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CAPÍTULO 1. CONCEPTOS Y TEMAS GENERALESDE LA AGRICULTURA ORGÁNICA


Definiciones y conceptos

El término «agricultura orgánica» se refiere al proceso que utiliza métodos que respetan el medio ambiente, desde las etapas de producción hasta las de manipulación y procesamiento. La producción orgánica no sólo se ocupa del producto, sino también de todo el sistema que se usa para producir y entregar el producto al consumidor final.

En el nivel internacional, se aplican dos fuentes principales de principios y requisitos generales que rigen la agricultura orgánica. Las Directivas del Codex Alimentarius para la Producción, Procesamiento, Etiquetado y Comercialización de los Alimentos Producidos Orgánicamente[1] constituyen una de esas fuentes. De acuerdo con el Codex, «La agricultura orgánica es un sistema de manejo holístico de la producción que promueve y mejora la salud del ecosistema, incluyendo los ciclos biológicos y la actividad biológica del suelo. La agricultura orgánica se basa en el uso mínimo de insumos externos y evita los fertilizantes y plaguicidas sintéticos. Las prácticas de la agricultura orgánica no pueden garantizar que los productos estén completamente libres de residuos, producidos por la contaminación general del medio ambiente. No obstante, se utilizan métodos para reducir al mínimo la contaminación del aire, el suelo y el agua. Los manipuladores, procesadores y comerciantes minoristas de alimentos orgánicos se rigen por normas que mantienen la integridad de los productos orgánicos. El objetivo principal de la agricultura orgánica es optimizar la salud y la productividad de las comunidades interdependientes del suelo, las plantas, los animales y las personas.»

El objetivo principal de la agricultura orgánica es optimizar la salud y la productividad de las comunidades interdependientes del suelo, las plantas, los animales y las personas.

La otra es la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM)[2], un organismo internacional del sector privado que cuenta con unas 750 organizaciones miembros en más de 100 países. IFOAM define y revisa periódicamente, en estrecha consulta con sus miembros, las Normas Básicas que determinan el término «orgánico». De acuerdo con las Normas Básicas IFOAM 2002, la «agricultura orgánica es un enfoque integral basado en un conjunto de procesos que resulta en un ecosistema sostenible, alimentos seguros, buena nutrición, bienestar animal y justicia social. La producción orgánica es, por lo tanto, mucho más que un sistema de producción que incluye o excluye determinados insumos».

A diferencia de los alimentos etiquetados como «inocuos para el medio ambiente», «verdes» o «criados al aire libre», la etiqueta de «orgánico» denota el cumplimiento de métodos de producción y procesamiento específicos. Todas las normas existentes que regulan la agricultura orgánica prohíben la mayoría de los plaguicidas y fertilizantes sintéticos, todos los preservativos sintéticos, los organismos modificados genéticamente, los lodos cloacales y la irradiación. El cumplimiento de las normas de la agricultura orgánica, incluida la protección del consumidor contra prácticas fraudulentas, se garantiza mediante la inspección y la certificación. La mayoría de los países industrializados tienen regulaciones que rigen los alimentos etiquetados como «orgánicos». Otros términos que se utilizan, según los idiomas, son «biológico» o «ecológico».

Los principios de la agricultura orgánica están en consonancia con los principios de la agricultura biodinámica y la permacultura. Iniciada por Rudolf Steiner en 1924, la agricultura biodinámica abraza la comprensión espiritual y holística de la naturaleza y la granja dentro de ella, la granja es vista como un organismo autocontenido, en estado de evolución, que utiliza insumos externos en cantidades mínimas: se usan preparados biodinámicos y entre los requisitos se incluyen, la armonía del cultivo con los ritmos cósmicos, comercio justo y la promoción de asociaciones económicas entre productores, procesadores, comerciantes y consumidores. Los requisitos de certificación de la agricultura biodinámica (calificada de acuerdo con las regulaciones de la red Internacional Demeter en África, América, Australia y Europa) incluyen un número de normas orgánicas que están reconocidas por el Registro de las Normas para los Alimentos Orgánicos y por los planes gubernamentales de cooperación.

Recuadro 1: Cría orgánica de animales

La agricultura orgánica incluye sistemas de cultivo y de cría de animales, como también de piscicultura. La producción orgánica de animales enfatiza un programa activo de mane-jo de la salud que se ocupa de los factores ambientales para reducir el estrés y prevenir las enfermedades. La mayoría de las normas que regulan la cría orgánica de ani-males exigen que los animales tengan acceso a espacios adecuados, aire fresco, un espacio al aire libre, luz de día, sombra y refugio para las inclemencias del clima, todos ellos acordes con las especies y las condiciones climáticas. Las normas requieren un programa alimenticio equilibrado que incluya principalmente alimentos orgánicos. En general, en Argentina, Australia y América del Norte, se exige un 100 por ciento de alimentos orgánicos. Según las normas de IFOAM, de Asia y de la Unión Europea, sólo el 80 por ciento de los alimentos, o aún menos, deben ser orgánicos (el procentaje de la alimentación orgánica está aumentando gradualmente, de acuerdo con las normas de cada región).

Las normas definen el origen y tipos de suplementos y aditivos alimentarios permitidos, con el énfasis puesto en las sustancias biológicas y botánicas obtenidas de manera natural. Las normas de Argentina, Australia y América del Norte requieren que la cría orgánica de animales se maneje orgánicamente a partir del último tercio del período de gestación de la madre, o por lo menos a partir del nacimiento. En la actualidad, las normas asiáticas y europeas permiten que los animales provengan de orígenes no orgánicos a edades diferentes, según las especies.

En general, se prohíbe o restringe la atención sanitaria con productos sintéticos. Algunos organismos de certificación y normas nacionales prohíben el uso de antibióticos (si se utilizan antibióticos, los animales o sus productos se deben comercializar en el mercado convencional), mientras que otros especifican un período de retención, en general el doble o triple de lo que exigen los requisitos que figuran en la etiqueta, antes de que se pueda vender el animal o sus derivados como productos orgánicos. Las vacunas, en general, están permitidas con algunas restricciones. En términos generales, se prohíben los estimuladores de crecimiento y las hormonas..

Algunos organismos de certificación prohíben ciertas alteraciones físicas, como por ejemplo el corte del pico, mientras que otros lo permiten si el propósito de la práctica es mejorar o mantener la salud y seguridad del animal. En general, la castración y el corte de los cuernos están permitidos. Durante el transporte y el sacrificio, los animales deben ser tratados humanitariamente. Se debe llevar registros de origen de los animales; alimentos y suplementos alimenticios; medicamentos/antiparasitarios; manejo de la salud; producción y ventas.

A fines de la década del setenta, el ecologista Bill Mollison desarrolló el concepto de «permacultura» como una ciencia interdisciplinaria de la tierra. La permacultura es un sistema de diseño del paisaje y la sociedad que trabaja para conservar la energía en la granja (por ejemplo, el combustible obtenido de las cosechas, la leña, las calorías de los alimentos) o para generar más energía que la que consume. El cuidado de los asociaciones naturales (incluidas las zonas salvajes), la rehabilitación de las tierras degradadas y la independencia local son ejes de la permacultura[3]. La permacultura no tiene una certificación propia, pero la agricultura orgánica comparte este enfoque de manejo.

La «agricultura orgánica» no se limita a las granjas y productos orgánicos certificados sino que incluye a todos los sistemas agrícolas de producción que utilizan procesos naturales, en lugar de insumos externos, para mejorar la productividad. Los agricultores orgánicos adoptan prácticas para conservar los recursos, mejorar la biodiversidad y mantener el ecosistema para una producción sostenible. Esta práctica se orienta con frecuencia, pero no siempre, hacia el mercado de los alimentos clasificados como orgánicos. Quienes están interesados en etiquetar y comercializar sus alimentos como orgánicos, por lo general buscan la certificación - sobre todo si cultivan para exportar. Sin embargo, numerosos agricultores practican técnicas orgánicas sin buscar o recibir el sobreprecio que se le dá a los alimentos orgánicos en algunos mercados. Muchos de los sistemas tradicionales de cultivo que se encuentran en los países en desarrollo están incluidos aquí.

La agricultura tradicional incluye prácticas de mane-jo que han evolucionado a lo largo de los siglos para crear sistemas agrícolas adaptados al medio ambiente local y a las condiciones culturales. Debido a su naturaleza, los sistemas tradicionales no usan insumos agrícolas sintéticos. Muchos de ellos, pero no todos, cumplen las normas de producción que se aplican a la agricultura orgánica.

A los efectos de este estudio, es importante distinguir la agricultura certificada de la agricultura no certificada. La agricultura que cumple con las normas de producción orgánica, pero no ha sido sometida a la inspección orgánica, es nombrada aquí como «agricultura orgánica no certificada» para distinguirla de la «agricultura orgánica certificada». Si bien las condiciones económicas e institucionales difieren, ambas se apoyan en la misma tecnología y en los mismos principios. Aunque los resultados puedan ser similares, es posible que la agricultura orgánica no certificada no represente necesariamente una elección deliberada entre los sistemas alternativos de producción - la falta de acceso a la compra de insumos puede limitar esa elección. Cualesquiera sea la motivación, una granja orgánica refleja un sistema de manejo donde el productor maneja conscientemente los recursos de acuerdo con los principios orgánicos. Por lo tanto, la agricultura orgánica no certificada abarca los sistemas tradicionales que no usan químicos y que aplican enfoques ecológicos para aumentar la producción agrícola.

