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Sección B: Datos disponibles hasta ahora

4. Repercusiones económicas de los cultivos transgénicos

Como toda innovación tecnológica en la agricultura, la de los cultivos transgénicos tendrá efectos económicos para los agricultores, los consumidores y el conjunto de la sociedad. En este capítulo se analizan los datos económicos que van apareciendo con respecto a las repercusiones que, en el ámbito de las explotaciones agrícolas y de toda la economía, está teniendo el cultivo transgénico que más se ha adoptado en los países en desarrollo: el algodón resistente a los insectos. Se reseñan también los estudios económicos examinados por especialistas de que se dispone acerca de la cuantía y distribución de los beneficios económicos derivados de la adopción del algodón resistente a los insectos en los Estados Unidos y en los cinco países en desarrollo donde se aprobó su producción comercial (Argentina, China, India, México y Sudáfrica). En otro estudio aparte se calculan las posibles consecuencias económicas del algodón transgénico para los agricultores de cinco países del África occidental en los que todavía no se ha aprobado (véase el Recuadro 16, pág. 62). Además de los estudios específicos sobre el algodón, se incluye en el capítulo un breve análisis de las repercusiones de carácter económico general de la soja tolerante a los herbicidas en la Argentina y los Estados Unidos, que son los mayores productores de dicho cultivo. En el Recuadro 13 se presenta un análisis preliminar de los posibles beneficios del «arroz dorado» para los consumidores.

Fuentes de las repercusiones económicas

Las repercusiones económicas generales de los cultivos transgénicos dependerán de una amplia gama de factores, tales como los efectos de la tecnología en las prácticas agronómicas y los rendimientos, el deseo de los consumidores de comprar alimentos y otros productos derivados de cultivos transgénicos, y los requisitos reglamentarios y costos correspondientes. A largo plazo, otros factores, como la concentración industrial en la producción y comercialización de la tecnología de cultivos transgénicos, podrán influir también en la medida y distribución de los beneficios económicos.

Es posible que los agricultores que adoptan la nueva tecnología, especialmente quienes la adoptaron antes, hayan conseguido beneficios gracias a la reducción de los costos de producción y al aumento de la producción. Otros agricultores podrían verse en desventaja competitiva según evolucionen las preferencias de los consumidores y los regímenes reglamentarios (véase el Capítulo 6). Si los consumidores aceptan en general los cultivos transgénicos y los requisitos reglamentarios no son demasiado onerosos, los agricultores que los adopten saldrán ganando y quienes no lo hagan perderán. En cambio, si crece la oposición de los consumidores, los agricultores que no los adopten podrían obtener de ello una ventaja competitiva y exigir un sobreprecio para los productos no modificados genéticamente.

Los consumidores se benefician en general de las innovaciones tecnológicas en la agricultura ya que bajan los precios y/o aumenta la calidad de los productos que compran. La cuestión relativa a los cultivos transgénicos es más complicada, al menos, por dos razones. En primer lugar, los requisitos reglamentarios, como el etiquetado obligatorio y la segregación en el mercado, podrían elevar los costos de producción y comercialización de los cultivos transgénicos e impedir que bajen los precios para el consumidor. Por otra parte, algunos consumidores se oponen fuertemente a la tecnología y podrían experimentar una pérdida de bienestar si se vieran obligados a consumir productos derivados de cultivos transgénicos o a comprar productos orgánicos más caros para evitarlos.

El efecto económico neto de los cultivos transgénicos en la sociedad es, por lo tanto, un concepto muy complejo y dinámico que no se mide fácilmente. En primer lugar, los cultivos transgénicos se adoptarán de forma generalizada solamente si proporcionan beneficios económicos a los agricultores. En los países en desarrollo, en particular, hay varios factores económicos e institucionales que influyen en la rentabilidad de los cultivos transgénicos para las explotaciones agrícolas, además de sus meras características agronómicas. Las investigaciones económicas empiezan a mostrar que los cultivos transgénicos pueden generar beneficios para la explotación agrícola en los casos en que resuelvan graves problemas de producción y los agricultores tengan acceso a nuevas tecnologías. Sin embargo, hasta ahora, estas condiciones se dan sólo en unos pocos países, que han podido aprovechar las innovaciones desarrolladas por el sector privado para los cultivos de climas templados del Norte. Además, tales países tienen todos ellos sistemas de investigación agraria, procedimientos reglamentarios sobre bioseguridad, regímenes de derechos de propiedad intelectual y mercados locales de insumos bien desarrollados en el ámbito nacional. Es posible que los países en los que no se dan estas condiciones queden excluidos de la revolución genética.

La literatura disponible sobre los efectos de los cultivos transgénicos en los países en desarrollo es bastante limitada, sobre todo porque se producen sólo desde hace pocos años y en unos pocos países. Raramente se dispone de datos de más de dos o tres años y la mayoría de los estudios abarcan un número relativamente reducido de agricultores. Tamaños de muestra tan pequeños hacen que resulte especialmente difícil aislar el impacto de un cultivo transgénico de otras muchas variables que influyen en el rendimiento de los cultivos, tales como las condiciones meteorológicas, la calidad de la semilla y los plaguicidas, la densidad de las plagas y los conocimientos técnicos de los agricultores. Además, es posible que los agricultores necesiten varios años de experiencia con una nueva tecnología, como la del algodón resistente a los insectos, para poder utilizarla eficientemente. Un problema más al tratar de sacar conclusiones sólidas de estos primeros datos es que los primeros en adoptar cualquier tecnología agrícola suelen beneficiarse más que quienes la adoptan más tarde. Esto se debe a que los primeros consiguen una ventaja de costos con respecto a los demás, lo que supone una prima por su innovación. A medida que aumenta el número de los agricultores que adopta la tecnología, la reducción de los costos llega a traducirse en una reducción del precio del producto que beneficia a los consumidores, pero hace bajar los beneficios para los agricultores. Un tercer peligro en relación con los cultivos transgénicos es que, en su mayor parte, están controlados por unas pocas grandes empresas. Aunque tales empresas no parecen estar obteniendo beneficios de monopolio de las ventas de sus productos, al no haber una competencia ni una reglamentación eficaz, no hay ninguna garantía de que sigan haciéndolo en el futuro.

