores, en el proceso de investigación. La transferencia de los resultados depende, en parte, del papel de los agentes de extensión y de los agricultores en la investigación, así como en los programas de producción de semillas básicas, control de calidad y multiplicación de semillas. El control de la calidad de las semillas es un tema de gran importancia en muchos países en desarrollo. No es raro encontrar personas inescrupulosas que venden semillas defectuosas como si fueran certificadas, aún falsificando el sello oficial de certificación. Llevar estas personas ante la justicia y detener esas prácticas puede ser muy difícil, dada la debilidad de los sistemas judiciales. Este es uno de los muchos ejemplos de como los temas de la gobernabilidad pueden dificultar el desarrollo agrícola.

Esta sección comienza con una revisión de un tema central - el diseño del los programas de investigación agrícola - y continúa con el análisis de las modalidades de la investigación, incluyendo la estructura institucional y el papel de los agricultores. Finalmente se examinan enfoques alternativos para la financiación de la investigación agrícola, así como la relevancia de la investigación agrícola para los agricultores pobres y las mujeres agricultoras. Las cuestiones atinentes a la transferencia de los resultados de la investigación, consideradas parcialmente en esta sección, se estudian con detalle en la siguiente, en el contexto de las nuevas orientaciones para la extensión agrícola.

8.4.1 Formulación y ejecución de los programas de investigación

Según el consenso internacional, los sistemas de investigación agrícola en los países en desarrollo adolecen de insuficiente financiación y, en algunos casos, de falta de personal calificado[925]. Otro problema fundamental es que los programas de investigación han sido orientados por la ciencia, en vez de estar basados en las necesidades de los agricultores. Además, generalmente ignoran las necesidades de las mujeres agricultoras. El propósito de la investigación agrícola es la aplicación de las ciencias a los problemas del sector. Sin embargo, los científicos no son siempre las personas más indicadas para identificar las prioridades de la investigación, entre otras, por las siguientes razones:

Qamar ha presentado el tema de la siguiente forma:

Si la tecnología transferida atiende las necesidades de sus usuarios potenciales, tiene mayores probabilidades de ser adoptada. La generación de la tecnología impulsada por la demanda es posible sólo si los programas de investigación son diseñados sobre la base de los problemas presentes en la vida real. Un medio que permite asegurar esa orientación hacia la demanda es la adopción de un enfoque de investigación participativa, en la que los investigadores, agentes de extensión y agricultores tienen la oportunidad de expresar sus observaciones y preocupaciones. De lo contrario, el lujo de la investigación puramente académica permanecerá como una carga sobre los limitados presupuestos de las instituciones de investigación de los países en desarrollo[926].

El Valle de Jalapa en Nicaragua es fértil y tiene un cuantioso potencial agrícola. Si bien la población tiene niveles de pobreza altos, existen fincas de tamaño moderado. Las discusiones mantenidas allí en enero del 2001 con agricultores y agentes de extensión revelaron que el valle no había recibido beneficios del sistema nacional de investigación agrícola. Los esfuerzos de investigación se concentraron en las zonas más áridas del país y las variedades de cereales producidas para esas zonas no florecen en las condiciones más húmedas de Jalapa. En discusiones posteriores con los administradores del sistema nacional de investigación agrícola, ellos estuvieron de acuerdo en que Jalapa y otras áreas similares han sido descuidadas en los programas de investigación, situación que no debería pasarse por alto. Historias similares a la mencionada pueden relatarse acerca de muchas zonas agrícolas a lo largo del mundo en desarrollo. La descentralización de la investigación es la única manera viable de responder a estas preocupaciones.

Un programa de investigación puede responder mejor a las necesidades de los agricultores y en consecuencia, ser más eficiente para el sector, si es diseñado con su colaboración. Esta es una de las respuestas a la observación de Antholt acerca de la importancia central de la adecuación de las nuevas tecnologías. Si bien el tema es ampliamente conocido, su puesta en práctica no es sencilla debido a la dispersión geográfica de los agricultores, sus niveles de educación frecuentemente bajos (que influyen en su capacidad para presentar sus problemas más que en la habilidad para percibirlos) y a la tendencia centralizadora de las instituciones. Debe reconocerse que esa limitación es más atinente a los pequeños productores en condiciones agrícolas heterogéneas, frecuentemente en laderas, que a los agricultores comerciales.

Una respuesta típica a ese desafío es la incorporación de representantes de las asociaciones de agricultores en los consejos de dirección de las instituciones de investigación y la realización de encuestas de campo a intervalos regulares de tiempo. Adicionalmente, el servicio de extensión debería retroalimentar a los investigadores con informaciones acerca de los problemas más urgentes de los cultivos, mecanismo que normalmente no funciona muy bien.

No se avanza mucho poniendo representantes de los agricultores en los consejos de dirección de las instituciones nacionales de investigación. Esos consejos se reúnen con poca frecuencia, y las principales decisiones sobre la orientación de la investigación normalmente son adoptadas antes por los investigadores y filtradas a través de la administración del organismo. Por otra parte, los representantes de los agricultores son una minoría en esos consejos. Más aún, los debates acerca de las prioridades nacionales de la investigación no son tan útiles como los realizados en el ámbito local. Las encuestas de campo sobre temas agrícolas pueden ser valiosos antecedentes para la definición del programa de investigación, pero su valor depende fuertemente de la minuciosidad y la oportunidad con que se realizan, así como de los procedimientos adoptados para asegurar que los investigadores adopten sus conclusiones. En la práctica, esas encuestas normalmente tienen una influencia marginal en el programa de investigación.

Un enfoque probadamente útil es la descentralización de la investigación, mediante la creación de varios centros locales, de acuerdo con la variedad de las condiciones agronómicas y los sistemas de cultivo, y permitiendo que ellos formulen sus propios programas. Este enfoque tiende a poner a los investigadores en contacto más cercano con los problemas de los agricultores, aunque no parece ser suficiente. A pesar de la importancia de alcanzar niveles adecuados de descentralización, algunos sistemas de investigación agrícola se han consolidado geográficamente por presiones fiscales. Es conveniente que, cuando sea posible, se establezcan centros locales de investigación.

Las medidas complementarias a la descentralización pueden incluir una o más de las que se mencionan a continuación:

En Malí el Instituto de Economía Rural ha sido desconcentrado a las regiones y se han creado comisiones centrales y regionales de usuarios de la investigación. Esto ha sido hecho con vista a reforzar el proceso participativo de los agricultores y a coordinar las actividades, evitando la duplicación de esfuerzos y promoviendo los flujos de información.

