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CAPÍTULO 7. CONFERENCIA SOBRE EL HAMBRE Y LA SEGURIDAD ALIMENTARIA


¿PUEDE LA BIOTECNOLOGÍA AGRÍCOLA CONTRIBUIR A REDUCIR EL HAMBRE Y A AUMENTAR LA SEGURIDAD ALIMENTARIA EN LOS PAÍSES EN DESARROLLO?

7.1 DOCUMENTO DE ANTECEDENTES

En el debate público sobre la biotecnología en general (y sobre los alimentos modificados genéticamente en particular), algunos han sostenido que la biotecnología contribuirá a reducir el hambre y a aumentar la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, mientras que otros han afirmado lo contrario. La finalidad de esta conferencia es permitir un debate más detallado y amplio sobre este tema. La finalidad de este documento es proporcionar información básica sobre el tema y señalar algunos de los factores que deberían tenerse en cuenta en la conferencia.

La primera edición de El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, publicado por la FAO en octubre de 1999, ofrecía información recientemente actualizada sobre la situación del hambre en el mundo (quienes tengan acceso a Internet, pueden encontrar el informe en la dirección siguiente: www.fao.org/Noticias/1999/991004-s.htm). En ese estudio se estimaba que en 1995-1997 había unos 790 millones de personas subnutridas en los países en desarrollo (y 34 millones en los países desarrollados), es decir, personas cuya ingesta de alimentos era insuficiente para cubrir sus necesidades básicas de energía de manera continuada. La mayoría de esas personas (524 millones) vivían en Asia, incluidos 204 millones en la India y 164 millones en China, mientras que en el África subsahariana había 180 millones de personas subnutridas.

En el informe se examinaban también las variaciones en la proporción de personas subnutridas en determinados países entre 1980 y 1996, para tratar de comprender los factores que determinaban esas variaciones. Al igual que habían hecho informes anteriores, este estudio destacaba que son muchos los factores demográficos (por ejemplo, cambios en el tamaño de la población o en el grado de urbanización), ambientales (por ejemplo, la degradación de la tierra), económicos (por ejemplo, las variaciones del producto interno bruto), sociales (por ejemplo, la infraestructura de carreteras, la alfabetización) y políticos (por ejemplo, guerras, boicoteos económicos) que pueden influir en el grado de vulnerabilidad de determinados grupos de la población a la pobreza y el hambre.

La población mundial asciende actualmente a 6 000 millones y está aumentando rápidamente. Para el año 2020 se prevé que llegará a 7 500-8 000 millones. ¿De dónde procederán los alimentos para dar de comer a esa población adicional? ¿Podrán ser suministrados recurriendo únicamente a los métodos ‘‘convencionales’’ de producción agrícola, ganadera o pesquera? Un factor importante que ha de tenerse en cuenta es que mucha de la tierra que se utiliza actualmente para producir alimentos se está degradando, debido en gran medida al pastoreo excesivo, a unas prácticas de cultivo deficientes y a la deforestación. Cabría preguntarse si hay mucha más tierra que pueda ser utilizada para producir alimentos con el fin de contrarrestar esas tendencias. Hay ciertas posibilidades de ampliar la superficie de la tierra destinada a la producción en África y América del Sur, aunque puede que ello se haga a expensas de los bosques y la flora y fauna silvestres. En el caso de Asia, hay poco margen para ampliar la base de tierras. En esas condiciones ¿será posible proporcionar alimentos suficientes a miles de millones de personas más sin recurrir a la biotecnología en la producción agrícola, ganadera y pesquera? ¿Es indispensable la biotecnología para poder hacer frente con éxito al reto de una población mundial en aumento?

Sin embargo, el problema del hambre es complejo y no depende sólo del volumen de alimentos producidos. Actualmente se producen en el mundo alimentos suficientes para dar de comer a todos sus habitantes, pero el 15 por ciento de ellos están subnutridos. ¿Es la distribución desigual de los recursos y los alimentos una amenaza mayor para el hambre mundial que el mero volumen de los alimentos que se producen? Puede que la biotecnología aumente la cantidad de alimentos producidos, pero ¿influirá en los problemas fundamentales del acceso desigual a los alimentos? ¿Es posible que se llegue a una situación en que, a pesar de haber aumentado el volumen de los alimentos producidos en el mundo, con la ayuda de la biotecnología, haya aumentado también el número y la proporción de personas que sufren hambre?

Las observaciones del Profesor Mazoyer en una reciente publicación de la FAO, El estado mundial de la agricultura y la alimentación, podrían ser pertinentes en este contexto: “Tras un proceso de modernización que se prolonga desde hace 50 años, la producción agrícola mundial es más que suficiente para alimentar adecuadamente a 6 000 millones de seres humanos. La producción de cereales por sí sola, que ascienden a unos 2 000 millones de toneladas o 330 kg por persona y año, y que representan 3 600 kcal por persona y día, podría cubrir ampliamente las necesidades energéticas de toda la población si estuviera bien distribuida. Sin embargo, la disponibilidad de cereales varía muy notablemente de unos a otros países: es de más de 600 kg por persona y año en los países desarrollados, donde se utiliza en su mayor parte como pienso, pero se reduce a menos de 200 kg por persona y año en los países más pobres. Además, dentro de cada país, el acceso a los alimentos o los medios para producirlos es muy desigual. Por ello, hay segmentos importantes de población que carecen en muchos países de los alimentos necesarios. Por otra parte, como ya se ha señalado, la mayor parte de los 830 millones de personas que sufren de subnutrición crónica pertenecen a la comunidad agrícola pobre. Por consiguiente, el problema de la seguridad alimentaria mundial no es a corto plazo un problema técnico, ambiental o demográfico, sino ante todo un problema de carencia de medios de producción por los campesinos más pobres del mundo, que no pueden satisfacer sus necesidades de alimentos. Estriba también, por tanto, en la falta de poder adquisitivo de otros consumidores pobres de las zonas rurales y urbanas pobres, en tanto en cuanto la pobreza de los no agricultores es consecuencia también de la pobreza rural y de la emigración desde las zonas agrícolas.”

