Página precedente Indice


Apéndice D
DISCURSO DEL DIRECTOR-GENERAL

Sr. Presidente, Miembros del Comité, Observadores, Señoras y Señores:

Estamos aquí reunidos en un momento en que se producen grandes cambios en la ordenación y el desarrollo de la pesca. Hace diez años, la mayor parte de las poblaciones de peces en explotación comercial eran propiedad común. Hoy, prácticamente todas las poblaciones marinas, que en su conjunto constituyen alrededor del 90 por ciento de las capturas mundiales, están bajo la jurisdicción de Estados ribereños.

Muchas de las premisas fundamentales en que se basaban las políticas y proyecciones pesqueras han perdido su validez. Tenemos que reconsiderar, replanificar y reestructurar la utilización y la ordenación de todos los recursos pesqueros, recurriendo para ello tanto a la acuicultura como a la pesca continental y marina.

La Conferencia Mundial de Pesca es el primer paso importante que se da a nivel internacional para examinar qué significa para la pesca el nuevo régimen surgido de la Tercera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar. Esta reunión técnica es vital para poder concluir con éxito el período de sesiones final de carácter normativo que tendrá lugar el próximo año.

La FAO contribuye a establecer un nuevo orden en la pesca mundial

Al dirigirme al COFI en 1979, hice hincapié en que la pesca mundial, y la participación de la FAO en su desarrollo, se hallaban en el umbral de una nueva era. Les informé a ustedes de un nuevo Programa Especial de Acción, denominado generalmente Programa de ZEE, cuya finalidad era ayudar a las naciones ribereñas a afrontar los cambios que hacía prever la Conferencia sobre el Derecho del Mar entonces en curso.

Puedo afirmar con toda justicia que la FAO ha tomado la iniciativa para ayudar a las naciones, en particular a los Estados ribereños en desarrollo, a establecer un nuevo orden internacional en la esfera de la pesca. Admitíamos la necesidad de una reforma. Ahora, mediante la Conferencia Mundial de Pesca y en colaboración con nuestros Estados Miembros, tenemos que ayudar a formular una estrategia y los consiguientes planes de acción para la pesca del futuro.

Están ustedes aquí reunidos para traducir el consenso alcanzado en la sala de conferencias en la realidad práctica de la alimentación, el empleo y los ingresos. Pero antes de entrar en más detalles acerca de lo que se espera de esta reunión y de la fase final de la Conferencia Mundial de Pesca, quisiera exponer nuestro punto de vista sobre la pesca y lo que ésta significa para el desarrollo actual y futuro.

El pescado es un alimento muy nutritivo

Antes que nada, el pescado es un alimento, y muy nutritivo. El pescado y los productos pesqueros forman parte del grupo de alimentos muy ricos en proteínas y su valor biológico puede compararse favorablemente con el de otros productos animales como la carne y la leche. El pescado es también fuente excepcional de otros nutrientes esenciales como las vitaminas y los minerales. Constituye pues el suplemento ideal para mejorar la alimentación a menudo pobre y monótona de muchos países tropicales y subtropicales y es especialmente útil para combatir las deficiencias dietéticas en los niños.

El pescado proporciona casi una cuarta parte de las disponibilidades mundiales de proteínas animales, pero es en las regiones en desarrollo donde adquiere real importancia. Es gran medida, el pescado es la carne del Tercer Mundo. En varios países en desarrollo el pescado y los productos pesqueros aportan más del 50 por ciento del total de proteínas animales y es interesante observar la gran importancia del pescado en la alimentación de los países con economías de planificación central donde a menudo constituye la fuente principal de proteínas animales.

Sin embargo, se registra una tendencia inquietante en el consumo de pescado. Los aumentos conseguidos en la producción de pescado han ido a parar a los países que podían pagarlo. Por ello, el consumo medio de pescado per caput en las economías de mercado en desarrollo sólo se ha incrementado ligeramente desde 1960, mientras que durante ese mismo período el consumo individual aumentó en varios kilogramos en los países desarrollados.

Esta tendencia es alarmante porque podría dar lugar a un descenso de los suministros de pescado allí donde hacen más falta, en las regiones en desarrollo.

