La vulnerabilidad a la sequía varía de país a país, dependiendo inter alia del estado de desarrollo. Los sistemas económicos en las primeras etapas de transición de la agricultura de subsistencia a una economía moderna y productiva son particularmente vulnerables, sobre todo en la agricultura de secano. A pesar de lo que se ha sostenido, el tipo de lluvias sobre África no ha cambiado significativamente en el último siglo. En particular, el Sahel, el Cuerno de África y los países alrededor del desierto de Kalahari se caracterizan por la variabilidad de las lluvias entre las estaciones y entre los años. Los años buenos y los años malos no ocurren al azar sino que tienden a estar agrupados, lo que tiene importantes implicaciones para la seguridad alimentaria ya que el agua y los alimentos deben ser almacenados durante largo tiempo para las necesidades de los años de penurias.
El riesgo es definido como el producto de la casualidad y la vulnerabilidad. En otras palabras, se relaciona con la probabilidad de un evento negativo tal como la sequía y las consecuencias previsibles de la ocurrencia de tal evento. El riesgo de guerras y la resultante inseguridad alimentaria son difíciles de predecir y no serán consideradas en este documento. En lo que se refiere a la agricultura, la amenaza climática más común es la sequía. A escala global, este riesgo es mucho mayor que el de los ciclones, inundaciones y tormentas; sin embargo, considerando el problema en base regional hay áreas donde el riesgo de inundaciones excede al de las sequías. La sequía representa uno de las causas más importantes de malnutrición y hambre. Las sequías pueden ser controladas a nivel de las parcelas por medio de varias decisiones de manejo a nivel de cuenca y a nivel nacional. Las primeras decisiones corresponden a los agricultores o a las colectividades agrícolas mientras que las decisiones a nivel de cuenca y a nivel nacional deben ser tomadas por los gobiernos o agencias estatales.
Según Gommes (1999) el riesgo es también definido más simplemente como la pérdida debida a un evento perjudicial. La ventaja de esta definición es que puede ser materializada y medida fácilmente (p. ej., pérdida de producción agrícola, pérdida de ingresos). Un riesgo aceptable es aquel que los individuos, los comerciantes o los gobiernos están dispuestos a aceptar en cambio de los beneficios recibidos. Los gobiernos locales por lo general definen el nivel de riesgo aceptable considerando la información sobre los riesgos de sequías y combinando este riesgo con factores económicos, sociales y políticos en el área en peligro.
Los conflictos son un riesgo siempre presente y constituyen una de las causas más comunes de inseguridad alimentaria. El desplazamiento de la población y la desarticulación del sistema agrícola de producción y de distribución de alimentos deja a decenas de millones de personas a riesgo de hambre y carestía. Del mismo modo, la inseguridad alimentaria puede llevar a exacerbar los conflictos (FAO, 2002a). De acuerdo a la FAO el conflicto en el África subsahariana llevó a pérdidas de casi dólares $EE.UU. 52 000 millones en la producción agrícola entre 1970 y 1997, una suma equivalente al 75 por ciento de toda la asistencia oficial para él desarrollo recibida por los países afectados por el conflicto. El conflicto, combinado con la sequía, generó seis de las siete mayores hambrunas desde 1980. Las alertas tempranas y la respuesta a las mismas pueden prevenir las carestías que se originan en las sequías y otros desastres naturales. En las zonas de guerra, la falta de seguridad y la desorganización de los transportes y las redes sociales impide la entrega de ayuda de emergencia. Sin embargo muchos otros factores contribuyen también a la inseguridad alimentaria, incluyendo la ilegalidad, la falta de democracia, las divisiones étnicas y religiosas, la degradación y el agotamiento de los recursos y la presión demográfica (FAO, 2002a).
A partir de la definición de riesgo, existen dos formas principales de proceder a su minimización, o sea reduciendo las causas o reduciendo la vulnerabilidad. Las formas de minimizar las causas son pocas y pueden incluir la provocación de lluvias, evitar las granizadas y manejar las cuencas de modo de limitar las inundaciones. Las formas de minimizar la vulnerabilidad pueden incluir el desarrollo de facilidades para riego superficial -incluyendo el bombeo desde corrientes de agua- y el riego con aguas subterráneas, el manejo integrado de los recursos hídricos, el desarrollo del ecosistema y su diversificación, la educación y la capacitación de los agricultores, los sistemas de alertas tempranas, el pronóstico estacional del clima y los seguros de los cultivos.