Otro factor que podría ser objeto de debate durante la conferencia es que la biotecnología agrícola ha estado dirigida primordialmente por la industria privada y destinada a los agricultores de los países desarrollados. Los productos elaborados hasta ahora, con pocas excepciones, no se han orientado hacia los agricultores pobres de los países en desarrollo. ¿Proporcionará la biotecnología, que en teoría podría aumentar la eficiencia y la calidad de la producción de alimentos, instrumentos que agraven las desigualdades en el mundo? Si se reducen progresivamente los obstáculos al comercio, a través de organizaciones como la OMC, y la exportación de alimentos de los países desarrollados a los países en desarrollo resulta más fácil y habitual, ¿hará la biotecnología que ese comercio sea más rentable, creando de ese modo una dependencia de los países en desarrollo respecto de los países desarrollados, o aumentando la dependencia ya existente, para obtener alimentos?

En esta conferencia, debería debatirse también si ciertas tecnologías ofrecen muchas (o pocas) posibilidades de reducir el hambre e incrementar la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, o si la aplicación de la biotecnología en determinados sectores agropecuarios y relacionados con la alimentación (agrícola, forestal, ganadero o pesquero) o en determinadas regiones del mundo en desarrollo puede tener un efecto mayor (o menor) sobre el hambre y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo.

Los documentos de las cuatro primeras conferencias pueden útiles para quienes necesiten recordar los tipos de biotecnologías actualmente disponibles en los cuatro sectores. Para el sector agrícola, se proporcionaron breves descripciones de la modificación genética, la micropropagación y las biotecnologías basadas en los marcadores moleculares. Para el sector forestal, se proporcionaron breves descripciones de la modificación genética y de las biotecnologías basadas en la reproducción vegetativa o los marcadores moleculares. Para el sector ganadero, se describieron las biotecnologías reproductivas (transplante de embriones, clonación, etc.) y las tecnologías basadas en el ADN que se utilizan en la sanidad animal, la nutrición y el crecimiento de los animales, la genética animal y el mejoramiento genético. Para el sector pesquero, se proporcionaron breves descripciones de las biotecnologías basadas en los marcadores moleculares, la inducción de la poliploidía, la reversión sexual y la creación de grupos de peces de un único sexo, la hibridación, el cultivo selectivo, la congelación de gametos masculinos, la modificación genética y las tecnologías basadas en el ADN para promover la salud de los peces.

7.2 DOCUMENTO RESUMIDO

Después de las cuatro primeras conferencias, que trataron de los sectores agrícola, forestal, ganadero y pesquero, respectivamente, esta fue la primera conferencia que no se ocupó de un único sector agropecuario o alimentario. El interés por el tema de la conferencia fue considerable, a juzgar por el número de personas inscritas y de mensajes publicados. El nivel de participación fue el más alto de las seis conferencias, y el 18 por ciento de las personas inscritas envió al menos un mensaje.

El motivo principal de la elección de este tema para la conferencia fue permitir un debate más profundo de uno de los factores que en las conferencias anteriores (especialmente la relativa al sector agrícola) se habían considerado determinantes para la idoneidad de las biotecnologías agrícolas: su posible contribución a aumentar la seguridad alimentaria y a reducir el hambre en los países en desarrollo. Algunos aspectos del debate sobre la biotecnología se han polarizado notablemente. Una de las cuestiones más polémicas con respecto a la biotecnología, y especialmente a los cultivos modificados genéticamente, es si pueden ser de utilidad para promover la seguridad alimentaria y combatir el hambre en los países en desarrollo. Partiendo de dos puntos de vista diferentes, por un lado se ha sostenido que la biotecnología ofrece grandes posibilidades, que la población del mundo aumenta constantemente (y casi todo ese aumento se produce en los países en desarrollo) y que la biotecnología permitirá a la humanidad incrementar el suministro de alimentos para dar de comer a los nuevos habitantes del planeta. En el extremo opuesto, se ha alegado que la biotecnología está primordialmente en manos de la industria privada, y que ésta tiene que obtener beneficios y no está interesada en la población pobre del mundo, pero aprovechará cualquier oportunidad de comercialización para promover el uso de la biotecnología.

Al debatir en la conferencia las aplicaciones concretas de la biotecnología agrícola, los participantes tendieron a centrarse en el sector agrícola. Esto indujo a algunos otros (por ejemplo, Steane, 5/12; Jeggo, 12/12; Donkin 13/12) a señalar que el sector ganadero había sido injustamente relegado a segundo término. Lamentablemente, no se debatieron las biotecnologías para los sectores pesquero o forestal. Aunque son muchas las biotecnologías disponibles, la atención tendió a centrarse en una sola: la modificación genética. En particular, hubo un amplio debate sobre el denominado “arroz dorado”, variedad genéticamente modificada en la que se han introducido tres genes exógenos para que produzca provitamina A.

Hubo notables divergencias de opinión entre los participantes con respecto a muchos aspectos concretos del tema debatido y esas divergencias tuvieron a menudo un cariz sociopolítico. Por ejemplo, Fenning (15/12(1)) se refirió a mensajes enviados con un “tono dogmático y estridente” y dijo que la conferencia estaba viciada por “una inútil retórica política”. Sin embargo, dado el tema de la conferencia, no cabía esperar que se dejaran de lado las cuestiones políticas y éticas; como sostuvo Ashton (12/12), “en este debate no es posible separar los aspectos científicos y políticos. Los unos son indisociables de los otros”.

El modo en que las personas perciben la importancia o las consecuencias de la biotecnología para la seguridad alimentaria y el hambre depende a menudo de su idea de cómo se puede conseguir la seguridad alimentaria y aliviar mejor el hambre. Por ejemplo, Robert (22/11) sostuvo que hay dos tendencias principales en lo que concierne a la vía hacia la seguridad alimentaria en los países en desarrollo. La primera implica el acceso de la comunidad a la tierra, la conservación de la diversidad agrícola y una ordenación del territorio basada en criterios ecológicos, mientras que la segunda entraña un aumento del volumen de las exportaciones de los países en desarrollo de modo que tengan el poder adquisitivo necesario para garantizar su seguridad alimentaria. A su juicio, las personas que sostenían la primero de esas opiniones otorgarían muy poca prioridad a la biotecnología, mientras que las que sostenían la segunda propugnarían el recurso a la biotecnología para aumentar las exportaciones y la eficiencia de la producción agrícola.

A lo largo de las seis semanas y media que duró la conferencia se trataron un gran número de asuntos. Además, algunos participantes hicieron referencia en sus mensajes a material publicado en Internet, de manera que otras personas (con acceso a Internet) pudieran estudiar más a fondo esos temas. En Internet puede obtenerse gratuitamente una cantidad considerable de información directa o indirectamente pertinente para este debate.