Dentro de una semana celebraremos aquí en la FAO y en más de 150 países el tercer Día Mundial de la Alimentación. Queremos insistir de nuevo en que “la alimentación es un derecho prioritario”, una necesidad esencial y un derecho de todos. Para ayudar a satisfacer esta necesidad, la actividad pesquera en el mundo tiene una función tan importante que desempeñar y unos problemas tan graves que afrontar como los productores de cereales o de cualquier otro alimento básico.

Oferta y demanda de pescado

Claramente el pescado es imprescindible en la lista de alimentos de todo el mundo, lo que plantea graves problemas de oferta y demanda.

En tal actualidad, las capturas mundiales de pescado son de unos 75 millones de toneladas al año. De este total unos 55 millones de toneladas se producen para el consumo humano. El resto sirve para obtener piensos destinados a las aves de corral y los cerdos.

Veamos ahora la demanda. Según nuestros mejores cálculos ésta alcanzará los 110 millones de toneladas para el año 2000. La mayor parte de este aumento se explica por los incrementos demográficos y, por consiguiente, será mayor en los países en desarrollo, a los que podría corresponder más del 60 por ciento del consumo total al final del presente siglo.

En otras palabras, casi tendremos que duplicar los suministros disponibles de pescado destinado a la alimentación tan sólo para mantener el consumo per caput a los niveles mundiales actuales. Este objetivo será difícil de alcanzar. La producción mundial de pescado aumenta aproximadamente un 1 por ciento al año. De seguir las tendencias actuales, la producción anual no será de mucho más de 90 millones de toneladas para el año 2000.

Una simple resta da un déficit previsible de 20 millones de toneladas entre la oferta y la demanda. Esta cifra no pone de manifiesto, sin embargo, cuáles podrían ser las repercusiones para aquellos individuos y comunidades que dependen del pescado para mantener su ya muy deficiente régimen de alimentación.

La diferencia creciente entre la oferta y la demanda ocasionará inevitablemente una subida de los precios. Por lo tanto, el problema que se nos plantea no se limita a conseguir otras 20 millones de toneladas de pescado, sino que consiste en hacer llegar este alimento vital al mercado a precios que los pobres puedan pagar y que ofrezcan unos beneficios razonables a los productores.

Eliminar el déficit de la oferta …

Para tener éxito en este empeño harán falta muchas otras cosas además de mejorar las actuales prácticas pesqueras. Concretamente, tendremos que avanzar en dos frentes paralelos. Habrá que hallar el modo de extender la base de recursos pesqueros. Al mismo tiempo, tendremos que utilizar mejor el pescado una vez capturado.

No es mi cometido enseñar a tan prestigiosa asamblea cómo abordar este doble problema, pero quisiera apuntar algunas posibilidades básicas, empezando por el potencial de recursos pesqueros.

… mediante una mejor ordenación …

Pese a la reducción del índice de aumento de las capturas mundiales, que ha pasado de alrededor de un 7 por ciento en los años cincuenta y sesenta a alrededor de un 1 por ciento en el momento actual, las posibilidades de aumentar la producción a base de poblaciones de peces convencionales no están agotadas ni mucho menos. Estimamos que, con una ordenación adecuada, las poblaciones marinas podrían llegar a dar cerca de 100 millones de toneladas anuales.

Si a ello añadimos el potencial de especies actualmente subexplotadas o no explotadas en absoluto por la industria pesquera, como las mesopelágicas y el krill antártico, la cifra podría ser bastante mayor. Las evaluaciones preliminares y la pesca exploratoria de especies mesopelágicas en la costa nordoriental de Africa hacen pensar que aprovechando sólo este recurso podrían llegar a obtenerse millones de toneladas anuales.

La pesca continental y la acuicultura constituyen otro medio de aumentar la producción. Además, a menudo pueden desarrollarse en localidades donde existe una necesidad acuciante de añadir un alimento gustoso y rico en proteínas a una dieta por lo demás insuficiente. De hecho, ambas actividades permiten aumentar no sólo los suministros de alimentos sino también los ingresos y los puestos de trabajo.

