Ex Director General  José Graziano da Silva
Artículo de opinion del Director General de la FAO José Graziano da Silva
Cooperación Sur-Sur y Triangular: el papel de América Latina y el Caribe dentro del G-77 y China para lograr la primera generación de un mundo sin hambre

Este artículo fue publicado originalmente en la revista Línea Sur de la Cancillería de Ecuador.

La arquitectura mundial de la cooperación al desarrollo está experimentando cambios significativos. Nuevas políticas, instituciones, actores, modalidades y prácticas aparecen y ganan cada vez más terreno. Se trata de una consecuencia lógica del cambio de poder a nivel mundial, en el que las economías emergentes desempeñan cada vez más un rol de mayor peso e influencia. Es ahí donde las políticas de desarrollo devienen en un elemento estructurante de soft power, abriendo paso para más y más actores. El paisaje de la cooperación al desarrollo se vuelve irremediablemente multipolar, heterogéneo y complejo. Este fenómeno nos presenta amenazas, desafíos y oportunidades a la hora de configurar un sistema de cooperación al desarrollo a nivel mundial.

Al mismo tiempo, la Agenda 2030 marca unos Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ambiciosos y muy exigentes, que reclaman nuevas alianzas de carácter innovador entre los Estados de todo el mundo. Continuar con el ‘business as usual’, las rutinas y la inercia, no es una opción. Por tanto, nuevas fórmulas innovadoras de cooperación al desarrollo resultan indispensables para cumplir los requisitos que establece la Agenda 2030, dado que “los ODS son objetivos universales para el mundo entero, el desarrollado y el que está en desarrollo”, lo cual incrementa ostensiblemente el alcance y la amplitud de esta Agenda. Es más, señalan la urgencia que tiene el cumplimiento de los indicadores para lograr un mundo libre de hambre y pobreza extrema (objetivos 1 y 2).

Los ODS se enmarcan en un contexto internacional, como se mencionó, caracterizado por un incremento sustancial del número de actores implicados en la cooperación al desarrollo. A bote pronto, dada la cantidad actual de retos del desarrollo actuales, parece una buena noticia que existan más partes implicadas en la consecución de los ODS y del Acuerdo de París. Una mayor competencia en la ejecución de los compromisos puede significar que los métodos y modelos de cooperación innovadores puedan evolucionar, permitiendo un aumento generalizado en la calidad de la cooperación al desarrollo.

Se trata de un escenario que resulta, sin duda, esperanzador. No obstante, son muchos y muy acuciantes los retos a los que se enfrenta la comunidad internacional en este momento. Hace tiempo que ha llegado la hora de trabajar en conjunto, porque es evidente que no hay otra manera de solucionar la mayoría de los desafíos actuales. En particular, en el más fundamental de todos: ser la primera generación que conozca un mundo sin hambre. Conviene recordar que, a pesar de los progresos realizados en la reducción del hambre crónica y de la malnutrición en los últimos dos decenios, más de 800 millones de personas siguen padeciendo hambre todos los días, lo que constituye una cifra absolutamente inaceptable.

El papel del Grupo de los 77 y China

En este contexto histórico, el Grupo de los 77 y China (G77 y China) –el conjunto de países en desarrollo más grande dentro del sistema de Naciones Unidas–, debe cumplir un papel protagónico En la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se conoce bien la labor del G77 y China, determinada y pertinaz, a favor de la consecución de sus objetivos. La FAO alberga el llamado Capítulo Roma del G77 y China para discutir los temas de alimentación y agricultura; así como también actúan sus representantes en asuntos relativos a la educación y a la cultura en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO (G77 y China-Capítulo París); al desarrollo industrial en la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo, UNIDO (G77 y China-Capítulo Viena); a los del comercio en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, UNCTAD (G77 y China-Capítulo Ginebra) y a las Naciones Unidas en África en la Oficina de las Naciones Unidas en Nairobi, UNON (G77 y China-Capítulo Nairobi).