El algodón transgénico se cultiva ahora en un número suficientemente grande de países, en distintas condiciones institucionales y de mercado y por diferentes tipos de agricultores, lo que permite extraer conclusiones provisionales sobre los beneficios y problemas potenciales derivados del uso de cultivos transgénicos en los países en desarrollo. Aunque es arriesgado extrapolar los resultados de un país o cultivo a otros, los primeros datos relativos al algodón transgénico indican que los pequeños productores con escasez de recursos de los países en desarrollo pueden obtener notables beneficios de la adopción de los cultivos transgénicos en términos de rendimientos efectivos más elevados y más estables, menor gasto en plaguicidas y reducción de los riesgos para la salud derivados de la exposición a los plaguicidas químicos. Para confirmar estos resultados preliminares, se necesitan estudios de larga duración, que evalúen cuidadosamente la densidad de las plagas, el rendimiento de los cultivos, el comportamiento de los agricultores y los beneficios económicos. Los estudios de casos que se presentan a continuación indican que los factores más importantes para asegurar que los agricultores tengan acceso a los cultivos transgénicos en condiciones económicas favorables y con una supervisión reglamentaria apropiada, son:

RECUADRO 13
Proyecciones sobre las repercusiones económicas del «arroz dorado» en Filipinas

El arroz dorado es un producto de ingeniería genética para obtener beta-caroteno, sustancia precursora de la vitamina A. El arroz dorado fue puesto a punto por investigadores de universidades de Alemania y Suiza (Ye et al., 2000). Los propietarios de las patentes, que intervinieron en la ideación del arroz dorado, las han donado para fines humanitarios, lo que significa que los agricultores de países en desarrollo (cuyas ventas no alcancen el valor de 10 000 dólares EE.UU.) podrían cultivar y reproducir este arroz sin pagar derechos de tecnología.

La carencia de vitamina A afecta a más de 200 millones de personas en todo el mundo y se calcula que es la causa de 2,8 millones de casos de ceguera en niños menores de cinco años (FAO, 2000a). Se ha propuesto el arroz dorado para las poblaciones cuya dieta consiste fundamentalmente en arroz. Se aduce como crítica que se trata una solución costosa de alta tecnología a un problema que debería resolverse con la diversificación de la dieta y complementos alimenticios. Sus partidarios están de acuerdo en que lo ideal sería la diversificación de la dieta, pero aducen que esta meta es inalcanzable para los millones de personas que no pueden conseguir más que una dieta de subsistencia. ¿Es el arroz dorado un mecanismo económicamente eficiente para proporcionar a los pobres vitamina A?

Zimmermann y Qaim (2002) realizaron el primer estudio de las repercusiones económicas potenciales del arroz dorado en Filipinas. Se está adaptando actualmente ese producto a las condiciones de cultivo locales en el Instituto Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI), con sede en Filipinas. Los autores estiman que el costo financiero inicial necesario para crear el arroz dorado fue de unos 3 millones de dólares y que se necesitarán otros 10 millones para completar las investigaciones de adaptación en Filipinas y realizar las necesarias pruebas de seguridad. Por otra parte, consideran que con el consumo de este arroz se podrían evitar casi 9 000 nuevos casos de ceguera y 950 muertes al año solamente en Filipinas. Aplicando el índice de pérdidas económicas debidas a la salud y muerte prematura, elaborado por el Banco Mundial, los autores calculan en unos 137 millones de dólares los beneficios económicos potenciales en Filipinas. Esto representa un beneficio de 10 a 1 en relación con los costos totales de puesta a punto del arroz dorado y de 13 a 1, en relación con los costos marginales de la adaptación y prueba del producto específicamente para Filipinas.

Los autores reconocen que estas estimaciones dependen de una serie de parámetros que no se conocen con certeza, tales como el nivel de beta-caroteno producido en el arroz dorado, la cantidad de beta-caroteno que la gente podrá absorber de él, la eficacia de una dosis adicional de vitamina A para prevenir la enfermedad y el número de personas que podrían consumir el arroz dorado. Aún suponiendo cifras pesimistas para cada uno de estos factores, los autores estiman que los beneficios serían más que el doble que los costos de la adaptación y prueba del producto para el mercado filipino. Según los autores, el costo de otros tratamientos de la carencia de vitamina A en Filipinas asciende a unos 25 millones de dólares al año (complementos alimenticios y enriquecimiento con vitaminas), mientras que el arroz dorado no entrañaría costos recurrentes. Concluyen que este producto es una alternativa sostenible y de bajo costo a otros tratamientos.

Adopción mundial del algodón resistente a los insectos

El algodón transgénico, que contiene un gen de la bacteria Bacillus thuringiensis (Bt) resistente a determinadas plagas de insectos (Recuadro 14), se cultivó por primera vez en Australia, México y los Estados Unidos en 1996 y, posteriormente, se ha introducido comercialmente en otros seis países: Argentina, China, Colombia, India, Indonesia y Sudáfrica (Cuadro 5). La superficie total sembrada con variedades de algodón Bt y variedades que son a la vez Bt y tolerantes a los herbicidas (Bt/TH) aumentó de menos de 1 millón de ha en 1996 a 4,6 millones en 2002 (en 2002 se cultivó algodón tolerante a los herbicidas en otros 2,2 millones de ha). Las variedades de algodón Bt y Bt/TH se cultivaron aproximadamente en un 15 por ciento de la superficie dedicada al algodón en todo el mundo en 2002, frente a solamente el 2 por ciento en 1996.

La adopción del algodón Bt es muy distinta en las diversas regiones productoras de China, México, los Estados Unidos y otros lugares, según los problemas particulares de cada una de ellas en la lucha contra las plagas. Las variedades de algodón Bt han sido aceptadas rápidamente por los agricultores en zonas donde la oruga de la cápsula es el problema principal, especialmente cuando la resistencia a los plaguicidas químicos es elevada. Cuando hay densas poblaciones de otras plagas, los agricultores utilizan una mezcla de productos químicos de amplio espectro que sirven también para combatir las orugas, lo que reduce el valor de la lucha con el Bt.

RECUADRO 14
¿Qué es el algodón Bt y por qué se cultiva?

Se han introducido genes de la bacteria común del suelo Bacillus thuringiensis (Bt) en plantas de algodón, lo que las hace producir una proteína que es tóxica para determinados insectos. El algodón Bt es muy eficaz para combatir plagas de orugas, como la rosada del algodonero (Pectinophora gossypiella) y la de la cápsula del algodonero (Helicoverpa zea), y es parcialmente eficaz para combatir la oruga del brote del tabaco (Heliothis virescens) y la oruga negra (Spodoptera frugiperda). Estas plagas constituyen un problema importante en muchas zonas algodoneras, pero hay otras plagas del algodón, como el gorgojo del algodonero, que no son susceptibles a la Bt y se siguen necesitando plaguicidas químicos para combatirlas (James, 2002b). Como consecuencia de ello, el efecto de la introducción del algodón Bt en la utilización de plaguicidas varía de una región a otra según las poblaciones de plagas locales.