En nuestros esfuerzos por incrementar los suministros, debemos tener cuidado con basarnos exclusivamente en las fuerzas del mercado. La historia nos enseña que éstas pueden abrir el camino hacia una capitalización excesiva y una actividad frenética en busca de mayores capturas. Esto conducirá indefectiblemente al hundimiento de la pesca y los recursos pesqueros tanto con el régimen actual como con el anterior.

… y una reducción de las pérdidas

Para aprovechar de manera más eficaz las capturas actuales, no podría empezarse de mejor manera que declarando una guerra sin cuartel a las pérdidas.

En torno a un 10 por ciento de las capturas mundiales de pescado se pierden a causa de los desperdicios. En algunos países en desarrollo, las pérdidas llegan al 40 por ciento. El pescado que echan por la borda los buques que capturan las especies más valiosas, como el camarón, representa también unas pérdidas gravísimas.

Si se redujesen ambos tipos de pérdidas podríamos obtener grandes mejoras sin capturar ni un solo pez más. Serían unas mejoras relativamente baratas y se conseguirían, en su mayor parte, en las regiones donde la necesidad de aumentar las disponibilidades de alimentos es muy urgente.

No hace falta ningún adelanto técnico decisivo, ni ninguna revolución social. La reducción podría lograrse básicamente mediante la capacitación, la extensión y la transmisión de tecnología: proporcionando a la gente que efectúa las capturas, elabora, transporta y vende estos productos los medios y la motivación necesaria para trabajar mejor.

Una vez declarada la guerra a las pérdidas, es fácil dar un paso más y hacer un mejor uso final del pescado una vez desembarcado. Además de técnicas de elaboración antieconómicas, existe un problema importante: hallar el modo de destinar al consumo humano una gran parte de los 20 millones de toneladas de pescado que cada año se convierten en piensos. De este modo se aumentarían las disponibilidades de alimentos y también los ingresos de los pescadores.

Función esencial de la pesca en pequeña escala

Al querer aumentar la producción de alimentos, no debemos dejar de lado las dimensiones sociales de la pesca. La pesca artesanal o en pequeña escala es, y probablemente seguirá siendo, un elemento esencial. Representa aproximadamente un 25 por ciento de las capturas mundiales y da alrededor de un 40 por ciento del suministro total de pescado destinado a la alimentación.

Las cifras son aún más reveladoras si miramos las regiones en desarrollo. La pesca en pequeña escala, aunque probablemente proporciona menos de una cuarta parte de las capturas en América Latina, representa dos tercios del pescado desembarcado en Asia y unas cinco sextas partes del total en Africa. En los países menos adelantados de Asia y Africa, constituye más de tres cuartas partes de los suministros nacionales de pescado.

A pesar de la función esencial que desempeñan, los pequeños pescadores generalmente ocupan el estrato más bajo de la sociedad. Viviendo en zonas aisladas, a menudo sin poder disponer de los servicios y comodidades más elementales, constituyen una de las comunidades rurales más pobres y desatendidas.

Asistencia a la pesca en pequeña escala

Es obvio que existen estrechos paralelos entre el pequeño pescador y el agricultor pobre y trabajador sin tierra. De hecho, las directrices preparadas para las actividades complementarias de la Conferencia Mundial sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural son también válidas para estas comunidades de pescadores pobres.

La iniciativa de producir más pescado del inmediatamente necesario tiene que deberse a la perspectiva de obtener unos ingresos razonables. Con demasiada frecuencia los planificadores no han hecho caso de las expectativas sociales y económicas de la gente que se dedica a la pesca en pequeña escala.

El problema de la ordenación radica en satisfacer estas expectativas. Por ejemplo, quienes trabajan en estas explotaciones pesqueras deben tener suficiente acceso a los recursos, tanto financieros como biológicos, y a los mercados. Tal vez sea necesario utilizar también subvenciones y otros expedientes para evitar que la carga de alimentar a los consumidores pobres recaiga sobre los hombros de pescadores aún más pobres.

Debería ponerse de relieve el papel de la mujer en estas explotaciones pesqueras. En algunas partes del mundo en desarrollo, las mujeres se encargan de casi todo el comercio local del pescado para la alimentación. Asimismo suelen tener una parte importante en la elaboración del pescado capturado. Todo plan de desarrollo debería tener en cuenta su contribución esencial.

