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La valoración de los bosques tropicales: ¿ha sido todo en vano?

Lucy Emerton 1


Resumen

En el presente documento se sostiene que la subvaloración de los ecosistemas forestales tropicales ha perjudicado su ordenación sostenible. Por mucho tiempo los planificadores y los encargados de adoptar las decisiones no han prestado atención suficiente a los beneficios ambientales producidos por los bosques, o los han ignorado completamente, por cuanto es muy difícil establecer su valor y también porque en buena parte son ajenos a los mercados oficiales y a los mecanismos de fijación de precios. Si se aplican definiciones tradicionales de valor forestal y técnicas convencionales de valoración, pueden parecer pocos los beneficios económicos arrojados por la ordenación forestal sostenible, al igual que los costos económicos relacionados con la degradación y la desaparición de los bosques.

Los avances logrados en el último decenio en los métodos de valoración económica en la actualidad permiten cuantificar y expresar más acertadamente los beneficios forestales en términos económicos. También se dispone de un volumen creciente de documentación de gran utilidad relativa a la valoración ecológica de los bosques, incluidos los valores no comerciales que anteriormente se omitían en los cálculos. En este documento se examinan estos adelantos metodológicos así como su aplicación a los ecosistemas forestales tropicales en distintos lugares del mundo.

Aún así, la valoración de los bosques tropicales sigue siendo a menudo una actividad meramente académica, pues si es cierto que ha habido notables progresos en las definiciones y las técnicas de valoración, en la realidad no ha sucedido lo mismo a la hora de aplicar esos progresos a las políticas, la planificación y la ordenación forestales. Aunque ahora los beneficios ambientales se comprenden más y pueden cuantificarse de manera más exacta, su valor sigue siendo intangible para muchos de los responsables públicos de la toma de decisiones, los terratenientes privados y los usuarios de los recursos, cuyas acciones pueden afectar en cambio a la situación de los bosques. Hasta que estos valores dejen tan sólo de formularse y estén reflejados en la planificación y las políticas de conservación y desarrollo y en las prácticas de ordenación, así como en los precios y beneficios que obtienen los usuarios, se corre el riesgo concreto de que los bosques _fuente vital de vida económica_ continúen degradándose y desapareciendo, por muchas pruebas concretas de su elevado valor que puedan aportarse.


1. Introducción: limitaciones de la ordenación forestal sostenible debidas a la subvaloración

Desde tiempos inmemorables, los bosques son una valiosa fuente para la vida económica del ser humano. Sin embargo, las formas en que se aprovechan y valoran dependen en gran medida del equilibrio entre las necesidades y prioridades económicas de las poblaciones en un lugar o momento determinado, y la escasez o abundancia relativa de recursos forestales. En los últimos años, un conjunto de cambios sociales, económicos y políticos complejos ha modificado las demandas ejercidas por el hombre en relación con los bosques, que han tenido efectos devastadores en el estado y la integridad de los bosques. Un buen ejemplo del clásico "problema económico" que se plantea respecto de los ecosistemas forestales consiste en tratar de satisfacer las ilimitadas exigencias de las poblaciones con una base de recursos escasa, de forma eficiente, equitativa y sostenible al mismo tiempo. Una cuestión fundamental y que se ha vuelto aún más apremiante se refiere al modo en que deben medirse las ventajas y desventajas económicas relativas que llevan consigo las múltiples demandas de la gente respecto de las tierras y recursos forestales, y contrapesarse los rendimientos relativos de la conservación y la ordenación sostenible de los bosques con los de la tala rasa, la extracción insostenible o la conversión de los bosques a otros usos.

Por lo general, en las decisiones en materia de inversiones y de aprovechamiento de la tierra se tiene escasamente en cuenta el valor económico de los bosques tropicales. Hasta hace muy poco tiempo se consideraba que éstos eran importantes para la economía únicamente en función de la madera para uso comercial o la leña que podía extraerse en ellos, y eran éstos los factores principales a la hora de calcular la contribución de los bienes y servicios forestales a la producción doméstica, la rentabilidad de los proyectos, la producción sectorial o los indicadores económicos nacionales. Tal vez no deba sorprendernos que los instrumentos de las políticas económicas y los análisis de las diversas alternativas de ordenación forestal por lo general favorecieran la extracción comercial, el desbroce de las tierras con fines agrícolas o su modificación para poner en marcha otras opciones aparentemente rentables desde una perspectiva de "desarrollo". La conservación y el manejo sostenible de los bosques parecían ofrecer muy pocos beneficios económicos frente a los escasos costos económicos conexos con su degradación y desaparición.

