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Perspectivas actuales de la ordenación forestal sostenible y la certificación de la madera

Hooi Chiew Thang 1


Resumen

Uno de los mayores desafíos en la ordenación forestal es la sostenibilidad del recurso mismo, mientras que el desafío por la conservación de la diversidad biológica no es "detener la deforestación" sino asegurar un conjunto mínimo de bosques primarios estratégicamente localizados en zonas representativas con alta diversidad y endemismo. Además, los mecanismos y métodos para la evaluación de los muchos y diversos servicios y bienes que el bosque provee, especialmente aquellos que no son prontamente comercializados, necesitan obtener un mayor desarrollo.

Durante las dos ultimas décadas, la certificación de maderas para construcción no ha logrado una repercusión importante en la pérdida de los bosques tropicales. Además, es cara y los consumidores en Europa y los Estados Unidos de América no desean pagar más por productos certificados.

Aunque se espera que la certificación de maderas promueva la equidad social y económica, muchos pequeños agricultores y productores a menudo la hallan demasiado costosa y no pueden acceder al capital, información o mercados que la certificación supone ofrecer. Además, la participación del gobierno en la certificación de la madera es necesaria por cuanto muchos esquemas de certificación de maderas aún deben lograr autofinanciarse y las tierras forestales en muchos países en desarrollo son propiedad de los gobiernos.

La eficiencia de la certificación de la madera en la promoción de la ordenación forestal sostenible aún se encuentra sometida a considerable debate en el ámbito internacional. En el mejor de los casos, ha generado una mayor concienciación entre los especialistas forestales y las muchas partes interesadas sobre la necesidad de equilibrar la protección y conservación de los recursos forestales con los usos económicos.

Asimismo se necesita un conjunto de criterios e indicadores con acuerdo internacional para evaluar las prácticas de ordenación forestal sostenible y la certificación de la madera, o, por lo menos, un marco internacional para su reconocimiento mutuo. También es necesaria mayor investigación en el uso de criterios e indicadores para evaluar la ordenación forestal sostenible y en la certificación, incluyendo el vínculo entre estas y las mejoras reales en la ordenación forestal sostenible.


Introducción

La ordenación forestal sostenible (OFS) es un tema principal, no sólo para especialistas de recursos sino para las personas de otros órdenes de la vida. Esto no debe sorprender por cuanto se ha identificado a la OFS como esencial para el logro de un desarrollo sostenible y como un medio para erradicar la pobreza, reducir la deforestación y la pérdida de la diversidad biológica, detener la degradación de tierras y recursos, aumentar la seguridad alimentaria e incrementar el acceso al agua potable y a la energía disponible.

La necesidad de conservar y gestionar los bosques del mundo en el contexto de protección mundial del medio ambiente se reconoció recién en los años 70. En la segunda mitad de la década de los 90, se demandaron criterios e indicadores para utilizarlos en la evaluación del nivel de sostenibilidad forestal y a través de la certificación de maderas.

La ordenación forestal sostenible

Desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), realizada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, los mayores desafíos que plantea la OFS incluyen la necesidad de reducir la deforestación y la degradación forestal garantizando la sostenibilidad de los recursos forestales, la protección y conservación de la diversidad biológica y garantizando el uso sostenible de los recursos genéticos y reforzando la evaluación completa de los servicios y los productos forestales.

Sostenibilidad de los recursos

Aunque todos están de acuerdo en que la sostenibilidad del recurso forestal es de principal importancia para satisfacer las necesidades de las generaciones actuales y futuras, no siempre es claro qué significa esto en términos de ordenación forestal en la práctica. La clarificación de este tema por medio de la aplicación de indicadores y criterios de sostenibilidad es un pequeño pero importante paso hacia el logro de la OFS. Esto, junto con recomendaciones de ordenación y normas de rendimiento generarían una base sana para evaluar la OFS en el nivel operativo y para proveer un vínculo hacia la certificación voluntaria de la madera.

El debate internacional actual sobre los criterios e indicadores también ha persuadido a muchas de las organizaciones no gubernamentales que se ocupan del medio ambiente (ONG para el medio ambiente) que se oponían totalmente al aprovechamiento del bosque natural hace unos pocos años por cuanto los valores ambientales y de recreación del bosque no se podían mantener con aprovechamiento de madera. De modo similar, los servicios forestales, los propietarios de bosques e industrias han reconocido que es necesario y razonable modificar y adaptar las prácticas de aprovechamiento para dar lugar a la conservación ambiental. La pregunta importante es: ¿qué obstáculos permanecen y cómo se puede superarlos?