De: Lawrence D. Smith, Reforma y descentralización de servicios agrícolas - un marco de políticas, colección de política agrícola y desarrollo económico de la FAO, No. 7, Dirección de Asistencia para las Políticas, FAO, Roma, 2001, pág. 119

En conjunto, los agricultores tienen una gran reserva de conocimientos relativos a las prácticas de cultivo y a las variedades, tal como se ha ilustrado con los experimentos mencionados anteriormente, en los que mujeres agricultoras de Colombia y Rwanda seleccionaron mejores variedades de frijoles que los investigadores. En palabras de Van Veldhuizen et al., "las organizaciones involucradas en el desarrollo de la tecnología participativa necesitan darse cuenta de que no tienen la respuesta a los problemas de los agricultores; deben estar preparadas para aprender a través de la interacción con los agricultores" (1997, pág. 8).

Un aspecto fundamental del proceso de investigación participativa, probado y promovido por esos y otros autores, es la integración de equipos en los que los investigadores emplean una considerable cantidad de tiempo en los hogares de los agricultores. Esa es una manera de aprovechar la reserva de conocimientos locales y al mismo tiempo, de dirigir la investigación hacia los problemas más urgentes que enfrentan los agricultores.

Escribiendo acerca de la "temprana incorporación de los agricultores al diseño y la evaluación de la tecnología, al uso de criterios focalizados en los agricultores para las evaluaciones económicas y a enfoques más participativos", Sara Scherr ha observado que:

Una estrategia efectiva ha sido la integración de las funciones de investigación y extensión en programas pilotos de campo, basadas en el diagnóstico, el diseño, la retroalimentación y el rediseño con los agricultores. Otro nuevo enfoque es el desarrollo tecnológico liderado por los agricultores, apoyados técnica y científicamente[927].

El centro de un proceso de desarrollo tecnológico participativo está en que "muchos agricultores realicen sus propios pequeños experimentos como parte de un proceso de cambio gradual de sus sistemas agrícolas" (Van Veldhuizen et al., 1997, pág. 4). Los miembros del equipo de investigación deben promover y apoyar este proceso, que es más valioso para los agricultores con pequeñas fincas que operan bajo variadas condiciones. Ese enfoque no sustituye a la investigación tradicional en estaciones de investigación, especialmente de la orientada a la obtención de mejores variedades. Los dos enfoques son complementarios. Los programas de investigación tradicional probablemente conceden más importancia al mejoramiento genético (nuevas variedades), en el que los agricultores pueden jugar un papel en la definición de las prioridades y en la selección de variedades. La investigación participativa probablemente dará mayor prioridad al manejo de los cultivos (las técnicas de cultivo) y de los recursos naturales, aunque también puede contribuir a identificar prioridades para la investigación de variedades e incluso, a desarrollar nuevas variedades.

Uno de los primeros y, posiblemente el más audaz y exitoso ejemplo de investigación participativa orientada a la selección de variedades y al mejoramiento de las técnicas de cultivo, fue iniciado a comienzos de los años noventa en el Departamento del Valle del Cauca (Colombia), donde se concedió a los agricultores la iniciativa de la investigación local. El Comité de Investigación Agrícola Local (CIAL) está integrado por lo menos por cuatro personas elegidas por la comunidad y es apoyado por un facilitador y una pequeña donación. En aproximadamente nueve años, el número de CIAL se expandió a 249 en ocho países en América Latina. Muchos CIAL se han ramificado hacia actividades relacionadas, especialmente la comercialización de semillas, pero también la construcción de molinos y otras actividades de procesamiento.

Los CIAL aprovechan el valioso recurso, existente en la tradición de los agricultores, de experimentar variedades y métodos de cultivo en sus propias parcelas, generalmente en una pequeña parte de estas. Los Comités necesitan ser apoyados por instituciones externas, particularmente en los dos primeros años pero, si sobreviven ese lapso, es muy alta la probabilidad de que sean autosustentables. Los facilitadores trabajan con los CIAL sobre una base semanal o bisemanal y son evaluados por los propios Comités. Ellos proveen variedades de semillas para ser evaluadas y otras informaciones, y en algunos casos están empezando a establecer centros de comunicación por Internet en las comunidades participantes.[928]

Los agricultores aprenden rápidamente los conceptos básicos y el lenguaje de la investigación agrícola y los CIAL aumentan su capacidad de interactuar con otras instituciones. Los CIAL también trabajan en la diversificación de cultivos y en la exploración de oportunidades de comercialización. En el manejo integrado de plagas, su funcionamiento es similar al de las Escuelas de Campo para Agricultores mencionadas anteriormente. Es importante que las parcelas experimentales sean pequeñas, especialmente al principio, para reducir su exposición al riesgo. Mientras los CIAL necesiten apoyo externo, este tiene que ser proporcionado sin presiones, dejando a los agricultores el control del proceso. Muchos CIAL han hecho significativos progresos en aumentar los ingresos de sus miembros. Algunos son operados por mujeres.

Otros ejemplos de investigación participativa y del uso del conocimiento autóctono han sido destacados por el FIDA:

A nivel mundial, más de 300 millones de dólares de guandul, principalmente cultivado por agricultores pobres, se pierden anualmente por el gusano barrenador de las vainas. En la India... durante una reunión organizada por una ONG... un anciano mostró el desaparecido método de sacudir las larvas suavemente sobre una hoja de plástico y alimentar con ellas a los pollos.... Hacia 1999 este método se había difundido en miles de agricultores....

Los mijos de ICRISAT y los maíces [CIMMYT] son cruzados con variedades nativas para adecuarse a las condiciones y preferencias locales, aún al costo de perder en vigor híbrido, como les sucedió a fines de la década del noventa a los pequeños agricultores de Chiapas, México[929].