En la Sección 7.2.1 del presente documento, hemos intentado resumir los elementos más importantes del debate agrupándolos en una serie de temas principales. Se incluyen referencias concretas a los mensajes publicados, en los que se indica el apellido del participante y la fecha de publicación (día/mes del año 2000). Los mensajes pueden consultarse en la dirección siguiente: www.fao.org/biotech/logs/c5logs/.htm. En unos pocos casos en que una persona envió más de un mensaje en un solo día, los mensajes pueden distinguirse por el orden en que fueron enviados (por ejemplo, Rosset, 10/11(1) indica el primer mensaje enviado por Peter Rosset el 10 de noviembre). En la Sección 7.2.2 se indican el nombre y país de los participantes que enviaron los mensajes a los que se hace referencia.

7.2.1 Debate en la conferencia

Como corresponde al tema de la conferencia, en el curso de ésta los participantes prestaron mucha atención a las causas del hambre y la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo y a los posibles efectos y la importancia relativa de recurrir a la biotecnología para resolver esos problemas.

7.2.1.1 Causas del hambre y la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo

Hubo un amplio consenso entre los participantes en que el hambre y la inseguridad alimentaria eran cuestiones complejas y en que sus causas (y sus posibles soluciones) eran económicas, sociales y políticas, además de técnicas (por ejemplo, Fenning, 6/11; Greyling, 20/11; Glover, 21/11). Sin embargo, hubo al parecer algunas diferencias en la importancia relativa que atribuían los participantes a los diversos factores.

Rusch (8/11) ofreció una descripción clara de la seguridad alimentaria al decir que “la seguridad alimentaria (en tiempos de paz) está relacionada con la capacidad de una comunidad para proveer a sus necesidades de alimentos. Esto puede conseguirse produciendo alimentos dentro de la comunidad o estando en condiciones de comprar alimentos producidos fuera de la comunidad”. Seguidamente sostuvo que la capacidad para producir alimentos dentro de la comunidad “depende del nivel de los conocimientos técnicos y de los recursos naturales. Cuando unos u otros no son suficientes, o no lo son ni los unos ni los otros, es posible que la seguridad alimentaria sea escasa si la comunidad no puede comprar alimentos”.

Rosset (9/11) señaló que las causas fundamentales de la baja productividad, el hambre y la pobreza en los países en desarrollo no se debían a limitaciones genéticas que pudieran paliarse mediante la biotecnología, sino que eran ante todo de carácter estructural y estaban relacionadas con las políticas aplicadas. Koudandé (9/11) compartió esta opinión, subrayando la importancia de la ordenación del suelo y el agua. Immonen (23/11) recordó, sin embargo, que en los próximos decenios habrá una necesidad apremiante de producir más alimentos, probablemente aumentando la productividad por unidad de superficie terrestre.

Hongladarom (13/11) destacó el hecho de que el hambre está vinculada a otros problemas, especialmente la pobreza, y que, por consiguiente, para reducir el hambre había que reducir también la pobreza. Este aspecto fue señalado también por Madalena (5/12), quien afirmó que “el hambre se debe a que las personas no tienen el dinero necesario para comprar alimentos”. Carvalho (3/11) lo ilustró muy bien al describir la situación de la población urbana que padece hambre: a pesar de que en los supermercados hay una amplia variedad de alimentos disponibles, carece de dinero para comprarlos.

El contexto sociopolítico fue puesto de relieve por Fakir (11/12), quien afirmó que la inseguridad alimentaria tenía poco que ver con una buena tecnología y con la consecución de unos rendimientos más altos, siendo, por el contrario, “fundamentalmente un reflejo y un símbolo de las desigualdades que existen en nuestra sociedad” y que los problemas reales con que se enfrentaba la seguridad alimentaria eran los de la democracia, las estructuras de las economías nacionales y los derechos sobre la tierra (Fakir, 21/11). En el documento de antecedentes de la conferencia se examinaban también los posibles efectos de la distribución desigual de los recursos y los alimentos sobre el hambre. Este aspecto fue destacado por Napier (18/12), quien insistió en que el hambre en el mundo se debía a problemas relacionados con la distribución de los alimentos y no con su producción.

Muir (14/12 y 15/12) señaló que en el debate debía adoptarse una perspectiva más amplia y que la seguridad alimentaria estaba determinada por la capacidad de carga demográfica del medio ambiente, es decir que el número de personas que puede sustentar un determinado medio ambiente está limitado por factores biológicos y físicos, y ello restringe en último término la expansión de la población humana. Por consiguiente, el crecimiento de la población humana es fundamental: si continúa, se acabará por alcanzar el límite, aun en el caso de que los recursos naturales se distribuyan equitativamente. Fenning, 15/12(1) compartió esa opinión e indicó que tal vez algunas personas pudieran estar padeciendo ya las consecuencias de esa limitación.

7.2.1.2 Cómo puede contribuir la biotecnología a reducir el hambre y aumentar la seguridad alimentaria en los países en desarrollo

En general, cuando los participantes en la conferencia sostuvieron que la biotecnología podía contribuir a reducir la inseguridad alimentaria y el hambre en los países en desarrollo, tendieron a ser muy cautos y mesurados en sus afirmaciones, sin pasar por alto los numerosos desafíos que es necesario superar. Por ejemplo, Frey (6/12) mencionó algunas biotecnologías que podrían mejorar el rendimiento de los cultivos y el diagnóstico de enfermedades en los países en desarrollo, pero añadió que “evidentemente, la tecnología no resolverá todos los problemas del mundo en desarrollo: es tan sólo un instrumento más de la agricultura moderna”. Johanson (11/12) instó a los biotecnológos a que afrontaran los graves problemas técnicos con que se enfrentaba la agricultura en los países en desarrollo, pero aseguró que no conocía a ningún científico responsable lo suficientemente ingenuo o egoísta para afirmar que la biotecnología por sí sola puede resolver los problemas del hambre y la pobreza.

Los participantes describieron los múltiples beneficios que podían derivarse de una amplia variedad de aplicaciones agrícolas en los países en desarrollo, como por ejemplo para el sector ganadero (Donkin, 13/12), el almacenamiento de productos agrícolas (Olutogun, 11/12), el mantenimiento de los rendimientos actuales de los cultivos acompañado de la reducción de la utilización de fertilizantes, herbicidas y plaguicidas (Fenning, 6/12) o la protección fitosanitaria (Giga, 29/11). Steane (5/12) subrayó las posibilidades que ofrecía la biotecnología e hizo un alegato en favor de una acción concertada contra el hambre y la pobreza, diciendo que “es obligación de todos nosotros ayudar por todos los medios posibles, dentro de los límites de la sostenibilidad, a asegurar la eliminación de la escasez de alimentos y la pobreza: la cuestión no es si la biotecnología puede contribuir a hacerlo, sino si somos lo suficientemente inteligentes para utilizarla de manera que lo haga”.

