Proyecto Forsandino
Un aumento de la producción de cultivos tradicionales y una reducción de la proporción de familias viviendo bajo la línea de pobreza son sólo dos de los impactos positivos que un proyecto de la FAO y el Gobierno de Nueva Zelanda tuvo en Perú y Ecuador.
Santiago de Chile, 06 de junio de 2012- Un aumento de la producción de cultivos tradicionales y una reducción de la proporción de familias viviendo bajo la línea de pobreza son sólo dos de los impactos positivos que un proyecto de la FAO y el Gobierno de Nueva Zelanda tuvo en Perú y Ecuador.
El proyecto "Fortalecimiento de Organizaciones Indígenas y Apoyo al Rescate de Productos Tradicionales en Zonas Altoandinas de Ecuador y Perú" (FORSANDINO) trabajó en Huancavelica, Perú, y Chimborazo, en Ecuador, fortaleciendo las organizaciones indígenas locales y la producción de la agricultura familiar, rescatando sus productos tradicionales y su cultura ancestral.
Gracias al proyecto financiado por el Programa de Cooperación de Nueva Zelandia, en Huancavelica, Perú, se ha podido constatar un ahorro de cerca de 30 % en los gastos en alimentos de los hogares rurales que participaron. "Esto ha significado un ahorro importante, debido a que en la actual coyuntura de altos y volátiles precios de los cereales, deben comprar menos alimentos", explicó Salomón Salcedo, Oficial de la FAO.
En Ecuador también ha tenido impactos muy positivos, como un aumento de 140% en la producción de papas y 206% en chocho, lo que ha repercutido positivamente en la seguridad alimentaria de las comunidades. "Hoy producimos la mayoría de lo que consumimos", señaló Manuel Paguay, uno de los participantes del proyecto en Ecuador.
Mejoras en el consumo y los ingresos
En Perú, el ingreso anual neto familiar per cápita aumentó 54% para las familias que participaron del proyecto, en comparación con el grupo de control. También hubo una reducción de la proporción de familias viviendo por debajo de la línea de pobreza: esta afectaba al 77% de las familias del grupo de control y solo al 58% de las que participaron del proyecto, una reducción de 19 puntos porcentuales.
En Ecuador, los impactos del proyecto incluyeron una reducción de 7 puntos porcentuales en la proporción de familias viviendo por debajo de la línea de pobreza, de las familias que participaron en el proyecto; un aumento del 48% en el ingreso anual neto familiar, un aumento del valor del consumo familiar alimentario quincenal de 38%.
"Ahora estamos comiendo más y mejor que antes. Hemos aprendido que tenemos que balancear nuestra alimentación y sobre todo consumir nuestros propios productos tradicionales", señaló Alejandro Quispe, de la comunidad de Padre Rumí, en el Perú.
Mejoras en la producción de cultivos tradicionales
"Los cultivos tradicionales adquieren gran relevancia por las oportunidades que presentan para incrementar y diversificar la producción agrícola a nivel local y nacional y con ello contribuir a reducir la vulnerabilidad de los países andinos a los impactos tanto de precios como climáticos", explicó Salomón Salcedo, Oficial de la FAO.
En Perú, la producción de los cultivos tradicionales en las comunidades participantes aumentó ostensiblemente: hubo un aumento de 329% en la quinua, 172% en tarwi y 100% en papas, oca y mashua. También creció el consumo per capita de estos productos en las familias participantes: 73% en el caso de la quinua, 43% en mashua y 64 en oca.
En Ecuador, el proyecto generó un aumento de 140% en la producción de papas, 156% de aumento en melloco, 97% en quinua, 206% en chocho, 124% en oca y 88% en mashua.
"Antes comprábamos algunos alimentos como verduras, pero ahora que ya hemos instalado nuestros biohuertos y fitotoldos familiares, nosotros mismos producimos nuestras hortalizas y comemos verduras frescas que son más ricas", dijo Quispe, de la comunidad de Padre Rumí.
El proyecto aumentó la disponibilidad de semilla de productos tradicionales de alta calidad genética y sanitaria, lo cual ha permitido incrementar los rendimientos de dichos cultivos y generar nuevos emprendimientos como son la venta de semillas a entidades gubernamentales y proyectos.
"Fomentar la producción que proviene de la agricultura familiar requiere del diseño de políticas diferenciadas y de programas que sepan aprovechar el increíblemente rico bagaje cultural en los aspectos productivo, organizativo, ecológico y social de los pueblos originarios altoandinos", explicó Salcedo.
Fortaleciendo las organizaciones indígenas
El proyecto trabajó junto a las organizaciones para elaborar planes de desarrollo comunal, validados con amplía participación de hombres y mujeres, y con herramientas para evaluar y hacer seguimiento de los resultados de dichos planes. Esta mayor organización le ha permitido a las comunidades conseguir financiamiento.
"El proyecto buscó contribuir al mejoramiento de la seguridad alimentaria de las familias de comunidades indígenas mediante el fortalecimiento de sus organizaciones para la gestión de su desarrollo", explicó Salomón Salcedo, Oficial de la FAO.
Salcedo también agregó que se trató de un trabajo de 4 años, y que se pudo comprobar la eficacia del modelo de intervención que siguió el proyecto, para mejorar ingresos y seguridad alimentaria de poblaciones de extrema pobreza, mediante rigurosas evaluaciones.