Las contribuciones para financiar las investigaciones solicitadas a los agricultores atienden dos objetivos: otorgarles un sentido de propiedad sobre el proceso y por lo tanto una mayor voluntad para demandar que la investigación se oriente a sus preocupaciones prioritarias, y ayudarles a sufragar parte del costo de la investigación. Esto último se está convirtiendo en una cuestión de creciente importancia. Echevarría, Trigo y Byerlee señalan que dicho sistema promueve la equidad en el sentido de que los principales beneficiarios de la investigación pagan parte de ella[930]. Los agricultores de los distritos de regadío de México organizados en patronatos con el propósito de financiar el riego vienen utilizando ese enfoque desde hace tiempo. En el estado mexicano de Sinaloa, los agricultores pagan 0,6 por ciento del valor de la producción, contribuyendo así con cerca de la mitad del presupuesto de investigación agrícola local. En Colombia, el apoyo financiero a la investigación es proporcionado por las asociaciones de productores de café, aceite de palma, cacao, arroz, azúcar y otros cultivos. El dinero es obtenido mediante una sobretasa a las exportaciones o a las ventas locales, dependiendo del cultivo. En Uruguay, los productores pagan el 0,4 por ciento del valor de su producción, y contribuyeron así a duplicar el presupuesto del sistema nacional de investigación agrícola en cinco años[931].

Los enfoques orientados a acercar la investigación a los agricultores y a responder a sus necesidades representan maneras de hacer que la investigación sea más responsable con respecto a los agricultores, uno de los principales pilares del nuevo consenso internacional sobre la investigación agrícola. A partir de esa toma de responsabilidad, el programa de investigación resulta conducido por la demanda, orientado a los clientes, en vez de serlo por la oferta.

Cuando los agricultores y los extensionistas se asocian en la investigación, se convierten en agentes de difusión de sus resultados. Esta es una de las razones que justifican las Escuelas de Campo para Agricultores de la FAO, las que han demostrado ser eficaces en Indonesia, Bolivia y muchos otros países. Un proyecto de investigación participativa radicado en la costa atlántica de Colombia, conocido como PBA y financiado por el Gobierno holandés, involucró a agricultores pobres en la selección de variedades basadas en los resultados de la biotecnología aplicada a cultivos alimenticios básicos como plátano y yuca. Los agricultores participantes han obtenido un beneficio económico adicional entrando en el negocio de la reproducción y venta de semillas. A través de este tipo de enfoque, la vinculación entre la investigación y la extensión se resuelve directamente. Ya no es necesario establecer complicados mecanismos de coordinación institucional que, en cualquier caso, tienen una eficacia reducida.

El diseño de los programas de investigación nacionales debe responder no sólo a las necesidades de sus clientes, sino también a las posibilidades de adaptar con éxito de la investigación realizada en otros lados. La mayoría de los países en desarrollo no tiene la capacidad para atender todos los temas prioritarios de investigación agrícola y, por lo tanto, se hace necesaria la adaptación de resultados de investigación originados en otros países y en instituciones internacionales. Deben reforzarse las vinculaciones, tanto con los sistemas de investigación de otros países como con las instituciones regionales e internacionales de investigación. Un ejemplo de colaboración exitosa es el desarrollo de variedades mejoradas de yuca realizado en el Instituto de Investigación de Agricultura Tropical (IIAT) en Nigeria, que se difundieron en muchos países de África[932].

Cuando los sistemas nacionales de investigación agrícola establecen centros de investigación locales en diferentes zonas de un país, una de las prioridades tiene que ser la de ampliar la capacidad de análisis de laboratorio de los suelos. La clase o el tipo de los suelos es una de las preguntas más importantes de los agricultores y los agentes de extensión. Desafortunadamente, muchas zonas de los países en desarrollo no disponen de los medios para responder a esa pregunta. Dotar de esos medios es una parte del esfuerzo orientado a que la investigación agrícola sea más pertinente a las necesidades de los agricultores que operan en condiciones heterogéneas.

En el otro extremo de la cadena agroeconómica, con frecuencia se ha descuidado la investigación en técnicas de manejo de poscosecha y en tecnologías de procesamiento y manipulación. En un tiempo de globalización, en el que las consideraciones sobre la calidad de los productos son cada vez más importantes para su comercialización, el descuido de esos temas puede afectar seriamente los ingresos de los agricultores. Ya no es suficiente concentrarse sólo en la cantidad de la producción agrícola ofrecida. La respuesta a este desafío requiere introducir cambios en la administración y en los procedimientos de investigación. La administración tiene que desarrollar mecanismos para mantenerse en contacto con las tendencias y los requisitos cambiantes en los mercados de productos agrícolas. En Xalapa, México, un instituto de investigación de la universidad local ha invertido en el desarrollo de manejo de poscosecha y procedimientos de empaque adecuados antes de trabajar en la adaptación de variedades y el manejo de cultivos no tradicionales.

Un aspecto cada vez más importante del grado de adecuación de la tecnología agrícola es su sostenibilidad ambiental. Las tecnologías intensivas en el uso de insumos químicos crean problemas de contaminación de la tierra y el agua, y pueden perder su efectividad en el control de plagas debido a la mutación de estas. Las tecnologías intensivas en el uso de agua corren el riesgo de degradar los sistemas de regadío luego de un tiempo de inundación y salinización, y agotar las reservas de agua subterránea. En el Punjab de la India y Pakistán, donde la Revolución Verde tuvo algunos de sus primeros éxitos, algunos de los problemas mencionados redujeron el crecimiento de la productividad:

Hay indicios de que el sistema de cultivo trigo-arroz en el Punjab de la India fue afectado por la aguda disminución de la capa freática, mientras que los elevados niveles de agua en la zona trigo-algodón resultaron en fuertes inundaciones. Los datos del Punjab de Pakistán también confirman la presencia de serios problemas de inundaciones y de salinidad, en parte debida al deterioro de la calidad de las aguas provenientes de pozos y manifiesta en el aumento significativo de los residuos de carbono y la electro-conductividad del agua subterránea. La calidad de los suelos en Pakistan (en términos de fósforo y materia orgánica del suelo disponibles) también se deterioraron, especialmente en la zona del trigo-arroz....

En el sistema trigo-arroz, la degradación de los recursos fue superior al aumento de la productividad derivado de los cambios en la tecnología, educación e infraestructura. La [degradación de recursos incluye] el desarrollo de plagas complejas debido al uso inadecuado de pesticidas y al monocultivo de cereales.

... la detención de la degradación de los recursos requerirá que los sistemas de investigación, que han estado orientados hacia el desarrollo de tecnologías basadas en paquetes de insumos modernos, asignen más importancia a las prácticas ambientalmente amigables y de mayor eficiencia en el uso de los insumos. Esto va a requerir considerable investigación específica a nivel regional, en temas como el manejo integrado de plagas, nutrientes y sistemas de cultivo. También se requerirá la diversificación de las rotaciones, incluyendo en ellas a las leguminosas y los cultivos de protección. Muchas de esas prácticas son intensivas en información y requerirán mucho más esfuerzo de difusión de información y de extensión. En la década del noventa, los sistemas de investigación en ambas regiones [el Punjab de la India y de Pakistán] se ha reorientado hacia estas nuevas prioridades.