Nuestra nueva concepción de un desarrollo pesquero centrado en la comunidad, en el que un equipo regional trabaja en colaboración con grupos nacionales paralelos, ofrece una solución factible para el desarrollo de la pesca en pequeña escala. Uno de estos proyectos se ha establecido ahora en el Africa occidental y hay planes en preparación para varios otros.

Contando con la participación local, el acceso a los recursos y un gobierno bien dispuesto, existen considerables oportunidades de fomentar la autoayuda y el progreso en la pesca en pequeña escala a un costo financiero relativamente bajo. Así se obtendrán un aumento de la producción de pescado y, al mismo tiempo, una ayuda para paliar los problemas sociales y económicos de millones de personas.

Redefinición de la ordenación pesquera

Más en general, es preciso que reconsideremos lo que significan la ordenación y el desarrollo pesqueros.

En la FAO, dado que los miembros de nuestros órganos pesqueros regionales son principalmente países del Tercer Mundo, hemos insistido siempre en fomentar y contribuir al desarrollo de la pesca. Varios de estos órganos han tenido o tienen todavía que ver con programas o proyectos de asistencia técnica.

Este compromiso en pro del desarrollo, junto con la función crucial que desempeña la pesca en pequeña escala, han hecho que los órganos pesqueros de la FAO sean sensibles a las implicaciones sociales y económicas de la ordenación pesquera.

En tales circunstancias, creo que estamos en buenas condiciones para reconocer la necesidad de un nuevo planteamiento de la ordenación pesquera. A mi juicio, este planteamiento debería resaltar la importancia social y económica de la pesca y no limitarse simplemente a conservar las poblaciones de peces y aumentar sus rendimientos materiales.

La ordenación pesquera ya no debería consistir sobre todo en ratificar o rechazar el parecer de los científicos especialistas en pesca. Hemos de lograr que todos los actores intervengan en el argumento principal de la obra. Antes ha habido demasiados episodios secundarios y demasiados personajes potencialmente importantes han quedado relegados al papel de espectadores críticos.

La ordenación y el desarrollo pesqueros deben ocupar el escenario principal en la planificación, la decisión política y la asignación de recursos por parte de los gobiernos.

Esto vale para el Estado ribereño pobre o la pequeña nación insular que ahora se encuentra abundantemente dotada de recursos pesqueros. Vale también para el país sin litoral en el que la pesca y la acuicultura, aunque no ocupan un lugar prominente en la economía nacional, proporcionan alimentos y puestos de trabajo esenciales en las zonas rurales pobres y deprimidas.

Colaboración internacional en el sector pesquero

A una escala más amplia tenemos que evaluar de nuevo las necesidades y las oportunidades de colaboración internacional en asuntos pesqueros. La extensión de la jurisdicción sobre los recursos pesqueros confiere a los estados ribereños nuevos derechos y responsabilidades y determina, al mismo tiempo, nuevas necesidades de ordenación y colaboración.

También puede ser precisa una mayor colaboración en la pesca continental cuando forman parte de los sistemas fluviales muchos Estados ribereños. Asimismo, somos mucho más conscientes de las repercusiones ambientales que las medidas tomadas por naciones de las cuencas altas pueden tener para las de las cuencas bajas, hasta llegar incluso a afectar a importantes pesquerías oceánicas.

Si se quieren ordenar eficazmente las poblaciones de peces, deben considerarse en su conjunto y no por partes. En el caso de poblaciones que atraviesan una o más fronteras, la ordenación habrá de efectuarse mediante la cooperación bilateral y regional.

Son muy diversas las actividades de apoyo que pueden beneficiarse de la colaboración: investigación, evaluación de poblaciones y tareas similares. La colaboración es también necesaria porque, se compartan o no las poblaciones, algunos aspectos de la ordenación y el desarrollo pesqueros son demasiado gravosos para que los países puedan afrontarlos individualmente.