En el Capítulo Roma, el G77 y China apoya el trabajo de la FAO, el Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de alimentos (PMA), a la vez que orienta la labor de estas agencias trayendo la voz de 81 países miembros. Estos últimos discuten los programas e iniciativas de las agencias en los países del sur del mundo, así como cuestiones propias a la organización de la FAO, del FIDA y del PMA, bien sea para aprobar, rechazar o sugerir cambios. El Capítulo Roma del G77 y China está compuesto de cuatro grupos regionales: el Grupo África, el Grupo Asia, el Grupo Cercano Oriente y el Grupo de Latinoamérica y el Caribe, conocido como GRULAC.

Su contribución resulta decisiva para que la FAO lleve a cabo su mandato de conseguir la seguridad alimentaria y nutricional (es decir, erradicación del hambre), contribuir a sistemas de agricultura, pesca y actividad forestal productivos y sostenibles, reducir la pobreza rural, fomentar sistemas agrícolas y alimentarios integradores y eficientes, e incrementar la resiliencia de los medios ante las catástrofes, con una preparación anticipada que tenga como fin minimizar el impacto, para que la población sea capaz de recuperarse con mayor facilidad.

En cualquiera de estos casos, la Cooperación Sur-Sur y Triangular (CSST) se confirma como una herramienta excelente y eficaz para conseguir el desarrollo. El G77 y China debería aprovecharla y promoverla en todos sus capítulos. De igual modo, los países de América Latina y el Caribe, que son también miembros del G77 y China, deberían continuar con su liderazgo a la hora de promover este instrumento tan útil, uniendo fuerzas con China, que constituye el principal valedor de la Cooperación Sur-Sur realizada por la FAO.

Cooperación Sur-Sur: el contexto

Aunque no lo parezca, la CSST dista de ser una nueva modalidad en el sector de la cooperación al desarrollo. El germen de esta herramienta de cooperación se encuentra en la Conferencia África-Asia de Bandung (Indonesia), en 1955, que reunió a 29 líderes de África y Asia. El concepto de Cooperación Sur-Sur ganó reconocimiento internacional durante esa conferencia y se ha utilizado desde entonces como base para la investigación académica y los esfuerzos voluntarios de cooperación entre los países del Sur Global, para promover el comercio y las inversiones entre ellos. Esta Conferencia reconoció la urgencia de promover la cooperación económica entre los países del Sur, y marcó el principio de una tendencia que influenció profundamente a la futura cooperación internacional.

En la década de los años setenta, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una serie de resoluciones, llamando a la comunidad internacional para que utilizase el sistema de Naciones Unidas como vehículo para asistir a los países en desarrollo e incrementar los intercambios técnicos entre ellos. En 1974, se creó la Oficina de Naciones Unidas para la Cooperación Sur-Sur, como plataforma para promover la CSST en un amplio abanico de sectores.

Estos esfuerzos culminaron con la Conferencia de las Naciones Unidas para la Cooperación Técnica entre países en Desarrollo, celebrada en Buenos Aires en 1978, donde se aprobó el Plan de Acción de Buenos Aires para la promoción y la implementación de la cooperación técnica entre los países en desarrollo (BAPA), que celebrará sus 40 años con una Conferencia de Alto Nivel en marzo de 2019, en la capital argentina. La adopción del llamado BAPA supuso un hito de gran simbolismo en la evolución de la CSST hasta hoy. Este Plan de Acción estipuló los principios rectores de la Cooperación Sur-Sur y dio recomendaciones específicas para trasladar tales iniciativas a la práctica. El plan también menciona el papel de apoyo de los países desarrollados para la cooperación técnica de los países en desarrollo, introduciendo así el concepto de Cooperación Triangular.

Desde que se celebró la Conferencia de 1978, en Buenos Aires, numerosos eventos han impulsado a la CSST. La mayor parte de estos foros de alto nivel han hecho hincapié en la necesidad de que el desarrollo se proyecte desde la soberanía nacional y con base en la demanda del país.

La CSST despegó realmente desde los primeros años del tercer milenio, y ahora constituye un porcentaje significativo de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), que habría superado, según datos de la de la OCDE citados por la ONU en 2016, los 2 000 millones de dólares, en 2013.

