Departamento de Montes de la FAO
«La silvicultura y la seguridad alimentaria» es el tema general elegido por la FAO para el Año Internacional del Bosque, 1985. Este articulo se basa en un documento presentado en el décimo periodo de sesiones del Comité de Seguridad Alimentaria de la FAO, celebrado en Roma del 10 al 17 de abril de 1985. Sin embargo, sus orígenes se remontan a varios períodos de sesiones anteriores de la Conferencia de la FAO, la cual ha expresado preocupación por la amenaza que una deforestación excesiva representa para la base de recursos que se requiere para lograr una producción alimentaria sostenida y suficiente. El Comité de Montes de la FAO, en su séptimo periodo de sesiones celebrado en mayo de 1984, recomendó que la FAO preparara un estudio de las interrelaciones de la silvicultura y la seguridad alimentaria, y que se transmitieran sus resultados al Comité de Seguridad Alimentaria.
· Se reconoce en general que las prácticas de utilización de la tierra que degradan el medio ambiente son la causa principal de las urgencias alimentarias tan trágicamente frecuentes en los países en desarrollo. Asimismo, es bien conocido que tales prácticas ponen en peligro el futuro a largo plazo de los suministros de alimentos. Sin embargo, en los debates internacionales sobre seguridad alimentaria mundial celebrados hasta la fecha se ha prestado poca atención a estas cuestiones.
El presente artículo se refiere fundamentalmente a la contribución esencial de la silvicultura a la estabilidad del medio ambiente, aunque también contiene un examen preliminar de las otras muchas funciones de la silvicultura en materia de seguridad alimentaria.
La relación más evidente entre la producción de alimentos y los bosques es la transferencia constante de terrenos forestales a la agricultura. Gran parte de las tierras agrícolas del mundo han estado en alguna época cubiertas de vegetación forestal. La FAO calcula que cada año se desmontan en las zonas tropicales 7,5 millones de hectáreas de bosque denso y 3,8 millones de bosque claro, casi enteramente para dedicarlas a la agricultura (FAO, 1982).
No hay duda de que este proceso proseguirá. Sin embargo, gran parte de la tierra desbrozada es inapropiada para una agricultura permanente, por lo que probablemente se degradará o erosionará rápidamente. Esas tierras desempeñan una función más productiva cuando tienen una cubierta forestal, ya que ésta mantiene la base de recursos de suelos y aguas. En consecuencia, es alentador observar que en las propuestas de la FAO relativas a cómo aumentar la producción agrícola en lo que queda del siglo sólo se prevé que alrededor del 25% del incremento sea consecuencia de la ampliación de la superficie cultivable (FAO, 1981), debiéndose el resto a un aumento de a productividad.
La vegetación forestal y los organismos del suelo a ella asociados probablemente representan hasta un 90% de la biomasa total existente sobre el terreno, y una base físicamente inmensa de estabilidad ecológica. Sin embargo, el ser humano ya ha reducido mucho este activo mediante la deforestación, perturbando así grandemente la estabilidad de muchos sistemas ecológicos.
La relación entre los bosques y la estabilidad del medio ambiente es compleja y aún no se conoce totalmente. Lo cierto es que los bosques pueden contribuir a regular el escurrimiento del agua de lluvia, evitando así los extremos de anegamiento y sequedad del suelo. En el plano local, la existencia de masas forestales tiene un efecto moderador en la temperatura y la humedad del aire de las tierras agrícolas adyacentes.
La cubierta forestal desempeña una función decisiva en el mantenimiento de la base de recursos de suelos y aguas para la producción de alimentos en tres situaciones específicas que se examinan a continuación: las cuencas hidrográficas de montaña; las tierras áridas y semiáridas, y los suelos de los bosques tropicales.