Robert (22/11) indicó que, al nivel más amplio de la economía nacional, muchos políticos, tanto de países en desarrollo como desarrollados, consideraban que la biotecnología podía contribuir a mejorar la seguridad alimentaria en los países en desarrollo aumentando la producción agrícola de estos países destinada a la exportación y permitiéndoles de ese modo obtener más divisas.

También a un nivel más amplio, hubo un pequeño debate sobre cómo debía utilizarse la biotecnología en los países desarrollados para reducir el hambre en el mundo en desarrollo (obsérvese que, salvo en esa ocasión, los debates en la conferencia se centraron, como debía ser, en los posibles efectos de las aplicaciones de la biotecnología en los países en desarrollo, y no en los desarrollados). El razonamiento esbozado en el mensaje de Bharathan (13/11) era que el crecimiento de la población en el futuro se registraría en los países en desarrollo y que sería necesario recurrir a la biotecnología en los países desarrollados para aumentar las exportaciones a los países en desarrollo con el fin de que se mantengan a la par de su población creciente y alimentar a las nuevas personas expuestas al hambre en el mundo en desarrollo. Sin embargo, sostuvo que ese razonamiento estaba viciado porque una situación que permitiera y consolidara el aumento de las importaciones de alimentos procedentes de los países desarrollados a los países en desarrollo no podía propiciar la seguridad alimentaria, observación que también hizo Hongladarom (13/11).

Como señaló Benbrook (20/11), otra cuestión distinta, pero igualmente importante, es si la biotecnología aumentará realmente (y no potencialmente) la seguridad alimentaria. Describió un método relativamente sencillo que en su opinión podría utilizarse para determinar los factores normativos e institucionales (como, por ejemplo, el comercio, los derechos de propiedad intelectual) que habrían de modificarse para acortar la distancia entre el aumento potencial y el aumento real.

7.2.1.3 La biotecnología es tan sólo una de las posibles soluciones al hambre y la inseguridad alimentaria en los países en desarrollo

Durante la conferencia, fue frecuente que, al enfrentarse con razonamientos contrarios a los posibles méritos o ventajas de la biotecnología agrícola, algunos participantes respondieran que la biotecnología no era una panacea para los problemas del hambre y la inseguridad alimentaria, sino tan sólo una de las posibles soluciones a las que se podía recurrir (por ejemplo, Gibson, 10/11; Hruska, 11/11; Fenning, 20/11; Kambikambi, 23/11; Frey, 6/12). Como dijo Fenning (10/11), “es necesario disponer de muchos puntos de vista para afrontar un problema concreto de suministro de alimentos (método de la caja de herramientas), y recurrir a los que mejor funcionan. Nunca respondería de forma rotunda a la pregunta de cuál sería el más adecuado en determinadas circunstancias: cuantas más opciones haya, mejor será sin duda el resultado”.

Hongladarom (23/11) subrayó que no es posible que una única solución convenga a todas las situaciones y que, por ejemplo, variedades de cultivos resistentes a las inundaciones, obtenidas por medios biotecnológicos, podrían ser decisivas en Tailandia pero inadecuadas para el África subsahariana. Madalena (5/12) señaló también que, de las muchas biotecnologías disponibles, unas podrían ser adecuadas y útiles y otras no.

Sin embargo, algunos participantes criticaron el método de la “caja de herramientas” y el examen de todas las opciones posibles para aumentar la cantidad o calidad de los alimentos, alegando que los esfuerzos y los fondos para combatir el hambre son cada vez menores y por lo tanto existe la obligación de llevar a cabo una elección y utilizar de la mejor manera posible el poco dinero de que se dispone (Ferry, 21/11 y 12/12). Rosset (14/11) destacó, en particular, la disminución de los fondos para la investigación agrícola en el sector público y el hecho de que, al ser tan costosa la investigación sobre cultivos modificados genéticamente, detraía recursos escasos de otras líneas de investigación que ofrecían perspectivas prometedoras (como por ejemplo la agroecología o el manejo integrado de plagas). Boesen (13/12) consideró por tanto muy importante que se considerase si las personas pobres podían adquirir alimentos suficientes mediante estrategias (por ejemplo, institucionales, distributivas) diferentes de la biotecnología y si la inversión en la investigación de esas alternativas podría dar resultados que fueran igualmente satisfactorios pero menos arriesgados.

7.2.1.4 La biotecnología puede aumentar el hambre, la inseguridad alimentaria y las desigualdades sociales en los países en desarrollo

Algunos participantes se mostraron preocupados por el hecho que el aumento de la producción, por ejemplo mediante el recurso a la biotecnología, pudiera de hecho exacerbar el hambre y la inseguridad alimentaria y agravar los problemas sociales en los países en desarrollo. Ese era un tema que presentaba fuertes connotaciones sociopolíticas, entre las que se incluía también la función/evolución que cada cual preveía para la población rural en el futuro.

Fakir (5/12) indicó que las repercusiones económicas y comerciales del aumento del volumen de alimentos producidos, por ejemplo mediante el recurso a la biotecnología, pueden ser muy complejas. En primer lugar, la oferta de alimentos es superior a la demanda, por lo que los precios bajan y el acceso de los pobres a los alimentos aumenta al ser éstos más baratos. En segundo lugar, sin embargo, como los precios bajan y los agricultores de los países en desarrollo no reciben subvenciones, se ven obligados a absorber unos costos que son más altos que los precios que pueden obtener por sus productos en el mercado internacional, lo que les induce a producir únicamente para sus limitados mercados internos o con fines de subsistencia. Los gobiernos de los países en desarrollo pueden considerar que resulta más barato importar cereales y otros alimentos básicos de los países desarrollados que comprarlos a sus propios agricultores (Fakir, 5/12). Rosset, 23/11(3) señaló que, actualmente, en muchas partes del mundo en desarrollo, y especialmente en África, los agricultores producen ya menos de lo que podrían porque no tienen incentivos económicos para producir más: los precios son bajos y hay pocos compradores. Sin embargo, en opinión de Ferry (27/11) esto no sucedía con los agricultores más pobres, porque “no necesitan incentivos externos o del mercado para aumentar su producción: la reducción del hambre y el aumento de la seguridad alimentaria son incentivos suficientes”. Para los países en desarrollo que son exportadores tradicionales de productos alimenticios, todo descenso de los precios mundiales y por consiguiente de los ingresos en divisas podría crear una mayor inseguridad alimentaria, dado que carecen del dinero necesario para importar alimentos que necesitan (Kirk, 13/12).