El Documento de Nairobi

Quizás, más relevante incluso que el BAPA, fue el documento que resultó de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cooperación Sur-Sur de Nairobi, en 2009, el cual pretende promover y afinar los beneficios del apoyo mutuo entre economías en desarrollo o transición, así como mantener la ayuda a este proceso desde el mundo desarrollado, a través de la Cooperación Triangular. El texto conocido como Documento de Nairobi adoptó una serie de principios fundamentales de la CSST y, asimismo, apremia a todo el sistema de Naciones Unidas –con sus Fondos, Programas y Agencias especializadas– a tomar medidas concretas para apoyar la CSST y actuar como catalizadores de la cooperación y el fortalecimiento de las capacidades de las organizaciones regionales.

Según el documento mencionado, la “CSST es un empresa común de pueblos y países del Sur, nacida de las experiencias y simpatías, basada en los objetivos comunes y la solidaridad, y guiada por, inter alia, los principios de respeto a la soberanía nacional y propiedad, libre de cualquier condicionamiento”. A pesar de que no se ha desarrollado una definición precisa de lo que constituye exactamente la Cooperación Sur-Sur, se puede definir como el proceso mediante el cual dos o más países emergentes persiguen sus objetivos de desarrollo de capacidades nacionales, individuales y/o compartidos, a través del intercambio de conocimiento, capacidades, recursos y know-how, y lo hacen a través de acciones colectivas de ámbito regional o interregional, que incluyen asociaciones entre Gobiernos, organizaciones regionales, sociedad civil, mundo académico y sector privado, para su beneficio individual y/o mutuo dentro de la región o regiones. Y tal y como se repite en varios de los documentos clave que articulan el cuerpo teórico de la CSST, esta no es un sustituto de la cooperación tradicional Norte-Sur, sino un complemento.

El Sur conectado

Por otra parte, es importante señalar que las relaciones entre países desarrollados van, por supuesto, más allá de la CSST, que solo se refiere al intercambio de soluciones para el desarrollo. La CSST tiene lugar en un contexto en el que el negocio, las inversiones y otras formas de intercambio continúan incrementándose. El valor del comercio entre los países del Sur Global alcanzó prácticamente los USD 5 500 billones, en 2014.

Los flujos de comercio han ganado importancia creciente para los países en desarrollo. En 2014 representaron más de la mitad del comercio de las regiones de países en desarrollo, sin olvidar algunas variaciones entre regiones y la parte significativa que implica a China, según datos de UNCTAD. Otro dato relevante es que entre los 20 países que reciben más inversión directa extranjera, nueve son economías en desarrollo o en transición.

Conviene recordar también la creación de dos instituciones multilaterales con el objetivo de incentivar las inversiones en el Sur Global. Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) fundaron el Nuevo Banco de Desarrollo en julio de 2015. Unos meses más tarde, en enero de 2016, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII) comenzó sus operaciones. Estos dos ejemplos significativos demuestran cómo las relaciones entre los países en desarrollo han alcanzado un alto nivel de interconexión en distintas esferas, dentro de las cuales la CSST representa un elemento de un conjunto más amplio de interdependencia.

El compromiso de la FAO

Existe hoy un consenso cada vez mayor en todo el mundo que afianza la CSST como un instrumento eficaz para catalizar el desarrollo agrícola y otros elementos de desarrollo. La CSST está ya ampliamente aceptada como un modelo de cooperación para el desarrollo, como decíamos, complementario al modelo tradicional Norte-Sur, orientado a superar desafíos comunes y lograr la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y la gestión sostenible de los recursos naturales. Queda claro que, mediante la CSST, los países en desarrollo comparten conocimientos y recursos entre sí, expresan solidaridad y adaptan experiencias que han dado buenos resultados en un lugar en beneficio de otros. Y también parece evidente que este tipo de cooperación continuará creciendo, gracias a los beneficios compartidos que implica para los miembros de cada alianza que se forja para contribuir al desarrollo.