Las primeras variedades de algodón Bt se introdujeron comercialmente por medio de un acuerdo de concesión de licencias entre el descubridor del gen, Monsanto, y la principal empresa americana de germoplasma del algodón, Delta and Pine Land Company (D&PL). Estas variedades contienen el gen Cry1Ac y se comercializan con el nombre comercial de Bollgard®. En 1997 se introdujeron en los Estados Unidos variedades con transgenes que proporcionan juntamente resistencia a los insectos y tolerancia a los herbicidas (Bt/TH). Monsanto recibió recientemente la aprobación reglamentaria en algunos mercados para un nuevo producto que incorpora dos genes Bt, Cry1Ac y Cry2Ab2. Este producto denominado Bollgard II®, se comercializó en 2003. Se espera que la incorporación de dos genes Bt mejore la eficacia del producto y retrase el desarrollo de plagas resistentes.

Se hallan en el mercado de los Estados Unidos más de 35 variedades diferentes de algodón Bt y Bt/TH (datos del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos). Estas variedades y la mayoría de las variedades Bt existentes en todo el mundo contienen genes con licencia de Monsanto. China es una excepción, ya que se dispone de una fuente independiente de protección de Bt. La Academia China de Ciencias Agronómicas desarrolló un gen Bt modificado que es una fusión de los genes Cry1Ac y Cry1Ab. Además, dicha Academia aisló un gen del caupí, el CpTi, que produce resistencia a los insectos por medio de un mecanismo diferente. Ha unido también el gen CpTi con el gen de fusión Bt y los ha incorporado en más de 22 variedades localmente adaptadas para su distribución en las provincias de China. Se espera que las variedades con unión de genes, producidas por la Academia, retrasen el desarrollo de plagas resistentes. El gen Cry1Ac de Monsanto está también disponible en China a través de, al menos, cinco variedades producidas por D&PL (Pray et al., 2002). En Argentina, México, Sudáfrica y otros países, todas las variedades de algodón Bt contienen el gen Cry1Ac de Monsanto, en muchos casos en variedades puestas a punto inicialmente para el mercado de los Estados Unidos.

La producción de algodón convencional depende decisivamente de los plaguicidas químicos para combatir las orugas y otras clases de insectos. Se estima que la producción algodonera consume alrededor del 25 por ciento de los plaguicidas agrícolas utilizados en todo el mundo, incluyendo algunos de los más tóxicos. Hidrocarburos clorados (como el DDT) se utilizaron ampliamente en la producción algodonera hasta su prohibición en los decenios de 1970 y 1980 por razones sanitarias y ambientales. Los productores de algodón sustituyeron entonces el DDT con organofosfatos, muchos de los cuales son también muy tóxicos. En muchas regiones las plagas crearon rápidamente resistencia a los organofosfatos, lo que hizo que en los decenios de 1980 y 1990 se generalizara el uso de piretroides que son menos tóxicos que los organofosfatos. Las plagas no tardaron en ofrecer resistencia a los piretroides, y la resistencia múltiple a los productos químicos llegó a ser un grave problema en muchas regiones productoras. En zonas donde la oruga de la cápsula del algodón es la principal plaga y se plantea el problema de su resistencia a los productos químicos, las variedades de algodón Bt han contribuido a reducir espectacularmente el empleo de plaguicidas.

Una importante ventaja del Bt con respecto a la lucha química contra las plagas, desde el punto de vista de la producción, es que la lucha mediante el Bt está siempre en acto en la planta. Dado que los agricultores aplican los métodos químicos sólo después de observar la presencia de plagas en las plantas del algodón, para cuando los apliquen habrán ocurrido ya algunos daños. La eficacia de los insecticidas químicos, a diferencia del Bt transgénico, depende también de las condiciones meteorológicas, ya que la lluvia puede arrastrar el producto. El algodón Bt ofrece a los agricultores una certeza mayor de combatir las plagas ya que es eficaz contra insectos que han creado resistencia a los plaguicidas químicos disponibles. Por ello, las variedades Bt tienen rendimientos superiores en una amplia gama de condiciones de cultivo (Fernández-Cornejo y McBride, 2000). La diferencia de rendimientos estimada entre el algodón Bt y el convencional varía mucho en el tiempo y el espacio debido a que las infestaciones de insectos son muy diversas. El mayor rendimiento relativo del algodón Bt se obtiene en condiciones en que la presión de las plagas es más fuerte y se ha generalizado la resistencia a los plaguicidas químicos.

La principal preocupación con respecto a la utilización de algodón Bt es la posibilidad de que las plagas manifiesten resistencia al Bt, lo mismo que a los plaguicidas químicos. Esto constituiría un grave problema para los productores de algodón orgánico que utilicen exclusivamente el Bt para combatir las plagas. La generalización de la resistencia al Bt reduciría la eficacia de esta opción. La gestión de la resistencia a las plagas es una parte importante del proceso de aprobación reglamentaria del algodón transgénico. Se trata más en detalle esta cuestión en el Capítulo 5.

Cuadro 5
Superficie cultivada con algodón Bt y Bt/TH en 2001

País

(miles de ha)

Superficie

Estados Unidos

2 400

China

1 500

Australia

165

México

28

Argentina

9

Indonesia

4

Sudáfrica

30

Total

4 3001

1 El total no corresponde a la suma de las cifras de los países porque se han redondeado éstas y se han hecho estimaciones.

Fuente: James, 2002b.

Repercusiones económicas del algodón transgénico

Las principales consecuencias económicas de los actuales cultivos transgénicos para las explotaciones agrícolas son el resultado de los cambios en la utilización de insumos y en los daños causados por las plagas. Si las nuevas semillas reducen la necesidad de pulverizaciones con productos químicos, como puede ocurrir con los cultivos resistentes a las plagas, es posible que los agricultores gasten menos dinero en productos químicos y dediquen menos tiempo y esfuerzos a aplicarlos. Si las nuevas semillas proporcionan una protección más eficaz contra las malezas y las plagas, los rendimientos efectivos de los cultivos serán mayores3. Estos ahorros en gastos y aumentos de producción pueden traducirse en mayores beneficios netos en la explotación agrícola. Las ganancias económicas en la explotación dependen de los costos y rendimientos de la nueva tecnología en comparación con los de otras prácticas posibles.