Los sistemas de alertas tempranas y los pronósticos estacionales del tiempo están cada vez más fácilmente disponibles para proporcionar información en el momento oportuno a los gobiernos y a las agencias internacionales de ayuda. Sin embargo, la capacidad para efectuar pronósticos estacionales es aún imperfecta y los pronósticos no están aún disponibles para los agricultores (FAO, 2002d); si estos pronósticos estuvieran disponibles cuando hubiera predicciones de sequías podrían ayudar a elegir cultivos con menores necesidades de agua, por ejemplo, sorgo en lugar de maíz. (Recuadro 9).
Recuadro 9 Aplicación de la información climática |
Fuente: Sarachik, 1999; |
Una aplicación de la información climática es el uso de esa información para cambiar o influenciar las decisiones que conciernen futuras acciones. No es posible predecir el clima futuro con absoluta seguridad. Por esta razón, las predicciones son y serán siempre expresadas en términos de probabilidades de ocurrencia. Como con cualquier otro esquema de probabilidades, los beneficios se pueden alcanzar solo después de una larga serie de ensayos. La necesidad de pensar y actuar en términos de estrategias según las probabilidades es uno de los mayores obstáculos para la aplicación de la información de los pronósticos. Desde el momento que los objetivos públicos son múltiples, a menudo no es claro que es optimizado por medio de la aplicación de la información climática y para que subgrupo del público está dirigido. Un ejemplo se encuentra en el manejo de los recursos públicos de aguas donde las prioridades de la calidad del agua, el uso recreacional, el deseo de evitar inundaciones y las necesidades del sector agrícola pueden entrar en conflicto entre ellos, tal como ocurre frecuentemente. Las entrevistas con los gestores de agua indican que la información climática raramente es usada aún cuando está fácilmente disponible. Una razón para este rechazo por parte de quienes toman decisiones puede ser el riesgo que existe en tomar acciones nuevas que puedan eventualmente fracasar. El castigo que puede resultar de ese fracaso podría contrarrestar lo que se ganara con el éxito de esa actividad. Mientras que los gestores del agua pueden estar interesados en la lluvia total de una estación, los agricultores han expresado más interés en obtener pronósticos sobre la fecha de la primera y la última lluvia y si habrá períodos secos durante las mismas. Un tema preocupante para la diseminación de los pronósticos climáticos a los agricultores es como evitar posibles desastres que pudieran surgir si el pronóstico fuera «incorrecto». En sentido estricto, una probabilidad de pronóstico no es ni correcta ni incorrecta. De cualquier manera, los agricultores podrían investir recursos según un pronóstico que predice una probabilidad de lluvia mayor de lo normal y, consecuentemente, si la lluvia es inferior a lo normal, perder esa inversión y aún más. Estas barreras para la adopción de la información climática por parte de los gestores del agua y de los agricultores será vencida solamente cuando se demuestre que las predicciones son correctas. |
En ausencia de información confiable acerca de las lluvias estacionales esperadas, algunos agricultores tenderán a aceptar el riesgo en anticipación de un mayor provecho mientras que otros tenderán a evitar el riesgo aún cuando exista el potencial para una mayor ganancia. La aceptación o el rechazo del riesgo es una característica personal y cultural.
La evolución histórica de la agricultura bajo riego fue una respuesta para reducir el riesgo de los fracasos de los cultivos en tierras que estaban sometidas a sequías periódicas tales como las cuencas del los ríos Eufrates y Tigris. En los capítulos anteriores se mencionaron muchas prácticas agronómicas y culturales que podían aliviar el impacto de las sequías y de ese modo reducir el riesgo del fracaso de los cultivos y la inseguridad alimentaria.