DESOLLADURA DE UN HIPOPOTAMO EN UGANDA la fauna silvestre es un alimento esencial
Cuencas hidrográficas de montaña. La deforestación excesiva de los terrenos montañosos no sólo es causa de erosión de las tierras desbrozadas sino que, debido a sus efectos en el régimen de aguas, también representa una grave amenaza para la agricultura de las zonas situadas aguas abajo. Los torrentes arrastran grandes cantidades de tierra, destruyen puentes y construcciones, inundan campos, perturban las pesquerías y depositan cieno en los embalses y en los canales de riego, reduciendo mucho la vida útil de estas costosas instalaciones. La deforestación puede incluso provocar sequías e inundaciones en las tierras bajas debido a la menor regularidad de los cursos de agua. Los enormes daños causados por las inundaciones en la producción alimentaria de las llanuras del Asia meridional no son sino un ejemplo de las consecuencias de una deforestación excesiva en las cuencas hidrográficas de montaña.
La vegetación leñosa puede representar importantes reservas de piensos durante la estación seca y los años de sequía.
A fin de proteger la agricultura de tales desastres, es esencial la ordenación integrada de enteras cuencas hidrográficas. La conservación de los bosques, junto con la repoblación forestal de terrenos situados estratégicamente, constituyen un aspecto esencial de la protección del suelo en las partes más altas de una zona de captación, y permiten además limitar los daños aguas abajo. Los árboles reducen la fuerza de caída de las lluvias torrenciales y facilitan así su absorción por el suelo, reducen el escurrimiento superficial y moderan y regulan el cauce de los torrentes. La cantidad de agua para planes de riego procedente de las montañas puede así disminuir, pero la mejor calidad del agua y su flujo más regular suelen compensar ese inconveniente al no encenagarse tan rápidamente los embalses y los canales.
Además de las actividades de conservación forestal y reforestación, el mantenimiento y rehabilitación de las cuencas hidrográficas requiere la construcción de obras públicas para prevenir la erosión y las inundaciones. También es necesario reconocer que en estas zonas muchas personas ya viven de la agricultura, y preparar programas que sean aceptables para ellas con miras a reducir al mínimo los daños causados a los recursos forestales por prácticas de cultivo y pastoreo inapropiadas. Como se examina más adelante, los árboles son un elemento esencial de muchos de los sistemas agrícolas mejorados que se necesitan. Varios proyectos ejecutados recientemente en la India y Nepal constituyen ejemplos de rehabilitación eficaz de cuencas hidrográficas que abarcan todos estos aspectos.
Tierras áridas y semiáridas. En las zonas áridas y semiáridas el principal agente de erosión es el viento más que el agua. El mantenimiento del monte claro reduce el levantamiento de polvo y arena de un terreno ya muy erosionado, y la presencia de árboles entre estas zonas y las tierras agrícolas puede mitigar los efectos de las tormentas de polvo y evitar la formación de dunas. La vegetación leñosa, que proporciona sombra y tiene raíces profundas, conserva su verdor incluso cuando los pastizales se han secado. En consecuencia, puede representar una considerable reserva de piensos para la estación seca y los años de sequía. La importancia estacional del forraje arbóreo es particularmente grande en la zona saheliana de Africa.
El componente forestal de la utilización de la tierra en las zonas áridas (por ejemplo, la plantación de cortavientos y cortinas protectoras) ayuda a luchar contra la sequía y la desertificación mejorando la productividad biológica y la biomasa vegetal, aumentando la capacidad de alimentación del ganado, mejorando los rendimientos de los cultivos como consecuencia de la conservación de los recursos de suelos, reduciendo la erosión eólica, fijando las dunas, mejorando los microclimas, y protegiendo además los hábitat humanos y la infraestructura. Los árboles pueden también utilizarse para rehabilitar los terrenos salinizados y las dunas, por su capacidad para absorber la humedad y los nutrientes de los estratos inferiores del suelo.
Una deforestación excesiva, junta con un pastoreo desmedido y el cultivo de tierras marginales, pueden agravar mucho los efectos de los períodos de escasas precipitaciones o de sequía en la producción alimentaria. También son causa importante de desertificación. Además del 6% de la superficie terrestre totalmente desértica, se ha considerado que otro 29% está experimentando en diversos grados un proceso de desertificación (FAO/Unesco/OMM, 1977).