La consideración de las repercusiones en toda la economía y en la distribución de los beneficios causadas por la introducción de variedades transgénicas debe incluir también el hecho de que los agricultores pueden acrecentar la producción debido a que la nueva tecnología reduce su costo. Esta respuesta de la oferta puede presionar a la baja de los precios, lo que beneficiaría a los consumidores que, en tal caso, aumentarían su demanda del producto. A medida que cambian las compras de semillas y otros insumos que realizan los agricultores, pueden cambiar también los precios de tales artículos, especialmente si el suministrador de los mismos ejerce un monopolio en el mercado. Estas fuerzas de toda la economía influirán en la medida general de los beneficios económicos y en la distribución de los mismos entre los agricultores, los consumidores y la industria.

Repercusiones económicas en los Estados Unidos

En el primer año en que se dispuso comercialmente en los Estados Unidos del algodón Bt, éste se sembró en unas 850 000 ha o el 15 por ciento de la superficie total dedicada al producto en el país. En 2001, se sembró con variedades de algodón Bt y Bt/TH un 42 por ciento de la superficie algodonera (USDA-AMS, varios años). Estados Unidos sigue siendo el mayor productor de algodón Bt y Bt/TH, pero el porcentaje de la superficie mundial cultivada con algodón transgénico correspondiente a este país disminuyó del 95 por ciento en 1996 al 55 por ciento en 2001, al aumentar su cultivo en otros países.

Los agricultores estadounidenses adoptaron muy rápidamente el algodón Bt, especialmente en los estados del sur donde la presión de las plagas es elevada y donde más acentuada es la resistencia a los plaguicidas químicos (Cuadro 6). La adopción del algodón Bt ha tenido grandes repercusiones en el uso de plaguicidas en los Estados Unidos. El promedio de aplicaciones de plaguicidas contra las orugas de la cápsula ha disminuido de 4,6 en 1992-95 a 0,8 en 1999-2001 (Figura 8). Carpenter y Gianessi (2001) y Gianessi et al. (2002) estiman que la utilización media anual de plaguicidas en el algodón en los Estados Unidos ha disminuido en aproximadamente 1 000 toneladas de ingrediente activo.

Falck-Zepeda, Traxler y Nelson (1999, 2000a, 2000b) calcularon los efectos anuales de la adopción del algodón Bt en los Estados Unidos por los productores, consumidores, suministradores de germoplasma estadounidenses y extranjeros de algodón en el período 1996-98 utilizando un modelo uniforme de excedente económico (Alston, Norton y Pardey, 1995). La cantidad y distribución estimadas de los beneficios de la introducción del algodón Bt varían de un año a otro; por ello también se indican en la Figura 9 promedios del período 1996-98. Los ingresos netos de los productores algodoneros de los Estados Unidos aumentaron en total unos 105 millones de dólares EE.UU. al año como consecuencia de la adopción del Bt, que redujo sus costos de producción y elevó los rendimientos efectivos. La industria -principalmente Monsanto y D&PL- ganó unos 80 millones de dólares gracias a las ventas de la tecnología Bt. El aumento de la producción de algodón redujo los precios al consumidor, dando lugar a beneficios de unos 45 millones de dólares al año para los consumidores de los Estados Unidos y otros lugares. Los agricultores de otros países perdieron alrededor de 15 millones de dólares debido al descenso de los precios de producción del algodón. El total de los beneficios anuales netos fue en promedio de unos 215 millones de dólares, que se repartieron de la forma siguiente: un 46 por ciento para los agricultores estadounidenses, un 35 por ciento para la industria y un 19 por ciento para los consumidores de algodón. Las pérdidas para los productores extranjeros fueron inferiores al 1 por ciento del beneficio total neto generado por la adopción del algodón Bt en los Estados Unidos.

Cuadro 6
Adopción del algodón Bt por los agricultores de los Estados Unidos, por estados, 1998-2001

 

(Porcentaje)

1998

1999

2000

2001

Alabama

61

76

65

63

Arizona

57

57

56

60

Arkansas

14

21

60

60

California

5

9

6

6

Carolina del Norte

4

45

41

52

Carolina del Sur

17

85

70

79

Florida

80

73

75

72

Georgia

47

56

47

43

Luisiana

71

67

81

84

Misisipi

60

66

75

80

Misuri

0

2

5

22

Nuevo México

38

32

39

32

Oklahoma

2

51

54

58

Tennessee

7

60

76

85

Texas

7

13

10

13

Virginia

1

17

41

30

Fuente: USDA-AMS, varios años.

Repercusiones económicas del algodón transgénico en los países en desarrollo

Se han realizado estudios de campo sobre el rendimiento del algodón Bt en cinco países en desarrollo durante períodos de uno a tres años: Argentina (Qaim y de Janvry, 2003), China (Pray et al., 2002), India (Qaim y Zilberman, 2003), México (Traxler et al., 2003) y Sudáfrica (Bennett, Morse e Ismael, 2003). Los resultados de estos estudios se resumen en el Cuadro 7 y se examinan a continuación. Si bien las variedades de algodón Bt dieron mayores rendimientos medios, tales variedades permitieron reducir el uso de plaguicidas y proporcionaron beneficios netos superiores en relación con sus homólogos convencionales en todos los países en desarrollo en los que se hicieron estudios; en estos países los rendimientos tanto del algodón Bt como del convencional están sujetos a un grado elevado de variabilidad estacional y entre distintos terrenos. Por ello, no es posible extraer conclusiones sólidas basándose en datos de dos o tres años y de unos pocos centenares de agricultores. Aunque los datos disponibles y la rapidez con que los agricultores están adoptando el algodón Bt indican que obtienen beneficios de él, es demasiado pronto para evaluar de forma concluyente la cuantía y estabilidad de los rendimientos de las variedades Bt en comparación con las convencionales, ya que dependen, entre otras cosas, de las infestaciones de plagas y las prácticas agronómicas, las cuales varían ampliamente.

Se han estudiado las repercusiones en la distribución de los beneficios del algodón Bt en Argentina (Qaim y de Janvry, 2003), China (Pray y Huang, 2003), México (Traxler et al., 2003) y Sudáfrica (Kirsten y Gouse, 2003). Los datos disponibles indican que las variedades de algodón transgénico son indiferentes a la escala de las operaciones tanto en lo que respecta a la rapidez de la adopción como a los beneficios por hectárea. En otras palabras, los pequeños agricultores tienen una probabilidad igual o mayor que los grandes de beneficiarse del algodón Bt. Esto no es sorprendente debido a la forma en que las variedades de algodón Bt simplifican la labor de los agricultores. Qaim y Zilberman (2003) sostienen que es probable que el rendimiento relativo del algodón Bt sea mayor cuando lo utilizan los pequeños agricultores de países en desarrollo donde la presión de las plagas es elevada y hay menos posibilidad de combatirlas con medios químicos, debido a que estos agricultores suelen sufrir grandes pérdidas causadas por las plagas. Apoyan esta idea los datos internacionales disponibles hasta la fecha, que muestran que los mayores aumentos de rendimientos se han obtenido en Argentina, China y la India.