El enfoque alternativo –distinto al que utilizan los donantes tradicionales de cooperación al desarrollo–, mucho más horizontal y basado en el concepto de solidaridad entre iguales, es clave para su éxito. Además, la CSST se basa en la premisa de que si bien los países en desarrollo afrontan muchos retos para el desarrollo, poseen también numerosas soluciones innovadoras para hacerles frente de manera eficaz.

La FAO se ha destacado como uno de los principales facilitadores de CSST, desde 1996. Es, sin embargo, desde 2012, con la creación de una unidad específica para esta herramienta de cooperación, cuando la CSST adquiere una relevancia significativa entre los instrumentos que utiliza la organización para llevar a cabo su mandato, explicado previamente. Además, la FAO considera que la CSST es un medio complementario rentable y muy pertinente para ejecutar su marco estratégico a nivel mundial, regional y nacional.

Este método de cooperación entre países del Sur Global tiene la ventaja de su intrínseca flexibilidad, es decir, su capacidad de adaptación para lograr alcanzar –de forma innovadora e imaginativa– los retos de desarrollo que se plantean, en particular aquellos países a los que otros con experiencia reciente, o conocimiento específico, pueden contribuir a dar solución.

La CSST resulta una herramienta particularmente útil a la hora de ofrecer alternativas a los habituales problemas de financiación. Si se cuantificasen las contribuciones no dinerarias, la suma de este tipo de cooperación sería mucho mayor, ya que estas se consideran una de las claves del buen funcionamiento de la CSST, debido a que permiten que todos los países puedan contribuir de alguna manera; desde alojar a expertos que envía el país proveedor, hasta pagar la manutención durante la estancia.

El papel de la FAO

La FAO promueve el aprendizaje mutuo a través del intercambio de soluciones de desarrollo, dentro de un marco establecido y testado que la misma organización provee, el cual garantiza la calidad técnica de los intercambios de Cooperación Sur-Sur y Triangular, además de facilitar las relaciones con otros países, la identificación de los receptores y proveedores de Cooperación –gracias a su extensa presencia y red de contactos y oficinas en el Sur Global–, de promover la creación de alianzas y facilitar la movilización de recursos cuando es necesario.

Asimismo, la FAO garantiza que los asociados en este tipo de cooperación respeten los compromisos mutuos y vela porque la tecnología y el conocimiento puedan adaptarse a las condiciones locales y sean sostenibles desde el punto de vista ambiental y económico, así como incluyentes en el plano social. La FAO forma parte de un Equipo de Trabajo internacional de CSST que se encarga de promover la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, así como también los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Para alcanzarlos, es necesario un trabajo en conjunto que adopte enfoques creativos, tal y como se articula la Estrategia de CSST de la FAO, que gira en torno a cuatro pilares: facilitar el intercambio y la adopción de soluciones de desarrollo, promover plataformas para el establecimiento de redes de conocimiento, movilizar apoyo para la CSST al más alto nivel político y fomentar un entorno favorable para una CSST efectiva.

Como ejemplo de una iniciativa concreta de creación de plataformas para el establecimiento de redes de conocimiento, en junio de 2015 la FAO lanzó una plataforma para intercambiar información sobre una amplia gama de instituciones y conocimientos especializados sobre alimentación y agricultura en los países del Sur. Este innovador Portal de Cooperación Sur-Sur de la FAO tiene como finalidad facilitar el intercambio de información para el desarrollo de una red de contactos y ofrece visibilidad tanto a las instituciones como a sus profesionales. El portal sirve también como punto de partida para promover la Cooperación Sur-Sur entre sus países miembros, y permite obtener una visión general de las iniciativas de CSST proporcionadas por la FAO.

Otro ejemplo reciente fue el intercambio de CSST entre Brasil y Laos en materia de contratos en la agricultura. Laos solicitó asistencia a la FAO y la Organización vio que Brasil, con mucha experiencia en este campo, podría brindar un apoyo óptimo al país asiático. La FAO facilitó un viaje de estudios de expertos de Laos a Brasil, guiados por un profesor universitario experto en la materia, que después viajó a Laos para impartir un seminario y capacitar así a responsables de la extensión agraria del país. La cooperación avanza ahora con el fin de establecer un marco legislativo idóneo para conseguir un sistema agrícola más justo, tanto para los productores como para la agroindustria.