Sin embargo, los beneficios económicos de los bosques tropicales superan con creces los arrojados por la mera producción de madera comercial o de productos forestales: además, aportan bienes necesarias para la subsistencia y servicios para el medio ambiente, cuyo valor económico es a menudo mucho más elevado. En el pasado, era muy difícil para los economistas valorar o expresar estos beneficios no comerciales en términos monetarios, con el resultado de que se acostumbraba omitirlos del proceso de adopción de decisiones. No obstante, al progresar las técnicas de valoración económica y al evolucionar las necesidades y demandas del hombre en relación con los bosques, también se ha ido reconociendo cada vez más la importancia de esos valores para las ganancias comerciales y el comercio, el bienestar económico nacional y la producción y consumo en los hogares. Al mismo tiempo, está claro que es necesario formular esos valores forestales de mayor amplitud en forma de datos económicos cuantitativos si se desean comparar con precisión todas las ventajas y desventajas de carácter económico, social y ambiental inherentes a las diversas opciones de aprovechamiento y ordenación forestales.

En el presente documento se examinan los adelantos del último decenio en las técnicas aplicadas para estimar el valor monetario de los beneficios que producen los bosques tropicales. Actualmente, numerosos estudios indican que es posible cuantificar estos valores, que a menudo son elevados y superan los rendimientos financieros y económicos implícitos en otras alternativas de aprovechamiento, inversiones y manejo forestales. Con todo, sigue planteándose una situación muy difícil: si bien no cabe duda de que hoy día los valores ecológicos de los bosques tropicales se comprenden mejor y es posible además asignarles un valor monetario, este hecho ha tenido un impacto muy limitado en las usuales actividades comerciales en los sectores tanto de la conservación como del desarrollo. Por tanto, estos valores rara vez se evidencian en las políticas, los precios y los mercados que orientan las decisiones económicas de las personas y que en última instancia determinan el estado de los bosques.

2. Avances en la definición y medición de los beneficios forestales

Una de las razones de la persistente subvaloración de los bosques reside en que el concepto de valor económico se ha basado tradicionalmente en una definición muy restringida de los beneficios. Los economistas por lo general han considerado el valor de los ecosistemas forestales únicamente en función de la materia prima o los productos materiales que generan para la producción y consumo del ser humano, y que se comercializan en los mercados oficiales. Sin embargo, estos tipos de aprovechamiento directo representan sólo una pequeña parte del valor global de los bosques, que en cambio arrojan beneficios económicos muy superiores a los meros productos materiales o comercializados.

Con lentitud, esta definición de valor económico ha evolucionado. El concepto de valor económico total (VET) se introdujo hace un decenio aproximadamente (Pearce, 1990) y ha pasado a ser uno de los sistemas más utilizados para identificar y clasificar los beneficios forestales. En lugar de centrarse tan sólo en los valores comerciales directos de los bosques, el VET abarca también sus valores no comerciales y de subsistencia, sus funciones ecológicas y los beneficios no relacionados con su aprovechamiento. Para calcular el VET de un bosque es preciso ante todo examinar la gama completa de sus características en calidad de sistema integrado _sus reservas de recursos o activos, los flujos de servicios ambientales y los atributos del ecosistema en su totalidad (véase la figura 1).

En el último decenio, los avances en la definición y conceptualización del VET coincidieron con una evaluación de las técnicas utilizadas para cuantificar los beneficios de los bosques tropicales y formularlos en términos monetarios (Bishop, 1999; Lette y de Boo, 2002), y hoy día se dispone de una amplia gama de métodos para valorar los beneficios que trascienden los valores asociados con el aprovechamiento directo y los precios de mercado, y que por tanto ofrecen un panorama más completo del VET de los bosques.

3. ¿Qué valor poseen los beneficios de los bosques no comerciales?