Los programas gubernamentales de lucha contra la desertificación se basan cada vez más en la inclusión de árboles en los sistemas agrícolas, cuestión que se examina en la última parte de este articulo. Dichos programas también comprenden grandes planes de repoblación forestal, como la «Gran Muralla Verde» de China, de unos 6 000 km de longitud en torno al desierto de Gobi.
Suelos forestales. Muchos suelos forestales de las zonas tropicales húmedas son poco fértiles y tienen una estructura pobre, por lo que es difícil destinarlos a una agricultura permanente. En la actualidad se practican en ellos diversos sistemas de agricultura migratoria, que comprenden largos períodos de barbecho para que recuperen la fertilidad. La agricultura migratoria sigue siendo el sistema más común en las zonas tropicales. Se calcula que las tierras en barbecho vinculadas a la agricultura migratoria ocupan alrededor de 410 millones de hectáreas, es decir, más del 20% de la superficie actual de bosques tropicales (FAO, 1981b). Parte de esta superficie pertenece a las frágiles cuencas hidrográficas de montaña anteriormente examinadas.
La regeneración natural de la vegetación leñosa durante el periodo de barbecho en el sistema de la agricultura migratoria comprende muchas especies que tienen raíces profundas y pueden absorber nutrientes inaccesibles para las plantas de cultivo. Esos nutrientes se acumulan en las hojas, que acaban cayendo al suelo y penetrando en estratos accesibles para las plantas de cultivo.
Siempre que el periodo de barbecho sea suficientemente largo, los sistemas tradicionales de la agricultura migratoria mantienen un equilibrio ecológico con el medio ambiente y no degradan de manera irreversible los recursos de suelos. Sin embargo, el aumento de la presión demográfica ha entrañado la prolongación de los períodos de cultivo y la reducción de los de barbecho, que han dejado de ser suficientes para restablecer la fertilidad del suelo. Cuando se rompe de esta manera el ciclo natural de regeneración, los rendimientos agrícolas disminuyen bruscamente y se inicia una rápida degradación del suelo.
En el pasado, los programas gubernamentales frecuentemente tenían por objeto acabar con la agricultura migratoria, pero en la actualidad se hace más hincapié en su mejoramiento. El paso de la agricultura migratoria a sistemas más permanentes de cultivo plantea problemas muy complejos, especialmente si se tiene en cuenta que los agricultores, empobrecidos aún más por la disminución de los rendimientos, difícilmente pueden permitirse introducir las mejoras necesarias para conservar la fertilidad y evitar la degradación del suelo. Se han propuesto sistemas permanentes muy diversos como alternativa a la agricultura migratoria, que están siendo objeto de numerosas investigaciones (Okigbo, 1984). Muchas de las propuestas de solución más prometedoras entrañan ciertas combinaciones de especies forestales y otros árboles con cultivos y ganado, y se examinarán más adelante en relación con la función que desempeñan los árboles en los sistemas de cultivo.
Aunque la principal contribución de la silvicultura a la seguridad alimentaria es su función de protección del medio ambiente ya indicada, la silvicultura propiamente dicha (diversa de la utilización de árboles en los sistemas de cultivo) aporta otras muchas contribuciones. Los alimentos que se producen naturalmente en los bosques (inclusive la fauna y flora silvestres) desempeñan una función mucho más importante de lo que generalmente se cree en el suministro de alimentos en muchos países. La silvicultura también proporciona empleo y salarios en las zonas rurales, e ingresos en divisas, todo lo cual aumenta la capacidad de la población para comprar alimentos suficientes. Por último, existe la cuestión especial y urgente de los suministros de leña.