La «agricultura orgánica» no se limita a las granjas y productos orgánicos certificados sino que incluye a todos los sistemas agrícolas de producción que utilizan procesos naturales, en lugar de insumos externos, para mejorar la productividad.

Contrastando con eso, algunos sistemas agrícolas no usan insumos comprados (por ejemplo, fertilizantes minerales o plaguicidas sintéticos) simplemente porque los agricultores no tienen dinero para comprarlos o no tienen acceso a ellos. Según las normas reconocidas internacionalmente, estos sistemas no se pueden considerar orgánicos. En general tienen una productividad baja, y muchas veces están en proceso de deterioro. Los sistemas negligentes a menudo producen una degradación en el medio ambiente (por ejemplo, la erosión del suelo) y pueden crear alteraciones que amenazan a granjas vecinas, por ejemplo depósitos de malezas nocivas, plagas y enfermedades.

Las normas orgánicas requieren que los operadores conserven, restablezcan y mejoren los procesos naturales, y que trabajen con la naturaleza para proteger sus cosechas, en vez de someterla o dominarla. La toma de decisión del productor es, por lo tanto, esencial para diferenciar la agricultura orgánica de los sistemas que no usan insumos sintéticos por razones de irresponsabilidad o abandono. En este estudio no se considera «orgánica» la producción por negligencia, aun cuando las normas orgánicas de algunas jurisdicciones locales no hayan hecho esta distinción.

Todos los sistemas de manejo agrícola que aplican enfoques ecológicos, pero que utilizan algún insumo sintético y/o organismos modificados genéticamente (por ejemplo, manejo integral de plagas, labranza cero, agricultura conservacionista y agricultura sostenible de bajos insumos) quedan obviamente excluidos de la categoría orgánica.

Desarrollo de la agricultura orgánica

Hoy en día, el sector de la agricultura orgánica es el sector alimenticio que muestra mayor crecimiento. Las tasas de crecimiento en las ventas de alimentos orgánicos han oscilado entre el 20 y 25 por ciento anual a lo largo de una década. Los índices que corresponden a las tierras orgánicas de Europa, América Latina y Estados Unidos son excelentes. Entre 1995 y 2000, se ha triplicado la superficie total de tierras orgánicas en Europa y Estados Unidos. En los últimos 5 años, en Argentina, la superficie de tierras orgánicas aumentó en un 1 280 por ciento[4]. No obstante, estos reportes de aumentos en los porcentajes se deben analizar dentro del contexto de sus bajos niveles absolutos. A escala mundial, la agricultura certificada ocupa menos del 1 por ciento de las tierras y entre el 1 y 2 por ciento de las ventas de alimentos. En algunos casos, el crecimiento puede reflejar la puesta bajo un programa de certificación de tierras cultivadas durante largo tiempo de manera orgánica, en lugar de representar un cambio real en los sistemas de cultivo.

Hacia finales de los años 80, el desarrollo lento pero constante de la agricultura orgánica fue impulsado por organizaciones de base, agricultores y comerciantes. En los Estados Unidos, los estados de Oregon y California adoptaron su legislación orgánica en 1974 y 1979, respectivamente. En el resto del mundo, pasó largo tiempo antes de que las normas establecidas por la comunidad de agricultura orgánica (por ejemplo, la Asociación de Suelos -Soil Association- del Reino Unido en 1967 e IFOAM en 1980) tuvieran eco en las legislaciones nacionales y supranacionales y en los sistemas de control (por ejemplo, Francia adoptó sus leyes en 1985, y 1991 marcó la adopción de la Regulación de la Unión Europea N° 2092/91). El reconocimiento del rol de la agricultura orgánica en el logro de objetivos medioambientales, incluyendo el uso sostenible de tierras reservadas[5], condujo a la adopción de medidas agroambientales para fomentar la agricultura orgánica (por ejemplo, la reforma de 1992 de la Política Agraria Común y la reglamentación complementaria de la Unión Europea N° 2078/92). Desde el punto de vista de la oferta, y en la Unión Europea, los instrumentos normativos estimularon a los pequeños agricultores a que cultivaran con métodos orgánicos ofreciendo compensaciones financieras por las pérdidas que pudieran sufrir durante la conversión.

Los consumidores interesados en la calidad de los alimentos, como también en la protección del medio ambiente, fueron los primeros en estimular la demanda. Se han desarrollado nuevas oportunidades de mercado como parte de una estrategia comercial que responde a los intereses de los consumidores, en particular en la Unión Europea y en Estados Unidos. Numerosas empresas importantes de alimentos consideran el procesamiento, manipulación, abastecimiento y promoción de alimentos orgánicos como elementos para crear una imagen pública positiva. En la actualidad, los comerciantes minoristas grandes y pequeños promueven y comercializan productos orgánicos con estrategias agresivas, en un escenario en el que grandes cadenas minoristas de alimentos tienen una importante participación en los mercados minoristas de alimentos frescos y procesados.

Los consumidores se muestran cada vez más escépticos sobre la seguridad de los alimentos convencionales y la solidez de la agricultura industrial. El uso de reguladores del crecimiento (por ejemplo, el Alar en los Estados Unidos) estimuló el interés en los alimentos orgánicos. La crisis con respecto a los alimentos contaminados con dioxina y las enfermedades del ganado (como por ejemplo la encefalopatía espongiforme bovina (BSE) y la fiebre aftosa en Europa) aumentaron aun más la demanda de los productos orgánicos. Las encuestas a consumidores muestran, en casi todos los países, la existencia de un segmento que demanda alimentos diferentes a los modificados genéticamente. Los gobiernos han respondido a esas inquietudes fijando objetivos para expandir la producción orgánica. De este modo, la preocupación de los consumidores y gobiernos por la calidad y seguridad de los alimentos se ha convertido en la mayor fuerza impulsora del desarrollo de la agricultura orgánica en los países industrializados. Si bien algunos pueden preguntarse por la validez de las inquietudes de los consumidores, no hay duda de que han contribuido al crecimiento del sector orgánico.

Estas preocupaciones también han abierto mercados posibles para los exportadores de los países en desarrollo, permitiéndoles aumentar los ingresos de divisas y diversificar sus exportaciones. Los sobreprecios en los productos orgánicos que oscilan entre el 10 y el 50 por ciento, como también los mercados más seguros de los alimentos orgánicos, pueden servir de contrapeso a las pérdidas de convenios comerciales preferenciales, la caída en los precios de los alimentos y el cese de apoyo gubernamental a los insumos agrícolas y otros servicios. Los principales mercados del norte ofrecen buenas perspectivas para los proveedores de productos orgánicos que no se producen en esos países. Por ejemplo, café, té, cacao, especias, caña de azúcar, frutas tropicales y bebidas, como también productos frescos fuera de estación. Cada vez más, los gobiernos de los países en desarrollo están creando condiciones favorables para las exportaciones orgánicas.

La agricultura orgánica no certificada es de particular importancia porque cumple con los requisitos locales para los alimentos, al tiempo que ofrece protección y un uso sostenible de los recursos naturales. El manejo orgánico posibilita un ahorro en los costos de producción (especialmente significativos cuando se necesita efectivo para comprar insumos sintéticos) y promueve la independencia económica y/o alimentaria. En los mercados marginales y en las áreas de pocos recursos, donde los agricultores no tienen acceso a los insumos y las tecnologías modernas, la agricultura orgánica puede también aumentar la productividad de los sistemas tradicionales, optimizando el uso de los recursos locales[6].

Por ejemplo, cientos de miles de agricultores indígenas se han volcado al movimiento orgánico para restablecer, a lo largo de los Andes, sofisticadas prácticas agrícolas desarrolladas por los Incas. Se han generalizado las pequeñas huertas familiares, los grupos y asociaciones que comercializan los productos orgánicos en los mercados urbanos internos y en las ferias informales. Cuba ha adoptado la agricultura orgánica como parte de su política agraria oficial, con inversiones importantes en investigación y extensión, para compensar la escasez de insumos externos y sustituir los alimentos importados.

Recuadro 2: Residuos de plaguicidas en los alimentos convencionales, en los cultivados con el MIP y en los alimentos orgánicos, Estados Unidos

El efecto que tienen los diferentes sistemas de producción agrícola sobre la exposición de la dieta humana a los plaguicidas es un tema de considerable interés para científicos, organismos reguladores y el público en general; sin embargo, pocos análisis empíricos sobre niveles de residuos se han producido para dar una respuesta a ese problema. En la actualidad existe información suficiente sobre los niveles de residuos de plaguicidas en los alimentos cultivados orgánicamente, en los alimentos producidos con el Manejo Integrado de Plagas (MIP), en aquellos certificados como no conteniendo Residuos Detectables (NRD) y en los alimentos que no hacen declaraciones al respecto (que se supone que se cultivan de la manera convencional), lo que permite dar una respuesta al problema.