Cooperación regional y nacional a través de la FAO

Mediante sus órganos pesqueros y los programas consiguientes, la FAO ha desempeñado una importante función en el fomento de la cooperación entre naciones con miras a la ordenación pesquera. No hay tiempo, ni tampoco es éste el lugar, para ofrecer una lista exhaustiva. Me limitaré a presentar algunos ejemplos a fin de poner de relieve la magnitud de nuestra participación.

Las naciones ribereñas que bordean el océano Indico, el mar de la China meridional y el Atlántico oriental se han unido para realizar un estudio muy ambicioso de los recursos pesqueros. Durante casi un decenio, el buque de investigación noruego, DR. FRIDTJOF NANSEN, se ha ocupado de estudiar las poblaciones de peces pelágicos a lo largo de esas costas, facilitando las primeras estimaciones para planificar el desarrollo pesquero nacional.

En otro orden de actividades pesqueras, la FAO tiene varios proyectos cooperativos para mejorar o fomentar nuevos productos pesqueros. En Asia, por ejemplo, 14 países, entre ellos tres países desarrollados, han aunado sus fuerzas a fin de hallar el modo de utilizar para el consumo humano los pequeños peces pelágicos que ahora suelen convertirse en harina de pescado.

La labor desarrollada por la FAO en el campo de la acuicultura ofrece muchos ejemplos de cooperación entre países. Se está estableciendo una red interregional de centros de acuicultura que comprende, en la actualidad, cuatro centros en Asia, uno en Africa y uno en América Latina. Otro centro en el Caribe está en fase de planificación.

Dado que varios países en desarrollo, especialmente los del Asia sudoriental, tienen una considerable experiencia en materia de acuicultura, se trata de un terreno bien abonado para la cooperación técnica entre países en desarrollo (CTPD). De hecho, 28 de los 57 expertos en acuicultura actualmente empleados por la FAO proceden de diez países del Tercer Mundo.

Cooperación comercial

Existen grandes perspectivas de cooperación en el sector del comercio de pescado y productos pesqueros. El objetivo esencial debe ser subsanar los desequilibrios existentes en el comercio mundial entre el norte y el sur.

En la actualidad corresponden a los países del Tercer Mundo alrededor del 40 por ciento de las exportaciones de pescado y un 15 por ciento de las importaciones. Casi la mitad de los países con exportaciones anuales valoradas en más de 100 millones de dólares EE.UU. pertenecen al Tercer Mundo.

Los países en desarrollo encuentran graves dificultades en sus esfuerzos por mejorar su posición en el comercio mundial. La falta de información técnica, por ejemplo, se traduce a menudo en defectos de calidad. Estos, a su vez, son causa de que cada año los importadores rechacen productos por valor de millones de dólares.

Pueden lograrse grandes mejoras, a un costo relativamente bajo, simplemente con establecer líneas de comunicaciones, y poner a los exportadores en contacto con los importadores tanto en sus regiones respectivas como en todo el mundo.

Tenemos dos ejemplos claramente positivos de este tipo de cooperación en las regiones en desarrollo: el INFOFISH en la zona de Asia y el Pacícifo y el INFOPESCA en América Latina. Entre ellos, estos servicios de comercialización del pescado han estimulado un número considerable de nuevas actividades comerciales en sus zonas respectivas. Nos proponemos ampliar nuestra esfera de acción a fin de incluir a naciones del Africa occidental y países árabes.

Además de la información sobre mercados, pueden hallarse otras muchas oportunidades de colaboración. Normalización de productos, control e inspección de la calidad, acuerdos de transporte, negociación de tarifas de seguros: en todos estos aspectos los países en desarrollo pueden conseguir majores resultados juntos que por separado.

Cooperación en materia de capacitación

La capacitación es un campo propicio para la cooperación. Esta es la simiente del desarrollo. Sin capacitación, sin acceso a los servicios y a instructores especializados, sin el apoyo de la extensión para adquirir experiencia “en el empleo”, todo esfuerzo sostenido para elevar la productividad en la pesca está, a mi juicio, condenado al fracaso.

Naturalmente, podría haber introducido el tema de la capacitación en cualquier punto de mi alocución. Como muchos de ustedes saben, la FAO ofrece una amplia variedad de oportunidades de capacitación. Esta es parte integrante de prácticamente todos nuestros proyectos de campo. También ofrecemos servicios de capacitación mediante cursos oficiales, y mediante la experiencia laboral, aquí en la Sede.