En este contexto, el sistema tradicional de ordenación de rendimiento sostenido, que se basa en el concepto de equilibrio entre el crecimiento y el aprovechamiento que puede sostenerse a perpetuidad, tendrá que ser reemplazado por un nuevo paradigma de ordenación forestal de recursos múltiples que involucre la producción simultánea de bienes y servicios forestales y sea compatible con la necesidad de preservar el ecosistema forestal y el medio ambiente.

Se ha dado amplia consideración al refinamiento ulterior de las técnicas de tala de impacto reducido (RIL) en cuanto a su aplicación en las extensas zonas de los trópicos donde la producción de madera es aún una opción viable, en tanto que a menudo se ha dicho que la construcción de caminos forestales durante las operaciones de aprovechamiento de madera constituye una parte principal de la degradación ambiental total.

Sin embargo, en muchos países en desarrollo, los caminos forestales que cuentan con un diseño apropiado están construidos de acuerdo con sanas prácticas de ingeniería y están bien mantenidos; a menudo forman parte de la red planeada de caminos públicos que suministrarían un conveniente acceso a bajo costo a los productos forestales, especialmente en las zonas rurales, así como también darían satisfacción a las necesidades de ordenación, conservación y protección forestales. La rentabilidad generada por los productos forestales obtenidos, en particular la madera para la industria, proveerían los muy requeridos recursos para aumentar la OFS a largo plazo. De este modo, el desafío consiste en construir caminos que reduzcan al mínimo las repercusiones ambientales adversas y aseguren la productividad del sitio especialmente durante el aprovechamiento forestal.

En los años por venir, se tendrá que prestar mayor atención a la importancia de los productos no madereros en tanto que son cruciales para la economía rural de muchos países en desarrollo al satisfacer las necesidades culturales y de subsistencia; y también considerándolos como fuente de empleo retribuido y suplemento de ingresos. Se debe hacer hincapié, asimismo, en la ordenación de las cuencas hidrográficas con el objeto de aumentar la producción de alimentos en las zonas de alto rendimiento y en el estudio de las prácticas de ordenación actuales de modo de reducir al mínimo la naturaleza destructiva y la extensión de los incendios forestales que tienen repercusiones negativas en la diversidad biológica, en la distribución de clase por edad y en la sostenibilidad.

Conservación de recursos

Las encuestas recientes sobre una base mundial sugieren que la proporción actual de la pérdida de especies es alta. Una estimación determina que la continuación del actual ritmo de deforestación en los bosques tropicales conducirá a la pérdida de aproximadamente el 25% de las especies de plantas en el mundo en los próximos 20 años (UICN et al., 1990). De acuerdo con los datos usados, se puede eliminar entre el 5 y el 15% de las especies hacia el 2020 (Instituto Mundial de Recursos, 1989). Como tal, la rápida pérdida de la diversidad biológica del bosque tropical se ha transformado en un tema de creciente preocupación nacional e internacional.

Por ello, la conservación de la diversidad biológica en los ecosistemas forestales requiere decisiones firmes de quienes tienen la responsabilidad de formulación de las políticas. Se tendrá que elegir dar prioridad a un hábitat o a una especie sobre otra. En algunos casos, las estrategias de conservación a largo plazo pueden tener que incluir la rehabilitación y el apartamiento de bosques primarios. Los manglares y los ecosistemas forestales costeros deberían recibir especial atención por cuanto tienen una gran importancia en el funcionamiento de importantes procesos para la vida.

El desafío por la conservación biológica, por lo tanto, no es "detener la deforestación" sino asegurar un conjunto mínimo de bosques primarios estratégicamente localizados en zonas representativas con alta diversidad y endemismo. Las zonas que rodean las reservas biológicas deberían ser simultáneamente ordenadas para satisfacer metas sociales y económicas. De modo similar, en los bosques de producción, es pertinente identificar especies fundamentales u otros componentes de especial valor ecológico para la protección y conservación.