Como resultado de estos adelantos conceptuales y metodológicos, en numerosos estudios realizados en los últimos diez años se ha intentado valorar los beneficios aportados por los bosques tropicales. Aunque la mayoría de ellos vierte sobre un lugar o un tipo de beneficio en concreto, unos cuantos contienen datos útiles sobre el VET de un ecosistema o una reserva forestal nacional en su totalidad. Adger et al. (1995), por ejemplo, calculan que el VET de los bosques mexicanos asciende a unos 4 000 millones de dólares EE.UU. al año. Asimismo, en la actualidad se comprende mucho más el valor indirecto que guardan los servicios ambientales de los bosques para los procesos comerciales y económicos mundiales. Algunos ejemplos los ofrecen la protección de las cuencas de captación forestales en las sierras andinas del Ecuador, cuyo valor actual, tan sólo para el complejo hidroeléctrico de Paute, se estima entre 11 millones y 15 millones de dólares EE.UU. (Southgate y Macke, 1989); y el beneficio neto que recibe todo el planeta gracias a la protección permanente de 650 millones de hectáreas de selva amazónica a los efectos de la retención de carbono, que según los cálculos asciende a unos 70 000 millones de dólares EE.UU., o cerca del 0,2 por ciento del producto interno bruto (PIB) mundial (López, 1997).

Figura 1. El valor económico total (VET) de los bosques

El proceso de valoración también ha permitido formular en términos económicos otro grupo de beneficios forestales no comerciales de importancia crítica, de los que por mucho tiempo se había hecho caso omiso: los relacionados con el aprovechamiento de los bosques en los hogares. Hoy dia son muchos los estudios que ponen de relieve y cuantifican el inmenso valor económico de los bienes producidos por los bosques tropicales para el sustento de las poblaciones locales. En este contexto, se ha estimado que los ingresos en efectivo que obtienen las aldeas gracias al açai, el cacao y el caucho en la Isla Combu -situada en el estuario del río Amazonas en el Brasil- ascienden anualmente a más de 3 000 dólares EE.UU. por hogar (Anderson y Ioris, 1992) y que el valor medio del aprovechamiento de las especies silvestres en la Amazonía ecuatoriana es de 120 dólares EE.UU./ha/año (Godoy et al., 1993). Asimismo, según pruebas empíricas cada vez más abundantes, los valores derivados de la utilización de los bosques no comerciales cobran importancia creciente para los grupos más pobres y vulnerables de la población. Por ejemplo, en tres provincias de Zambia septentrional, se ha constatado que los productos derivados del miombo (sabanas salpicadas de árboles) aportan cada año el 55% de los medios de subsistencia y de los ingresos de los hogares de menores recursos, es decir más del doble de lo que obtienen los restantes hogares (PFAP, 1998). En los alrededores de la zona protegida de Nam Et-Phou Loei, en la República Popular Democrática Lao, se ha observado que la contribución relativa de los productos forestales (equivalente a la mitad del PIB per cápita) guarda relación directa con el estado de pobreza, medido en función del ganado en propiedad, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de efectivo y la tierra utilizable (Emerton et al., 2002).

4. ¿Los valores forestales influyen en las ventajas y desventajas relativas de carácter económico?

La mayor capacidad para valorar los beneficios ambientales encierra la posibilidad de modificar considerablemente el modo en que se definen, formulan y comparan las ventajas y desventajas entre las diferentes decisiones en materia de inversiones, los tipos de aprovechamiento de los bosques y los regímenes de ordenación (Lette y de Boo, 2002). Si bien un elevado valor económico por sí solo no basta para considerar la ordenación sostenible como la opción más conveniente (Barbier, 1991), muchos estudios recientes señalan que los rendimientos arrojados por el aprovechamiento y manejo sostenible de los bosques pueden superar con creces los beneficios producidos por su desbroce o degradación. En el bosque de Tapean, en la provincia de Ratanakiri (Camboya), el valor de la recolección de productos forestales no madereros y de los beneficios ambientales se ha calculado en más de 400 dólares EE.UU./ha, es decir casi cinco veces más que el de la producción maderera insostenible (Bann, 1997). De igual manera, un estudio comparativo de los valores del aprovechamiento forestal en la selva amazónica peruana ha indicado un "valor actual neto de conservación" cercano a 7 000 dólars EE.UU./ha, muy por encima de los rendimientos de la explotación maderera a mata rasa, o de las plantaciones o la cría de ganado que puedan llegarse a efectuar posteriormente (Peters et al., 1989). Se obtuvieron resultados similares respecto de la región septentrional de Napo, en la Amazonía ecuatoriana, donde el valor actual neto de la extracción sostenible de productos forestales no madereros se ha valorado entre 1 250 y 2 850 dólares EE.UU., cifra muy superior al valor actual neto relativo a la agricultura (menos de 500 dólares EE.UU.), la tala (menos de 200 dólares EE.UU.) y la ganadería (57 a 287 dólares EE.UU.) (Grimes et al., 1994).