Rosset, 5/12(2) alegó que esos descensos de los precios mundiales pueden tener dos tipos de efectos negativos: a) los agricultores pobres y endeudados pueden renunciar a la agricultura; b) al permanecer bajos los precios, aumenta el tamaño mínimo de las explotaciones agrícolas necesario para mantener una familia. El resultado final es que los pequeños agricultores pobres abandonan la tierra, mientras que las explotaciones agrícolas cada vez son mayores y están concentradas en manos de un número menor de personas. Fenning (6/12) sostuvo, sin embargo, que, si bien no era en modo alguno indoloro, “el hecho de que las personas abandonen la agricultura en pequeña escala para dedicarse a actividades con una orientación más tecnológica (habitualmente en las ciudades), que se consideran mejor remuneradas, al tiempo que la agricultura se mecaniza y aumenta de escala, constituye un elemento clásico del proceso de desarrollo”. Sin embargo, tanto Ferry (7/12) como Rosset (8/12) pusieron de relieve las consecuencias sociales negativas de la migración de los agricultores pobres a las ciudades para llevar posiblemente en ellas una vida de inestabilidad y pobreza. Robert (22/11) se preguntó también si, con el sistema y el ritmo de consumo actuales en los países desarrollados, podrían llegar a ser “desarrollados” todos los países. Rosset (8/12) subrayó, por el contrario, la necesidad de crear en las zonas rurales unos medios de subsistencia satisfactorios y económicamente sostenibles.

En el contexto de las posibles consecuencias sociopolíticas del recurso a la biotecnología, Fenning (11/12) sostuvo, sin embargo, que ésta es neutral en sí pero que “tenderá a aprovecharse de cualquier evolución política o económica ya en curso”. Fakir (12/12), sin embargo, desde una perspectiva opuesta, señaló que, puesto que la biotecnología se estaba promoviendo en el marco de un enfoque orientado a ofrecer soluciones y no a atender las necesidades de los países en desarrollo, tal vez aumentara la vulnerabilidad y los riesgos que habrían de afrontar las personas pobres.

7.2.1.5 Efectos de los cultivos modificados genéticamente sobre el hambre y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo

Entre las numerosas biotecnologías disponibles y las numerosas formas en que podrían utilizarse, los participantes centraron su atención principalmente en la aplicación de la modificación genética en el sector agrícola. En el debate se trataron cuestiones generales, relacionadas con los posibles efectos ambientales de los cultivos modificados genéticamente y las consecuencias que podrían tener para el hambre y la seguridad alimentaria. Sin embargo, la mayor parte del debate se centró concretamente en un único cultivo modificado genéticamente, el denominado “arroz dorado”.

a) El arroz dorado

Entre 100 y 140 millones de niños en el mundo están aquejados por la carencia de vitamina A. Esta carencia es un problema de salud pública en 118 países, especialmente de África y el Asia sudoriental. Afecta sobre todo a niños pequeños y mujeres embarazadas de países con bajos ingresos. Se estima que cada año quedan ciegos entre 250 000 y 500 000 niños aquejados por la carencia de vitamina A, la mitad de los cuales mueren dentro de los 12 meses siguientes a la pérdida de la visión (estas cifras están tomadas del sitio Web de la Organización Mundial de la Salud, www.who.int/nut/vad.htm, visitado el 18/5/01).

El arroz es la fuente de alimentación más importante del mundo. Sin embargo, no proporciona cantidades suficientes de muchos micronutrientes y vitaminas esenciales. El endospermo, que es la parte feculenta del grano que queda después de la molienda, no contiene provitamina A (denominada también beta caroteno), de la que el ser humano puede obtener la vitamina A. Sin embargo, la variedad de arroz dorado contiene tres nuevos genes (dos de ellos procedentes del narciso de los prados y uno de una bacteria), de manera que el arroz produce provitamina A. Esta variedad fue producida en colaboración por investigadores de Suiza y Alemania, de cuyos trabajos se informó el 14 de enero de 2000 en la revista Science. Hay un gran interés en ponerla a disposición de los agricultores de los países en desarrollo, pero actualmente se encuentra en la fase de ensayo y no podrá ser distribuida al público hasta dentro de algunos años.

Como se mencionó anteriormente, los debates sobre la posible importancia de la biotecnología para la seguridad alimentaria y el hambre estuvieron muy polarizados. El arroz dorado, que ha suscitado también mucho interés entre el público y los medios de comunicación, ha permitido que esa polarización de las opiniones adquiera un carácter mucho más concreto, ya que es un producto biotecnológico concreto orientado a resolver un problema nutricional concreto de los países en desarrollo.

Los participantes plantearon la cuestión del modo en que se había presentado el arroz dorado al público. Ferry, 8/11(1) se quejó de que, para obtener apoyo financiero o político, los proyectos relacionados con la biotecnología solían presentarse en forma incorrecta, inadecuada o superficial, y que el arroz dorado era un buen ejemplo de ello (Ferry, 6/11). Sostuvo que las afirmaciones exageradas con respecto al arroz dorado con frecuencia no procedían de los periodistas, sino de laboratorios e instituciones públicos de biotecnología que utilizaban la publicidad para promover su trabajo en una época difícil para la investigación pública (Ferry, 10/11). En cuanto a la industria privada, Fakir (20/11) afirmó que la insistencia en que este arroz salvaría a la población de la malnutrición y la ceguera era una estrategia de comercialización, opinión compartida por Ferry (21/11) que sostuvo que “la propaganda es una parte esencial de la estrategia de las empresas y el arroz dorado ha constituido una excelente oportunidad”. Fenning (20/11), sin embargo, insistió en que, si el arroz dorado existía al menos como posible opción, ello se debía en parte a que las empresas de biotecnología habían renunciado a sus derechos de patente sobre las técnicas utilizadas para crear las plantas.