Las prácticas culturales y el manejo del campo proporcionan varios medios para el manejo del suelo y el agua (Gommes, 1999). Las estrategias de la agricultura de secano se basan en la producción de más alimentos por unidad de lluvia en forma continua, recolectando la máxima cantidad posible de lluvia a nivel comunitario, de finca y de parcela, minimizando las pérdidas de agua y usando eficientemente el agua en la parcela. La recolección de la cantidad máxima de lluvia puede involucrar tanto al estado como a las organizaciones de agricultores -captura de agua, uso de agua reciclada procedente de otros sectores- o a los agricultores por si solos, capturando agua en la finca, reduciendo la escorrentía en las parcelas, sembrando temprano, usando sistemas de cultivo en barbecho u otros. La minimización de las pérdidas de agua involucra a los agricultores que reducen la evaporación por medio de la rápida cobertura del suelo, con cortinas rompevientos, por medio de la labranza mínima, o por el control de malezas. El uso eficiente del agua requiere la participación de los agricultores con especies que consumen menos agua, fertilización adecuada a la disponibilidad de agua, control de pestes y enfermedades, momento óptimo de siembra, variedades seleccionadas para cumplir su ciclo dentro del período climático de crecimiento y otras herramientas similares del manejo agrícola.
El riesgo puede ser reducido considerablemente mientras que la ganancia esperada se reduce en menor grado por medio de la elección de una combinación de alternativas en lugar de una sola opción. Por ejemplo, un agricultor en un área de agricultura de secano como en Machakos, Kenya, donde un cultivo medio de maíz puede tener buenos rendimientos en una cosecha cada cuatro, podría optar por sembrar un cuarto de su predio con maíz cada año. La realidad es más compleja ya que no solo el total de la lluvia estacional sino también su distribución durante la temporada de crecimiento tienen influencia importante sobre el rendimiento del cultivo.
Las estrategias citadas permiten el uso mejorado del agua disponible a nivel de las parcelas. Más aún, la agricultura tradicional mira a una producción estable antes que a una producción máxima. Los agricultores satisfacen estos objetivos por medio de la diversificación de la producción y de prácticas de bajos insumos que no presuponen mayores inversiones de dinero en efectivo. Las asociaciones entre agricultores, por ejemplo a nivel de aldeas o dentro de grupos de agricultores, pueden reducir el riesgo de la baja producción.
El seguro de los cultivos constituye un mecanismo para dispersar el riesgo por el cual el costo de los eventos climáticos es distribuido por medio de instituciones financieras entre otros sectores económicos y los gobiernos. Los ejemplos exitosos incluyen el seguro de los cultivos contra el impacto de los ciclones o las granizadas. El impacto de la sequía es mayor en los países en desarrollo que en los países desarrollados pero los agricultores en los países en desarrollo, en el mejor de los casos, tienen un acceso limitado al seguro. El costo del seguro para cultivos de valor relativamente bajo es por lo general inaccesible (FAO, 2002d).
Sin embargo, la dispersión del riesgo puede llevar a compartir el agua. El transporte de agua dentro de los países ha ocurrido por largo tiempo. Algunos canales fueron construidos para la navegación, otros para abastecer con agua potable a la población de las ciudades que no contaban con ese recurso y otros para propósitos agrícolas o varias combinaciones de estas causas. Los ejemplos más conocidos comprenden el esquema de Snowy Mountain en Australia y varios acueductos en California, Estados Unidos de América. Internacionalmente, el extenso sistema de canales que conecta las ramas del Indo fue construido y fiananciado con recursos del Banco Mundial para asegurar la equidad al acceso del agua entre India y Pakistán después de su separación en 1947. China está desarrollando grandes esquemas de transporte de agua entre el sur del país y el norte densamente poblado y con escasez de ese recurso. La financiación e implementación en el futuro de esquemas costosos puede contribuir a reducir el riesgo de conflictos internacionales sobre el agua. Cuando los recursos hídricos son compartidos por varios países, como por ejemplo en la cuenca del Mekong, el Nilo, el Eufrates y el Tigris, existe un riesgo notorio de que la combinación del crecimiento de la población, la pobreza, la inseguridad alimentaria y la escasez de agua podrían conducir a conflictos sobre el agua. Los intentos actuales de mediación por medio del establecimiento de autoridades de las cuencas están dirigidos a reducir esos riesgos.
Lámina 11 Vista de una zona rural (Camboya)
FAO/19680/G. BIZZARRI