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Prólogo

Unir la voluntad política y los recursos para volver a estar «en camino» de alcanzar el objetivo de la CMA

La tragedia del hambre en medio de la abundancia sigue siendo una dura realidad en el mundo de hoy. Prácticamente en todos los países hay grupos de personas que no pueden utilizar todo su potencial humano, debido a que, por ser su alimentación insuficiente o por enfermedad, sus cuerpos no pueden aprovechar plenamente el alimento que consumen. En los países más pobres, la mayoría de la población está afectada por el hambre, lo que amplía las dimensiones de otros defectos corregibles en los esfuerzos para satisfacer las necesidades humanas básicas.

El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo informa sobre los progresos que se realizan cada año hacia la aplicación del derecho fundamental de todos los seres humanos a vivir sin el temor del hambre o la malnutrición. Esta tercera edición transmite un mensaje con aspectos diversos: ha habido progresos en la reducción de la cifra absoluta de personas hambrientas en el mundo, pero esto no está ocurriendo con la rapidez necesaria para alcanzar el objetivo fijado por la Cumbre Mundial de la Alimentación en 1996 de reducir a la mitad para 2015 el número de personas hambrientas.

Es especialmente importante hacer en 2001 un informe sobre los avances en el logro de este objetivo, ante la próxima celebración del acto de seguimiento de los progresos, la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, convocada por la FAO para 2002 con el fin de estimular a los dirigentes nacionales a examinar con carácter de urgencia la rapidez con que se mejora en materia de seguridad alimentaria y adoptar las oportunas medidas correctivas.

Figura 1a. Número de personas subnutridas en los países en desarrollo: niveles observados y proyectados en comparación con el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación

Durante el pasado decenio, el número total de quienes padecen subnutrición crónica en el mundo en desarrollo ha disminuido en unos 40 millones, pero la tasa media de reducción ha seguido siendo lenta, sin superar los 6 millones al año, frente a los 8 millones que se consignaban en esta publicación el año pasado. Como consecuencia de ello, la reducción anual necesaria para alcanzar en 2015 el objetivo ha aumentado de 20 a 22 millones de personas al año. Por consiguiente, el déficit entre la reducción conseguida y la necesaria está creciendo. Si se continúa con el ritmo actual, se necesitarían más de 60 años para lograr el objetivo.

La Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después pondrá de relieve dos cuestiones principales. La primera se refiere al hecho de que es posible alcanzar el objetivo original si los países y sus asociados en el desarrollo tienen la voluntad política de hacerlo. En otras palabras, los países deben renunciar al enfoque «como hasta ahora» y centrar su atención en las medidas adicionales urgentes que se necesitan para afrontar la difusión de la subnutrición crónica. La segunda cuestión se relaciona con la disponibilidad y utilización de recursos para alcanzar el objetivo de la Cumbre. Hay que comenzar por asignar recursos para identificar con más precisión a las personas subnutridas y, después, adoptar medidas encaminadas a reducir el hambre a corto plazo, y dar pasos decisivos para mitigar a largo plazo la pobreza que frecuentemente es causa del hambre.

Figura 1b. Una carrera más rápida para vencer el hambre

Por estas razones, la voluntad política y la movilización de recursos son la base del informe de este año. El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2001, presenta numerosos «casos de éxitos» que pueden lograrse en los países para reducir el hambre y la pobreza cuando se aplican las prácticas mejores en el desarrollo y cuando existe la voluntad política para luchar contra las causas radicales de la subnutrición. Los seis últimos artículos del informe exponen la gran variedad de actividades, para las que en muchos casos se necesitan pocos recursos financieros adicionales, que pueden ayudar a afrontar el hambre y la pobreza. Una vez que se comprenden bien los problemas a nivel de comunidades, se pueden orientar los recursos en primer lugar a prestar socorros directos y realizar intervenciones básicas que aseguren a la población salud y energía adecuadas para participar en su propio desarrollo. Después es necesario invertir en la mejora de la productividad y eficiencia de los sectores clave de los recursos naturales, especialmente los utilizados en la producción agropecuaria, pesquera y forestal. Sin embargo, al hacer esto debemos renunciar a los métodos de arriba abajo aplicados en el pasado y, en lugar de ello, dar poder a las comunidades y personas locales para que sean los agentes de su propia seguridad alimentaria y del desarrollo de sus medios de subsistencia.

Contribuye a complicar las tareas de la lucha contra el hambre y por el fortalecimiento de los medios de subsistencia rurales el impacto devastador del VIH/SIDA, especialmente en las zonas más afectadas, como el África subsahariana. Esta enfermedad está creando grandes nuevos grupos vulnerables y está erosionando rápidamente la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia al eliminar de los procesos productivos a un gran número de adultos en la flor de su edad. La experiencia reciente en la lucha contra el VIH/SIDA ha demostrado que la voluntad de actuar es fuerte, que se pueden movilizar recursos con eficacia y que es posible encauzarlos a soluciones prácticas para las personas necesitadas.

Creo que El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2001 transmite la visión que comparten la FAO y sus asociados: la forma en que la comunidad internacional y los gobiernos nacionales pueden trabajar unidos para volver a estar «en camino» de cumplir sus compromisos de alcanzar el objetivo de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación. Además, confío en que estaremos así en condiciones de superar este objetivo intermedio y erradicar también el hambre.

Consideramos la erradicación del hambre como el paso primero y decisivo para erradicar la pobreza profunda que sigue afligiendo a tantos millones de personas en nuestro mundo. Mientras esté extendida el hambre en el mundo, poco pueden conseguir otras estrategias de mitigación de la pobreza, porque falla radicalmente el fundamento para un desarrollo de amplia base. Reconocieron esto los jefes de gobierno de los «países G8», quienes declararon en su comunicado final de Génova (Italia) en julio de 2001: «un objetivo fundamental de nuestra estrategia para la reducción de la pobreza sigue siendo el acceso a suministros alimentarios suficientes y el desarrollo rural».

Jacques Diouf
Director General de la FAO

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