Los investigadores analizaron datos de residuos de plaguicidas en más de 94 000 muestras de alimentos orgánicos y no orgánicos de unos 20 cultivos diferentes a lo largo de casi una década. Los datos se obtuvieron de tres fuentes independientes de Estados Unidos: pruebas de alimentos seleccionados, realizadas por la Unión de Consumidores (CU) en 1997; encuestas sobre residuos, conducidas por el Programa de Datos sobre Plaguicidas del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, en una amplia gama de alimentos disponibles en el mercado norteamericano, y encuestas sobre residuos en los productos alimenticios vendidos en California organizadas por el Departamento de Regulación de los Plaguicidas de ese estado.

Aspectos más destacados de la investigación:

Los datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) mostraron que el 73 por ciento de los productos cultivados con sistemas convencionales contenían, como mínimo, residuos de 1 plaguicida, mientras que en las muestras orgánicas de los mismos cultivos sólo el 23 por ciento contenía residuos.

Se realizó una segunda prueba con los datos de USDA, excluyendo los residuos de los insecticidas orgánicos clorados de alta persistencia, prohibidos desde hace mucho tiempo, por ejemplo DDT, dieldrin y clordan (que resultan de contaminación ambiental, no de las diferencias en los métodos de producción de cultivos). Las muestras orgánicas positivas disminuyeron de un 23 por ciento a un 13 por ciento, pero las muestras convencionales sólo cayeron del 73 por ciento al 71 por ciento.

Más del 90 por ciento de la muestra de USDA de manzanas, duraznos, peras, frutillas y apio cultivados convencionalmente mostró residuos.

Los cultivos convencionales tenían probabilidades de contener seis veces más cantidad de residuos de varios plaguicidas.

En las pruebas del Estado de California, se encontraron residuos en más del 30 por ciento de los alimentos cultivados convencionalmente, pero sólo en el 6,5 por ciento de las muestras orgánicas. Los investigadores señalaron que los datos de California se basaban en pruebas que utilizaban métodos de análisis menos sensibles que los que se aplicaron para generar los datos de USDA, y por lo tanto, no incluían muchos residuos de bajo nivel, detectados por los métodos de prueba de USDA.

Las pruebas de California también revelaron que la presencia de residuos de diferentes plaguicidas era nueve veces más frecuente en las muestras convencionales que en las muestras orgánicas.

Las pruebas de CU encontraron residuos en el 79 por ciento de las muestras de cultivos convencionales y en el 27 por ciento de las muestras cultivadas orgánicamente, con presencia de residuos múltiples, seis veces más frecuente en los primeros.

Los resultados para las muestras de MIP/NRD estuvieron a mitad de camino entre las muestras orgánicas y las convencionales.

Este análisis muestra de manera convincente que los alimentos cultivados con métodos orgánicos contienen menos residuos de plaguicidas que los alimentos convencionales. No obstante, señala que los alimentos orgánicos no están libres de plaguicidas, debido a múltiples factores que escapan al control del agricultor orgánico (por ejemplo, la fumigación con plaguicidas que se propaga desde los campos lindantes o la contaminación de tierras o aguas). Si bien los riesgos a la salud relacionados con la presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos son todavía inciertos y están sujetos a fuertes debates, el riesgo es relativo, e indudablemente una menor exposición se traduce en un menor riesgo.

Fuente: Baker et al., 2002


Recuadro 3: Acuicultura orgánica

La acuicultura (el cultivo de plantas y animales acuáticos) se está expandiendo desde 1970 a una tasa promedio anual del 9 por ciento. Sin embargo, la cantidad y diversidad de los productos orgánicos certificados siguen siendo pequeñas (5000 tm, de las cuales el 80 por ciento corresponde al salmón), en parte debido a la ausencia de normas y criterios mundialmente reconocidos para la acreditación de acuicultura orgánica. Más del 91 por ciento de la producción total de la acuicultura marina convencional de 1999 crió plantas acuáticas y especies de moluscos que se alimentan en la parte baja de la cadena alimenticia acuática. Dada la posible introducción de técnicas apropiadas para el manejo de los recursos hidráulicos y los nutrientes, las perspectivas de una mayor producción, incluyendo producción orgánica, de plantas acuáticas y moluscos, son muy buenas.

La mayoría de los productos de acuicultura orgánica certificada que se producen en Europa usan aguas salobres y marinas, un recurso que en gran parte ha quedado sin explotar, y de esta manera se preservan los suministros de agua dulce para el consumo humano y la agricultura convencional. La acuicultura también abarca a las plantas acuáticas orgánicas, sea para el consumo directo del hombre o como insumos alimenticios para la cría de animales, incluso para el sector de la piscicultura orgánica.

Según los cálculos actuales de la producción de acuicultura orgánica certificada y una tasa anticipada de crecimiento anual del 30 por ciento desde 2001 a 2010, se puede esperar que la acuicultura orgánica certificada aumente de manera considerable, si bien continuará ocupando un pequeño sector en la producción total de la acuicultura.

Eficiencia en el uso de los recursos en la agricultura orgánica

Desempeño agronómico

Las comparaciones entre el desempeño de los sistemas convencionales de agricultura y los de la agricultura orgánica son significativas sólo cuando se realizan a lo largo de un período intergeneracional y de esa manera se puede evaluar la capacidad constante que tienen los recursos naturales para sostener la agricultura. Los rendimientos elevados de los sistemas no orgánicos son, con frecuencia, fruto de sistemas de explotación que degradan el suelo, el agua, la biodiversidad y los servicios ecológicos de los que depende la producción de alimentos.

La mayoría de las comparaciones de la eficiencia de los sistemas alternativos de producción se centran simplemente en el rendimiento bruto de los productos básicos comercializables. En general, los agricultores experimentan una disminución en los rendimientos después de que desechan los insumos sintéticos y convierten sus operaciones a la producción orgánica. Una vez que el agroecosistema se restablece y se implementan completamente los sistemas de manejo orgánico, los rendimientos aumentan de manera significativa.

Si la conversión al sistema orgánico parte de los sistemas de bajos insumos (en general tradicionales), entonces las cosechas tienden a ser estables. Un estudio realizado en Kenya[7] indica que la agricultura orgánica en los trópicos da un buen resultado. Estas conclusiones se oponen al saber convencional que sostenía que ese sistema se vería limitado por un material orgánico insuficiente. Los sistemas orgánicos en áreas de potencial medio superaron apreciablemente los métodos convencionales en cuanto a los rendimientos en granos de maíz, los beneficios netos en dinero efectivo cobrado, el rendimiento sobre el capital y la ganancia familiar por día laborable. Por ejemplo, el maíz cultivado orgánicamente experimentó un menor daño provocado por gorgojos durante su almacenamiento que el producido por los sistemas convencionales. Esta información demuestra que los sistemas orgánicos pueden duplicar o triplicar la productividad de los sistemas tradicionales.

La productividad de los sistemas de agricultura orgánica varía a través de las diferentes etapas de explotación: i) la transición de una explotación convencional a una orgánica; ii) la conversión de la explotación tradicional a la orgánica; iii) la explotación orgánica basada en la substitución de insumos, y iv) el cambio completo a un enfoque ecosistémico. La necesidad de asegurar la viabilidad económica agrícola a corto plazo resulta en que pocos establecimientos puedan lograr un enfoque ecosistémico.

En la mayoría de los casos, los agricultores en transición sufren una reducción en la productividad, pero aun así, hay casos donde el sistema convencional se encuentra en tal estado de deterioro que hay importantes respuestas positivas en el rendimiento cuando se agrega materia orgánica, en particular cuando hay un remanente de fertilizante N sintético, como por ejemplo nitrato de calcio. Asimismo, hay casos en que los agricultores en transición tienen todavía restos de herbicidas que eliminan las malezas, bien entrado el segundo año de transición; para ellos la reducción de las cosechas relacionada con la presión de las malezas no comienza hasta el segundo o tercer año. Esto es muy común en las cosechas de granos, por ejemplo, trigo, arroz y maíz.

Las pérdidas de rendimientos son enormemente exageradas por las estaciones experimentales convencionales. La experiencia real de la mayoría de los agricultores en transición es que las pérdidas de rendimientos son tolerables. El aumento de necesidad de mano de obra (en particular para controlar las malezas) parece perjudicar a los agricultores norteamericanos más que los bajos rendimientos. Las pérdidas en la producción se deben a una multiplicidad de factores interrelacionados: la materia orgánica del suelo y la actividad biológica necesitan tiempo para establecerse; muchas granjas convencionales se encuentran en una rutina de plaguicidas que no permite el establecimiento de organismos benéficos para la eliminación de plagas, malezas y enfermedades; y los problemas de fertilidad son comunes hasta la restauración de una total actividad biológica (por ejemplo el crecimiento de la biota del suelo, una mejor fijación de nitrógeno y el establecimiento de predadores naturales de plagas).

En los mercados marginales y en las áreas de pocos recursos, donde los agricultores no tienen acceso a los insumos y las tecnologías modernas, la agricultura orgánica puede también aumentar la productividad de los sistemas tradicionales, optimizando el uso de los recursos locales.

El grado de pérdida en la producción varía y depende de los atributos biológicos inherentes a la granja, de la pericia del agricultor, de la medida en que se usaron insumos sintéticos en cultivos anteriores y del estado de los recursos naturales[8]. Algunas veces son pocos años, y en otros casos puede llevar muchos años restaurar el ecosistema hasta el punto en que la producción orgánica sea viable en términos económicos. Hay suelos que son tan marginales y están tan agotados que no sería posible cultivarlos sin subsidios gubernamentales substanciales para ciertos productos básicos (por ejemplo, algodón, trigo y maíz en tierras marginales en zonas de las altas planicies de Estados Unidos).