Los alimentos del bosque. Algunas plantas silvestres, como la palmera de sagú del Asia sudoriental, proporcionan alimentos básicos. En términos más generales, aportan un complemento nutricional muy valioso a los regímenes alimentarios basados en uno o en un pequeño número de alimentos básicos. Puede recurrirse a ellos cuando escasean otros alimentos, por lo que contribuyen a la estabilidad de los suministros alimentarios durante todo el año. Los alimentos vegetales de los bosques comprenden muchos tipos de frutas, nueces, hojas, raíces y hongos. Algunos son también fuentes importantes de ingresos, como los palmitos de los que Brasil produce de 20 a 30 000 toneladas por año. La miel es otro producto del bosque que constituye una fuente importante de alimento e ingresos.
Los árboles y las plantas de los bosques también proporcionan forraje para el ganado, y frecuentemente son la única fuente de alimento para el ganado cuando los pastizales se han secado. El forraje puede recogerse y almacenarse, o bien los animales pueden arrancar directamente brotes, hojas y frutos del bosque, aunque en este último caso es preciso reglamentar de manera precisa el número y el movimiento de los animales que pueden pastar si no se desea destruir los recursos forestales. También se puede mejorar el rendimiento forrajero de las plantaciones forestales mediante un espaciamiento amplio, una poda alta y la siembra de una cubierta vegetal nutritiva (por ejemplo, pasto elefante).
Sin embargo, la fauna silvestre probablemente sea la principal fuente de alimentos del bosque. En muchas zonas la fauna silvestre, como pequeños roedores, reptiles, pájaros, serpientes e insectos, así como especies de mayor tamaño, constituye una parte muy importante de los suministros de proteínas de origen animal; por ejemplo, en Botswana representa el 60%, en Liberia el 70% y en Ghana el 75%.
En algunas situaciones, como en las zonas de sabana (bosque claro) de Africa, los mamíferos silvestres más grandes son superiores a los animales domésticos debido a una mejor conversión de la vegetación en carne, a una mejor adaptación ecológica y a la menor necesidad de cuidados (por ejemplo, de protección contra las enfermedades). a Por lo tanto, en los últimos años se | ha prestado mucha atención a la forma de explotar mejor esos recursos, aplicando métodos como la cría y el aprovechamiento de animales de caza en explotaciones.
Los bosques del mundo constituyen, tanto para los animales silvestres tres como para las plantas potencialmente alimenticias, la principal reserva de diversidad genética, incluidos los parientes silvestres de importantes alimentos vegetales básicos. El mejor método de conservar esta reserva insustituible de material genético es conservando los propios hábitat forestales.
Empleo e ingresos. La silvicultura y las actividades industriales y artesanales basadas en ella son fuentes importantes de empleo e ingresos en las zonas rurales. Las actividades de ordenación forestal, como las de plantación, escarda, aclareo, poda, tala, madereo y construcción de carreteras, se prestan a la utilización de una tecnología que re. quiere gran densidad de mano de obra. Con esta tecnología se pueden emplear a jornada completa a unas 25 personas por 1000 ha de plantación forestal de explotación intensiva, en comparación con 10-15 personas cuando se utiliza equipo que requiere poca densidad de mano de obra.
Los establecimientos industriales, como las serrerías y las fábricas de pasta de papel, también proporcionan empleo. Sin embargo, cada vez es más evidente que la fuente principal y más dinámica de empleo de todo el sector forestal (comprendidas las operaciones forestales primarias) son las actividades artesanales en pequeña escala (por ejemplo, la carpintería, la fabricación de muebles, la artesanía y la fabricación de carbón vegetal) realizadas en los hogares y en pequeños talleres. Esas actividades son en muchos países una de las fuentes principales de empleo rural después de la agricultura, y merecen más atención que la recibida hasta ahora.
