En 1988 se constató el primer caso de presencia del gusano barrenador del ganado en el Viejo Mundo, es decir fuera de la región de/as Américas. La situación de emergencia que se produjo en Africa del Norte dio lugar a una respuesta de intensidad poco habitual. La colaboración de la FAO, el Fondo internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), el Programa de/as Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Comisión México-Americana para la Erradicación del Gusano Barrenador del Ganado, junto con el apoyo financiero de numerosos gobiernos, bancos y organizaciones internacionales, para erradicar esta infestación, ha representado un ejemplo único de cooperación generalizada en la que han participado tres continentes.
De ese esfuerzo concertado se derivan algunas enseñanzas. Una es que el despliegue efectivo de recursos debe estar precedido de un análisis técnico exhaustivo. Así fue en este caso, naturalmente, y los estudios culminaron en un importante documento de programa preparado a principios de 1990 por la División Mixta FAO/OIEA de Viena, y en el documento de proyecto presentado en julio de 1990 a la Conferencia sobre promesas de contribuciones de donantes. Fuera de la considerable labor de análisis y de reorganización una clara delimitación de responsabilidades. Una vez concertados los objetivos técnicos generales, para realizarlos eficazmente, se requiere una buena gestión profesional, y esto no se puede conseguir si hay varios organismos que actúan de manera independiente. Es más, para un programa urgente como éste es necesario establecer un centro de autoridad ejecutiva incluso dentro de un solo organismo. En julio de 1990 concentré la acción del presente programa mediante la creación del Centro de Operaciones de Urgencia contra la Mosca del Gusano Barrenador en el Norte de Africa (CEMNA), al que conferí un claro mandato y/as facultades necesarias. En él se agrupó un equipo de expertos internacionales en entomología y erradicación, cuya experiencia técnica combinada ha sido fundamental para perfilar con eficacia la dinámica de la campaña.
Las actividades de la FAO, naturalmente, se remontan al comienzo de la situación de urgencia. El Profesor El-Azazy publicó en 1989 el primer informe sobre el gusano barrenador en Libia en la revista Veterinary Record. En cuestión de semanas, una misión de la FAO en Libia confirmó la presencia del gusano barrenador en ese país, se estableció un grupo de acción, se organizó un proyecto del Programa de Cooperación Técnica de asistencia de urgencia a Libia y se notificó la situación a todos los países en peligro.
En diciembre de 1990 se transportaron de México los primeros insectos estériles, y en febrero de 1991 se estaban dispersando sobre toda la zona infestada de Africa del Norte. El último caso de animal infestado se registró el 7 de abril de 1991. Las perspectivas de una campaña rápida y eficaz son ahora excelentes. El único elemento negativo que resta es la necesidad de garantizar la financiación para llegar al final del proyecto. Confío, sin embargo, en el éxito en un futuro próximo de la lucha contra esta peligrosa plaga. Tengo también la seguridad de que, además de la eficaz gestión del programa por parte de la FAO, contribuirán a su éxito el constante apoyo de la comunidad internacional, los esfuerzos intensos de todos los científicos y técnicos que intervienen y, como elemento más decisivo, la cooperación de/as autoridades veterinarias de los países de Africa del Norte, en particular de Libia, y de los propietarios del ganado, que han tenido que soportar la mayor carga de esta situación de urgencia.
Edouard Saouma
- Director General