A mediado plazo, y a medida que aumenta la experiencia, el valor de la agricultura orgánica se hace más evidente debido a las mejoras en la productividad y al aumento de fertilidad del sistema agrario. A largo plazo, el desempeño de la agricultura orgánica progresa en forma paralela a las mejoras en las funciones del ecosistema y las técnicas de explotación.

No se puede juzgar el desempeño de la agricultura orgánica a partir de la comparación de una única cosecha o de un único año. La agricultura orgánica se desempeña en general mejor si uno considera la producción total de cosechas útiles por área. Las mayores limitaciones que enfrentan los agricultores en proceso de transición son la falta de conocimientos, de fuentes de información y de apoyo técnico. Una mayor inversión en servicios adecuados de investigación y extensión puede ayudar a superar esas limitaciones.

Las fluctuaciones climáticas extremas representan para la agricultura una amenaza cada vez mayor. Los sistemas orgánicos parecen ser más estables y resistentes frente a las alteraciones climáticas, tal como surje de comparaciones con los sistemas convencionales en condiciones extremas, como por ejemplo sequías e inundaciones de gravedad. En 1993, el arroz convencional en Japón quedó prácticamente exterminado debido a un verano inusualmente frío mientras que los agricultores orgánicos produjeron el 60-80 por ciento del promedio anual[9]. La mejor composición de los agregados estables en la humedad en los suelos orgánicos y una compactación reducida del suelo tienen como resultado un mejor desempeño de los sistemas orgánicos en condiciones de inundación y sequía.

Las comparaciones del rendimiento ofrecen un panorama limitado, estrecho y con frecuencia engañoso de los diferentes sistemas de producción. La rentabilidad y la viabilidad económica a largo plazo serían mejores indicadores para determinar qué técnicas deberían elegir los operadores. La producción, el procesamiento y la comercialización orgánicas dependen de varios factores interrelacionados. La rentabilidad de la agricultura orgánica depende de los costos relativos de los insumos y la mano de obra, los costos reales de producción, las condiciones del mercado orgánico y convencional y las primas recibidas por los productos orgánicos. En algunos países, se dispone de aportes gubernamentales para la adopción de las técnicas orgánicas que compensan ciertos costos y alientan la implementación de prácticas que tienen beneficios de largo plazo en el medio ambiente. Las comparaciones precisas del desempeño económico deben tener en cuenta el desempeño a lo largo de una rotación completa, antes que en un único año. Por otra parte, los numerosos beneficios ambientales del cultivo orgánico, difíciles de cuantificar en términos económicos, son ingredientes fundamentales en cualquier comparación.

Desempeño económico

Sólo unos pocos estudios han evaluado la rentabilidad a largo plazo de los sistemas agrarios orgánicos. Si bien estos estudios varían en sus metodologías y conclusiones, muestran de manera sistemática altos ingresos en relación con la agricultura convencional, debido a las primas recibidas. No obstante, los costos se relacionan con la producción agrícola total de un establecimiento (la producción total de un abanico de especies y no de las cosechas de un único cultivo) a lo largo de un período de rotación completo: esto incluye tanto los productos comercializados como los productos no alimenticios (los utilizados para alimentar animales y suelos). En particular, es posible que los ingresos obtenidos en una estación parezcan elevados debido a las primas de precios pero en las siguientes estaciones de rotación parezcan bajos, si estos cultivos tienen un bajo valor comercial o ninguno. Al observar estas estaciones individualmente, no se obtiene una visión precisa de la viabilidad económica de la agricultura orgánica. Lamentablemente, los estudios comparativos de la producción orgánica y convencional o integrada se centran en un cultivo único y en un solo año.

El desempeño económico de la agricultura orgánica en Europa muestra una situación donde los agricultores orgánicos reciben apoyo financiero y precios de incentivo pero la mano de obra es cara. Un extenso análisis de la economía agrícola europea en términos de uso de mano de obra, rendimientos, costos y apoyo financiero llegó a la conclusión de que las ganancias de las granjas orgánicas son, en promedio, comparables a las de las granjas convencionales[10]. En los Estados Unidos, las ganancias también son equiparables, a pesar de que no existan subsidios directos para la agricultura orgánica.

En los países en desarrollo donde la agricultura orgánica no está subsidiada, los insumos sintéticos son caros y la mano de obra es relativamente barata, los agricultores orgánicos orientados al mercado pueden alcanzar rendimientos más elevados gracias a los costos de producción reducidos y la producción diversificada. Por ejemplo, en Filipinas, las primas no son un incentivo suficiente para comercializar el arroz como orgánico. Los productores han adoptado, sin embargo, prácticas orgánicas porque de esa manera evitan los insumos externos en los costos de producción al tiempo que los rendimientos son más estables. En Madagascar, cientos de agricultores han aumentado sus producciones de arroz irrigado de dos a ocho toneladas por hectárea al utilizar semillas locales, composts y prácticas innovadoras de manejo del suelo, la siembra, el riego y la nutrición[11].

Los productos orgánicos tienden a imponer grandes sobreprecios en los países desarrollados en el nivel minorista: un promedio del 10 y 50 por ciento (y en algunos casos tanto como 100 y 200 por ciento) por encima de los precios convencionales por el mismo producto. Estas primas reflejan varios factores subyacentes, tanto del lado de la demanda como de la oferta. Las primas reflejan la fuerte demanda del consumidor, con algunos consumidores dispuestos a pagar primas más altas que otros. La mayoría de los consumidores de los países desarrollados están dispuestos a pagar una prima por un producto orgánico, pero sólo hasta cierto punto. A medida que la prima aumenta, el número de consumidores dispuestos a pagarla disminuye, porque el producto convencional siempre está al alcance como sustituto.

Las primas que superan el 50 por ciento en general ocultan restricciones de oferta y cuellos de botella subyacentes. Con frecuencia, estas primas son temporarias e impredecibles. Como se dispone de menos funguicidas y herramientas para el trabajo posterior a la cosecha, los productos orgánicos frescos suelen ser locales y de estación. Las elevadas primas a largo plazo a menudo reflejan serios problemas de producción relacionados con plagas endémicas crónicas y enfermedades que no se pueden manejar de manera efectiva por medio de las técnicas biológicas y culturales existentes. Por otra parte, en circunstancias donde los costos de producción orgánica son tan bajos o menores que los convencionales, frecuentemente no habrá precios orgánicos con premios por encima de los precios convencionales, o esta diferencia será muy pequeña.

Recuadro 4: Método simple para aumentar las producciones de arroz, Provincia de Yunnan, China

Bajo la dirección de un equipo internacional de científicos, los agricultores de la Provincia de Yunnan en China implementaron un cambio simple en sus arrozales. En lugar de plantar un único tipo de arroz como han hecho tradicionalmente, los agricultores plantaron una mezcla de dos tipos. Con este simple cambio, los productores pudieron limitar la incidencia del tizón del arroz - la enfermedad más grave del producto básico más importante del mundo. En sólo dos años, los agricultores abandonaron los funguicidas químicos, de amplia difusión hasta ese momento para combatir la enfermedad. Muchos investigadores han argumentado largamente que la plantación de una diversidad de cultivos provocaría beneficios tales como una mayor productividad y la eliminación de enfermedades, comparado con plantaciones de una única variedad. Este estudio demuestra que tales métodos inocuos para el medio ambiente pueden ser muy eficaces, incluso aun más, como en este caso, que las prácticas químicas habituales.

La hipótesis científica que respalda este estudio, la más reciente entre el gran número de estudios que examinan los efectos de la biodiversidad, es simple. Si la variedad de un cultivo es propensa a una enfermedad, cuanto más concentrados se encuentran esos tipos, más fácilmente puede propagarse la enfermedad. No obstante, es menos probable que la enfermedad se propague si las plantas propensas a ella están separadas entre sí por otras clases de plantas que no sucumben a la misma y pueden actuar como barrera. El hongo del tizón del arroz, que destruye millones de toneladas de arroz y cuesta a los agricultores varios miles de millones de dólares anuales en pérdidas, se desplaza de una planta a otra como una espora aerotransportada - un método de transporte que se podría bloquear fácilmente por medio de una hilera de plantas resistentes a la enfermedad.

Los científicos pusieron a prueba la hipótesis pidiéndole a los agricultores que plantaran sus tierras en parcelas experimentales utilizando dos clases de arroz: un arroz estándar que en general no sucumbe a la enfermedad del tizón del arroz y un arroz adherente mucho más valioso, conocido por ser altamente propenso a la enfermedad. Los agricultores también sembraron parcelas de monocultivos de control, permitiéndole a los científicos probar la importancia de las mezclas en la salud y productividad de estas fincas agrarias.

Lo que los científicos detectaron fue que los productores obtuvieron de las mezclas más beneficios de los esperados. Las plantas resistentes impidieron el paso de las esporas transportadas por el aire en un arrozal, pero a medida que más agricultores comenzaron a participar en el estudio, estos efectos positivos se multiplicaron en toda la región. No sólo las esporas de la enfermedad dejaban de volar desde la hilera cercana, sino que ya no venían de los campos vecinos y así se sofocó rápidamente la propagación de la enfermedad a gran escala.