La polarización en torno a este asunto se reflejó también, en cierta medida, en las diferentes posiciones adoptadas por los participantes al examinar el arroz dorado y sus efectos sobre el hambre y la nutrición. Para algunos de ellos (por ejemplo, Fenning, 10/11), la cuestión era que, puesto que existía la variedad, no había razón para no probarla. Otros, por el contrario (por ejemplo Carvalho, 7/11; Ferry, 10/11 y 15/11), planteaban que, puesto que existían los problemas del hambre y la nutrición, por qué debería utilizarse el arroz dorado y no otras posibles soluciones a dichos problemas. Benbrook (13/11) expresó claramente esta última opinión, al decir que, en una situación hipotética en la que “se reuniera un equipo bien equilibrado de científicos, autoridades y especialistas en agricultura y nutrición, muchos de ellos con una amplia experiencia práctica en países con problemas de vitamina A, que recibieran 300 millones de dólares para invertir durante 10 años en la solución de esos problemas y pudieran escoger las vías o colaboradores que quisieran”, sería difícil imaginar que invirtieran todo el dinero en el arroz dorado.

Rosset, 10/11(1) alegó que la carencia de vitamina A no era tanto un problema como un síntoma de una insuficiencia alimentaria más amplia relacionada con la pobreza y con la transición de unos sistemas de cultivo diversificados al monocultivo del arroz. Por consiguiente subrayó la importancia de una alimentación más variada y llegó a la conclusión de que “no es probable que un “remedio infalible”, consistente en insertar en el arroz beta caroteno... dejando al mismo tiempo intactos la pobreza, la mala alimentación y el monocultivo extensivo, contribuya de modo duradero al bienestar”. Carvalho (10/11) señaló que si lo que se buscaba era un “remedio infalible”, podía utilizarse un suplemento nutricional. Howell (10/11) informó de que se había conseguido reducir las tasas de mortalidad infantil dando a los niños un suplemento de vitamina A. Ferry (10/11) señaló que el arroz dorado podía tener consecuencias contraproducentes para los problemas nutricionales, ya que frenaría los progresos que se estaban realizando en la educación de la población para que diversificara su alimentación o su producción agrícola. Fenning (10/11) estuvo de acuerdo en que las observaciones realizadas con respecto a la importancia de una buena alimentación para combatir la carencia de vitamina A eran totalmente válidas, pero subrayó que era necesario considerar también otras opciones, puesto que desde hacía tiempo existía la posibilidad de mejorar la alimentación en los países en desarrollo, pero no de resolver el problema de la carencia de vitamina A.

Ferry (8/11(1)) se mostró preocupado con respecto a otros dos aspectos del arroz dorado. El primero de ellos era que, si sólo se modificaba genéticamente un número limitado de variedades, que luego se cultivaban en gran escala, ello repercutiría negativamente en la biodiversidad agrícola. Frey (9/11) señaló que no existía la certeza de que fueran a modificarse genéticamente una serie de variedades, y que era más probable que la variedad del arroz dorado se cruzara simplemente con las variedades locales adaptadas y que, a través del retrocruzamiento, se conservaran los genes privativos del arroz dorado al tiempo que se eliminara la mayor parte del genoma exógeno. Ferry (10/11) expresó reservas con respecto a esta solución, ya que el cruzamiento con las variedades locales reduciría una de las principales ventajas de la elaboración de variedades genéticamente modificadas, a saber el tiempo que ahorraban en comparación con las técnicas tradicionales de mejoramiento.

El segundo motivo de preocupación que señaló Ferry (8/11(1)) fue el precio de las semillas de las nuevas variedades, que podía dar lugar a que sólo fueran accesibles para los agricultores más ricos. Sin embargo, Frey (9/11) replicó que las semillas se entregarían gratuitamente a los agricultores de los países en desarrollo, los cuales podrían obtener unos beneficios de hasta 10 000 dólares anuales sin tener que pagar derechos de ningún tipo.

En opinión de Ferry (10/11), la cuestión del arroz dorado ponía de manifiesto la importancia de una investigación en equipo, en la que científicos de diversas disciplinas, entre ellos dietistas, especialistas en horticultura y economistas sociales, y no sólo biotecnólogos, colaborasen en el problema de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza. Tanto Rosset (23/11(2)) como Greenberg (8/12) destacaron que en ese proceso debía incluirse también a los propios agricultores.

b) Consecuencias de los efectos ambientales de los cultivos modificados genéticamente para el hambre y la seguridad alimentaria

Los posibles efectos de los cultivos transgénicos sobre el medio ambiente son una cuestión importante por derecho propio. Sin embargo, en esta conferencia sólo se examinaron esos efectos en relación con sus posibles consecuencias para el hambre y la seguridad alimentaria. Rosset, 23/11(1) subrayó algunos posibles riesgos para el medio ambiente que podrían afectar a la seguridad alimentaria en los países en desarrollo, tales como: i) las posibles pérdidas de cultivos modificados genéticamente; ii) los posibles efectos negativos de los cultivos Bt (es decir, cultivos modificados genéticamente que producen toxinas de la bacteria del suelo Bacillus thuringiensis), como por ejemplo el aumento de la resistencia de las plagas a las toxinas Bt; las pérdidas de cultivos debidas a la muerte incidental de organismos de lucha biológica y la reducción de la fertilidad del suelo como consecuencia de las toxinas Bt que permanecen en él; y iii) la posible transferencia a especies afines de las cultivadas de las propiedades insecticidas o de la resistencia a virus. Fakir (23/11(2)) subrayó el hecho de que el riesgo para los pequeños agricultores de los países en desarrollo era mucho mayor que para los agricultores comerciales de los países desarrollados, quienes podían permitirse pagar un seguro o recibir ayuda de sus gobiernos en caso de que se produjera una catástrofe ambiental.

Hubo al parecer acuerdo en que los científicos y empresas que promovían organismos modificados genéticamente no debían utilizar a los países en desarrollo como banco de pruebas (por ejemplo, Koudandé, 11/11) y en que los riesgos de los cultivos modificados genéticamente para el medio ambiente deberían ser estudiados, comprendidos y reducidos al mínimo (Fenning, 10/11; Hruska, 11/11; Rosset, 14/11). Glover, 15/12(1), sin embargo, dudó de que en los países pobres fueran a realizarse evaluaciones de riesgos o pruebas detalladas sobre el terreno, porque eran lentas y costosas y porque las empresas privadas preferirían simplificar los procedimientos de evaluación de riesgos.