Los resultados de ese estudio... levantan serias dudas sobre la sostenibilidad a largo plazo de los sistemas productivos de la revolución verde intensamente irrigados, debido al deterioro de los recursos. El estudio proporciona la primera evidencia cuantitativa sobre el impacto del deterioro de los recursos en Pakistán, el que se estima reduce en un tercio el crecimiento de la productividad lo cual, en el caso del trigo-arroz, prácticamente compensa el efecto del cambio tecnológico[933].

Las nuevas orientaciones de la investigación agrícola se están alejando de la concepción inicial que considera a la agricultura casi como un proceso industrial, que aplica más insumos materiales para obtener más producción bajo condiciones uniformes de cultivo, otorgando mayor importancia a la complejidad y fragilidad de los sistemas agrícolas. Las mejoras en la productividad son observadas ahora más como un proceso adaptable, caracterizado por una gran diversidad de enfoques que requiere una comunicación estrecha y la colaboración de los agricultores quienes, en última instancia, toman las decisiones tecnológicas en sus predios.

8.4.2 Estructuras administrativas e institucionales de la investigación agrícola[934]

La efectiva descentralización de un sistema nacional de investigación agrícola requiere cambios en el estilo de administración; buena disposición para la cesión de suficiente autonomía a los centros locales de investigación, y mayor importancia a los enlaces entre ellos y la sede central. También es necesaria la coordinación de los trabajos de los centros locales de investigación del país con los centros internacionales y de los países vecinos que tienen condiciones agronómicas similares. Esta clase de coordinación normalmente no está bien desarrollada en los sistemas de investigación existentes. El trabajo de los centros locales debe ser revisado continuamente para entender la naturaleza de los problemas que están siendo abordados, antes de proceder al inventario de las tecnologías desarrolladas fuera del país con el propósito de conocer si algunos enfoques pertinentes están disponibles en otros lados. En este sentido, la descentralización de un sistema de investigación otorga importancia a la función de coordinación entre los esfuerzos de investigación en diferentes niveles. Con pocos recursos, la tecnología de Internet puede facilitar enormemente esa tarea.

Al mismo tiempo, tomando en cuenta la tendencia hacia la reducción de los fondos para la investigación, estas instituciones deben aumentar su eficacia en relación a sus costos. Es necesario adoptar un enfoque más empresarial en la administración de los sistemas nacionales de investigación agrícola, al mismo tiempo que atribuir más importancia a la comercialización de sus resultados, a los efectos de recuperar totalmente los costos cuando los beneficios son adecuados por los usuarios. En el caso de tener que elegir entre un número mayor de investigadores y un equipo más calificado, la última opción debe ser siempre la seleccionada. Igualmente, los gastos en materiales y equipo de investigación deben ser adecuados para poder apoyar los esfuerzos de los científicos. El reclutamiento de un buen equipo profesional y la provisión de incentivos adecuados al personal, debería convertirse en el propósito principal de la administración de la investigación, junto con una mayor orientación hacia el cliente.

El aumento de la eficiencia es una de las principales ideas centrales nuevas en la gestión de la investigación. El aumento de eficiencia se logra a partir de cambios en las formas de trabajo, razón por la cual muchos sistemas de investigación se están reorganizando para convertirse en organizaciones menos burocráticas y más parecidas a las del sector privado en sus estilos de administración.

Un mayor número de instituciones participa en la investigación agrícola, incluyendo universidades, empresas privadas, fundaciones, ministerios distintos a los de agricultura, organizaciones no gubernamentales como las asociaciones de agricultores, y las comunidades de agricultores en sí mismas a través de medios como el CIAL.

Un medio cada vez más utilizado para la participación de varias instituciones en la investigación agrícola, es la licitación competitiva de fondos públicos. Con este procedimiento, las universidades, ONG, asociaciones de productores y los mismos organismos públicos compiten por el financiamiento disponible, sobre la base de la calidad de las propuestas de investigación presentadas. En la evaluación de las propuestas, se interpreta que la calidad tiene muchas dimensiones, incluyendo la relevancia respecto a las necesidades de los agricultores, la eficacia en términos de costos y la capacidad demostrada para la investigación. Este mecanismo puede ser una herramienta poderosa para diversificar las instituciones vinculadas a la investigación y proveer a estas de estímulos para mejorar sus capacidades y eficiencia. Una experiencia valiosa es el PRONATTA de Colombia, financiado por el Banco Mundial, en el que las principales decisiones de asignación de los fondos de investigación son adoptadas por grupos de expertos en cada región del país.[935]

Ese enfoque, aunque valioso, no soluciona completamente los problemas, debido a que es difícil que las instituciones puedan invertir y mantener una infraestructura de investigación con base en contratos de investigación ocasionales e inciertos. Si la institución dispone de otras formas de sustentar la mayor parte de su estructura básica, su participación en el proceso de licitación le ofrece un medio para alcanzar más experiencia en la investigación y reforzar sus capacidades en algunos temas. En otros casos los proyectos de investigación individuales, de duración limitada, pueden ser adecuados para enfrentar algunas clases de problemas.

Aún cuando en los países en desarrollo el sector privado está cada vez más activo en la investigación agrícola, su participación es más bien complementaria que competitiva con el sector público. Entre los obstáculos que limitan una mayor participación privada están la dificultad de captar los beneficios financieros de algunos tipos de investigación - debido a su naturaleza de bien público - y el pequeño tamaño de los mercados. Es poco probable que el sector privado juegue un papel importante en la investigación básica y cuando el marco legal de protección a los derechos de propiedad intelectual no esté desarrollado. Además, los investigadores pueden considerar que las tierras marginales, generalmente cultivadas por agricultores pobres, no tienen potencial productivo. Las empresas del sector privado tienden a estar más interesadas en la investigación sobre equipos agrícolas, productos químicos y productos biológicos, en ese orden, y muy poco en las tecnologías puramente agronómicas. Sin embargo, los agricultores, organizados y apoyados adecuadamente, tienden a ser eficaces en la investigación en ese último campo.