Además, los científicos descubrieron que las plantas de arroz adherentes, que se asomaban por encima de las plantas estándar más pequeñas con las que estaban sembradas, gustaban de condiciones más soleadas, más cálidas y secas que estando en un arrozal de plantas altas y adherentes. Estas condiciones parecieron desalentar el aumento del tizón de arroz en las plantas de arroz adherentes.

El hecho que el tizón del arroz sea la enfermedad más devastadora de este producto básico para la mayor parte de la población mundial, le da a este estudio una gran importancia. Los científicos entrevistados señalaron, sin embargo, que no había razones para creer que las mezclas no pudieran disminuir la propagación de enfermedades también en otros cultivos, si bien es probable que variara la potencia y utilidad del método. Como la biodiversidad es una herramienta fundamental en la producción orgánica, este estudio es de particular interés para los cultivos orgánicos, ya que no implica la aplicación de químicos.

Fuente: The New York Times, 2000

Las primas compensan a los agricultores por el hábil manejo de los recursos, los costos de mano de obra más elevados, mayores gastos de manipulación y las tarifas de administración, inspección y certificación. También reflejan el costo de evitar y mitigar las externalidades ambientales negativas en las que incurre la agricultura convencional. Entre ellas se incluye los costos por daños al capital natural (por ejemplo, pérdida de tierra arable), la salud humana (por ejemplo, alergias, intoxicación, defectos de nacimiento, cáncer) y la disminución de la contaminación del agua, aire y suelo. Tales costos indirectos en general no se incluyen en los precios de los alimentos, y esto distorsiona el mercado (los precios comparativos de los productos orgánicos parecen altos) alentando actividades que son costosas para la sociedad.

Existen muchas razones que imponen costos adicionales en la comercialización de los productos orgánicos: tarifas de inspección y certificación, almacenamiento independiente, menos opciones para controlar plagas y enfermedades postcosecha, adecuadas condiciones de limpieza en el transporte y documentación pertinente, manipulación cuidadosa para evitar dilución y contaminación, embalaje apropiado y economías de escala. Como los productores orgánicos representan una proporción más pequeña en la industria agrícola, los productores particulares están muy dispersos. Los consecuentes costos de recolección y embalaje más altos aumentan los costos de transporte. Las infecciones de plagas y enfermedades pueden resultar en que las personas encargadas de la manipulación deban enfrentar una elección difícil: perder la mayor parte de la cosecha o posiblemente toda, o tratarla con una sustancia prohibida para recuperar las pérdidas y venderla como un producto no orgánico. La segregación aumenta los costos de manipulación. Muchos minoristas exigen que sus proveedores utilicen envoltorios individuales y etiquetas especiales para los alimentos orgánicos, condición no requerida en los productos convencionales.

Hasta la actualidad, los consumidores de los países industrializados han estado dispuestos a pagar una prima por los alimentos orgánicos porque perciben beneficios ecológicos, de salud y otros. Mientras que las encuestas muestran que la demanda no está satisfecha, los agricultores orgánicos también informan una demanda insuficiente de sus productos. Una expansión equilibrada de la oferta y la demanda y una reducción en los costos de la producción orgánica (lograda a través de una investigación dirigida a ese objetivo) será un factor para el mantenimiento de los precios orgánicos. En la actualidad, la tendencia general de la demanda de superar la oferta sugiere que la prima no se encuentra amenazada en la mayoría de las categorías de productos. Se espera que la producción orgánica continúe ofreciendo a muchos agricultores precios de incentivo y una alternativa rentable frente a los sistemas de producción convencional.

Los precios elevados y los puntos de venta limitados han restringido históricamente la demanda de la agricultura orgánica. Los precios más bajos expandirían el mercado orgánico sin desalentar a los productores, siempre que el sobreprecio compense los costos de transición y ofrezca un salario digno. La mayor parte del sobreprecio es captada por los minoristas, mayoristas, distribuidores y procesadores. Los minoristas pueden reducir los precios manteniendo la rentabilidad de los agricultores orgánicos. Un sobreprecio para los productores del 10 o 20 por ciento, quizás incluso un 50 por ciento, casi no tendría impacto sobre los consumidores. Sin embargo, no parece probable que los minoristas acepten esta medida, y donde es posible, se están desarrollando canales de comercialización directa. En la actualidad, la estrategia de venta de las principales cadenas de alimentos minoristas es expandir la oferta a algunos productos orgánicos de bajo costo, producidos por un pequeño número de productores. Esta estrategia beneficia a algunas grandes granjas orgánicas, que se apoyan en la sustitución de insumos y el mercado global con una ventaja sobre los pequeños y medianos agricultores locales.

Se espera que la producción orgánica continúe ofreciendo a muchos agricultores precios de incentivo y una alternativa rentable frente a los sistemas de producción convencional.

Recuadro 5: Turismo ecológico como una herramienta para la conversión a la agricultura orgánica, Polonia

El Centro Europeo para la Agricultura y el Turismo Ecológico Polonia (ECEAT-Polonia) está utilizando el ecoturismo como una herramienta para ayudar a que los pequeños agricultores realicen la muchas veces difícil transición de la agricultura convencional a la agricultura orgánica. De esta manera, los productores se benefician financieramente, al tiempo que se difunden fuertes prácticas ecológicas y se protegen y comparten con los visitantes el paisaje natural, la biodiversidad, la cultura y las tradiciones locales.

En Polonia, la mayoría de los pequeños agricultores ya utilizan pocos plaguicidas y fertilizantes químicos, de modo que la transición a la agricultura orgánica no es, en realidad, tan difícil. Requiere principalmente educar a los agricultores en el enfoque orgánico y en algunas técnicas prácticas de este sistema de agricultura. Para los agricultores que desean convertirse a la producción orgánica, el turismo ecológico les ofrece un ingreso adicional durante y después del proceso de transición y ayuda a motivarlos para que realicen la transición al cultivo orgánico. El turismo ecológico también educa a los turistas sobre la agricultura y los alimentos orgánicos y ofrece otro mercado para los productos de los agricultores, además de los ingresos que surgen de proveer alojamiento a los turistas.

Enfoque del proyecto:

Se identifican pequeños agricultores interesados en convertirse a la agricultura orgánica y al ecoturismo.

Se visitan las granjas y se asesora a los agricultores sobre las ventajas de participar en el proyecto.

Se realizan sesiones de capacitación formal para pequeños grupos de agricultores interesados, brindándoles información práctica sobre agricultura orgánica, ecoturismo, el mercado cada vez mayor de los productos orgánicos, toma de conciencia ecológica y la necesidad de cooperación entre los productores para lograr una exitosa transición al cultivo orgánico. Una vez que una granja cumple con las normas de Ecoland (una certificación reconocida internacionalmente) en la mitad de sus productos, como mínimo, puede participar en el programa de ecoturismo.

Se preparan descripciones de las granjas participantes, sus alrededores y las atracciones turísticas locales y se publican anualmente en un catálogo de turismo ecológico en polaco y en otros idiomas, en colaboración con la red ECEAT (con sede en los Países Bajos).

Se lleva a cabo una campaña de promoción que enfatiza los objetivos económicos, ecológicos y sociales del proyecto, se organizan conferencias de prensa, entrevistas en radio y televisión, y se publican avisos y artículos en diarios y revistas.

Los visitantes se registran como huéspedes de las granjas ECEAT y los agricultores llevan un registro financiero de los turistas ECEAT. Los agricultores donan el 10 por ciento de las ganancias de los turistas ECEAT a ECEAT-Polonia para contribuir con la publicación y distribución del catálogo. De una cifra inicial de 400 turistas de Europa Occidental en 1993, hubo 3 000 en 1998 y el 75 por ciento de los agricultores permanecieron en el proyecto.

Las publicaciones y videos de ECEAT Polonia brindan más información sobre turismo ecológico, conciencia ecológica y cooperación con el medio ambiente a los agricultores que participan en el proyecto y al público en general.

El proyecto creció rápidamente y ha alcanzado un fuerte arraigo en Polonia. Está recibiendo el reconocimiento de organizaciones ecológicas, del público, de los gobiernos locales y de la industria privada como un medio de ayuda para la conversión a la agricultura orgánica. Se puede comprobar que la conversión a la agricultura orgánica por medio del ecoturismo representa una solución ecológica y económicamente sólida para los agricultores y para la sociedad, en particular para las áreas ambientalmente protegidas como por ejemplo las cercanas a los parques nacionales y lugares de atracción natural. El programa ECEAT, que comenzó en Polonia, se ha reproducido, con variaciones locales, en otros 23 países de Europa y es asistido por la red central ubicada en Amsterdam.

Fuente: Lopata, 2002

Mayores inversiones destinadas a la investigación y extensión ofrecerían soluciones de largo plazo a los problemas que plantea la producción orgánica y sus limitaciones en la manipulación. El redireccionamiento de tan sólo una parte del gasto público hacia los métodos biológicos y culturales podría aumentar los rendimientos, bajar los costos de manipulación, distribución y comercialización, y ofrecer a los consumidores alimentos orgánicos con precios más bajos. A medida que el mercado orgánico crece y madura, sus economías de escala deberían estrechar los márgenes con los productos convencionales.