Ingresos de divisas. Dadas las necesidades de importación de alimentos de muchos países en desarrollo, los ingresos en divisas derivados de la exportación de trozas y productos forestales elaborados contribuyen a aumentar el acceso a suministros alimentarios suficientes. Sin embargo, muy pocos de esos países son exportadores netos de productos forestales. Países con recursos forestales tan considerables como Nigeria se han convertido en importadores netos. Por lo tanto, en la actualidad se tiende sobre todo a aumentar la proporción de productos elaborados localmente, no sólo para incrementar el elemento de valor agregado de los ingresos de exportación, sino también para limitar los gestos de divisas en importaciones de productos forestales elaborados. El valor total de las exportaciones de troncos, madera aserrada, madera en chapas y tableros contrachapados de los países productores en desarrollo registró el nivel máximo de unos 5900 millones de dólares en 1980, y posteriormente descendió mucho. Los países en desarrollo importaron productos forestales (fundamentalmente pasta de papel y papel) por valor de 8 700 millones de dólares en 1981, valor que después ha descendido un poco. En algunos casos, la leña también puede ser un sucedáneo de los combustibles fósiles que han de importarse.
Suministros de leña. La leña sigue representando más de la mitad de la producción total de madera en el mundo, y alrededor del 85% de la utilizada en los países en desarrollo. Representa más de un quinto del consumo total de energía en estos países y más de las tres cuartas partes en los más pobres.
La leña es el principal combustible utilizado en la conservación y otras actividades de elaboración de los alimentos en las zonas rurales de los países en desarrollo, por lo que contribuye a la estabilidad de los suministros alimentarios durante todo el año. Sin embargo, al ser sobre todo el principal combustible utilizado por los sectores pobres de la población para cocinar, la leña es esencial para convertir suministros alimentarios adecuados en dietas apropiadas. Algunos alimentos, por ejemplo determinadas variedades de yuca, han de ser cocinados antes de ser consumidos por el ser humano, y muchos otros han de cocinarse para hacerlos más digestivos y agradables al gusto y reducir el peligro de enfermedades transmitidas por parásitos y otros agentes patógenos.
Los suministros de leña han disminuido rápidamente, y la corta de madera para leña ha sido a su vez una causa importante de deforestación. En muchas zonas rurales se han de recorrer distancias muy largas (lo hacen especialmente las mujeres) para recoger leña, y a menudo se ha de reducir la frecuencia de las comidas cocinadas. La escasez de leña es una causa importante de desnutrición y enfermedades en muchas zonas.
ARROZ LISTO PARA LA RECOLECCION EN BHUTAN los árboles preservan los suelos y las aguas
BANANOS PREPARADOS PARA LA DISTRIBUCION abundancia de alimentos procedentes de los bosques
La FAO ha calculado que en 1980 casi 100 millones de campesinos de países en desarrollo vivían en zonas en las que habla gran escasez de leña; otros 1000 millones de personas no podían mantener los niveles de consumo de leña actuales, y otros 300 millones habitaban en lugares en que se preveía déficit. De mantenerse las tendencias actuales, 2 400 millones de personas vivirían en el año 2000 en zonas de grave escasez de leña o en las que los niveles de consumo serían insostenibles (FAO, 1983a).
Que la leña escasearía se habla previsto desde hace tiempo, pero se suponía que seria sustituida rápidamente por suministros baratos de queroseno y otros combustibles a base de petróleo. Sin embargo, estas expectativas cambiaron radicalmente con la primera fuerte subida de los precios del petróleo a comienzos del decenio de 1970, y desde entonces el mantenimiento y aumento de los suministros de leña se ha convertido en una prioridad urgente.
Los recursos forestales existentes se han de explotar de una manera más racional, prestando más atención a la producción de leña. Deben establecerse lo antes posible nuevas plantaciones de especies de rápido crecimiento bien sea para usos múltiples o específicamente para la producción de leña.. Los pequeños bosquecillos de aldea tienen especial importancia a este respecto. La incorporación cada vez más frecuente de árboles en los sistemas agrícolas, como se examina a continuación, también puede contribuir a aumentar los suministros de leña. Se requiere la aplicación de métodos y la utilización de equipo más eficaces para la fabricación de carbón vegetal, y cocinas de leña y útiles de cocina.
La cubierta forestal desempeña una función esencial en el mantenimiento de la base de recursos de suelos y aguas para la producción de alimentos.
