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6 EL POTENCIAL DE LOS CANALES DE RIEGO PARA LA PRODUCCION PISCICOLA

La producción piscícola en los canales de riego puede obtenerse mediante la acuicultura o la pesca. En la presente sección se examina el potencial de producción piscícola de ambos métodos, así como las prácticas más adecuadas de acuicultura y pesca en los canales de riego.

La considerable abundancia de datos sobre la producción primaria y las poblaciones de peces en los embalses y los ríos ha permitido formular modelos que, con ciertos parámetros, pueden utilizarse para predecir el rendimiento pesquero o la producción piscícola en estos medios (véase Beveridge, 1984). Por desgracia, ninguno de estos modelos puede aplicarse con cierta seguridad a los canales de riego, por las singulares condiciones ambientales de éstos. Estas condiciones se examinan en los siguientes párrafos.

6.1 Naturaleza del suministro de agua y las fuentes de energía

En los sistemas de riego el agua puede proceder de embalses, ríos, pozos, torrentes, lagos o aguas artesianas. La flora y la fauna naturales de los canales reflejan el origen del agua y las características físicas del sistema de riego, y están condicionadas también por el empleo de productos químicos en las tierras regadas. Así pues, cada sistema de riego puede diferenciarse considerablemente de las vías acuáticas naturales que lo rodean.

En un ecosistema acuático la energía se obtiene de fuentes externas (alóctonas) o internas (autóctonas). Entre las fuentes alóctonas figuran la materia orgánica y los nutrientes derivados de las aguas de origen, de las escorrentías o de la vegetación acuática. En un canal de riego no es probable que esta última contribuya mucho al sistema, y sí que la principal fuente de energía alóctona en este hábitat sean las aguas de origen.

Los canales de riego pueden obtener el agua de ríos o de embalses. Los embalses pueden constituir una fuente de energía alóctona para el canal, en forma de plancton. No obstante, el plancton puede resultar dañado por elevadas temperaturas (Daget, 1976) y turbulencias en los canales superficiales, perdiéndose así la producción. En los ríos, la producción primaria suele ser inferior a la de los sistemas lénticos. La brevedad de la estancia del agua en los ríos no permite un entorno estable característico de los sistemas lénticos, que facilita la producción de plancton.

En los canales el agua suele fluir, aunque puede haber períodos en que permanezca estancada. Esto tiene a impedir un abundante crecimiento de plancton, como el que suele verse en las masas acuáticas cerradas, ya que los nutrientes y los organismos planctónicos son expulsados constantemente del sistema. En algunos casos los canales pueden considerarse estanques, como por ejemplo, las zanjas de préstamo de las carreteras y las vías férreas en Bangladesh (Marr, 1986) (esto es, cuando el agua está estancada), pero esto no se produce en períodos continuados, ni siempre puede predecirse.

En muchos canales de agua corriente la principal fuente de producción autóctona son las macrofitas acuáticas, y no la comunidad de fitoplancton. Si bien la productividad de las comunidades de macrofitas acuáticas puede ser muy elevada, esta producción no está a la inmediata disposición de los peces, e incluso puede eliminarse del sistema durante las operaciones de mantenimiento del canal. Esto limitará las especies de peces que se encuentran naturalmente en los canales, ya que pocas especies (con la notable excepción de las carpas herbívoras) son capaces de utilizar directamente esta forma de material vegetal.

Así pues, las características hidráulicas y la condición trófica del hábitat de los canales pueden ser muy distintas de las que se encuentran en las aguas naturales.

6.2 Espacio de nicho reducido en los canales de riego

Los hábitat de un canal pueden no ser adecuados para las especies endémicas de la zona. Es posible, por ejemplo, que no haya lugares de cría, que falten estimulantes para la cría o que la alimentación no sea correcta.

La mayoría de los datos pertinentes se refieren a los efectos de las obras de construcciones hidroeléctricas y de riego, así como la canalización de los ríos (Adkins y Bowman, 1976; Bailey, 1978; Marsh y Waters, 1980; Bailey y Cobb, 1984; Bernacsek, 1984). Estos estudios llegan a conclusiones diversas. Algunos sugieren que la diversidad y la abundancia de la fauna es inferior en los canales de riego que en las aguas de origen. Otros autores opinan que la canalización afecta poco a las poblaciones naturales de peces. Las diferencias en la complejidad del ecosistema de las aguas de origen pueden explicar algunas de las diferencias entre esos estudios.