Evaluación de recursos

Actualmente, muchos ecologistas y economistas creen que los bosques del mundo no han sido totalmente evaluados en términos económicos. En este contexto, la evaluación económica actual de los recursos forestales, basada en los costos monetarios de la extracción y distribución, a menudo ha dado por resultado incentivos inadecuados para el uso sostenible del recurso, lo cual, a su vez, induce al excesivo consumo de los productos forestales y a la degradación ambiental. Por ello, el sistema de incentivos y penalidades tendrá que ser reexaminado y re-orientado para reflejar los costos completos de los bienes y servicios forestales, incluyendo los costos ambientales. La inclusión de los costos ambientales disipará la suposición de que el medio ambiente es un producto básico libre.

Hay, por lo tanto, una necesidad de desarrollar más los mecanismos y métodos para la evaluación de muchos bienes y servicios diversos que el bosque provee, especialmente aquellos que no se comercializan rápidamente en los mercados. Algunos de estos incluyen protección de las cuencas hidrográficas, retención del carbono y la conservación de la diversidad biológica. La evaluación completa de los bienes y servicios forestales rendiría excedentes para que los países inviertan en ellos y logren la OFS.

La certificación de la madera

La certificación de maderas fue propuesta por las ONG que se dedican al medio ambiente a principios de la década de los 80 como un medio de ocuparse de la destrucción y pérdida de los bosques tropicales. Con una presión continua por parte de las ONG que se dedican al medio ambiente y una creciente competencia entre los productos forestales y los sustitutos no madereros, el foco de la certificación de maderas se ha expandido para abarcar también los bosques no tropicales, la madera y los productos de madera.

En enero de 2002, se estima que sólo 109 millones de hectáreas o 2.8% de los bosques del mundo han sido certificadas de acuerdo con esquemas internacionales y regionales tales como el Consejo de Manejo Forestal (FSC) o el Consejo de Certificación Forestal Paneuropea (PEFC), así como también de acuerdo con esquemas nacionales, por ejemplo aquellos de Finlandia, Suecia, Noruega, Malasia, Indonesia y Brasil (OIMT, 2002). Sin embargo, casi 92% de todos los bosques certificados en el mundo están localizados en los países templados industrializados que ya están bien gestionados o se acercan a estarlo, por cuanto poseen los medios financieros y tecnológicos así como la capacidad para implementar acertadas prácticas de ordenación. Este no es el caso de los países en desarrollo en los trópicos que sólo exhiben el 8% de bosques certificados.

Puntos fuertes y débiles

Se considera que mediante la certificación de maderas los consumidores podrían discriminar entre las maderas provenientes de fuentes con ordenación sostenible y aquellas de fuentes destructivas o "insostenibles". En teoría, esto presentaría la ventaja de brindar a los productores madereros un incentivo para mejorar sus prácticas de gestión forestal, cumplir con las normas concertadas, obtener certificación y vender los productos a precios prima suponiendo que los consumidores estén preparados para pagar un precio más alto por un producto "verde" (Counsell y Loraas, 2002). También les permitiría aumentar o proteger su participación en el mercado y evitar restricciones a sus productos.

Recientes estimaciones de la cubierta forestal mundial a cargo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, 2001) indican que entre 1990 y 2000, la pérdida anual de bosques naturales en los trópicos, donde ocurre la mayor parte de la de forestación, fue de 15.2 millones ha. Aunque esta cifra era inferior a la de 15.5 millones ha registrada para el período 1980-1990, es evidente que no se produjo ninguna reducción importante en la pérdida de bosques tropicales a pesar de algunos cambios en las definiciones, métodos e información actualizada de inventario usados en las diferentes evaluaciones. Por ello, la certificación de maderas no ha tenido una gran repercusión en la pérdida de bosques tropicales en las dos últimas décadas.

En general, la mayor parte de los esquemas de certificación de maderas comparten un considerable grado de asuntos comunes. Aunque el agrupamiento de los indicadores dentro de criterios individuales pueda diferir de un esquema a otro, los criterios concertados son conceptualmente similares entre ellos en cuanto abarcan los marcos legales e institucionales, el alcance de los recursos forestales, la condición y salud de los bosques, la diversidad biológica, las funciones productivas y protectoras y los beneficios sociales y económicos de los bosques. Sin embargo, debido a la heterogeneidad de las condiciones locales, los valores iniciales y otras normas de rendimiento requeridos en los esquemas de certificación de maderas no difieren y se desarrollan mejor mediante un proceso participativo, tomando en cuenta las normas existentes en el país o la región.