A pesar de estas cifras tan halagüeñas, los hechos no parecen demostrar que esta mayor comprensión de los valores ambientales dé lugar a nuevas decisiones o contribuya a menguar de alguna manera los factores económicos que ocasionan la pérdida de masa forestal. Los mercados, precios y políticas se siguen formulando con escasa atención a los valores ecológicos, a menudo discriminando la ordenación forestal sostenible. Estas causas subyacentes de la desaparición de los bosques son muy poderosas y complejas (Angelsen y Kaimowitz, 1999). Se calcula que a nivel mundial cada año se conceden subvenciones con efectos perniciosos por valor de 1 billón de dólares EE.UU., aproximadamente (Myers, 1996), y buena parte de ellas perjudican directamente el manejo sostenible de los bosques. En la selva amazónica brasileña, por ejemplo, se estima que la estrategia oficial de desarrollo y las políticas económicas, dirigidas casi en su totalidad a ampliar los intereses de las empresas en las esferas forestal, ganadera, agrícola y minera fueron responsables de como mínimo el 35% de las alteraciones forestales registradas hasta 1980 -y es interesante observar que muy probablemente no habría sido posible llevar a cabo esas actividades económicas sin distorsiones o subvenciones de este tipo (Barbier, 1989).

Los valores forestales aún se cuantifican de manera imprecisa y se distribuyen de manera desigual. Mientras que muchos de los beneficios ambientales relacionados con los bosques tropicales se perciben como factores externos, con un costo casi siempre muy bajo o inexistente para los beneficiarios, incumbe a los gobiernos nacionales sostener la mayoría de los gastos directos necesarios para financiar la ordenación forestal sostenible. Adger et al. (1995) señalan a este respecto el caso de México, donde, debido a que gran parte de los valores ecológicos de los bosques sobrepasan las fronteras del país los responsables de la formulación de las políticas nacionales no les atribuyen mucha importancia. Normalmente los organismos encargados del manejo forestal logran obtener en calidad de prestaciones en efectivo únicamente una pequeña parte de los valores ecológicos forestales, lo que no es suficiente para sufragar los costos de una ordenación sostenible. En la Reserva Forestal del Monte Kenya, por ejemplo, las ganancias del Departamento de Montes equivalen sólo a poco más del 1% del valor total de los beneficios forestales y a menos del 2% del valor de las actividades de extracción (Emerton, 1997).

Un hecho tal vez aún más grave es que la mayor comprensión de los valores ambientales ha producido un impacto muy limitado en los métodos de aprovechamiento y en las decisiones en materia de inversiones adoptados por el sector privado, los cuales inevitablemente afectan a la situación forestal. Casi siempre, la degradación o explotación excesiva de los bosques sigue siendo más rentable que su ordenación sostenible, no obstante los consiguientes costos económicos o generales, mucho más elevados (Nasi et al., 2002). De acuerdo con Kumari (1995), en Selangor (Malasia), pese a que los rendimientos económicos y generales de la ordenación forestal sostenible superan con creces los de la explotación maderera insostenible, esta última opción todavía es más conveniente desde el punto de vista financiero debido a los mayores rendimientos que obtiene el sector privado. Van Beukering y Cesar (2001) llegan a una conclusión similar con respecto a los bosques del ecosistema Leuser en Sumatra, donde la extracción insostenible sigue siendo más ventajosa para las empresas madereras, si bien las ganancias sean muy inferiores a los costos que entrañan a nivel local, nacional y mundial.