He preferido hablar de la capacitación en este punto, sin embargo, porque la FAO ha ido siempre a la vanguardia de los esfuerzos realizados por lograr que la capacitación pesquera a nivel nacional y regional fuese realmente eficaz. Durante muchos años, el Departamento de Pesca ha impartido una capacitación eficaz y económicamente ventajosa, recibiendo a estudiantes e instructores del mayor número posible de países.

Una característica importante y que yo creo especialmente pertinente en este contexto es nuestro fomento de la autosuficiencia y la cooperación en materia de capacitación entre países en desarrollo. Hemos modificado el viejo adagio chino que dice “Dale a un hombre un pescado y comerá un día, pero enséñale a pescar y comerá cada día”. A nuestro juicio, pueden conseguirse resultados aún mejores enseñando primero a alguien a pescar y luego ayudándole a transmitir esa experiencia a otros.

Cooperación de la FAO con otros organismos e instituciones

Antes de dejar el tema de cooperación, tengo que subrayar que la FAO colabora estrechamente con las Naciones Unidas y con nuestros organismos hermanos.

De hecho, la mayor parte de los organismos participaron en las consultas y seminarios celebrados como preparación de la Conferencia Mundial de Pesca. Permítanme mencionar a la Unesco y su Comisión Oceanográfica Internacional, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la Secretaría de la Naciones Unidas para el Derecho del Mar y la Organización Internacional del Trabajo.

He de decir también que nos hemos beneficiado mucho del asesoramiento de numerosas entidades, en particular de las propias Conferencias Regionales y de los Estados Miembros de la FAO.

La FAO cuenta asimismo con la excelente colaboración de los muchos órganos pesqueros intergubernamentales establecidos fuera del marco de la Organización. Esta colaboración, que debe considerarse en el contexto de la labor de los órganos pesqueros de la FAO, varía según cuales sean las necesidades y los niveles de desarrollo pesquero en cada región.

Limitaciones a la inversión

Para terminar, debemos preguntarnos: ¿Podemos reunir suficiente apoyo financiero para proveer la asistencia técnica y la inversión necesarias con miras a la ordenación y el desarrollo pesqueros?

Al igual que otros organismos de las Naciones Unidas hemos asistido a un descenso espectacular del apoyo multilateral. Sus repercusiones pueden verse en el reducido número de proyectos de asistencia técnica. También se refleja en los menores niveles de apoyo técnico prestado a nuestros órganos pesqueros regionales y en la prolongación del intervalo que separa la planificación y la ejecución de los proyectos.

Por fortuna, los intereses de las fuentes de financiación bilateral han coincidido en gran medida con las prioridades de nuestro programa de pesca. De no haber sido así, encontraríamos dificultades considerables para cumplir, al menos en parte, nuestras obligaciones con los Estados Miembros.

Soy plenamente consciente de las dificultades económicas que deben afrontar hoy en día los países desarrollados y en desarrollo. Espero sinceramente que se nos faciliten mayores recursos tanto para ayudar a alcanzar el objetivo de la autosuficiencia para los países en desarrollo como para lograr y mantener el fomento de la pesca mundial.

Fase técnica de la Conferencia Mundial de Pesca

Están ustedes aquí para examinar a fondo el aspecto técnico de la ordenación y el desarrollo pesqueros y para asesorarnos sobre cómo enfocar la formulación de una estrategia mundial de pesca y de los programas de acción consiguientes.

Una vez plenamente elaborados, en consulta con los Estados Miembros y los organismos donantes, la estrategia y los programas de acción se presentarán a la fase política de la Conferencia Mundial de Pesca que tendrá lugar el mes de junio del próximo año.

Debemos naturalmente plantearnos la ordenación y el desarrollo de la pesca mundial con una visión de futuro. Después de todo, la Conferencia sobre el Derecho del Mar sentó muchos precedentes sobre cómo celebrar negociaciones internacionales con imaginación. A nosotros nos incumbe pues elaborar una estrategia y un programa que estén a la altura de lo prometido.

Back Cover

Página precedente Inicěo de página