Sin embargo, el problema de la leña es tan grande que posiblemente lo más que pueda hacerse sea mitigarlo. Parece que seguirá habiendo gran escasez de leña en las zonas rurales de los países en desarrollo hasta que se hallen nuevas fuentes de energía barata que puedan utilizarse en gran escala.
El examen se ha centrado hasta ahora casi enteramente en la contribución global a la seguridad alimentaria de lo que cabria describir como «silvicultura convencional», es decir, las zonas (generalmente grandes) clasificadas oficialmente como bosques y administradas por el ministerio de montes del país de que se trate. Sin embargo, esa contribución a la seguridad alimentaria puede consistir también en una mayor utilización de las especies forestales y otros árboles a nivel de cada explotación agrícola, incluyendo los sistemas de cultivo en donde se combina la producción forestal, la agricultura y la ganadería.
Recientemente se ha establecido un lazo de unión entre el nivel global y el de explotación mediante el concepto de la «silvicultura comunitaria», que supone la promoción de sistemas agrícolas en los que se utilizan también especies forestales. Para aumentar la seguridad alimentaría mundial es esencial lograr una participación mucho más directa del sector forestal (y de los profesionales forestales) en el desarrollo rural de las zonas más pobres.
Contribuciones. Frecuentemente se talan los árboles de las tierras agrícolas porque compiten con los cultivos, albergan insectos dañinos e impiden el monocultivo y la mecanización. Sin embargo, las especies forestales y otros árboles pueden aportar una contribución importante aumentando y manteniendo la productividad de los sistemas de producción de alimentos en situaciones que en la actualidad son fundamentalmente agrícolas más que forestales. Esa contribución comprende la leña y otros productos de madera necesarios para la producción de alimentos, forraje para el ganado, sombra y protección contra la erosión eólica e hídrica, y el mantenimiento de la fertilidad del suelo:
La plantación de árboles para formar cortinas protectoras de los cultivos, a lo largo de las carreteras y los canales, y en pequeños bosquecillos de explotación y aldea puede contribuir de manera apreciable a satisfacer las necesidades de leña. La madera, el bambú y otros productos forestales frecuentemente son también el material más barato para la construcción o fabricación de una amplia gama de insumos agrícolas como pajares, almacenes, secaderos y colgaderos, corrales, carretas, carretillas, herramientas y sus mangos, postes, cajones y cajas para la comercialización de determinados productos. Todo esto se puede fabricar localmente siempre que se disponga de la materia prima.
Un nuevo método de producción de forraje es la plantación de especies forestales de elevado rendimiento en «huertos forrajeros». Determinadas especies leguminosas, en particular, producen alimentos muy ricos en proteínas. En ciertas circunstancias los árboles pueden producir más piensos que los cereales, por ejemplo el algarrobo de las zonas secas de Africa del Norte. En el Nepal, algunos arbustos proporcionan forraje incluso el primer año después de la plantación.
PESCA ENTRE LOS EUCALIPTOS la pesca continental depende de los bosques
Los árboles, al proteger las tierras adyacentes contra el viento y reducir la turbulencia del aire, influyen en las condiciones reinantes en una superficie cuya dimensión es equivalente a varias veces la altura de tales árboles. La tasa de evaporación disminuye y es mayor el crecimiento de los cultivos y la hierba por cantidad determinada de agua. La influencia de las cortinas protectoras en la erosión del suelo es muy grande, y reduce tanto la erosión eólica como la hídrica. La sombra y la función «protectora" de los árboles también es importante para los cultivos y la ganadería, especialmente en las zonas áridas, cuando se intercalan en el cultivo especies de sombra para la formación de cortavientos y cortinas protectoras.
