Con una superficie de 8,5 millones de kilómetros cuadrados, Brasil ocupa alrededor de la mitad de América del Sur. La mayor parte del territorio está situada entre el ecuador y el trópico de Capricornio. El gran número de cultivos que se producen en el país es un reflejo de la extensión y diversidad del territorio. Las regiones agrícolas más importantes del país son el sur, el sudeste y el centro oeste.
Según el censo agrícola de 1995/1996, la superficie cultivada es del orden de los 50 millones de hectáreas, y los pastizales abarcan alrededor de 178 millones de hectáreas. Los productos agrícolas principales son el café, el azúcar, la soja, la mandioca, el arroz, el maíz, el algodón, los frijoles comestibles y el trigo. Brasil produce aproximadamente 2 000 millones de litros de leche por año y es el sexto o séptimo productor mundial. La producción de carne es del orden de los 15 millones de toneladas, y el país es el tercer productor mundial.
La agricultura representa aproximadamente el 10 por ciento del BIP, emplea alrededor del 20 por ciento de la fuerza laboral y representa un 20 por ciento de los ingresos de exportación. Los productos de exportación más importantes son la soja y sus productos derivados, el café, el azúcar, el zumo de naranja y la carne.
Durante el último decenio se han producido en la economía brasileña profundas transformaciones. La interrupción del proceso inflacionario fue una conquista importante que dio lugar a cambios que aumentaron la eficacia de los sectores tanto privados como públicos. En el sector público, el logro de un equilibrio fiscal a largo plazo ha requerido cambios en los procedimientos, particularmente en lo que se refiere a la formulación y ejecución de políticas. El proceso presupuestario, que en el pasado solía ser no vinculante, está asumiendo un papel cada vez más importante en el establecimiento de las prioridades de políticas.
Las transformaciones se han extendido también a la política comercial. Al comienzo de los años noventa, el Brasil promovió una reforma importante de sus aranceles y ya estaba en conversaciones con Argentina para la creación de una zona de libre comercio entre ambos países. El abandono del antiguo proteccionismo en favor de un sesgo más liberal en las políticas comerciales ha contribuido a aumentar ulteriormente la eficacia en el sector privado y, particularmente, en la agricultura. Todavía queda un camino largo por recorrer en lo que se refiere a la liberalización del comercio tanto en la agricultura como en otros sectores, pero la profundidad del proceso dependerá principalmente de la disposición de los asociados comerciales brasileños para seguir adelante con la liberalización, así como de los resultados de las negociaciones comerciales multilaterales.
También la política agrícola ha estado sujeta a cambios importantes. Durante los años setenta y parte de los ochenta, el crédito subvencionado era el instrumento más importante en materia de ayuda interna. A mediados de los años ochenta disminuyó la importancia del crédito, y la ayuda interna pasaba principalmente a través de los mecanismos de sostenimiento de los precios, con los que el gobierno acumulaba las existencias de algunos productos. El análisis de estas políticas ha demostrado que han tenido pocos efectos en la eficacia y que condujeron a un aumento de los precios de la tierra, a una mayor concentración de la propiedad de las tierras y a una peor distribución de los ingresos (Brandão y Carvalho, 1992; Brandão y Rezende, 1989). Estas políticas se abandonaron en su mayor parte en los años noventa debido a las dificultades financieras del sector público, y actualmente la ayuda interna a la agricultura comercial no es significativa.
Al comienzo de los años setenta, el Brasil promovió una reforma completa del sistema de investigaciones agrícolas, con la creación de Embrapa (Corporación brasileña para las investigaciones públicas) y la destinación de cuantiosas inversiones a la capacitación de científicos. Desde entonces, la mayoría de los gobiernos han considerado esto como una prioridad de la política agrícola, y actualmente el Brasil tiene un sistema de investigaciones agrícolas vigoroso al que se deben en gran parte los notables aumentos observados en la productividad del sector.
También han contribuido a los cambios producidos en el Brasil las novedades registradas en la economía mundial. El ARU impuso nuevos límites a los tipos de políticas que pueden aplicarse. Análogamente, los acuerdos regionales como el MERCOSUR establecieron otras restricciones a la política comercial. El Brasil participa también en negociaciones encaminadas al establecimiento de otras zonas de libre comercio, como el MERCOSUR y la UE, el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y otros acuerdos bilaterales, como el acuerdo de cooperación que acaba de firmarse con México.
Hay una gran demanda de políticas sociales, que incluye iniciativas como los programas de reforma agraria y de reducción de la pobreza. En vista de esto, de las restricciones fiscales con las que se enfrenta el gobierno del Brasil y de las reglamentaciones del sistema comercial internacional, no quedará mucho margen para la aplicación de políticas de ayuda interna, como las adoptadas antes de los años noventa. El panorama descrito anteriormente, unido al hecho de que el Brasil tiene una ventaja comparativa en los productos agrícolas y los productos basados en la agricultura, pone de relieve el hecho de que las negociaciones comerciales agrícolas tienen una gran prioridad en el programa de políticas económicas del gobierno brasileño.
[10] Estudio preparado para
la FAO por Antônio Salazar P. Brandão, Profesor de Economía
en la Universidad Estatal de Río de Janeiro (UERJ). Se agradece la
colaboración de Alexandre Pessôa Brandão en la
preparación de los datos y a Ignez Vargas por las sugerencias ofrecidas
para una versión anterior de este documento. |