Se trata sólo de dos ejemplos del trabajo que viene realizando la FAO, desde 1996. La Organización ha firmado más de 200 acuerdos escritos para fomentar la CSST, más de 2000 cooperantes trabajaron sobre el terreno en más de 90 países receptores, a los cuales más de 30 Estados han provisto de soluciones innovadoras en el marco de la CSST. Se calcula que en este periodo (1996-2017) se ha comprometido la cifra de 371 millones de dólares americanos para la CSST. La FAO tiene en marcha, hoy en día, cerca de 40 proyectos relacionados con este tipo de cooperación entre los países del Sur Global.

Cooperación Triangular

La Cooperación Triangular –como la define la FAO– implica la participación de un mínimo de dos países en desarrollo en colaboración con una tercera parte, por lo general un país desarrollado, una economía emergente y/o una organización multilateral, para compartir soluciones claves para el desarrollo-conocimiento, capacidades, pericia, experiencias y buenas prácticas, políticas, tecnología y recursos.

El modelo triangular de cooperación se basa en la premisa de que los países del Sur se encuentran en una posición mejor para ofrecer soluciones más adaptadas a las necesidades de los países beneficiarios, dado que se han afrontado recientemente con éxito desafíos similares. Los socios del Sur, en un esquema de colaboración triangular, podrían compartir también características económicas y geográficas parecidas, o tener lazos históricos o regionales, así como una lengua en común. A través de esta conexión a tres bandas, los donantes tradicionales tienen la posibilidad de expandir el alcance y el impacto de las asociaciones con estos países del Sur Global.

En muchos casos, los proveedores de Cooperación Sur-Sur todavía necesitan apoyo técnico, financiero y capacidades de los socios triangulares cuando asisten a otro país en desarrollo. Los socios triangulares se benefician, asimismo, de la capacidad institucional reforzada en el Sur Global, por la cual incrementan el impacto de su inversión en ayuda oficial al desarrollo.

Independientemente de su tamaño o peso político en la nueva escena internacional (con la emergencia de nuevos actores, foros e instituciones como el G-20), todos los actores de la cooperación al desarrollo pueden encontrar fórmulas interesantes de trabajar conjuntamente con socios del Sur Global. Esta colaboración a tres, en algún área específica, puede incrementar el impacto de sus contribuciones y, a su vez, generar efectos secundarios positivos, en especial en aquellas alianzas que ya se han probado exitosas y efectivas. Es decir, que la cooperación triangular se convertiría, eventualmente, en una herramienta para crear alianzas que vayan más allá del ámbito de la cooperación al desarrollo.

En los últimos años, los países de renta media han financiado más de dos tercios de los proyectos de la FAO en materia de cooperación Sur-Sur. Entre ellos, Brasil y China representan más de la mitad de las contribuciones financieras. El resto de actividades de alianza Sur-Sur o triangular –menos de un tercio– han sido financiadas por socios triangulares, ya sean países o instituciones multilaterales.

Estas cifras ofrecen una lectura clara. En primer lugar, se necesita ampliar el abanico de proveedores de Cooperación Sur-Sur; y en segundo lugar, existe un gran potencial para que más socios triangulares faciliten intercambios Sur-Sur, muy especialmente entre los países de la OCDE que, con escasas excepciones, sólo participan de forma esporádica, o ad hoc, en proyectos de cooperación triangular.

Para la FAO, las alianzas triangulares se dan entre dos o más países en desarrollo con una tercera parte, normalmente un donante tradicional y/o una institución multilateral. Pero, independientemente de la definición, las iniciativas de carácter triangular tienen en común que combinan (además de recursos financieros) conocimientos, capacidades y experiencias entre países desarrollados y países en desarrollo, aunque los roles de los distintos socios puedan ser muy distintos.