La investigación agrícola participativa presenta requisitos especiales para la administración. Los programas nacionales participativos probablemente serán mejor coordinados por instituciones dedicadas al desarrollo rural o al apoyo a las familias rurales, ya que la animación es una de las claves del buen funcionamiento de la investigación participativa. Aunque este tipo de investigación necesita el apoyo técnico de las organizaciones de investigación científica, puede ser inadecuado administrar programas participativos a través del sistema nacional de investigación debido a que a los científicos les es difícil resistir el impulso a transmitir de arriba-abajo sus puntos de vista y prioridades. En este caso, se correría el riesgo de que los intentos de incentivar los esfuerzos de investigación a nivel comunitario sean abrumados por mensajes y directrices originadas en el centro[936].

8.4.3 La financiación de la investigación agrícola

Al igual que la estructura institucional, hay que diversificar las fuentes de financiación de la investigación agrícola. Los presupuestos del sector público, por si solos, no van a ser suficientes para apoyar los mayores esfuerzos y calidad de la investigación. Además de la investigación financiada totalmente por el sector privado y los fondos asignados a través de licitaciones competitivas, Echevarría, Trigo y Byerlee (1996) identificaron otras posibles fuentes:

Se debería agregar que las ONG son activas financiadoras de investigaciones participativas con los agricultores, cuando los requisitos financieros son pequeños en relación con los servicios de facilitación que proveen.

Con respecto al mercadeo de investigaciones del sector público, Echevarria et al. mencionan (pág. 12) el caso de EMBRAPA en Brasil, que recibe 8 por ciento de su presupuesto a través de la venta de los resultados de sus investigaciones. También citan el caso de Uruguay (pág. 13), donde los industriales contribuyeron con 100 000 dólares a la financiación de las instituciones públicas de investigación, destinados a trabajos en la cebada cervecera que resultaron en nuevas variedades y prácticas mejoradas de manejo.

Las universidades no resuelven el problema de los recursos, pero pueden ser un medio para reducir los costos de las investigaciones, realizándolas con el personal disponible, modalidad que generalmente se utiliza poco en los países en desarrollo.

En el caso hondureño mencionado en el recuadro, la Fundación dio prioridad a la investigación en cultivos no tradicionales y a ensayos con los agricultores, alcanzando buen éxito en la promoción de exportaciones no tradicionales. Las asociaciones de agricultores están representadas en su directorio, conjuntamente con el gobierno y la AID. En el largo plazo, el establecimiento de fundaciones de investigación agrícola, adecuadamente dotadas, representa una de las mejores respuestas al dilema de la financiación. La venta de resultados de la investigación al sector privado y los acuerdos para que los agricultores contribuyan financieramente son también elementos importantes de la solución.

Finalmente, el aumento de la financiación también requiere la creación de una fuerte base de apoyo a la investigación entre los agricultores y la ciudadanía en general. Generalmente existe poco conocimiento, aún entre los miembros de las cámaras legislativas nacionales, de los altos retornos que tiene la investigación agrícola y la índole de bien público de muchos productos de la investigación. Por esa razón, son necesarias campañas de información pública fuertes y sostenidas, acerca de los beneficios de la investigación agrícola, incluyendo esfuerzos de cabildeo dirigidos al gobierno y a los parlamentos nacionales. En su mayor parte, los sistemas nacionales de investigación agrícola no han prestado suficiente atención a la necesidad de estas campañas. Sin mejorar la toma de conciencia y el apoyo público respecto a la importancia de la investigación agrícola, resultará muy difícil resolver la crisis financiera de un modo perdurable.

La creación de una fundación de investigación puede proporcionar una buena respuesta a la preocupación sobre la sostenibilidad de la investigación agrícola. La fundación y el convencimiento de los donantes para que realicen contribuciones a su patrimonio, requieren considerable esfuerzo, pero el retorno puede ser muy alto en términos de desarrollo del sector. La Agencia Internacional del Desarrollo de Estados Unidos ha jugado un papel de liderazgo en América Latina en ayudar a financiar dichas fundaciones. Algunos ejemplos incluyen la Fundación de Desarrollo Agrícola de Jamaica (JADC), la Fundación Hondureña para la Investigación Agrícola (FHIA) y la Fundación para el Desarrollo Agrícola (FUNDAGRO) del Ecuador (Echevarría, Trigo y Byerlee, pág. 18).

8.4.4 La investigación agrícola y el alivio de la pobreza

Se ha acusado a la investigación agrícola de que beneficia principalmente a los agricultores comerciales de gran tamaño y tiene pocos efectos en la reducción de la pobreza rural. Los estudios empíricos han tendido a apoyar esta aseveración. En gran medida, ese resultado se origina en la diferente dotación relativa de factores de los agricultores de pequeña y gran escala, particularmente en el tamaño de la finca, la calidad del suelo y la capacidad de compra de insumos, y no tanto en estrategias de investigación explícitas a favor de los últimos. Como afirma Mitch Renkow:

Casi por definición, el impacto final en la productividad de las tecnologías agrícolas mejoradas será menor en zonas marginales que en las más favorecidas. Cuando la "marginalidad" se relaciona con la lejanía física, la infraestructura inferior o las insuficiencias institucionales, la menor disponibilidad y el mayor costo de los insumos complementarios tienden a ampliar aún más las disparidades regionales de los efectos directos de las nuevas tecnologías. Más aún, debido a que los efectos directos de las nuevas tecnologías son generalmente mayores en las áreas más favorecidas, su diseminación a través de los mercados de factores y productos, también tiende a ser mayor cuando se originan en esas áreas[937].

Ese tipo de sesgo a favor de las fincas más grandes también refleja la importancia que asigna la investigación agrícola tradicional a: a) nuevas variedades, en oposición al manejo de cultivos y recursos, b) productos individuales, en vez de sistemas agrícolas, c) variedades que requieren más insumos modernos que las primitivas y, d) métodos de arriba-abajo utilizados en generar y transmitir los resultados de la investigación. En consecuencia, continúa en pie la pregunta planteada, en el sentido de si la mayor importancia concedida a las variedades, sistemas de cultivo y manejo de recursos, lo mismo que a la investigación participativa, pueden conducir a que la investigación aumente las ventajas de los agricultores pobres. Los escépticos afirman que los beneficios agregados de la investigación agrícola serán siempre mayores cuando sean los agricultores comerciales quienes adopten los resultados de la investigación, dada su capacidad para utilizarlos y alcanzar una mayor productividad (en el margen). Por lo tanto, el debate está enmarcado en términos de la relación entre equidad y eficiencia.