Como se indicó anteriormente, los árboles pueden absorber nutrientes de estratos del suelo mucho más profundos que los que alcanzan las plantas de cultivo. Las hojas caídas de los árboles pueden utilizarse como abono natural para aumentar la fertilidad y la humedad del suelo. Se conocen 600 especies forestales (no sólo las leguminosas) capaces de fijar el nitrógeno de la atmósfera. En consecuencia, se calcula que en las zonas tropicales húmedas la especie Leucaena leucocephala fija como promedio 500 kg de nitrógeno por hectárea al año, y Casuarina littoralis 218 kg. Esta última especie también tiene hongos simbióticos que metabolizan el fósforo y otros nutrientes y los van liberando lentamente en el suelo.
La selección de los árboles que mejor pueden incorporarse a los sistemas agrícolas deberá hacerse teniendo en cuenta las condiciones locales. Varias especies, particularmente algunas legumbres de rápido crecimiento, poseen varias de las características deseadas, como la rápida producción de madera útil y de forraje, tienen raíces profundas y capacidad de fijar el nitrógeno.
Sistemas integrados de producción. En los últimos años ha aumentado el interés por los sistemas integrados de producción agrícola, que comprende árboles, cultivos y ganado, especialmente en situaciones particularmente frágiles como las cuencas hidrográficas de montaña en las que la agricultura migratoria está destruyendo la cubierta forestal, y en las zonas áridas en peligro de desertificación. Estos sistemas generalmente se engloban en el concepto de agrosilvicultura. Las investigaciones intensivas sobre agrosilvicultura son bastante recientes, no así la práctica de ese sistema. Existen muchos sistemas tradicionales de ese tipo, incluida - si, como es lógico, el concepto comprende combinaciones secuenciales y espaciales - la propia agricultura migratoria (FAO, 1978).
Aparte la agricultura migratoria, el principal sistema secuencial es el de taungya, un tipo de forestación agrícola que entraña el cultivo provisional de productos alimentarios en plantaciones forestales jóvenes, iniciado en Birmania hace más de un siglo. Sin embargo, debido al carácter provisional de la fase agrícola, el agricultor ha de trasladarse con frecuencia de un lugar a otro, por lo que resulta poco atractivo.
Por consiguiente, en los últimos años el interés se ha concentrado en los sistemas de cultivo intercalado basados en una ordenación espacial de los componentes de agrosilvicultura. Comprenden la plantación de árboles en las lindes, en hileras o fajas alternadas y en combinación aleatoria (véase «Sistemas agroforestales: una cartilla...», por Napoleón T. Vergara en Unasylva 147).
La plantación de árboles en las lindes es cada vez más frecuente debido a la necesidad de leña, forraje y fertilizante orgánico. También tiene la ventaja de constituir una cerca más barata que la formada por postes y alambre. La plantación en hileras o fajas alternadas («cultivo en calles») es particularmente apropiada en terrenos inclinados y expuestos a la degradación, en los que la plantación en hileras a lo largo de las curvas de nivel es casi tan eficaz como la construcción de terrazas, que es mucho más costosa. La combinación aleatoria dé cultivos alimentarios, especies trepadoras, pequeños árboles frutales y árboles de mayores dimensiones como el cocotero, es típica de la producción agrícola en pequeña escala en muchas partes del mundo en desarrollo, aunque en algunas zonas tiende a ser sustituida por el monocultivo.
Todos estos sistemas también pueden comprender los pastizales y las tierras de pastoreo, siempre que estas últimas sean objeto de un control apropiado, especialmente si se utilizan árboles forrajeros. Si puede producirse leña suficiente para satisfacer las necesidades de la familia campesina, no es necesario utilizar como combustible los excrementos de los animales, que podrán emplearse como abono orgánico adicional.
La agrosilvicultura, aun no siendo la panacea a veces sugerida, es un sector que puede contribuir de muchos modos a una mayor seguridad alimentaria. Aparte su función ambiental, puede contribuir a la muy necesaria diversificación de los sistemas de producción agrícola, permitiendo obtener ingresos más estables y seguros y, por lo tanto, un mejor acceso a los suministros alimentarios. Los árboles pueden constituir valiosos cultivos comerciales en forma de leña, forraje y otros productos.