En particular, los beneficios ambientales de los bosques casi nunca se reflejan de forma tangible en los precios y las ganancias que obtienen los terratenientes locales y las comunidades adyacentes a esas zonas. Al mismo tiempo, en caso de que éstos deseen adoptar prácticas sostenibles de aprovechamiento y ordenación de la tierra por regla general deben sostener costos marginales elevados. Habitualmente, los costos de oportunidad del manejo sostenible, en relación con los usos alternativos de la tierra y los recursos que nunca llegan a adoptarse, son sustanciales y mucho más altos que los gastos directos de la ordenación sostenible, y con frecuencia recaen en los hogares y aldeas rurales, es decir los que tienen menos posibilidades de costearlos. En Uganda, por ejemplo, los costos de oportunidad anuales relativos a la conservación de los bosques, de 110 millones de dólares EE.UU., son unas tres veces más elevados que los beneficios forestales locales (Howard, 1996); y en Kenya, el valor de la producción agrícola local que se pierde debido a la existencia de los bosques protegidos por el estado es casi seis veces superior a los valores forestales aprovechados por las comunidades vecinas (Emerton, 1997).

5. ¿Es posible lograr que la valoración forestal produzca resultados significativos en la realidad?

A pesar de los muchos progresos y los nuevos conocimientos, es necesario superar un escollo importante para desarrollar plenamente la valoración de los bosques. Está claro que no es posible hacer desaparecer el problema fundamental que afecta a los ecosistemas forestales tropicales únicamente porque se demuestre su alto valor económico. Más bien debemos preguntarnos: ¿cómo podemos lograr que la mejor comprensión de estos valores tenga una influencia decisiva en la vida real, es decir en las decisiones relativas a la conservación y el desarrollo, las ganancias del sector privado, las economías de los países y los medios de sustento de las poblaciones locales?

En contraste con los apreciables pasos adelante en los estudios de valoración de los beneficios forestales, no se ha hecho mucho por aplicar esos resultados a las políticas, la planificación y la ordenación, y por ello en demasiadas ocasiones la valoración no deja de ser una simple actividad académica. Sin embargo, por valedero que en teoría haya demostrado ser el valor de los beneficios ambientales que ofrecen los bosques, no servirá de mucho a menos que se logre convertirlo en rendimientos, recompensas y ganancias reales para los grupos que se ocupan de la ordenación forestal sostenible. Una crítica muy acertada al modo en que se ha efectuado la valoración del medio ambiente hasta la fecha es que sencillamente se ha hecho en medida demasiado reducida, y pronto podría ser muy tarde para detener la destrucción y degradación de los ecosistemas forestales.

Indudablemente, llenar las lagunas de información acerca del valor de los ecosistemas forestales es tan sólo el primer paso de un proceso mucho más prolongado, y puesto que hasta ahora los economistas por lo general no han demostrado estar a la altura de este último reto, existe el riesgo de que todos los encomiables esfuerzos realizados para cuantificar los valores forestales resulten inútiles. En el futuro será preciso modificar drásticamente el alcance y las finalidades de la valoración de los bosques y convertirla en una disciplina que dé lugar a mucho más que un mero debate de carácter académico y proporcione además argumentaciones audaces en favor de la importancia de los ecosistemas forestales, que están desapareciendo con gran rapidez. En definitiva, a menos que los resultados de la valoración se destinen a modificar realmente los pros y los contras económicos de la ordenación forestal sostenible y a lograr que los beneficios forestales lleguen de forma tangible a las personas cuyas acciones afectan al estado de los bosques, se corre el peligro de que mientras luchamos por valorar los bosques con mayor exactitud y detalle, el sujeto mismo de esta valoración -que además es fuente de buena parte de la vida económica mundial- desaparezca por completo.

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1 Jefe del grupo regional de Asia en materia de ecosistemas y medios de subsistencia (Regional Group Head, Ecosystems & Livelihood Group Asia) Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza y sus Recursos (UICN), 53 Horton Place, Colombo 7, Sri Lanka. [email protected]