Nadie puede caminar solo en la lucha contra el cambio climático
11/02/2017
Miles de líderes gubernamentales y expertos en políticas internacionales se reunirán en breve en la Cumbre de Gobierno Mundial a las orillas del Golfo, un lugar particularmente apropiado, ya que fue testigo del nacimiento de la agricultura. Sin embargo, hoy en día es una de las regiones más expuestas a los riesgos planteados por el cambio climático.
La región del Golfo está a punto de experimentar un alza significativa en la frecuencia de días secos consecutivos, así como a mostrar anomalías de humedad del suelo, de acuerdo al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Si fallamos en prevenir el aumento de la temperatura media global en más de dos grados centígrados, la región mundialmente conocida como la cuna de la civilización humana se enfrentará a olas de calor cada vez más extremas, del tipo que incapacitan al cuerpo humano de enfriarse por sí mismo.
Evitar este destino está en nuestras manos, y requerirá que los gobiernos reúnan la voluntad necesaria para lograr un formidable conjunto de tareas. No seremos capaces de abordar el desafío climático al que nos enfrentamos sin aprovechar plenamente las necesidades y oportunidades de la agricultura y nuestros sistemas alimentarios.
Para alimentar a la creciente población mundial, tendremos que aumentar la producción de alimentos en un 50% para 2050, y debemos hacerlo sin agotar los recursos naturales más allá del punto de inflexión. La buena noticia es que, con la innovación inteligente, podemos ayudar a la agricultura a adaptarse al cambio climático y convertirla en una aliada en la mitigación de los gases de efecto invernadero, y hacerlo de manera que contribuya al compromiso mundial de erradicar la pobreza extrema y el hambre para 2030.
La agricultura en el sentido más amplio es un escenario privilegiado para la acción, ya que inversiones individuales pueden alcanzar múltiples objetivos, que van desde generar empleo local y la mejora de la salud nutricional hasta atenuar la competencia por los escasos recursos naturales tales como el agua, tan escasa en la mayor parte del Medio Oriente.
En particular, los esfuerzos para combatir el cambio climático pueden impactar positivamente en los medios de subsistencia y en la seguridad alimentaria de los pobres del mundo. El 80 por ciento de quienes viven en zonas rurales, a menudo, están desproporcionadamente expuestos a los efectos adversos del cambio climático que no causaron. Apoyar a los pequeños agricultores no es lo único correcto por hacer, sino que se requiere un enfoque integrado para abordar la pobreza, el hambre y el cambio climático, esto constituye una piedra angular para asegurar un éxito duradero.
Si bien los gobiernos deben crear un entorno propicio para tales inversiones inteligentes, hacer frente al cambio climático requerirá un esfuerzo de abajo hacia arriba para construir estabilidad, que combine elementos de desarrollo, medioambientales y humanitarios que fomenten la resiliencia y garanticen la seguridad alimentaria para todos. Esas son las metas fundamentales del compromiso internacional de alcanzar la Agenda de Desarrollo Sostenible para 2030, y permítanme enfatizar que el precio del fracaso sería de lejos mucho más alto que el del éxito.
No hay una sola solución única. Eso es evidente cuando se considera la región de Oriente Medio y África del Norte, las cuales comprenden una extraordinaria diversidad. Los niveles de PIB per cápita varían enormemente entre las naciones, al igual que la escala de autosuficiencia alimentaria.
Ningún hombre es una isla, como escribió un poeta hace casi 500 años, y tampoco ningún gobierno puede ir solo. Especialmente, ese es el caso de una región que actualmente importa alrededor de la mitad de todo su trigo, cebada y maíz, y donde el 60 por ciento del agua dulce -una restricción vinculante para la producción de alimentos y, sobre todo, escasa en la zona- fluye a través de las fronteras nacionales.
En una nota positiva, se ha creado la Iniciativa de escasez de agua en el Cercano Oriente y el Norte de África, compuesta por la FAO y una red de más de 30 organizaciones nacionales e internacionales, para fomentar verdaderos esfuerzos regionales para ahorrar agua a lo largo de la cadena de valor de los alimentos.
Un hecho positivo es la creación de la Iniciativa de escasez de agua en el Cercano Oriente y el Norte de África, compuesta por la FAO y una red de más de 30 organizaciones nacionales e internacionales, para fomentar verdaderos esfuerzos regionales para ahorrar agua a lo largo de la cadena de valor de los alimentos.
Si bien no hay salidas sencillas, nuestro objetivo es identificar las soluciones inteligentes que se pueden hacer. Por un lado, debemos recopilar más datos y cambiar comportamientos; mapeando el territorio -y generando datos útiles y disponibles para los pequeños agricultores, cuya contribución debemos ver como un servicio a la humanidad- y, al mismo tiempo, convenciendo a los agricultores que sus esfuerzos serán recompensados.
El trabajo de la FAO en la región abarca desde los importantes esfuerzos que se hacen para dar respuesta a la emergencia en los conflictos de Siria y Yemen, hasta la implementación de Escuelas de Campo en Egipto y ayudar a los Emiratos Árabes Unidos a desarrollar su primera política agrícola nacional, un ejemplo de integración de múltiples estrategias centradas en la conservación del agua y el cambio climático.
La tecnología tiene mucho que ofrecer si se desarrolla de una manera que involucre a los productores de alimentos y sus necesidades. Los Emiratos Árabes Unidos están planeando colocar medidores de agua en las granjas y al mismo tiempo introducir subsidios inteligentes dirigidos a aquellos que consuman menos agua que la media. Los beneficios van desde mejores datos de diagnóstico sobre el uso real del agua e incentivos a las prácticas de conservación reales, hasta la asignación de los ahorros a los agricultores que pueden invertir en sus negocios para lograr aún más eficiencia.
Que el cambio climático someta a graves amenazas a un área conocida como la cuna de la civilización subraya la necesidad de una acción urgente para colocar la agricultura en el centro de la agenda de la sostenibilidad.