Hasta ahora se han suministrado pocas evidencias directas para animar ese debate. Por ejemplo, las dudas de Byerlee acerca de la inclusión de metas de alivio de la pobreza como guía de las estrategias de investigación se basan en la comparación de los beneficios de los programas de investigación existentes (por cultivo). Interrogándose sobre si un cambio en los recursos de investigación desde ciertos programas hacia otros podría proveer mayores beneficios a los pobres rurales, el autor concluye, por lo general, esto no ocurriría. Sin embargo, en el estudio sobre Pakistán mencionado, el autor no planteó las diferentes opciones de investigación de variedades y, más importante aún, la investigación participativa con agricultores pobres.

Fan, Hazell y Haque, luego de analizar los efectos de las variedades de altos rendimientos y de otras intervenciones públicas sobre los agricultores en áreas irrigadas y en zonas de secano en la India, concluyeron que las mejoras tecnológicas y de la infraestructura rural habían acelerado el crecimiento agrícola y ayudado a aliviar la pobreza, pero que estos efectos variaban considerablemente entre las zonas irrigadas y de secano y, dentro de esta última, entre diferentes tipos de condiciones[938]. Los autores argumentaron (pág. 427), en aparente contradicción con las citadas conclusiones de Renkow, que los mayores retornos de las inversiones públicas en infraestructura e investigación agrícola se obtienen en las zonas de secano, incluyendo algunas aparentemente marginales. Si bien la conclusión mencionada puede ser verdadera para algunas zonas de la muestra, los resultados estadísticos no apoyan totalmente esa afirmación[939]. Debe señalarse también que los autores estudiaron solo el efecto de las variedades de alto rendimiento existentes. Las mismas reservas hechas al trabajo de Byerlee se aplican a este caso, por cuanto no hubo un análisis de los posibles beneficios para los pobres provenientes de la aplicación de otras estrategias de investigación. Por lo tanto, permanecen sin respuesta las principales preguntas referidas al efecto potencial de la investigación agrícola sobre la reducción de la pobreza rural.

Para el caso de Filipinas, Keijiro Otsuka argumentó que el principal beneficio para el alivio a la pobreza originado en la investigación agrícola proviene de la expansión de la oferta agregada, la que reduce los precios, incluidos los pagados por los pobres[940]. Este argumento deja planteados dos cuestiones. Primero, en una economía relativamente abierta y tomadora de precios, la expansión de la producción agrícola puede conducir a la reducción de las importaciones o al aumento de las exportaciones, sin un cambio en los precios internos. Segundo, muchos pobres rurales tienen un pequeño excedente comercializable, por lo que también son perjudicados por la caída de los precios de los alimentos. De hecho, aún las familias sin tierra y los agricultores cuyas parcelas son muy pequeñas como para generar un excedente comercializable, normalmente se benefician del aumento de los precios a nivel de finca, ya que estimula la producción y, por tanto, la demanda por mano de obra rural. El estudio realizado por Dean Schreiner y Magdalena García (Capítulo 4), muestra que en Honduras el estrato de la población rural de ingresos más bajos fue el mayor beneficiario del aumento de los precios de los alimentos. El efecto de los cambios en los precios de los alimentos sobre la reducción de la pobreza es, finalmente, un asunto empírico que depende, en parte, del número de los trabajadores rurales sin tierra comparado con el de los agricultores.

Otsuka formula una adecuada observación (págs 459-460) al señalar que el cambio de orientación de la investigación de arroz hacia zonas agrícolas menos favorecidas complica enormemente la tarea de investigación, con el resultado de que los beneficios agregados, incluidos los de los pobres, pueden ser reducidos considerablemente. Ese autor también se refiere a otro tema de amplia aplicación, ¿cómo hacer que la investigación sea coherente con las ventajas comparativas de la zona?

No argumentamos que la investigación agrícola no deba tratar de generar nuevas tecnologías para áreas marginales. Por el contrario, señalamos que deberían asignarse más recursos a la investigación que genera tecnologías apropiadas para esas zonas. Argumentamos contra la investigación en arroz para áreas desfavorecidas, simplemente porque es difícil esperar allí el desarrollo de tecnologías apropiadas. Nos gustaría sugerir que la creación de nuevas tecnologías para la agroforestación, cultivando árboles comerciales, tiene un alto potencial porque es mucho más eficiente que cambiar de cultivos. Aumentando la eficiencia del uso de la tierra, el desarrollo y la amplia adopción de sistemas agroforestales nuevos y más eficientes mejorará los ingresos de los agricultores pobres en áreas marginales y contribuirá al restablecimiento parcial de los ambientes forestales. Sin embargo, sorpresivamente, ningún centro internacional de investigación agrícola ha conducido investigaciones serias en esta prometedora tecnología. Es posible que también haya otros cultivos y tecnologías especialmente apropiadas para las áreas agrícolas marginales[941].

La sugerencia de Otsuka es expuesta más ampliamente por Hazell y Haddad, quienes subrayan la importancia de disponer de mejores tecnologías para la administración de recursos naturales en tierras agrícolas menos favorecidas. Debido a que con frecuencia los agricultores más pobres están localizados en tierras marginales, es fundamental mejorar el manejo de los recursos naturales para aumentar su productividad económica:

Si bien algunos trabajos de mejoramiento de productos básicos parecen ser vitales en áreas menos favorecidas - mejoramiento de la tolerancia a la sequía, respuesta de los rendimientos al agregado de nutrientes escasos, contenido de nutrientes de los alimentos, resistencia a plagas y enfermedades, y salud y productividad del ganado - hay un creciente consenso respecto a que los mayores aumentos de la productividad vendrán primero de tecnologías y prácticas mejoradas de manejo de los recursos naturales[942].

Esta observación apunta hacia enfoques dirigidos a la reducción de la pobreza por medio de mejores tecnologías basada en zonas agroeconómicas, en lugar de tratar de identificar grupos objetivo por medio del criterio del ingreso, que es siempre más difícil en las zonas rurales que en las urbanas.

La selección de una estrategia de investigación relacionada con los pobres rurales depende en gran medida del contexto. Renkow ha resumido así el debate:

La medición de los efectos en el alivio a la pobreza de las actividades originadas en la investigación sobre manejos alternativos de animales y cultivos requiere un cuidadoso seguimiento sobre el lugar donde viven los pobres, el tipo de actividades generadoras de ingresos a las que se dedican y las formas en que las nuevas tecnologías agrícolas alteran los retornos de los recursos que poseen las familias. La evidencia disponible no apoya las generalizaciones fáciles acerca de los medios más aptos para mejorar el bienestar de los pobres en áreas marginales. En su lugar, esa evidencia refuerza la necesidad de un continuo examen, caso por caso, de las políticas y estrategias de inversión alternativas....

