Evaluación de los recursos forestales regionales: examen del potencial de América del Norte La colaboración regional no sólo puede contribuir a reforzar la capacidad de cada país para controlar y evaluar sus recursos forestales, sino que puede servir también como nexo entre las evaluaciones nacionales y mundiales de los recursos forestales. En América del Norte existe una convicción cada vez más firme de que el inventario y el seguimiento del ecosistema forestal es vital para la consecución de la ordenación forestal sostenible, es decir, para formular una política eficaz de uso y conservación de la tierra, para valorar los servicios y beneficios que proporcionan los bosques, para planificar y realizar actividades de gestión y para controlar los resultados a lo largo del tiempo. Esta información respalda directamente la notificación y evaluación de criterios e indicadores para la ordenación forestal sostenible y es una base de conocimientos apropiada para apoyar la investigación y el desarrollo. El Grupo de trabajo sobre inventarios, seguimiento y evaluación de los bosques de la Comisión Forestal para América del Norte (COFAN) está estudiando la posibilidad de dar información de alcance continental agregando los datos de los inventarios forestales nacionales procedentes de los tres países miembros de la comisión: Canadá, México y los Estados Unidos. Uno de los requisitos para el análisis de los recursos forestales de América del Norte es la elaboración y validación de una base de datos comunes sobre inventarios, seguimiento y evaluación vinculada con las bases de datos de los países. Una vez que se hayan establecido los protocolos para el intercambio y evaluación de datos se podrán elaborar mapas interpretativos de alcance continental para describir los bosques de América del Norte. Las diferencias en los protocolos de medición y seguimiento de los programas de inventarios nacionales constituyen un problema para adoptar un enfoque continental. El problema más importante para definir variables comunes es la diferencia en las definiciones, particularmente en la definición de bosque. Los parámetros umbral, como la superficie mínima, la espesura del dosel, la densidad de masa o la productividad son distintas y la clasificación de la tierra en las categorías de bosque u otras tierras boscosas puede depender de una ligera modificación de esos parámetros. El análisis de los datos procedentes de las bases de datos de los inventarios forestales nacionales de los tres países reveló que era posible conseguir la armonización (el proceso de compatibilizar las distintas definiciones entre sí) para las siguientes variables:
El grupo de trabajo creó una base de datos de inventarios forestales integrada y definida geográficamente sobre la base de los datos nacionales, utilizando las zonas ecológicas que emplea la FAO en la Evaluación de los recursos forestales mundiales 2000 (ERF 2000) como marco del informe. La FAO ha delimitado 20 zonas ecológicas en América del Norte, seis tropicales, cinco subtropicales, cinco templadas, tres boreales y una polar (Figura 1). La superficie forestal y el volumen se desglosaron por tipo de bosque (de coníferas, mezclado y de latifoliadas). La tierra se clasificó como de propiedad pública o de propiedad privada. La Figura 2 ilustra la distribución de la superficie forestal por zonas ecológicas y la Figura 3 el desglose de los tipos de bosque por grupos de zonas ecológicas. Una dificultad derivó del hecho de que los límites de las zonas ecológicas de la FAO no se corresponden exactamente con los límites del marco ecológico de los distintos países. Es necesario salvar estas diferencias antes de difundir los resultados de las evaluaciones continentales con el fin de conciliar la superficie de tierra oficial de cada país con la superficie total. En ese proceso de conciliación se debe asignar la superficie no clasificada a una categoría de cubierta terrestre. La base de datos que se está elaborando podría suministrar información sobre cuatro de las 15 tablas de información de la actualización de la ERF 2005 (véase el Cuadro). Con la armonización de algunas variables adicionales se podría utilizar la base de datos para informar sobre las tablas en las que los datos son actualmente incompletos. Si se incorporaran datos secundarios en el análisis, sería posible también facilitar información sobre las alteraciones, la diversidad de especies arbóreas, la extracción de madera, los productos forestales no madereros y el empleo para todo continente. Los tres países están revisando sus sistemas de inventario forestal nacional, y ello ofrece la posibilidad de adoptar un enfoque más compatible para el análisis y notificación a nivel continental. Los contactos regulares entre los países han contribuido a configurar las revisiones nacionales, orientando a los tres países a la adopción de un marco común norteamericano para los inventarios y el seguimiento. Esto debería simplificar la compilación de una base de datos de América del Norte y facilitar la evaluación regional de los recursos forestales.
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