Argentina

Qaim y de Janvry (2003) estudiaron la cuestión del algodón Bt en Argentina durante dos temporadas de cultivo, 1999/2000 y 2000/01. El algodón Bt fue homologado por primera vez en Argentina en 1998 por la CDM Mandiyú SRL, empresa mixta privada compuesta por Monsanto, Delta and Pine Land Company (D&PL) y la empresa argentina Ciagro. Las variedades Bt comercializadas en Argentina se habían creado en un principio para el mercado de los Estados Unidos. La tecnología del algodón Bt está patentada en Argentina y los agricultores tienen que pagar derechos por aplicarla. Según la ley argentina, los agricultores pueden reservar y reproducir semillas para otra campaña antes de que se les exija comprar material nuevo certificado. Sin embargo, Mandiyú exige a los agricultores firmar contratos especiales de compra que les prohíben utilizar semillas reservadas en la explotación para el algodón Bt. A diferencia de otros países (o de lo que ocurre con la soja TH en Argentina), la adopción del algodón Bt ha sido lenta y, en 2001, se cultivó con él un 5 por ciento solamente de la superficie algodonera total del país.

Los rendimientos del algodón Bt en Argentina fueron en promedio 531 kg/ha (33 por ciento) más altos que los de las variedades convencionales. Qaim y de Janvry (2003) señalan que las variedades convencionales cultivadas en Argentina están de hecho mejor adaptadas a las condiciones locales y tienen rendimientos potenciales agronómicos más altos que las Bt, por lo que la diferencia en los rendimientos, atribuible a que las Bt sufrieron menos daños de plagas, sería incluso mayor que el 33 por ciento. Como hubo pocas diferencias entre los precios de mercado del algodón Bt y del no Bt, el aumento de los rendimientos de las variedades Bt dio lugar a un incremento medio del 34 por ciento en los ingresos brutos. El número de aplicaciones de plaguicidas fue menor y los gastos en plaguicidas se redujeron casi a la mitad. En cambio, los gastos en semillas fueron seis veces superiores para las variedades Bt que para las convencionales, por lo que los costos variables fueron un 35 por ciento más elevados. Los ingresos netos fueron mayores para las variedades Bt que para las no Bt, pero por un valor absoluto bastante pequeño y con un margen notablemente menor que en otros países.

Qaim y de Janvry (2003) concluyen que los costos elevados de las semillas son la razón principal de que sean relativamente bajos los márgenes de beneficio para la explotación agrícola que produce el Bt en Argentina, lo que, a su vez, explica la baja tasa de adopción de este algodón en comparación con la rápida adopción de la soja TH en este país (Recuadro 15). Dichos autores utilizan un método de valoración contingente para estimar que el precio que los agricultores argentinos desearían pagar por las semillas Bt es inferior a la mitad del actual. Con ese precio, los ingresos netos de los agricultores aumentarían notablemente, pero serían también mayores los ingresos de la empresa debido a que los agricultores comprarían más semillas. Esta conclusión plantea una cuestión importante con respecto a la razón por la que Mandiyú pone precios más altos que el nivel de máximo beneficio. Los autores conjeturan que es posible que la empresa reciba presiones para mantener los precios de la tecnología del algodón Bt en niveles comparables a los de los Estados Unidos. Se plantean también preocupaciones con respecto a que los monopolios privados puedan seguir extrayendo beneficios excesivos de los agricultores durante mucho tiempo a falta de una competencia o de limitaciones normativas apropiadas al monopolio.

RECUADRO 15
Soja tolerante a los herbicidas en Argentina y los Estados Unidos

Los cultivos tolerantes a los herbicidas obtenidos por ingeniería genética tienen un gen procedente de la bacteria del suelo Agrobacterium tumefaciens, que los hace tolerantes a una amplia gama del glifosato herbicida. Mediante esta tecnología fiotgenética se puede facilitar la gestión de las malas hierbas en los campos de los agricultores y reducir los costos de producción sustituyendo con el glifosato otros herbicidas más caros (y más tóxicos). Se simplifica la periodicidad y la elección de los herbicidas para los cultivos tolerantes a los herbicidas debido a que el glifosato combate eficazmente tanto las malas hierbas de hoja ancha como las gramíneas y puede aplicarse oportunamente en muchos momentos. La tolerancia al herbicida para distintos cultivos fue puesta a punto por Monsanto con el nombre de RoundupReady® (RR).

La soja RR se distribuyó comercialmente en Argentina y los Estados Unidos en 1996. La venta y utilización de la tecnología RR están protegidas en los Estados Unidos por patentes y por un contrato de venta con los agricultores, pero no se aplica ninguna de estas formas de protección de la propiedad intelectual en Argentina. Por ello, en este país, la soja RR puede conseguirse fácilmente de fuentes distintas de Monsanto, y los agricultores pueden utilizar legalmente semillas reservadas en su explotación. Así pues, los agricultores argentinos pagan un sobreprecio relativamente pequeño, del 30 por ciento aproximadamente, por la tecnología RR, mientras que los estadounidenses pagan por término medio un 43 por ciento más (datos de la General Accounting Office de los Estados Unidos, 2000). La adopción procedió rápidamente en ambos países. Se estima que, en 2002, se cultivaron con semillas RR el 99 y el 75 por ciento, respectivamente, de la superficie dedicada a la soja en Argentina y los Estados Unidos (James, 2002a).

Los rendimientos de la soja RR no son muy diferentes de los obtenidos con la convencional tanto en Argentina como en los Estados Unidos, pero la reducción de los costos de los herbicidas y la escarda genera beneficios en la explotación agrícola. Muchos agricultores empezaron a utilizar prácticas de poco o incluso ningún laboreo gracias a la adopción de la soja RR, lo que redujo también los costos en maquinaria y mano de obra y contribuyó a mejorar la conservación de los suelos. También los costos de la recolección son inferiores debido a la menor incidencia de malezas verdes (Qaim y Traxler, 2004).