Diversos trabajos han demostrado que las secciones canalizadas de los ríos, y los canales de riego, presentan una menor diversidad de especies que los ríos cercanos o las masas acuáticas estancadas (Daget, 1976; Tarplee et al., 1971). Tarplee et al. (1971) observaron que la biomasa de peces en un caudal canalizado era inferior en un 31% a la de un caudal no canalizado, y que se había registrado una reducción del 78% en la biomasa macroinvertebrada.

En el sistema de riego de Gezira, en el Sudán, se determinó que sólo 19 de las 34 especies de peces presentes en las aguas de origen (el Nilo Azul) estaban representadas en los canales secundarios y de campo (Coates, 1984), lo que supone un déficit de especies del 45%.

Estas diferencias entre las aguas naturales y sus canales pueden atribuirse a la menor diversidad de hábitat de los sistemas de canales. Las diferencias de profundidad que caracterizan a los ríos naturales y contribuyen de manera considerable a su diversidad de hábitat y especies, no se producen en los canales de riego; además, muchas veces se elimina la vegetación en bancales y orillas, y se reduce la fauna béntica de los canales (Aliyev, 1976).

6.3 Regímenes de ordenación del agua

En muchos planes de riego y de ordenación de ríos no se tienen en cuenta con frecuencia los efectos de la construcción en la pesca (Grover, 1980). La destrucción o alteración del entorno fluvial, la restricción de la migración a las zonas de desove que causan los diques, la contaminación de los hábitat por productos químicos agronindustriales, y las medidas de control del caudal, que han eliminado los estímulos al desove de muchas especies de peces, son algunas de las consecuencias habituales de los sistemas de riego. Welcomme (1985) ha hecho un resumen de los efectos de las obras hidráulicas en las comunidades piscícolas fluviales. En el Estado de Wáshington, EE.UU., la propagación y la migración de los peces resultaron afectadas por el empleo de los recursos hídricos en planes hidroeléctricos y de retención de aguas para riego (Funk, 1984). Esto, a su vez, puede afectar la composición de las especies y los niveles de producción en el sistema de canales.

Welcomme (1979a, 1979b, 1979c, 1985) sugirió que la producción en los ríos de las llanuras de aluvión es proporcional a la intensidad y la duración de la inundación en un año determinado. En los canales de riego, los caudales irregulares y la falta de estacionalidad en el nivel del agua no facilitan la cría de especies con ciclos muy estacionales de producción, especialmente los que guardan relación con los caudales cíclicos. Además, la construcción de obras de control de las aguas afecta gravemente a la producción de las pesquerías naturales en los ríos (Anon, 1977; Graham, 1980). En algunas zonas, el peligro de extinción de varias especies se ha imputado directamente a la reducción de los caudales en los ríos, resultante de la toma de aguas para riego (Davis, 1979; Gowan y Kevern, 1985). En Michigan, EE.UU., se estima que la retención de aguas para riego dio lugar a la reducción del hábitat de la trucha castaña nativa en un 19,6% en un año (Gowan y Kavern, 1985).

6.4 Resumen

Los estudios sobre los efectos de la ordenación de los ríos en los ecosistemas de canales han mostrado, en la mayoría de los casos, que los canales de riego se diferencian de sus aguas de origen (ríos y lagos/embalses) por varios conceptos. El efecto global de estas diferencias parece ser una reducción de la diversidad y la abundancia de especies en el hábitat del canal, y posiblemente una disminución de la producción primaria. Esto tiene dos consecuencias para los biólogos especializados en la pesca:

  1. Sería difícil establecer una población pesquera explotable autosuficiente sin una gestión estricta de la población, y una política global de repoblación;

  2. No es posible utilizar los modelos existentes para estimar la producción primaria en agua dulce (que se basa en los ecosistemas fluviales y lacustres), para el cálculo de la producción primaria, y por consiguiente de la producción piscícola potencial, en los canales de riego.

Así pues, no es posible dar cifras concretas de la producción pesquera en los sistemas de riego. La producción primaria, en la que se basa la productividad de una pesquería no puede calcularse de manera fidedigna en los canales, y es casi seguro que se produzcan problemas para establecer una pesquería autosuficiente en un sistema de riego. Esto, naturalmente, es una generalización, pero pone de relieve el hecho de que cada sistema de riego deberá considerarse por separado, cuando se quiera determinar su potencial pesquero.


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