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PRÓLOGO

En los últimos dos años, la comunidad pesquera internacional ha realizado importantes progresos: en los primeros meses de 2001 los miembros de la FAO aprobaron el Plan de acción internacional para prevenir, desalentar y eliminar la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (PAI-INDNR); en octubre del mismo año, la Conferencia de Reykjavik sobre la pesca responsable en el ecosistema marino, hizo un llamamiento a la comunidad mundial para que promoviera un marco de ecosistemas eficaces para la ordenación de la pesca; en noviembre de 2001, la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) celebrada en Doha prestó particular atención a las subvenciones para la pesca y decidió que los participantes en la siguiente ronda de negociaciones comerciales aclarara y mejorara las normas de la OMC sobre dichas subvenciones, teniendo en cuenta la importancia de este sector para los países en desarrollo; por esas mismas fechas, entró en vigor el Acuerdo de las Naciones Unidas sobre las poblaciones de peces; y en septiembre de 2002, la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (WSSD) aprobó un Plan de aplicación orientado claramente a mejorar la sostenibilidad de la pesca mundial. La acuicultura ha sido objeto de creciente atención durante los últimos dos años, como lo demuestra el hecho de que el primer órgano intergubernamental mundial especializado en este sector, el Subcomité sobre Acuicultura del Comité de Pesca de la FAO, se reuniera en Beijing en la primavera de 2002.

En muchos países, estos progresos internacionales han ido acompañados por medidas destinadas a ampliar y reforzar la ordenación de la pesca con el fin de lograr una pesca y acuicultura sostenibles. No obstante, los resultados llegan con lentitud, sobre todo por lo que respecta a la reconstitución de las poblaciones y a incrementar los ingresos de los pescadores. Ello no debe sorprender, puesto que los científicos han advertido repetidas veces que las poblaciones fuertemente explotadas necesitarán tiempo en recuperarse, en el caso de que efectivamente puedan hacerlo. Se requiere, por tanto paciencia y perseverancia, y los encargados de la gestión de la pesca deberían fomentar tales actitudes entre las parte interesadas.

Una de las aportaciones importantes de la FAO a este respecto es la publicación bienal de El estado mundial de la pesca y la acuicultura, cuya finalidad es proporcionar parte de los conocimientos necesarios para entender los aspectos del sector pesquero.

Como en el pasado, en la Parte 1 de El estado mundial de la pesca y la acuicultura, se reseña aparte la situación de China en los casos en que de otro modo pudieran pasar desapercibidas importantes diferencias entre los progresos realizados en China y el resto del mundo. En la Parte 2, se destacan importantes cuestiones, algunas de las cuales no son nuevas, tales como la dificultad e importancia de obtener estadísticas de pesca fiables y las aflicciones de los pescadores artesanales y en pequeña escala, mientras que otras han surgido más recientemente, tales como la certificación de capturas, antibióticos y acuicultura y un marco de ecosistemas para la ordenación de la pesca. La Parte 3 contiene informes sobre tres estudios publicados recientemente por la FAO. En la Parte 4 se informa acerca de las conclusiones de estudios sobre consumo futuro de pescado y se formulan previsiones sobre las consecuencias futuras de la subida de los costos de captura del pescado.

La FAO y su Departamento de Pesca esperan que esta nueva edición de El estado mundial de la pesca y la acuicultura constituya un instrumento útil para facilitar una comprensión equilibrada y global del sector pesquero, en particular de sus aspectos internacionales.

Ichiro Nomura
Subdirector General
Departamento de Pesca de la FAO

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