7.2.1.6 La biotecnología es algo más que los cultivos modificados genéticamente

Puesto que en el curso de la conferencia hubo un amplio debate sobre los cultivos modificados genéticamente (en especial el arroz dorado), algunos participantes (por ejemplo, Koudandé, 9/11) consideraron importante reiterar que la biotecnología incluye una gran variedad de instrumentos, y no sólo la modificación genética, que podían utilizarse para resolver los problemas de la inseguridad alimentaria y el hambre. Entre ellos cabe citar la detección de genes que influyen en rasgos de importancia para los países en desarrollo, como la resistencia a la sequía en África y su introgresión en cultivos utilizando técnicas de mejoramiento con ayuda de marcadores (Koudandé, 9/11) o la utilización de instrumentos de diagnóstico de enfermedades o el cultivo de tejidos para obtener material de plantación sano (Frey, 6/12); por su parte, Ferry (11/12) describió un proyecto para introducir en el Sahel plantas de palmera datilera obtenidas a partir del cultivo de tejidos.

Donkin (13/12) subrayó también las diversas funciones que desempeña el ganado en los países en desarrollo y los distintos beneficios que proporciona como complemento de la producción agrícola y, al igual que Jeggo (12/12), sostuvo que la biotecnología podía utilizarse en diversas formas para aumentar esos beneficios. Steane (5/12) señaló, en particular, que las biotecnologías reproductivas, que incluían la maduración y fecundación in vitro de óvulos y el transplante de embriones podrían ayudar a aliviar la pobreza y mejorar la seguridad alimentaria.

7.2.1.7 Relación entre la industria de la biotecnología y la cuestión del hambre y la seguridad alimentaria en los países en desarrollo

En general, los participantes subrayaron los posibles efectos negativos de la función y la repercusión de la industria privada en la seguridad alimentaria y el hambre en los países en desarrollo. Algunos participantes reaccionaron con energía ante lo que consideraron una manipulación cínica de la difícil situación de las personas pobres por la industria privada en el marco de una operación comercial para promover el desarrollo de los cultivos transgénicos (Ferry 6/11 y 30/11; Rosset, 14/11; Fakir, 20/11). Ferry (5/12) señaló también que los grupos relacionados con la tecnología estaban ejerciendo una fuerte presión para que se promovieran y aceptaran los productos modificados genéticamente en los países desarrollados.

Fenning (15/11) alegó que al menos algunas empresas eran culpables de hacer excesivo hincapié en la importancia de la biotecnología para los países en desarrollo, pero que, aunque las estrategias de investigación y desarrollo de las grandes empresas y de los países más ricos no estuvieran orientadas en realidad a aliviar los problemas de los países más pobres, “la situación no va a cambiar por echar la culpa a la biotecnología”. Indicó que el excesivo hincapié en los beneficios de la biotecnología (inclusive para el mundo en desarrollo) había provocado cierta hostilidad y desconfianza del público hacia las empresas privadas (Fenning, 4/12). Sin embargo, pidió una posición flexible con respecto a la biotecnología, afirmando que “del debate sobre esta cuestión (y no sólo aquí) he sacado la impresión de que todo lo que tenga que ver con las grandes empresas o la biotecnología resulta inaceptable en ciertos círculos y será abiertamente rechazado por principio, lo que parece amenazar con convertirse en parte del problema” (Fenning, 22/11(1)).

Glover (21/11) trató de explicar, entre otras cosas, por qué la industria estaba realizando una intensa labor de relaciones públicas para lograr que se aceptara la biotecnología y por qué la mayoría de los cultivos que estaba elaborando y comercializando la industria de la biotecnología tenían poco que ver con la mejora de la seguridad alimentaria de la población pobre en los países en desarrollo. Dijo que ello se debía a que “las empresas deben obtener beneficios para satisfacer a sus accionistas, derrotar a la competencia y mantener la actividad empresarial. Las empresas de biotecnología han invertido ingentes cantidades de dinero de sus inversores y accionistas en la investigación y desarrollo de cultivos biotecnológicos. En general, los propios inversores y accionistas son también grandes instituciones que tienen sus propios accionistas. Están impacientes por conseguir un excelente beneficio de su inversión”. Fenning, 27/11(2) destacó también el carácter costoso de la obtención y distribución de cultivos e insistió en que, cuando no puedan obtener suficientes beneficios, las empresas se limitarán a abandonar la actividad, lo que limitará la elección de variedades disponibles. Freed (23/11) destacó la influencia positiva del sector privado, al subrayar que se centra en los problemas económicos y tiende a ser más eficiente que el sector público, y que la clave del desarrollo rural estaba en la firmeza tanto del sector público como del privado.

También se consideró que la industria privada repercutía en la seguridad alimentaria y el hambre por su influencia en los programas de investigación sobre biotecnología. Ferry (6/11) subrayó la importancia de las decisiones relativas al tipo de investigación biotecnológica que había de realizarse, sus destinatarios y su grado de prioridad. En su opinión, las empresas privadas tenían demasiado poder e influencia a la hora de determinar los programas de investigación. Fakir (22/11) consideró que, en ese contexto era pertinente la siguiente cita de un informe ampliamente divulgado, realizado por científicos de siete academias de ciencias y publicado en 2001, sobre la investigación agrícola internacional: “Si esa investigación estuviera en su totalidad en manos del sector privado, incluso en un mercado que funcionara a la perfección, las demandas de innovación de los consumidores ricos en su propio interés pesarían mucho más que las necesidades y las señales de precios de los consumidores pobres y los pequeños agricultores”.

Adams (7/12) alegó que por lo general se llega más rápidamente a las personas pobres mediante la financiación pública de la investigación y desarrollo agrícolas que a través del sector privado, cuyo objetivo principal es obtener beneficios. Por consiguiente, llegó a la conclusión de que “los frutos de la biotecnología sólo podrán llegar a las personas más pobres y a las que padecen hambre si se mantienen los proyectos financiados con fondos públicos, prudentemente combinados con capitales privados”. Immonen (23/11) destacó también algunas diferencias importantes entre las investigaciones llevadas a cabo por los sectores público y privado. Indicó que el sector público se ocupa del mejoramiento genético de diversas especies de cultivos y animales que no interesan al sector privado e invierte también en la investigación de rasgos que “son especialmente pertinentes en condiciones difíciles de producción (tales como la resistencia a la striga, que es una mala hierba parasitaria) o para los agricultores pobres (tales como la apomixia). Estos parecen ser temas de investigación en los que unos resultados satisfactorios beneficiarían a los productores y consumidores pobres”. Ferry (11/12) subrayó que, si las instituciones públicas de investigación optaran por dar prioridad a la lucha contra el hambre, sus programas de investigación deberían reorientarse y reevaluarse teniendo presente ese objetivo.