Indudablemente, la investigación agrícola enfocada especialmente a ambientes que dificultan la producción, puede representar la inversión pública más favorable a los pobres en algunas zonas marginales. Esa afirmación parece particularmente verdadera en zonas en las que la proporción de los ingresos agrícolas de los pobres es alta, las características agronómicas limitan la adopción de tecnologías generadas para otras zonas, los ambientes son más favorables a la producción y las probabilidades de éxito de la investigación son relativamente altas. Sin embargo, en muchas situaciones, las inversiones del gobierno en infraestructura y la reforma institucional pueden dar beneficios significativamente más altos y más rápidos para los pobres que viven en zonas marginales, que las inversiones en investigación agrícola dirigidas a ellas, especialmente cuando las fuentes de ingreso no agrícolas son relativamente importantes[943].

En aquellos lugares en que la investigación ha descuidado los ambientes agrícolas más difíciles y heterogéneos, la investigación participativa podría resultar un instrumento valioso para reducir la pobreza. La cooperación con los agricultores en la investigación puede conducir a una mejor identificación de las características de las variedades que ellos consideran importantes y a dirigir la investigación hacia sus prioridades entre el control de plagas, la administración de recursos naturales, el mejoramiento de variedades y las tecnologías de poscosecha. Los agricultores también pueden ser hábiles agentes de selección de variedades en sus propios contextos agroecológicos.

Ashby et al. han señalado el posible efecto de la investigación participativa en el aumento de los beneficios de los agricultores pobres:

Debido a la importancia otorgada al papel de los agricultores, es probable que el proceso del CIAL tenga efectos altamente positivos sobre la equidad. En varios casos, los grupos muy pobres o marginalizados, normalmente dejados atrás por el desarrollo, han aceptado el proceso con entusiasmo[944].

El enfoque participativo puede ser intensivo en recursos humanos en relación al número de agricultores beneficiados pero, bien administrado, ha probado ya ser promisorio en muchos casos en África, América Latina y, especialmente para el manejo de plagas, en Asia.

Para que la investigación sea más útil a los agricultores pobres, en general es necesario promover diálogos sostenidos entre ellos, incluyendo a las mujeres y los facilitadores y científicos agrícolas y no limitando la colaboración de los investigadores a visitas ocasionales a las fincas y los pueblos. Muchos científicos temen que una participación en el "desarrollo" entorpezca sus esfuerzos en procura de una "buena ciencia". Sin embargo, las dos metas no son contradictorias y la última debe ser considerada como un soporte de la primera. De otro modo, los argumentos para otorgar apoyo financiero a la investigación agrícola se hacen mucho más débiles.

8.4.5 Los enfoques de género en la investigación agrícola

Los enfoques participativos en la investigación agrícola pueden ser más beneficiosos si le concede importancia a la participación de las mujeres en el diálogo. El caso de Malawi instruye acerca de los beneficios de tomar en cuenta los puntos de vista de las mujeres rurales, tanto en la investigación como en la extensión:

durante la década de los años ochenta y comienzos de la del noventa, la incorporación de... variedades mejoradas de maíz fue decepcionante.... un vasto número de agricultores que producían maíz para el consumo propio fueron reticentes a adoptarlas por diversas razones. Para crecer bien, esas variedades requerían fertilizantes y pesticidas caros, que las mujeres y los agricultores pobres no podían permitirse; no eran tan resistentes a las sequías como las variedades locales y por lo tanto representaban un riesgo para la seguridad alimentaria; eran más difíciles de almacenar y moler para la comida, por lo que su procesamiento demandaba un tiempo de trabajo adicional al ya escaso de las mujeres, y no tenían el gusto del maíz local que las mujeres conocían como el favorito de sus familias....

Tomando en cuenta los problemas mencionados, a fines de los años noventa, el Gobierno de Malawi... reorientó sus actividades de investigación y extensión. La investigación se enfocó exitosamente al desarrollo de un maíz mejorado con el gusto y las características de almacenamiento y molienda del local; su adopción ha provocado comentarios [de que Malawi está experimentando una] "revolución verde retrasada"[945].

Aunque la orientación de género no se utiliza todavía ampliamente en la investigación agrícola, el Macro Manual SEAGA (2001) de la FAO cita otros ejemplos de aplicación:

En Perú, el Centro Internacional de la Papa está probando y mejorando cultivos alimenticios básicos producidos por mujeres en África, tal como el camote (batata), con el propósito de encontrar combinaciones de maduración temprana, alto rendimiento y tolerancia a las sequías. Esos alimentos son utilizados frecuentemente por las mujeres durante períodos de hambruna y escasez, y son consumidos antes de la cosecha principal o cuando la cosecha de alimentos básicos es insuficiente.

En Côte d'Ivoire, la Asociación para el Desarrollo del Arroz del Oeste de África (WARDA) realizó encuestas para identificar las preferencias de hombres y mujeres en la adopción de variedades mejoradas de arroz. Los investigadores encontraron que mientras los hombres prefieren variedades de baja altura y alto rendimiento, las mujeres son reacias a producir esas variedades debido a las dificultades que les plantea la cosecha con bebés en sus espaldas. En respuesta a esa situación, WARDA ha cambiado la prioridad de sus investigaciones hacia el desarrollo de variedades de altura mediana a alta[946].

Como muestran esos ejemplos, la incorporación de enfoques de género en la investigación agrícola no es difícil, pero requiere un compromiso sostenido de parte de las instituciones de investigación. Una actividad inicial importante es la realización de análisis de género de las tecnologías nuevas y de las existentes. Otra consiste en la identificación de las actividades de las mujeres rurales. Estas actividades difieren según el contexto, aunque con frecuencia comprenden tareas de poscosecha y comercialización, cultivo de alimentos básicos y/o hortalizas, limpieza de malezas, crianza de pequeños animales, recolección de agua y leña, y muchas otras tareas domésticas. Un enfoque basado en la mayor participación en los programas de investigación contribuye a la identificación de las actividades de las mujeres y de las formas más productivas para realizar las labores. De las 249 CIAL que operaban en el 2000, el 7 por ciento estaba integrado sólo por mujeres y el 37 por ciento por personas de ambos sexos[947].