En Argentina, el costo variable total de producción es un 8 por ciento (21 dólares/ha) menor con la soja RR que con la convencional. Los resultados son menos claros en los Estados Unidos. Moschini, Lapan y Sobolevsky (2000) calcularon una ventaja en cuanto al costo de 20 dólares/ha en 2000 para los Estados Unidos en conjunto, y Duffy (2001) determinó reducciones insignificantes de los costos en Iowa en 1998 y 2000. Tomando el promedio de todas estas fuentes, resulta que la reducción de los costos en los Estados Unidos es semejante a la obtenida en Argentina.

Qaim y Traxler (2004) calcularon que la soja RR aportó beneficios económicos por valor de más de 1 200 millones de dólares en 2001, es decir, alrededor del 4 por ciento del valor de la cosecha mundial de soja. Los consumidores de soja de todo el mundo obtuvieron un beneficio de 652 millones de dólares (53 por ciento de los beneficios totales) como consecuencia de la reducción de los precios. Las empresas de semillas recibieron 421 millones de dólares (34 por ciento) como ingresos por tecnología1, en su mayor parte procedentes del mercado de los Estados Unidos. Los productores de soja de Argentina y los Estados Unidos obtuvieron beneficios de más de 300 y 145 millones de dólares, respectivamente, mientras que los productores de países donde no se dispone de la tecnología RR se enfrentaron con pérdidas de 291 millones de dólares en 2001, debido al descenso inducido en los precios del mercado mundial, que fue del 2 por ciento aproximadamente (4,06 dólares por tonelada). Los agricultores, en conjunto, obtuvieron un beneficio de 158 millones de dólares, el 13 por ciento de las ganancias económicas totales producidas por el uso de la tecnología.

1 Lo mismo que en los estudios sobre el algodón, se utilizaron los ingresos brutos aportados por la tecnología como medida del rendimiento del monopolio. No se dedujo ningún costo de investigación, comercialización o administración. Si se supone, por ejemplo, que estos últimos costos representan un 33 por ciento de los ingresos de los derechos de la tecnología, el rendimiento del monopolio descendería a unos 280 millones de dólares (26 por ciento del excedente total).

China

En China más de 4 millones de pequeños agricultores cultivan el algodón Bt en un 30 por ciento de la superficie algodonera total. La parte correspondiente a China de la superficie cultivada con algodón Bt en todo el mundo ha aumentado considerablemente desde que comenzó a comercializarse la variedad en 1997, ascendiendo a más del 35 por ciento en 2001. Pray et al. (2002) encuestaron a los productores de algodón de China durante tres temporadas, de 1999 a 2001. Se realizaron las encuestas en las principales provincias algodoneras, en las que se disponía tanto de variedades Bt, como no Bt. En la encuesta inicial se incluyó a agricultores de las provincias de Hebei y Shandong. La adopción ha avanzado rápidamente en estas provincias debido a que la oruga de la cápsula es la plaga principal y se ha generalizado una grave resistencia a los plaguicidas químicos. La adopción asciende al 100 por ciento en Hebei y supera el 80 por ciento en Shandong. En 2000 se incluyó en la encuesta la provincia de Henan. En ella la adopción se ha limitado a un 30 por ciento aproximadamente, pese a los graves daños causados por la oruga de la cápsula, debido, al parecer, a que los agricultores no tienen acceso a las mejores variedades Bt. En 2001 se introdujeron en el estudio las provincias de Anhui y Jiangsu, en las cuales la adopción había comenzado más tarde y más lentamente debido en parte a que en ellas es más grave el problema de la araña roja (que no es susceptible al Bt).

En China, el aumento de los rendimientos del algodón Bt fue por término medio de 523 kg/ha o del 19 por ciento, en comparación con las variedades convencionales, en el período de tres años de 1999 a 2001. Esto se tradujo en un aumento medio de los ingresos del 23 por ciento. Los costos de las semillas de las variedades Bt eran casi el doble de los de las variedades convencionales. Sin embargo, en comparación con lo que ocurre en Argentina, este sobreprecio es bastante bajo, lo que, según Pray et al. (2002), se debe a la presencia de una fuerte competencia en el mercado entre las variedades de la Academia China de las Ciencias Agrarias, creadas por el sector público, y las obtenidas de Monsanto. Contrarrestó el sobreprecio de las semillas la disminución de un 67 por ciento del gasto en plaguicidas, con lo que los costos totales fueron un 16 por ciento menores que para el algodón convencional. Por término medio, los beneficios totales fueron de 470 dólares más por hectárea para los productores de variedades Bt que para los de variedades no Bt, los cuales perdieron de hecho dinero en cada uno de los tres años.

Pray et al. (2002) estiman que los productores de algodón Bt de China utilizaron en promedio 43,8 kg/ha de plaguicidas químicos menos que los productores de algodón convencional. Las mayores reducciones se registraron en las provincias de Hebei y Shandong, donde la plaga principal son las orugas. La reducción del uso de plaguicidas se tradujo en un gasto menor en productos químicos y mano de obra para la pulverización, pero se determinaron también otros beneficios para el medio ambiente y la salud humana. Se estima que el cultivo del algodón Bt permitió utilizar en China 78 000 toneladas menos de plaguicidas en 2001, cifra equivalente a un cuarto de la cantidad total de plaguicidas químicos utilizados en el país en un año normal. Como los productos químicos se suelen aplicar en China con pulverizadores de mochila y los agricultores raramente utilizan ropa protectora, éstos quedan expuestos frecuentemente a niveles peligrosos de plaguicidas. Los productores de algodón Bt experimentaron una incidencia mucho menor de envenenamiento por plaguicidas que los productores de variedades convencionales (5-8 por ciento frente a 12-29 por ciento).

Pray y Huang (2003) estudiaron la distribución de los beneficios económicos en China por tamaños de explotaciones agrícolas y categorías de ingresos. Determinaron que las explotaciones de menos de 1 ha habían obtenido un aumento neto de sus ingresos por hectárea doble que el de las de más de 1 ha (Cuadro 8). Los hogares y personas más pobres obtuvieron también aumentos netos de los ingresos por hectárea mucho mayores que los ricos. Estos resultados indican que el algodón Bt da lugar a grades aumentos de los ingresos netos de los pobres en China.