En muchos países en desarrollo, no existen instituciones que puedan ayudar a los agricultores a producir, manipular y comercializar alimentos orgánicos. Los servicios de extensión impiden la adopción de la agricultura orgánica porque los funcionarios están entrenados para aconsejar a los agricultores que utilicen aquellos insumos que el centro de investigación haya determinado como los más eficaces. Por lo general, los métodos orgánicos se consideran como un regreso obsoleto a épocas de menor eficiencia.

El régimen de la propiedad agrícola es otro factor determinante, dado el compromiso a largo plazo que se requiere para que los métodos orgánicos sean eficaces. Es poco probable que los agricultores arrendatarios inviertan el trabajo necesario y soporten el costoso período de conversión si no cuentan con una garantía de continuidad en el acceso a las tierras. Les puede llevar años recoger un rendimiento de sus inversiones y muy pocas veces los arrendatarios y aparceros se pueden dar el lujo de esperar tanto tiempo.

El comercio de los productos orgánicos se debe comprender en relación con los mercados internacionales. En los últimos treinta años, los precios que los agricultores reciben por los productos convencionales se han estancado o han disminuido en términos reales, y hay agricultores que a veces recaudan ingresos que están por debajo de los costos de producción. La caída relativa de los precios desde fines de los noventa afecta prácticamente a todos los productos agrícolas. Los precios bajos del café[12] forzaron a millones de pequeños agricultores a asumir deudas agobiantes, lo que resulta al final en la pérdida de sus derechos a las tierras.

Los bajos precios mundiales también significan bajas ganancias en las exportaciones: los ingresos por exportación de los cultivos para bebidas en los países en desarrollo cayeron en un 18 por ciento entre 1999 y 2000. Es probable que, a corto plazo, estos bajos niveles en los precios actuales de los productos básicos agrícolas no se modifiquen[13]. Los costos de los insumos para el cultivo convencional aumentaron considerablemente, y en general requieren una moneda fuerte para su importación.

La agricultura orgánica ofrece una oportunidad de mejorar los ingresos debido a la disposición de los consumidores a pagar sobreprecios por los productos orgánicos, y a los costos de producción más bajos por el uso reducido o por la ausencia de insumos importados. Aun cuando el sobreprecio de los productos orgánicos sea bajo, los precios estables y rentables a largo plazo ofrecen a los agricultores una mayor seguridad que los volátiles mercados convencionales.

Desempeño social

La conversión de una granja a las prácticas orgánicas afecta a todas las facetas de la actividad, por ejemplo, la demanda de mano de obra, las estructuras sociales y los procesos de toma de decisiones. Un emprendimiento de agricultura orgánica exige en general más mano de obra que los cultivos convencionales para poder reemplazar la energía externa y los insumos de capital, por ejemplo, fertilizantes y herbicidas. Sin embargo, el alcance depende de la intensidad de la actividad y del nivel de capitalización de la granja. El sistema que se aplica a la producción orgánica de cereales y lácteos en Australia, por ejemplo, resulta en demandas de recursos similares para los agricultores orgánicos y para los convencionales.

La diversificación de cultivos en las granjas orgánicas y los diferentes programas de siembra y cosecha distribuyen la mano de obra a lo largo de la temporada. Esto estabiliza el empleo, reduce la rotación, alivia los problemas relacionados con la mano de obra migratoria y permite que se distribuyan los costos fijos salariales. La diversidad en la producción agrícola y en los productos de valor agregado aumenta las oportunidades generadoras de ingresos y distribuye los riesgos de fracaso a

La demanda de mano de obra es, al mismo tiempo, una limitación para la conversión orgánica y una oportunidad para expandir el empleo en las comunidades rurales. Los países del norte con altos salarios y una población rural en descenso tienen grandes dificultades para encontrar una oferta de mano de obra adecuada. No obstante, esta limitación, se supera habitualmente con el empleo de mano de obra emigrada de los países en desarrollo y de países con economías en proceso de transición.

La introducción de la agricultura orgánica puede provocar cambios en la distribución de los sexos en la mano de obra ya que los hombres prefieren dedicarse a la agricultura mecanizada. En las naciones en desarrollo, las mujeres dependen del acceso a la propiedad comunal porque pocas veces son propietarias de las tierras. Dado que los créditos requieren en general la garantía de una propiedad inmueble, las personas que no poseen tierras, y en particular las mujeres, se encuentran imposibilitadas de obtener créditos de las instituciones crediticias. Por lo tanto, se podría suponer que la agricultura orgánica puede facilitar la participación de las mujeres ya que no depende de los insumos comprados y con ello reduce la necesidad de préstamos. Sin embargo, como la agricultura orgánica necesita varios años para que el suelo mejore, la falta de seguridad en el acceso duradero a la tierra no facilita que los hombres o mujeres inicien una empresa a largo plazo.

Para ser competitivos, los operadores orgánicos necesitan experimentar con nuevas técnicas y deben manejar la mano de obra, la tierra y el capital de manera muy diferente de cómo lo hacen los operadores convencionales. Las diferentes opciones que tienen los agricultores resultan en una diversidad de técnicas. Algunos tienen éxito, otros fracasan, y la diferencia radica, en general, en las investigaciones en que se embarcan los propios agricultores, ya sea de manera independiente o con la colaboración de las instituciones de investigación públicas. La investigación realizada en las granjas genera nuevos conocimientos que se comparten con otros agricultores. Estos procesos de aprendizaje conducen a una mayor innovación y a mayores probabilidades de que estas tecnologías perduren.

Al crecer apoyándose en los conocimientos locales, los enfoques de la agricultura orgánica revitalizan las costumbres tradicionales y la independencia local.

Al crecer apoyándose en los conocimientos locales, los enfoques de la agricultura orgánica revitalizan las costumbres tradicionales y la independencia local. Las oportunidades de empleo y los mayores rendimientos de la mano de obra alientan a las personas a permanecer en la agricultura y revigorizar a las comunidades rurales. El fortalecimiento de la cohesión y las asociaciones dentro de la comunidad orgánica contribuyen a crear mejores conexiones con las instituciones externas. Los grupos organizados, como por ejemplo las cooperativas de producción, tienen un mejor acceso a los mercados y pueden negociar sus necesidades como socios en condiciones de igualdad en la cadena de oferta alimentaria.

El entorno social de quienes están comprometidos con la agricultura orgánica en general mejora junto con el sistema de producción: en efecto, muchos sistemas orgánicos incorporan principios de comercio justo que mejoran las condiciones laborales. Las Normas Básicas de IFOAM incluyen un capítulo dedicado a las Normas de Justicia Social. Se basan en las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo sobre el bienestar laboral y en las declaraciones de los derechos humanos de las Naciones Unidas. La versión 2002 de las Normas Básicas de IFOAM propone garantizar el acceso de trabajadores, familias de agricultores y población indígena a negociaciones colectivas en defensa de salarios justos, condiciones laborales saludables y seguras y servicios sociales.

Un número cada vez mayor de productos básicos de la agricultura orgánica certificada producidos por agricultores de pequeña escala que se organizan en cooperativas democráticas cumplen con los requisitos del comercio justo: los agricultores reciben una paga adecuada para cubrir los costos de producción y una prima social para mejorar la calidad de vida. Si bien la opinión generalizada del movimiento orgánico es que los requisitos sociales son necesarios, las normas específicas son discutidas. Los organismos normativos son sensibles a la soberanía nacional y al contexto cultural que gobierna las relaciones sociales y económicas. Estas normas podrían crear barreras comerciales para las exportaciones orgánicas de algunos países en desarrollo, pero es posible que esta presión desencadene reformas sociales y económicas en muchas naciones.

Recuadro 6: SEKEM y la sociedad egipcia para el desarrollo cultural

Creada en 1977, la iniciativa de SEKEM comenzó a utilizar métodos biodinámicos en 70 hectáreas de tierras desérticas, a 60 km al norte de El Cairo. El secreto del éxito de SEKEM no se ha de encontrar, sin embargo, en las prácticas agrícolas de la empresa sino más bien en sus esfuerzos para producir una integración entre las esferas económicas, sociales y culturales de la vida en todos los aspectos de su labor. Por lo tanto, se confiere a los empleados las condiciones que necesitan para desarrollar todo su potencial no solamente como empleados sino como miembros responsables y competentes de la sociedad.

El éxito inicial de la granja biodinámica SEKEM en la producción de frutas frescas, verduras y hierbas lleva a que otros agricultores colaboren con la iniciativa. Actualmente, alrededor de 180 granjas que cultivan aproximadamente 2 700 hectáreas en todo Egipto, desde Asuán hasta Alejandría, están aplicando las pautas internacionales de la agricultura biodinámica. Como complemento, éste es el inicio de un desarrollo económico y cultural, con un programa que creó 1 200 empleos directos en proyectos de SEKEM y aproximadamente 2 500 empleos relacionados.

DESARROLLO ECONÓMICO: En la esfera económica, SEKEM estableció una nueva forma de gestión en la cadena de valor agregado, desde el agricultor hasta el consumidor, promocionando la asociación y la transparencia y garantizando productos de alta calidad, con el objetivo de asegurar el bienestar de la humanidad y el planeta. Para garantizar la correcta producción y comercialización de sus productos, SEKEM creó varias empresas especializadas.