Quedan por resolver muchos problemas de investigación, especialmente en lo referente a las combinaciones más apropiadas - han de considerarse muchas interacciones y compensaciones - de árboles, cultivos alimentarios y ganado en las condiciones específicas del lugar. El objetivo es diseñar sistemas estables y sostenibles que no dañen el medio ambiente y potencien al máximo la productividad y los ingresos totales. Un ingrediente esencial es la seguridad a largo plazo de la tenencia de la tierra. En las zonas donde no existe una tradición de cultivo forestal, se requiere un esfuerzo de extensión en gran escala para convencer a los pequeños agricultores de que los árboles no interfieren necesariamente en la producción de alimentos sino que pueden favorecerla de muchas maneras, enseñarles a sacar provecho de esas contribuciones y proporcionarles material de plantación y otros insumos.
Habrán de ampliarse los departamentos de montes para que desempeñen esta función cada vez más importante de ayudar a los pequeños campesinos dispersos para que se hagan cargo de zonas forestales grandes pero generalmente concentradas. Sin embargo, no todas estas nuevas funciones han de recaer exclusivamente en los departamentos de montes, como lo demuestra el éxito de los viveros forestales establecidos en la India por escuelas, agricultores y personas a titulo individual.
Este examen preliminar de la contribución de la silvicultura a la seguridad alimentaria mundial no debe dejar lugar a dudas de que sus aportaciones efectivas y potenciales son numerosas y esenciales. Se producen tanto a nivel global como de cada explotación agrícola. La función protectora del medio ambiente tiene una importancia decisiva, pero también contribuye de otras muchas maneras directas e indirectas a que los suministros alimentarios sean suficientes, estables y accesibles. La grave escasez actual de leña también afecta considerablemente a la producción y la seguridad alimentarias.
La principal finalidad del presente articulo es aumentar la toma de conciencia y lograr que se tenga debidamente en cuenta la función de la silvicultura cuando se examina la cuestión de la seguridad alimentaria mundial. Uno de los problemas más urgentes es el de las cuencas hidrográficas de montaña en las que la agricultura migratoria está destrozando los bosques, y la necesidad de desarrollar sistemas agrícolas sostenibles para la población que habita en ellas. Otros problemas igualmente urgentes se refieren a las zonas áridas en peligro de desertificación, la conservación de ecosistemas forestales amenazados que contienen recursos genéticos insustituibles para un futuro . mejoramiento de las plantas y los , animales, y el aumento de los suministros de energía en las zonas rurales a base de leña y de otros materiales.
Existen muchas posibilidades de establecer una colaboración más estrecha entre los departamentos de agricultura y montes y los expertos en materia de planificación de la utilización de la tierra. Cada vez es más necesario reconocer que la agricultura y la silvicultura no son usos de la tierra competitivos sino interdependientes. Es esencial, especialmente en Africa, estudiar y proponer alternativas a las prácticas dañinas de utilización de la tierra, que provocan la degradación del medio ambiente y son la causa última de muchas de las actuales urgencias alimentarias.
Un aspecto concreto que debe estudiarse más a fondo en relación con la seguridad alimentaria, es la contribución de las actividades artesanales basadas en la silvicultura al empleo y los ingresos en las zonas rurales. El examen de la función que desempeñan tales actividades en el mejoramiento del acceso a los suministros alimentarios podría ser especialmente importante para el número cada vez mayor de campesinos sin tierra de muchos países.
A nivel de cada explotación agrícola, el aumento del interés por la agrosilvicultura puede ayudar a superar las barreras jurídicas y administrativas que con frecuencia se han levantado entre la agricultura y la silvicultura, y ofrece la oportunidad al personal agrícola y forestal de trabajar juntos en sistemas innovadores de utilización de la tierra y en el diseño y promoción de sistemas estables, sostenidos, diversificados y muy productivos, que son una base esencial de la seguridad alimentaria.
FAO 1978. Actividades forestales en el desarrollo de comunidades locales, Estudio FAO: Montes N° 7. Roma.
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