Se ha manifestado preocupación acerca de que la certificación de madera puede dar a los consumidores la impresión de que los productos no etiquetados, incluyendo los que aún deben ser evaluados, se han producido de un modo insostenible para el medio ambiente. También se debería hacer notar que la zona total de los bosques bien ordenados no se limita a las zonas que han sido certificadas. Muchos bosques no certificados, incluyendo los ordenados para la producción de madera, pueden también hallarse bajo prácticas de OFS. En realidad, si los incentivos para suscribirse a la certificación de maderas fueran suficientemente fuertes, los países importadores no tendrían que recurrir a acciones unilaterales que discriminen contra las importaciones de madera proveniente de fuentes no sostenibles.

Además, la certificación de maderas es cara, según lo muestra un estudio realizado en Malasia. Los costos iniciales requeridos para mejorar las operaciones de aprovechamiento forestal, según se los compara con las prácticas corrientes, aumentarían 65.05 dólares estadounidenses o 62.5% por ha (Ahmad Fauzzi et al., 2002) mientras que las ganancias previstas a largo plazo a partir de las actividades de post-aprovechamiento aún deben determinarse. En este asunto, el éxito de la certificación de maderas introducida sobre una base voluntaria dependerá de la disposición de los consumidores para pagar más ("prima verde") por productos de madera producidos en fuentes sosteniblemente ordenadas.

Sin embargo, de acuerdo con Solberg (Solberg, 2003), los consumidores en Europa no están muy dispuestos a pagar más por productos forestales provenientes de bosques certificados. Esto es también verdad para los Estados Unidos de América donde el 81% de las compañías que son propietarias y gestionan tierras forestales y el 70% de las compañías que manufacturan y venden productos certificados, pero que no cumplen ninguna función en la ordenación de las tierras forestales, son escépticas en cuanto a que surja alguna prima (Auld, Cashoe y Newsom, 2003). Por ello, los costos aumentados de producción pueden no ser prontamente pasados al consumidor sin una reducción en el consumo, aunque existen algunos segmentos de mercado donde la disposición a pagar un precio prima se podría observar y explotar por el mercado.

Un cierto número de propietarios forestales y empresas están en la actualidad realizando certificación de maderas o adoptando una fase de acercamiento a la misma, especialmente en los países en desarrollo, como un modo de demostrar su calidad de su ordenación forestal y consolidar su empuje competitivo, reputación y apariencia de "buen ciudadano" en un mercado mundial cada vez más incierto, aun cuando esto signifique sacrificar parte de su autonomía (Sasser, 2003)

Como la certificación de la madera es un instrumento usado para confirmar el logro de ciertas normas de rendimiento predeterminadas de ordenación forestal en una zona forestal dada en un cierto punto del tiempo, el otorgamiento de certificados se basa, en realidad, en suponer que las actividades de ordenación que aseguran que el bosque está sosteniblemente ordenado se realizarían todo a través de la rotación del bosque, pero podría no ser así. En el caso extremo, los propietarios de bosques podrían aprovechar todos los bosques certificados y vender cada trozo de madera y perder el certificado después de haber ganado dinero y el certificado ya no se necesite más. Por ello, las políticas gubernamentales y la legislación deben estar en su lugar y ser activas para que los propietarios de bosques se comprometan con una sostenibilidad forestal a largo plazo.

Se necesita la participación del gobierno también por los requisitos financieros de los esquemas de certificación de maderas porque la mayoría de estos esquemas aún deben lograr autofinanciarse y en muchos países en desarrollo, las tierras forestales son de propiedad gubernamental. Además, los gobiernos son responsables de la subsistencia y bienestar de sus pueblos, mientras que las instituciones para la certificación de maderas no lo son.

Temas no resueltos

La actual proliferación de esquemas de certificación de maderas puede generar problemas a los países productores de maderas, especialmente aquellos con orientación exportadora. Los criterios e indicadores basados en las condiciones ambientales y las necesidades del país importador pueden ser ambientalmente inapropiados, dadas las condiciones locales en el país de producción. Además, los esquemas de certificación de madera que usan diferentes conjuntos de criterios e indicadores para definir y evaluar la OFS han exacerbado la necesidad de un conjunto de criterios e indicadores internacionalmente acordados para evaluar las prácticas de evaluación de a OFS en el nivel de unidad de ordenación forestal, tomando en cuenta las diferentes esferas de desarrollo sociocultural de los países y sus valores tradicionales y culturales existentes, o, por lo menos, un marco internacional para su reconocimiento mutuo.