Un buen ejemplo de Cooperación Triangular es la cría de peces en tierras áridas para el desarrollo de la acuicultura en Namibia. En 2011 se puso en marcha un intercambio facilitado por la FAO en el marco de la CSST con miras a mejorar el sector de la acuicultura en Namibia, a través de la producción de alimentos acuícolas, la diversificación de las especies y el desarrollo de la acuicultura en las tierras áridas. Vietnam puso a disposición de Namibia cinco técnicos y tres expertos a largo plazo, respaldados por fondos del Gobierno de España. Los resultados preliminares mostraron una mejora considerable en las tasas de supervivencia del bagre africano, mediante el aumento de la frecuencia de la alimentación y el suministro de alimentos vivos y artificiales. También se registraron buenos resultados en la reproducción y cría de bagre, así como de la tilapia manchada. Este intercambio permitió determinar y promover prácticas y tecnologías de acuicultura mejoradas al Departamento de Acuicultura, tanto en el plano nacional, como a través de servicios de extensión eficaces, lo que llevó a la adopción de las mismas por parte de los acuicultores locales.

Otras fórmulas de cooperación en el Sur Global

La CSST sigue evolucionando y ya no se limita sólo a la cooperación técnica entre los países –ya sea puramente entre países del Sur o de forma triangular–. La FAO ha iniciado, recientemente, su apuesta por la cooperación entre ciudades y entre agricultores del Sur Global, con varias iniciativas que comienzan a dar sus frutos. Un  buen ejemplo de estas nuevas modalidades y que, en este caso, ya tiene mayor bagaje, es la que se da entre parlamentarios.

Es el caso de la alianza estratégica entre la FAO y el Parlamento Latinoamericano y Caribeño, también conocido como Parlatino, formado por los Congresos y Asambleas Legislativas, que nace con un objetivo fundamental: conseguir el derecho humano a la alimentación adecuada. Este proyecto conjunto de cooperación técnica busca la capacitación de los parlamentos para el desarrollo de legislación, instituciones y políticas públicas para el fomento de la seguridad alimentaria y nutricional y la agricultura familiar, mediante la generación de capacidades y el desarrollo de espacio de diálogo políticos en los Frentes Parlamentarios contra el hambre, a nivel nacional y regional, con el apoyo del Parlatino.

Se trata de una asociación innovadora para hacer frente al hambre y la malnutrición que, además, está consiguiendo resultados concretos y valiosos. Cuatro leyes modelo han sido aprobadas en este espacio interparlamentario en los últimos años: Ley Modelo de Agricultura Familiar, aprobada en 2016; Ley Marco de Alimentación Escolar, en 2013; Ley Marco para América Latina sobre la regulación de la publicidad y la promoción de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigidas a niños, niñas y adolescentes, en 2012; y la Ley Marco del Derecho a la Alimentación, Seguridad y Soberanía Alimentaria, también en 2012.

Estas leyes posicionan el derecho humano a la alimentación en la agenda política y sirven de referente para que los parlamentarios elaboren propuestas legislativas adecuadas para la construcción de marcos normativos, así como instituciones que den respuesta a los desafíos de cada uno de los países. El poder legislativo juega un papel clave para alcanzar los compromisos globales y regionales adquiridos por los Estados, como pueden ser el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutricional y Erradicación del Hambre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y, por supuesto, los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Por si fuera poco, la alianza entre el Parlatino y la FAO ha contribuido a la formulación y aprobación de 20 leyes y otros instrumentos legales vinculados a la seguridad y soberanía alimentaria de los países de América Latina y el Caribe.

Solo cabe una lectura de esta cooperación parlamentaria en la región: la voluntad política es la clave para conseguir erradicar el hambre en el mundo y convertirnos en la primera generación que conozca el hambre cero. La voluntad política posee una característica particular: resulta contagiosa, lo cual incrementa el valor de esta cooperación latinoamericana como ejemplo exportable a otras regiones del planeta que experimentan dificultades similares.

Así está sucediendo gracias a la cooperación entre la FAO, el Parlatino y el Frente Parlamentario contra el Hambre (FPH), que se han convertido en un referente y apoyo para otros procesos contra el hambre en parlamentos regionales de África, Europa y Asia. Un buen ejemplo de ello es el Parlamento Panafricano que, con apoyo de la FAO, intercambió experiencias con el Parlatino y FPH para conformar la Alianza Panafricana por la Seguridad Alimentaria y la Nutrición, en 2016.