Isis: En 1981 SEKEM comenzó sus primeros embarques de ingredientes activos de hierbas medicinales a los Estados Unidos. En 1983, SEKEM ya estaba produciendo su primera línea de medicamentos en base a hierbas para el mercado local con el nombre comercial de Hierbas SEKEM y se formó la empresa Isis. Isis fue responsable de la producción y empaquetado de panes, productos lácteos, aceites, diferentes variedades de té y artículos conservables para supermercados locales con el nombre comercial Isis. En 1985, la línea de productos Isis se expandió para incluir bebidas de hierbas y especias diferentes que ahora también se comercializan en comercios de SEKEM en todo Egipto.

Atos: Atos se creó en 1986 como una empresa conjunta entre SEKEM, Deutsche Investitions und Entwicklungsgesellschaft (DEG) y Dr. Schaette para desarrollar el mercado fitofarmacéutico de Egipto. Un grupo de médicos y farmacéuticos trabajan conjuntamente en la investigación y desarrollo de nuevos productos de origen natural para la atención de distintas enfermedades. En 1992 Atos firmó un acuerdo de licencia con Weleda, un destacado productor fitofarmacéutico de Alemania, para fabricar y comercializar medicamentos naturales en Egipto. En 1993, Atos lanzó Tomex 200 mg, una tableta de polvo de ajo concentrado estándar, y en 1995 otros productos fitofarmacéuticos. En 1997, el grupo de empresas elaboró un manual de calidad y recibió la certificación ISO 9001.

Libra Egipto: Libra Egipto, creada en 1988, ofrece las materias primas de los agricultores y productores a las diversas empresas de SEKEM para su procesamiento y producción. En 1990, Libra Egipto, en colaboración con Eosta (Países Bajos) y Organic Farm Foods (Reino Unido), comenzó a exportar frutas y verduras frescas a Europa. En 1993, se creó Libra para el Cultivo Orgánico, para la producción orgánica de algodón y otros cultivos en Egipto y, en 1994, se plantaron 1 000 acres de algodón con métodos biodinámicos.

Hator: Creada en 1996, la empresa Hator produce y empaca frutas y verduras frescas para el mercado interno y de exportación. Los productos se comercializan a través de Organic Farm Foods en Inglaterra y de Eosta en Holanda.

Comercios Sekem: Desde 1996, se abrieron 7 comercios SEKEM que ofrecen al público la amplia variedad de productos SEKEM. Un efectivo sistema de comercialización garantiza la distribución eficaz de los productos con la cooperación de representantes mayoristas, minoristas y consumidores. Crea una interacción vital entre el agricultor, el productor y el comerciante, ofreciéndole al consumidor la máxima calidad posible a los mejores precios. Los productos que ahora se venden incluyen artículos para bebés y niños con el nombre de «CoTToN PEOPLE organic» («Personas de algodón orgánico»), que utilizan el algodón cultivado biodinámicamente por SEKEM y luego transformado en telas en la fábrica textil «CONYTEX» de la empresa. Esta ropa también se exporta a través de Alnatura, abasteciendo a mayoristas en Austria, Alemania y Suiza, y a través de Oskri en los Estados Unidos, que comenzó sus ventas en el comercio electrónico.

DESARROLLO SOCIAL Y CULTURAL: En 1984, el Dr Ibrahim Abouleish, creador de SEKEM, fundó la Sociedad Egipcia para el Desarrollo Cultural (SCD), una organización privada sin fines de lucro registrada como una ONG en el Ministerio de Asuntos Sociales. El programa de actividades de SCD recibe el apoyo de numerosas organizaciones y donantes privados, gubernamentales, no gubernamentales, locales e internacionales. Las empresas de SEKEM también dedican parte de su excedente neto a financiar los objetivos de SCD.

En las últimas dos décadas, SCD ha expandido sus primeras iniciativas de educación básicas y en la actualidad implementa diversos proyectos y programas en las áreas del desarrollo económico, la salud pública y la educación. Este enfoque holístico del desarrollo enfatiza la participación, la integración y la necesidad de promover la interdependencia y la autodeterminación de los miembros de la comunidad a largo plazo.

Educación: La escuela de SCD se creó en 1989 e incluye un jardín de infantes, una escuela primaria y una escuela secundaria para 300 alumnos. Basada en el plan de estudios del estado egipcio, la escuela de SCD enfatiza los programas que desarrollan la integridad interior y el carácter moral del individuo. La educación convencional se complementa con cursos de euritmia, artesanías, teatro, danza o música.

El Programa para Niños Analfabetos proporciona clases de alfabetización para niños que oscilan entre los 10 y 14 años de edad. Docentes especialmente capacitados ofrecen programas de estudio diseñados para elevar la conciencia y el conocimiento individual y social e introducir experiencias nuevas, ayudando a que los alumnos se vean a sí mismos como parte de una comunidad más amplia y facilitando su colaboración positiva.

El Programa para Niños Discapacitados abarca a los niños que tienen todo tipo de discapacidades, tanto físicas como mentales. El programa apunta a que los niños puedan ejercer sus plenos derechos como seres humanos y alcancen su independencia. No sólo intenta mejorar la calidad de vida de los niños, sino también garantizar que puedan llegar a ser miembros integrados de la sociedad en toda su amplitud.

El Centro de Educación para Adultos ofrece programas de conocimientos generales para los residentes adultos de la comunidad local en las diversas áreas educativas, con el objetivo de capacitar a los individuos para que realicen aportes positivos a sus comunidades y a su país. El programa del Centro incluye programas de alfabetización (lectura y escritura), clases de inglés (incluyendo cursos introductorios de computación), capacitación informática, higiene en el trabajo, arte, música y deportes.

Salud: SCD administra un Programa de Atención Primaria de la Salud a través de su centro médico ubicado en los alrededores de la comunidad rural de Bilbeis. Además de proporcionar los servicios básicos de atención médica, el Centro también desarrolla actividades educativas sobre todos los aspectos de la salud pública, por ejemplo, la conciencia de la salud ambiental, la salud de la mujer y la planificación familiar. El objetivo principal de los esfuerzos de desarrollo sostenible del Centro médico es la prevención de infecciones y enfermedades a través de la implementación de mejores prácticas sanitarias y de higiene.

Además de los servicios que presta la clínica, el Centro también desarrolla un programa de promoción de prestaciones y ayuda social a través de su clínica móvil. De este modo, una población de 15 000 personas tiene acceso a una atención médica moderna en zonas alejadas.

Empleos: Debido a la falta de oportunidades del mercado laboral actual, el Centro de Capacitación Vocacional creado por SCD proporciona a los jóvenes técnicas y conocimientos específicos para desarrollar trabajos por cuenta propia. Cada año cincuenta estudiantes participan en un programa de pasantía laboral de 2 o 3 años que los guía en todos los aspectos de la profesión elegida. Cuando se gradúan, cuentan con las técnicas suficientes para comenzar sus propios negocios o para encontrar empleo. A través de cursos intensivos, los estudiantes participan de inmediato en la producción donde se prefieren las habilidades prácticas a la teoría. La capacitación realizada por docentes profesionales extranjeros y locales incluye: agricultura biodinámica, carpintería, trabajos en metal, instalaciones eléctricas, textiles, tecnologías apropiadas y estudios administrativos.

La iniciativa de SEKEM se considera un muy buen ejemplo de desarrollo integral dentro de Egipto. Ha divulgado la agricultura biodinámica en todo el país y le ha dado a los agricultores un fácil acceso a la educación y un estímulo para participar en actividades culturales. Ha quedado demostrado el éxito del sistema de recanalizar parte de las ganancias del sector comercial de la empresa al sector social.

Con vistas a transferir las ideas y técnicas subyacentes a otros lugares del mundo, SEKEM está colaborando con iniciativas similares en la India, Palestina, Senegal, Turquía y otras naciones.

Fuente: Klaus Merkerns (comunicación personal)

Desempeño institucional

Como «orgánico» es un concepto que se refiere al proceso de producción, los consumidores deben confiar en los programas de certificación que verifican esa condición. Las normas que especifican el proceso en la producción orgánica son muy precisas en comparación con las normas de otros tipos de producción. Los consumidores deciden comprar alimentos orgánicos, en parte, porque su elección refleja sus valores. Por ejemplo, muchos consumidores exigen que los alimentos orgánicos cumplan con normas estrictas de bienestar animal. Otros esperan que el término «orgánico» designe productos frescos, locales y con un mínimo procesamiento. Toda la comunidad orgánica requiere que no se utilicen organismos genéticamente modificados para producir o procesar alimentos o fibras orgánicos. Los temas sociales y económicos reciben cada vez más atención, como por ejemplo que los productores obtengan un precio justo.