La investigación con sensibilidad de género puede generar tecnologías para el campo y el hogar que reduzcan la demanda de trabajo de algunas tareas que realizan las mujeres y liberen parte de su tiempo, que podrán destinar a actividades más productivas. Los beneficios potenciales de las mejores tecnológicas en los hogares de Burkina Faso fueron cuantificados por Lawrence, Sanders y Ramaswamy (véase apartado 8.2). La investigación puede dirigirse también al mejoramiento de los rendimientos de los cultivos y de la eficiencia de las actividades que las mujeres realizan comúnmente; incluyendo la poscosecha.

Si bien siempre es necesario acompañar la investigación agrícola con inversiones en infraestructura, programas de acceso a la tierra y otros esfuerzos dirigidos al mejoramiento de los recursos de base, estas acciones son particularmente imprescindibles en el caso de las mujeres agricultoras. Estudiando los factores que determinan la tasa de adopción de tecnología por parte de las mujeres agricultoras en Ghana, Doss y Morris concluyeron que:

En general, los resultados sugieren que las decisiones de adopción de tecnología dependen principalmente del acceso a los recursos más que del género per se. Sin embargo, esta conclusión debe ser interpretada con cautela porque no significa necesariamente que las variedades modernas y los fertilizantes sean tecnologías neutras al género. Si la adopción de variedades modernas y/o fertilizantes depende del acceso a la tierra, trabajo y otros recursos y si, en un contexto particular, los hombres tienden a tener mejor acceso que las mujeres a estos recursos, las tecnologías no beneficiarán por igual a hombres y mujeres. En ese caso puede ser necesario introducir cambios en las políticas para aumentar el acceso de las mujeres a los recursos fundamentales; alternativamente, puede ser deseable modificar los esfuerzos de investigación, dirigiéndolos deliberadamente a tecnologías particularmente adaptadas a los recursos de que disponen las mujeres. En definitiva; es importante examinar tanto la tecnología en sí misma como el contexto físico e institucional en el que es adoptada[948].

Lo anterior subraya el valor del enfoque amplio hacia el desarrollo agrícola y rural y sugiere la posibilidad de reorientar, al menos parcialmente, la investigación agrícola nacional para que tome en cuenta los factores relacionados al género que influyen en la tasa de adopción de nuevas tecnologías.

Por sobre todo, los programas de investigación sensibles al género demandan esfuerzos sostenidos para el mantenimiento de canales de comunicación con mujeres agricultoras y esto, a su vez, cambios tanto en las formas de llevar a cabo la investigación como en las maneras en que están organizados y operan los servicios de extensión.


[923] Maredia, Byerlee y Pee, 2000, pág. 554.
[924] Mudahar et al., 1998, págs 36-37.
[925] Brasil es una excepción a esta caracterización, ya que está ampliamente dotado de investigadores agrícolas bien capacitados y adecuadamente remunerados, como resultado de décadas de inversión en su educación a los más altos niveles.
[926] M. K. Qamar, 1999, pág. 56.
[927] Sara J. Scherr, “A downward spiral? Research evidence on the relationship between poverty and natural resource degradation”, Food Policy, tomo 25, No. 4, agosto de 2000, pág. 494.
[928] Los comentarios sobre los CIAL en estos párrafos, se basan en una entrevista con Jacqueline Ashby en el CIAT en Cali, Colombia, y en la antes referida publicación de J. Ashby et al., 2000.
[929] IFAD, Rural Poverty Report 2001: The Challenge of Ending Rural Poverty, Roma, 2001, pág. 140.
[930] Rubén G. Echevarría, Eduardo J. Trigo y Derek Byerlee, Cambio institucional y alternativas de financiación de la investigación en América Latina, BID, Washington, agosto de 1996, pág. 20.
[931] Estos ejemplos son tomados de Echevarría, Trigo y Byerlee (1996) y de la propia experiencia del autor.
[932] Maredia, Byerlee y Pee, 2000, pág. 556.
[933] Rinku Murgai, Mubarik Ali, y Derek Byerlee, “Productivity Growth and Sustainability in Post-Green Revolution Agriculture: The Case of the Indian and Pakistan Punjabs”, The World Bank Research Observer, tomo 16, No. 2, Otoño 2001, págs 204-205, 210 y 214 [énfasis agregado].
[934] Los principales puntos de esta subsección se analizan más detalladamente en Byerlee (1998), Echevarria, Trigo y Byerlee (1996), Pray y Umali-Deininger (1998), y Colin Thirtle y Ruben G. Echevarria, Privatization and the roles of public and private institutions in agricultural research in sub-Saharan Africa, Food Policy, tomo 19, No. 1, febrero de 1994.
[935] Otro ejemplo del uso de financiamiento competitivo para la investigación agrícola, se encuentra en la experiencia del Fondo de Investigación Agrícola (FIA) en Chile, fundado en 1981. Véase Echevarría, Trigo y Byerlee, 1996, pág. 17.
[936] Estoy en deuda con Jacqueline Ashby por la discusión de este punto.
[937] Mitch Renkow, Poverty, productivity and production environment: a review of the evidence, Food Policy, tomo 24, No. 4, agosto de 2000, págs 475-476.
[938] Fan, Hazell y Haque, 2000, pág. 426.
[939] Sus resultados muestran que, sólo en 6 de las 13 zonas de secano, los efectos de las variedades de altos rendimientos sobre la reducción de la pobreza son mayores, por unidad de gasto, que en las áreas irrigadas. De hecho, en cinco de las zonas este efecto resulta ser nulo. La intervención que tiene mayor efecto de reducción de pobreza, por amplio margen, es la construcción de caminos rurales en zonas de secano.
[940] Keijiro Otsuka, Role of agricultural research in poverty reduction: lessons from the Asian experience, Food Policy, vol. 24, No. 4, agosto de 2000, pág. 447.
[941] Las mejoras logradas en el occidente de Honduras, a través del trabajo participativo con las comunidades rurales tales como la diversificación de cultivos, incluyendo la agricultura forestal y el mejor manejo de cultivos por parte de los agricultores pobres de laderas, en esfuerzos patrocinados por la FAO en dicho país, han devengado aumentos importantes en los ingresos de los pobres.
[942] Peter Hazell y Lawrence Haddad, “Agricultural Research and Poverty Reduction”, Food, Agriculture, and the Environment Discussion Paper No. 34, IFPRI, Washington, agosto de 2001, pág. 27.
[943] M. Renkow, 2000, págs 475-476.
[944] J. Ashby et al., 2000, pág. 140.
[945] FAO, 2001, módulo 12.
[946] Ibid.
[947] J. Ashby et al., 2000, pág. 84.
[948] C. R. Doss y M. L. Morris, 2001, pág. 39.

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