Trabajar en conjunto

Para concluir este artículo, es necesario subrayar que la relación que se establece entre la CSST, la consecución de los ODS, el cambio climático –como mayor reto global– y la necesidad imperiosa de que se realice un trabajo en conjunto, como en el ejemplo precedente de los parlamentos y asambleas de América Latina y el Caribe.

Los cambios en los patrones climáticos, el aumento del nivel del mar y otros fenómenos meteorológicos extremos son tan solo algunos de los efectos e impactos que afectan y afectarán a la alimentación y la agricultura. Los cultivos y la ganadería también sufrirán los efectos negativos del cambio climático, en la mayor parte de regiones del mundo,  que golpeará particularmente a los más pobres del planeta, de los cuales el 70% vive de la agricultura y los recursos naturales.

En este contexto, la FAO se ha propuesto conseguir el objetivo Hambre Cero, que garantice la seguridad alimentaria para una población mundial creciente que se prevé que alcance los 9 000 millones de personas, en 2050. La agricultura será clave para lograr una mejor adaptación y mitigación del cambio climático.

Ante este panorama, inminente e inexorable como atestigua el consenso científico mundial, resultan necesarias nuevas soluciones que permitan una mejor adaptación al calentamiento global y la mitigación de sus efectos. Sea cual sea la solución, esta pasará por la colaboración entre todos, es decir, por las alianzas.

Las asociaciones o alianzas equivalen a hacer más con menos recursos; es decir, la eficiencia efectiva en la cooperación, la que, en definitiva, mejora las vidas de las personas de forma sólida y duradera. Aliarse para el desarrollo significa unir fuerzas y voluntades, sumar esfuerzos y crear sinergias. Las alianzas promueven la creatividad y el ingenio, son un punto de partida excelente para que el pensamiento lateral dé un nuevo impulso al desarrollo y constituyen un excelente método para lograr una cooperación que dé solución a los desafíos presentes.

Así lo recoge, por ejemplo, la Agenda de Adís Abeba para la financiación del desarrollo y, sobre todo, el objetivo número 17 de los ODS, de carácter transversal (“Alianzas para lograr los objetivos”). Ambos señalan, claramente, las asociaciones como herramientas imprescindibles para el éxito y la efectividad de la cooperación y sobre todo, la calidad de esas alianzas o asociaciones. Para conseguir los ODS en 2030, se debe trabajar en conjunto y la CSST es una alternativa innovadora, complementaria y rentable para adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos.

Conclusión

Cuando se habla de derrotar el hambre y unir esfuerzos para mitigar las consecuencias del cambio climático, todos los países tienen algo con lo que contribuir, empezando por sumar y contagiar la voluntad política para lograrlo, porque es posible. Ese sería el papel que ha de tomar el G77 y China, con América Latina y el Caribe a la cabeza, gracias a su experiencia de éxito reciente en la que tantos millones de personas han derrotado al hambre y a la pobreza, con el apoyo inestimable del gigante asiático: China.

La CSST debe ser tomada en cuenta como una herramienta clave, porque fomenta las sinergias y la creatividad. De un modo u otro, cada nación posee soluciones transformadoras de desarrollo. En vista de la cooperación creciente en los últimos años entre países en desarrollo y las llamadas economías emergentes, y el intercambio de soluciones de desarrollo con otros países, la FAO se ha comprometido a facilitar las conexiones entre todos, ya que está convencida de que tanto la Cooperación Sur-Sur, como la Triangular, son mecanismos altamente efectivos para lograr los ODS de una forma eficiente e innovadora, que complementan a la cooperación tradicional Norte-Sur.

La FAO impulsa la promoción y la facilitación de esas alianzas que generan y multiplican el potencial de los países del Sur Global con el fin de conseguir un desarrollo sostenible, que será asimismo un medio rentable para posibilitar la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos y que, por ende, contribuirá de forma eficaz a alcanzar el mandato de la FAO y los ODS. Para ello, la FAO espera contar con el habitual apoyo, y tan valioso, del G77 y China.

 

 

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