India

La comercialización del algodón Bt se aprobó en la India solamente en 2003, por lo que no se dispone todavía de estudios basados en el mercado. Qaim y Zilberman (2003) analizaron datos de ensayos de campo realizados en la India en 2001 y señalaron cambios en los rendimientos de los cultivos y en la utilización de plaguicidas entre el algodón convencional y el Bt. Inició los ensayos la empresa india, Maharashtra Hybrid Seed Company (Mahyco), en 395 explotaciones de siete estados indios. Tales ensayos fueron supervisados por las autoridades normativas y fueron realizados por los agricultores utilizando las prácticas habituales. Se comparó el rendimiento y el uso de productos químicos de un híbrido Bt, el mismo híbrido sin el gen Bt y una variedad popular no Bt, cultivándolas en parcelas adyacentes de 646 m2. El análisis se basó en los resultados de 157 explotaciones representativas en las que se mantuvieron registros completos. En el Cuadro 7 (pág. 56), se ha ofrecido una comparación entre el híbrido Bt y el mismo híbrido sin el gen Bt.

Los rendimientos efectivos medios del híbrido Bt fueron superiores a los del híbrido no Bt en un 80 por ciento, lo que se debe a la elevada presión de las plagas durante la temporada de cultivo y a la falta de otros medios para combatirlas. Esta diferencia de rendimientos es mucho mayor que la encontrada en China, México y los Estados Unidos. Qaim y Zilberman (2003) señalan que la diferencia de rendimientos del algodón Bt es mayor en la India que en otros lugares porque la presión de las plagas es elevada y los agricultores no tienen acceso a plaguicidas eficaces y baratos. Sostienen asimismo que los rendimientos del híbrido no Bt son tan malos como los de las variedades populares, lo que indica que el potencial de rendimiento no influye en la diferencia de rendimientos entre los híbridos Bt no Bt. Los autores reconocen que los resultados de un único año pueden no ser representativos y citan datos de ensayos de campo más limitados realizados por Mahyco, que muestran un aumento medio de los rendimientos del 60 por ciento en el período de cuatro años de 1998-2001. Otros estudios basados en ensayos de campo en la India han determinado aumentos de rendimientos del algodón Bt que varían del 24 al 56 por ciento (promedio del 39 por ciento) en los años 1998/99 y 2000/01 (James, 1999; Naik, 2001).

Qaim y Zilberman (2003) señalan que la resistencia a los insecticidas está muy difundida en la India, de manera que cada año hay que pulverizar cantidades cada vez mayores de plaguicidas. Los resultados de su estudio de 2001 indican que el número de pulverizaciones químicas contra las orugas disminuyó por término medio de 3,68 a 0,62 por temporada, si bien el número de pulverizaciones contra otros insectos no varió sensiblemente. La cantidad total de plaguicidas utilizados disminuyó un 69 por ciento, y toda la reducción se produjo en productos altamente peligrosos como los organofosfatos, carbamatos y piretroides, que pertenecen a las clases internacionales de toxicidad I y II.

Cuadro 7
Diferentes rendimientos del algodón Bt y el convencional

 

Argentina

China

India

México

Sudáfrica

Rendimiento en fibra

 

(kg/ha)

531

523

699

165

237

(Porcentaje)

33

19

80

11

65

PULVERIZACIONES QUíMICAS (núm.)

-2,4

...

-3,0

-2,2

INGRESO BRUTO

 

($EE.UU./ha)

121

262

248

59

(Porcentaje)

34

23

9

65

LUCHA CONTRA LAS PLAGAS

         

($EE.UU./ha)

-18

-230

-30

-106

-26

(Porcentaje)

-47

-67

-77

-58

COSTOS DE SEMILLAS

         

($EE.UU./ha)

87

32

58

14

(Porcentaje)

530

95

165

89

COSTOS TOTALES

 

($EE.UU./ha)

99

-208

-47

2

(Porcentaje)

35

-16

-27

3

BENEFICIO

         

($EE.UU./ha)

23

470

295

65

(Porcentaje)

31

340

12

299

Fuentes:

Argentina: Qaim y de Janvry, 2003. Los datos se basan en una encuesta sobre 299 agricultores de dos de las principales provincias productoras, con promedios de dos campañas de cultivo, 1999/2000 y 2000/01.

China: Pray et al. (2002). Los datos se basan en encuestas sobre explotaciones en todas las provincias productoras de algodón donde se dispuso de variedades Bt, con promedios de tres temporadas de cultivo, 1999-2001. El número de parcelas cultivadas con algodón Bt y no Bt fue de 337 y 45, respectivamente, en 1999, de 494 y 122 en 2000, y de 542 y 176 en 2001.

India: Qaim y Zilberman, 2003. Los datos se basan en ensayos de campo realizados en siete estados indios durante la temporada de cultivo, 2001. Los ensayos incluían 157 parcelas de algodón Bt y otras tantas del convencional no Bt.

México: Traxler et al., 2003. Los datos se basan en encuestas sobre explotaciones agrícolas en la Comarca Lagunera, con promedios de dos temporadas de cultivo, 1997 y 1998.

Sudáfrica: Bennett, Morse e Ismael, 2003. Los datos se basan en registros y encuestas de explotaciones agrícolas en las llanuras de Makhathini, con promedios de tres temporadas de cultivo, 1998/99-2000/01. Se examinaron registros de 1 283 explotaciones (89 por ciento de todas las de la zona) en 1998/99, 441 en 1999/2000 y 499 en 2000/01.

Cuadro 8
Distribución de los beneficios de la adopción del algodón Bt, por tamaño de la explotación o categoría de ingresos, en China, 1999

 

Bt en porcentaje

(kg/ha)

($EE.UU./ha)

($EE.UU./ha)

de las observaciones

Aumento de rendimientos

Cambio en el costo total

Cambio en los ingresos netos

TAMAñO DE LA EXPLOTACIóN

 

0,0-0,47 ha

86

410

-162

401

0,47-1 ha

85

-134

-534

466

Más de 1 ha

87

-124

-182

185

INGRESOS DEL HOGAR ($EE.UU.)

 

1-1 200

85

170

-302

380

Más de 1 200

91

65

-54

157

INGRESOS PER CáPITA ($EE.UU.)

 

1-180

85

456

-215

446

180-360

83

8

-284

303

Más de 360

97

-60

1

-15

Nota: Todos los valores monetarios se han convertido de yuan renminbi en dólares EE.UU., al tipo de cambio oficial de: 1,00 dólar EE.UU. = 8,3 ¥RMB.

Fuente: Pray and Huang, 2003.

México

La cantidad de algodón que se cultiva en México varía mucho de un año a otro según las políticas gubernamentales, los tipos de cambio, los precios mundiales y la disponibilidad de agua para el riego. La superficie dedicada al algodón disminuyó de unas 250 000 ha a mediados del decenio de 1990 a unas 80 000 ha en 2000, mientras que la proporción dedicada a variedades Bt aumentó del 5 al 33 por ciento aproximadamente.