La mayoría de los países industrializados tienen disposiciones que regulan la agricultura orgánica, incluyendo Australia y las naciones de la Unión Europea (1992), Suiza (1999), Japón y los Estados Unidos (2000). Algunos países en desarrollo también han delineado políticas y regulaciones de agricultura orgánica. En febrero de 2002, 56 países se encontraban en proceso de regular el sector orgánico. Surgen una serie de preguntas acerca de los alcances de esas regulaciones y de la forma de implementarlas, por ejemplo:

la discriminación que se produce en las importaciones cuando se requiere el cumplimiento de normas no siempre apropiadas para las condiciones agroecológicas de los países exportadores;

las múltiples acreditaciones de organismos de certificación necesarias para poder acceder a los tres principales mercados agrícolas orgánicos (Europa, Japón y Estados Unidos);

las dificultades que enfrentan los comerciantes, provocadas por las diferencias de interpretación de las normas por parte de los diferentes organismos de certificación;

la enorme carga de trabajo de las autoridades (y las consecuentes demoras) para negociar las equivalencias bilaterales;

la limitación de los convenios bilaterales en cuanto a los productos que tienen ingredientes de distintas partes del mundo.[14]

Las Directivas del Codex Alimentarius para la Producción, Procesamiento, Etiquetado y Comercialización de los Alimentos Producidos Orgánicamente constituyen una base para armonizar las normas orgánicas y las regulaciones nacionales. La Comisión Codex sobre la Sistemas de Inspección y Certificación de Importaciones y Exportaciones de Alimentos está elaborando un Borrador de Directivas sobre la Interpretación de Equivalencias entre las Regulaciones Técnicas de Sistemas de Inspección y de Certificación de Alimentos, con el propósito de desarrollar una infraestructura de revisión de los requisitos técnicos, aparte de las medidas sanitarias relacionadas con la inspección y los sistemas de certificación. Estas Directivas proponen un proceso y principios generales para determinar la equivalencia de todos los sistemas alimenticios y revisten una importancia fundamental para la agricultura orgánica.

A falta de medidas oficiales relacionadas con las equivalencias, la comunidad orgánica ha organizado un programa internacional para acreditar organismos de certificación. El Programa de Acreditación de IFOAM, creado en 1992, elaboró procedimientos internacionales para evaluar los programas de certificación orgánica y evaluar la conformidad de las organizaciones que aseguran adherir a las normas orgánicas. Los programas de certificación involucrados con la agricultura orgánica se dirigen al Servicio Internacional de Acreditación Orgánica (IOAS), una ONG establecida en 1997, para obtener su acreditación. IOAS evalúa sus normas en relación con las Normas Básicas de IFOAM y examina la competencia de sus programas por medio de visitas a los campos y auditorías de acuerdo con criterios establecidos. Hasta la fecha, IOAS ha acreditado aproximadamente 20 organismos de certificación, que funcionan tanto en países desarrollados como en países en vías de desarrollo. Este servicio organizado de manera privada tiene la posibilidad de facilitar el comercio internacional de productos orgánicos, pero esta promesa sólo se cumplirá totalmente cuando sea reconocido por los gobiernos que han desarrollado normas para la agricultura orgánica.

Los países en desarrollo son importantes proveedores de productos básicos orgánicos. Sin embargo, necesitan dejar sentado que cumplen con las normas y disposiciones de los países importadores desarrollados. Es posible que los proveedores de muchos mercados deban obtener varias certificaciones: las normas aceptadas en Suiza quizás no estén reconocidas en los Estados Unidos o en Japón o viceversa. En países donde faltan ciertos servicios básicos, los proveedores deben, con frecuencia, contratar inspecciones y organismos de certificación extranjeros y en muchos casos, esto es prohibitivamente caro. Dado que una cierta parte de la certificación tiene un costo fijo, a las unidades más pequeñas los costos de certificación les representan un porcentaje mayor en las ganancias. Los pequeños agricultores tienen pocas posibilidades de exportar productos orgánicos certificados sin un apoyo gubernamental activo para la inspección y la certificación. Sin embargo, se están desarrollando sistemas de control alternativos para los pequeños agricultores, de modo que puedan asegurar la calidad sin depender totalmente de los inspectores y los organismos de certificación extranjeros.

Recuadro 7: Certificación de grupos de pequeños agricultores

Los grupos de pequeños agricultores varían mucho en tamaño, y pueden incluir desde menos de 100 miembros hasta miles de ellos. La mayoría de estos grupos no pueden pagar una visita anual de inspección de un organismo de certificación externo a cada uno de sus miembros, como lo exigen las regulaciones de la Unión Europea, Estados Unidos y Japón, y también los Criterios IFOAM para la Certificación Orgánica. Como resultado, la necesidad de inspecciones anuales, combinadas con los problemas de la inspección en sí misma, ha llevado al desarrollo de un sistema viable de certificación grupal.

Este sistema se crea en presencia de una estructura de apoyo dentro de esos grupos productores, conocido como Sistema de Control Interno (ICS). Sin embargo, los diversos certificadores han desarrollado sus propios métodos y enfoques para la certificación de grupos de pequeños agricultores y de los ICS. Generalmente están diseñados específicamente para ciertos grupos o para una región particular, pues lo que es aplicable en Perú quizá no es apropiado para Tailandia, o lo que funciona en los grupos de 100 agricultores podría ser impracticable en grupos con miles de miembros. Además, las autoridades competentes tienen diferentes requisitos.

A partir de un taller auspiciado por IFOAM en febrero de 2001, se creó una definición de ICS: «Un Sistema de Control Interno es un sistema documentado de garantía de calidad que permite que un organismo de certificación externo delegue la inspección anual de los miembros del grupo en inspectores locales que pertenecen al operador certificado». La tarea principal del organismo de certificación es, por lo tanto, garantizar el funcionamiento correcto del ICS. Un ICS se compone de una estructura de gestión acordada internamente, de inspectores internos capacitados y calificados y un comité de aprobación bien informado.

Hay aproximadamente 350 grupos de cultivadores orgánicos, que cubren a 150 000 pequeños agricultores en los países en desarrollo exportando sus productos orgánicos a los mercados del norte, y hasta la fecha existen 25 organismos de certificación que trabajan con estos grupos en todo el mundo. De hecho, las estimaciones indican que el 70 por ciento de los productos orgánicos importados a Europa son producidos por pequeños agricultores.

Es importante que los debates en curso sobre la confiabilidad de los ICS no pierdan de vista el hecho de que lleva muchos años desarrollar estos sistemas de calidad. En la mayoría de los casos ha habido un proceso de desarrollo gradual de acuerdos entre las organizaciones de pequeños agricultores y los organismos de certificación. Evidentemente, los grupos de pequeños agricultores que llevan varios años de experiencia trabajando con un ICS estarán mejor organizados que un grupo que recién se encuentra en su primer año.

Como otra alternativa, algunos grupos de pequeños agricultores han optado por una forma de certificación que está fuera de los métodos actuales, como es el caso de Agreco, una organización de agricultores del Estado de Santa Catarina al sur de Brasil. Como ocurre con los ICS, todavía se encuentran en etapa de desarrollo y el hecho de que un número cada vez mayor de organizaciones de pequeños agricultores hayan convertido su producción a las normas orgánicas ilustra el éxito del movimiento orgánico. La certificación, organizada interna y externamente, les ofrece una mejor oportunidad en el mercado global.

Fuente: Wilhelm y Fürst, 2002. Schoenmakers, 2002

Muchos países en vías de desarrollo necesitan asistencia técnica externa para poder desarrollar las capacidades técnicas y organizativas y los conocimientos legales que se requieren para establecer programas de certificación y acreditación confiables. Algunos organismos de certificación son acreditados por el país importador. Esto requiere personal debidamente capacitado y estructuras administrativas. La equivalencia internacional de las distintas normas orgánicas nacionales reducirá los gastos generales de administración, mejorará las relaciones del sector público con los certificadores y comerciantes privados, y eliminará la certificación redundante. La carga de esta burocracia y los costos que conlleva cae en particular sobre los agricultores pobres de los países en desarrollo. La acreditación y equivalencia internacional beneficiará a los países exportadores e importadores por igual, ya que garantiza el cumplimiento de los requisitos de los importadores al tiempo que reconoce la competencia y la conformidad de los exportadores.

La conformidad con las normas debe estar garantizada de manera legítima y se debe hacer cumplir con sanciones suficientemente fuertes tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. Hay evidencias de la existencia de fraudes en muchos países en vías de desarrollo. Casos recientes en Alemania (con contaminación de nitrofeno) y en los Estados Unidos (con aves de corral en el sudeste del país) muestran que los países desarrollados tampoco están libres de este fenómeno. La negligencia y el fraude dañan al agricultor orgánico honesto del país exportador y al consumidor del país importador. Los sistemas de garantía orgánica confiables y aplicables constituyen un elemento clave para el éxito del comercio de los productos de la agricultura orgánica. Es fundamental la creación de mecanismos de acreditación internacionales que determinen la equivalencia de los productos orgánicos importados.

Los sistemas de garantía orgánica confiables y aplicables constituyen un elemento clave para el éxito del comercio de los productos de la agricultura orgánica.


[1] FAO/WHO, 2001. Estas normas se refieren a las cosechas, ganado, abejas y productos alimenticios procesados.
[2] IFOAM, 2002.
[3] Mollison, 1990.
[4] SENASA, citado en Montenegro, 2002.
[5] Lampkin y Padel, 1994.
[6] Pretty e Hine, 2000.
[7] ITC/KIOF, 1998.
[8] FAO, 1999.
[9] Lotter, 2001.
[10] Offermann y Nieberg 1999.
[11] Basilio 2000.
[12] Entre 1970 y 2002, los precios compuestos de ICO bajaron de 51 centavos el kilo a 46 centavos el kilo en términos nominales, y de 201 centavos el kilo a 44 centavos el kilo en términos constantes de 1990 (FAO, 2002a).
[13] FAO, 2002a.
[14] IFOAM/FAO/UNCTAD, 2002.

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