7.2.1.8 Los DPI y la capacidad de los países en desarrollo para utilizar la biotecnología con objeto de resolver sus problemas relacionados con el hambre y la seguridad alimentaria

Hongladarom (13/11) destacó la importancia de que los países en desarrollo fueran capaces de elaborar su propia biotecnología para adaptarla a sus entornos y señaló que “la ayuda de los países desarrollados no debería realizarse en forma de entrega de productos ya preparados y listos para el consumo, sino en forma de educación y transferencia de tecnología”. Greenberg (8/12) hizo una observación similar, diciendo que “la biotecnología no será nunca la respuesta mientras se imponga desde fuera. El programa ha de ser dirigido por los propios agricultores”. Sin embargo, algunos participantes (por ejemplo, Fenning, 27/11(2)), destacaron los efectos negativos que los DPI sobre los productos biotecnológicos o los procedimientos utilizados en su fabricación podían tener en la capacidad de los países en desarrollo para conseguirlo.

Fenning, 27/11(2) observó que los titulares de los DPI no eran sólo empresas privadas, sino también algunas organizaciones públicas, y que “pronto se alcanzará un punto en el que será casi imposible utilizar cualquier elemento de la biotecnología para mejorar cualquier especie vegetal importante sin infringir una patente en alguna etapa del proceso”. A este respecto, Glover (21/11) afirmó que en la actualidad, a diferencia de lo que ocurrió en la “Revolución Verde”, “las grandes empresas transnacionales privadas poseen y controlan la tecnología (es decir, los conocimientos). Sus derechos de propiedad sobre la tecnología están protegidos por tratados internacionales y los Estados los hacen respetar en su nombre”. Greyling (20/11) sostuvo que el debate sobre la biotecnología sería diferente si los países en desarrollo elaborasen, administrasen y aplicasen su propia biotecnología en lugar de tener que depender de que alguien se la diera. Fenning (1/12) señaló también que, debido a los problemas relacionados con los DPI, no siempre era posible diferenciar las posibilidades que ofrecía la biotecnología de los intereses comerciales que llevaba consigo.

Traoré (6/12) expresó preocupación por las patentes y los DPI, ya que alegó que determinarán en gran medida el acceso de las personas pobres a los productos modificados genéticamente. Fenning (27/11(2)) señaló que una consecuencia importante de los DPI sobre la biotecnología agrícola era que los países que todavía no habían invertido en ella, como era el caso de la mayoría de los países en desarrollo, probablemente no serían capaces de recuperar nunca en el futuro el terreno perdido. Mulvany (18/12), por el contrario, subrayó la importancia que tenía para la seguridad alimentaria el Compromiso Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos, que trataba de asegurar el libre intercambio de recursos fitogenéticos para la producción de alimentos, ya que salvaguardaría esos importantes recursos para la humanidad y garantizaría su mantenimiento como reserva frente a posibles fallos en el futuro de las variedades de cultivos modificados genéticamente.

7.2.1.9 Función de los científicos que se ocupan de la biotecnología en el debate sobre el hambre y la seguridad alimentaria

El debate sobre la solución de los problemas de la seguridad alimentaria y el hambre es muy importante. Gibson (10/11) recordó las responsabilidades que entrañaba el examen de las posibles aplicaciones de la biotecnología en el mundo en desarrollo, diciendo que “unas decisiones acertadas tienen que basarse en una buena información. Las afirmaciones carentes de fundamento, ya sean a favor o en contra de la biotecnología, constituyen un obstáculo para la adopción de decisiones que beneficien a la población pobre del mundo. Todo lo que aportemos al debate público, ya sea trabando directamente sobre el terreno o simplemente pronosticando, puede influir en una decisión tomada en alguna parte que afecte a la vida de alguna persona. Todos nosotros tenemos el deber de buscar la verdad y de esforzarnos en corregir las informaciones erróneas que con demasiada frecuencia proporciona la prensa popular”. Ferry (6/11) instó, sin embargo, a que el debate no estuviera dominado por los científicos y las empresas privadas que se ocupan de la biotecnología. Sostuvo que, debido a la naturaleza de su trabajo, los biotecnólogos tendían a estar muy especializados y a centrarse en la técnica, por lo que no eran competentes en la compleja cuestión del hambre en los países en desarrollo. Fenning (6/11) estuvo de acuerdo en la importancia de que la reflexión se basara en los problemas, y no en las soluciones, y dijo que dejarse deslumbrar por la utilización de la tecnología más reciente, cuando tal vez un método más sencillo diera mejores resultados, era un error humano clásico que cometían muchos científicos.

7.2.2 Nombre y país de los participantes que enviaron los mensajes a los que se hace referencia

Adams, Herman. Barbados
Ashton, Glenn. Sudáfrica
Benbrook, Charles. Estados Unidos de América
Bharathan, Geeta. Estados Unidos de América
Boesen, Jannik. Dinamarca
Carvalho, Luiz. Brasil
Donkin, Ned. Sudáfrica
Fakir, Saliem. Sudáfrica
Fenning, Trevor. Alemania
Ferry, Michel. España
Freed, Russ. Estados Unidos de América
Frey, Petra. Estados Unidos de América
Gibson, John. Kenya
Giga, Danash. Zimbabwe
Glover, Dominic. Reino Unido
Greenberg, Stephen. Sudáfrica
Greyling, Ben. Sudáfrica
Hongladarom, Soraj. Tailandia
Howell, Bruce. Canadá
Hruska, Allan. Nicaragua
Immonen, Sirkka. Italia
Jeggo, Martyn. Austria
Johanson, Andrea. Estados Unidos de América
Kambikambi, Tamala. Zambia
Kirk, Jeffrey. Estados Unidos de América
Koudandé, Delphin. Países Bajos
Madalena, Fernando. Brasil
Muir, Bill. Estados Unidos de América
Mulvany, Patrick. Reino Unido
Napier, James. Canadá
Olutogun, Sanya. Nigeria
Robert, Stanley. Australia
Rosset, Peter. México
Rusch, Peter. Sudáfrica
Steane, David. Tailandia
Traoré, Adama. Malí


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