Aunque se espera que la certificación de maderas promueva la equidad social y económica, y en particular la responsabilidad social corporativa, incluyendo participación en el gobierno de los grupos sociales e indígenas, así como también uniones sindicales en la toma de decisiones sobre ordenación forestal, al mismo tiempo la certificación de maderas parece actuar contra esa meta. Los pequeños agricultores y productores a menudo hallan la certificación demasiado costosa y no pueden acceder al capital, información o mercados que la certificación supone ofrecer. Muchos países también encuentran que esto es discriminatorio.

El interés corporativo invertido en asegurar resultados exitosos a partir de la certificación de la madera puede también dar por resultado instituciones que otorguen certificados a empresas que aún no han alcanzado un completo logro en las normas de rendimiento para la OFS. Sin embargo, la habilidad de manipular las instituciones de certificación y usar esa institución de certificación para otorgar el certificado dependerá de cuánto poder tiene la empresa y si puede distinguirse de sus competidores en el mercado. De igual modo, las instituciones de certificación tienen un interés invertido en sostener y expandir sus negocios y a causa de los competidores entre ellas, algunas se hallan activamente desacreditando a sus competidores y hasta van tan lejos para garantizar la certificación ex ante para obtener contratos de certificación de madera (de Camino y Alfaro, 1998).

Los esquemas de certificación deberían hacer más hincapié en el aspecto social de la producción como jornales y condiciones de trabajo decentes, producción y sostenibilidad de los productos no madereros y la certificación del carbono retenido por los bosques para ser comercializado, por ejemplo, bajo el Mecanismo para un Desarrollo Limpio del Protocolo de Kyoto para el Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Conclusiones

No existe la "bala mágica" de prácticas de ordenación forestal universalmente aplicables que puedan usarse uniformemente para asegurar la sostenibilidad forestal, por cuanto la definición de sostenibilidad puede variar en el tiempo y el espacio dado que las demandas de la sociedad de bienes y servicios forestales cambian. La optimización de los diversos valores a obtener de los bosques requiere que la unidad de ordenación convencional sea ordenada en el contexto de un paisaje más amplio. Este sigue siendo uno de los desafíos más importantes para los especialistas forestales de la actualidad en su búsqueda para la lograr la OFS.

La eficiencia de la certificación de maderas como un instrumento para promover la OFS está aún sometida a considerable debate en el ámbito internacional. En el mejor de los casos, la aplicación de la certificación de maderas al evaluar la OFS ha generado una mayor concienciación entre los administradores forestales acerca de su responsabilidad social para reducir al mínimo la pérdida de la diversidad biológica y proteger el medio ambiente.

Además, el desarrollo de las normas de rendimiento, incluyendo los criterios e indicadores y la certificación de maderas por medio de diálogos múltiples entre las partes interesadas, ha aumentado la comprensión entre las muchas partes interesadas que se hallan preocupadas por la sostenibilidad de los recursos forestales, especialmente las ONG para el medio ambiente, en la necesidad de equilibrar la protección y la conservación con los usos económicos. La OFS no es la suma de la sostenibilidad ecológica, social y económica, sino, más bien, su producto.

La aceptación actual de la certificación de la madera por más de 30 países en el mundo, que se hallan trabajando o han completado las normas o esquemas nacionales, pueden tener más que hacer con su deseo de mantener sus partes existentes del mercado o de aumentar el acceso al mercado, especialmente de los países importadores en Europa Occidental y, en un menor grado, de los Estados Unidos de América. Sin embargo, algunos principales mercados de madera tienen aún que adoptar cualquier esquema de certificación de maderas, como, por ejemplo, China, que aún está involucrada en adaptar criterios e indicadores acordados internacional y regionalmente para evaluar las prácticas de la OFS.

El proceso abierto, transparente y de mejora constante de usar criterios e indicadores al evaluar la OFS y la certificación de la madera necesitarán más investigación para la sostenibilidad a largo plazo de los recursos forestales, así como también el vínculo entre el proceso y las mejoras substantivas reales en la ordenación forestal, porque, en realidad, las instituciones de certificación de maderas no certifican corrientemente que una unidad de ordenación sea sostenible, sino que se han satisfecho las normas de ordenación predeterminadas.

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1 Director General Forestal Adjunto (Planificación y Desarrollo), Sede del Departamento de Montes, Malasia Peninsular, Jalan Sultan Salahuddin, 50660 Kuala Lumpur, Malaysia. [email protected]