La adopción de variedades Bt en las distintas regiones de México ha dependido del grado de la infestación de plagas y las consiguientes pérdidas económicas (Cuadro 9). Donde más rápida fue la adopción es en la Comarca Lagunera, región que comprende partes de los estados de Coahuila y Durango, y es la más gravemente afectada por las orugas de la cápsula. En las demás regiones algodoneras de México se padecen plagas de dichas orugas y otras plagas no susceptibles al Bt, por lo que deben emplearse métodos químicos. La adopción del Bt es, por lo tanto, baja en estas regiones. El algodón Bt no se cultiva en los estados sureños de Chiapas y Yucatán, donde existen especies silvestres de Gossypium hirsutum, un pariente nativo del algodón (Traxler et al., 2003).

Las variedades de algodón Bt cultivadas en México fueron creadas inicialmente para el mercado de los Estados Unidos, por D&PL en cooperación con Monsanto. Monsanto exige que los agricultores mexicanos firmen un contrato que les prohíbe reservar semillas y les exige desmotar el algodón sólo en las plantas autorizadas por Monsanto. Les exige también seguir una estrategia específica de gestión de la resistencia y que permitan a los agentes de Monsanto inspeccionar sus campos para ver si cumplen las restricciones relativas a refugios y reserva de semillas (Traxler et al., 2003).

Se suele clasificar a los productores algodoneros de la Comarca Lagunera en uno de estos tres grupos: ejidos, pequeños productores y productores independientes. Los ejidos tienen superficies de 2 a 10 ha; los pequeños productores, de 30 a 40 ha; y los independientes poseen superficies un poco mayores pero normalmente menores de 100 ha. Los ejidos y los pequeños propietarios están organizados en asociaciones de agricultores con el fin de obtener créditos y asistencia técnica. Cada grupo de agricultores tiene un consultor técnico que trabaja para la asociación. Traxler et al. (2003) hicieron una encuesta sobre los productores de algodón de la Comarca Lagunera en las temporadas de cultivo de 1997 y 1998, sirviéndose de consultores técnicos de la asociación SEREASA, que es una de las mayores de la Comarca Lagunera y, durante el período del estudio, incluía 638 agricultores que poseían casi 5 000 ha de tierra. De esta superficie total, entre 2 000 y 2 500 ha estaban dedicadas al algodón, lo que representaba alrededor del 12 por ciento de la superficie algodonera de la Comarca Lagunera. En 1997 se sembraron variedades Bt en el 52 por ciento de la superficie algodonera de la Comarca y, en 1998, en un 72 por ciento. Según los autores, el grupo de muestra era bastante representativo de los productores pequeños-medianos, pero probablemente estaban infrarrepresentados los grandes productores.

La diferencia entre los promedios de los rendimientos efectivos del algodón Bt y del convencional era de 165 kg/ha o el 11 por ciento aproximadamente, la cual es considerablemente inferior a la registrada en los demás países que figuran en el Cuadro 7. La diferencia de rendimientos varió mucho entre las dos temporadas de cultivo incluidas en la encuesta, de casi cero en 1997 a un 20 por ciento en 1998. Los autores observaron que 1997 fue un año de baja presión de plagas en la Comarca Lagunera. Los gastos en plaguicidas fueron un 77 por ciento más bajos para el algodón Bt que para el convencional y se hicieron menos pulverizaciones químicas. Los gastos en semillas fueron casi tres veces más altos para el algodón Bt, lo que refleja un sobreprecio bastante alto por la tecnología. Por consiguiente, la diferencia media entre los beneficios de los dos años fue de 295 dólares /ha, pero varió de menos de 8 dólares en 1997 a 582 en 1998.

Traxler et al. (2003) calcularon la distribución de los beneficios económicos derivados del algodón Bt en la Comarca Lagunera entre los agricultores de la región y las empresas abastecedoras de dichas variedades, Monsanto y D&PL. En los años del estudio, los agricultores obtuvieron por término medio el 86 por ciento del beneficio total, frente al 14 por ciento que correspondió a los suministradores de germoplasma (Cuadro 10). Como se ha señalado ya, el aumento de los beneficios de los agricultores por hectárea fue muy diverso en los dos años, ya que varió de menos de 35 000 a casi 5 millones de dólares. Durante los dos años, se estima que se produjeron beneficios de casi 5,5 millones de dólares, la mayoría de ellos en el segundo año y que correspondieron en su mayor parte a los agricultores. En este cálculo, toda la cantidad atribuida a Monsanto y D&PL no puede considerarse realmente un beneficio neto para las empresas, ya que no se incluyeron costos como los de distribución de semillas, administración y comercialización. Un beneficio de 1,5 millones de dólares obtenido de las ventas de semillas no es una gran suma para una empresa como Monsanto, que tiene unos beneficios anuales del orden de 5 490 millones de dólares. Las grandes fluctuaciones anuales se debieron sobre todo a la variabilidad en la infestación por plagas; en los años de fuerte presión de plagas, el algodón Bt presenta una notable ventaja con respecto a las variedades convencionales. Como México produce una pequeña parte del algodón mundial, no se registran efectos económicos generales en los precios y el bienestar del consumidor.

Cuadro 9
Adopción del algodón Bt y distribución geográfica de los problemas de plagas en las principales zonas algodoneras de México, 1997-98

Plaga

Eficacia
del Bt

Otras plantas huéspedes

Gravedad del problema1

Comarca Lagunera

Tamaulipas

Norte de Chihuahua

Sur de Chihuahua

Sonora

Baja California

Gusano rosado

Total

Ninguna

Altísima

Ninguna

Menor

Media

Media

Media

Oruga de la cápsula

Alta

Maíz, tomate

Alta

Alta

Media

Media

Menor

Menor

Oruga del brote del tabaco

Parcial

Maíz, tomate

Media

Alta

Media

Media

Media

Menor

Oruga gregaria

Parcial

Muchas

Menor

Alta

Media

Media

Menor

Menor

Gorgojo del algodonero

Ninguna

Ninguna

Erradicada

Altísima

Menor

Altísima

Menor

Ninguna

Mosca blanca

Ninguna

Muchas

Menor

None

Ninguna

Ninguna

Altísima

Altísima

Adopción de Bt en 2000
(porcentaje)

   

96

37

38

33

6

1

1 Altísima: exige múltiples aplicaciones anualmente, daños potencialmente graves para los cultivos; alta: se necesitan 2 ó 3 aplicaciones la mayoría de los años, algunos daños al cultivo; media: se necesitan 1 ó 2 aplicaciones la mayoría de los años, daños menores a los cultivos; menor: no se necesitan pulverizaciones la mayoría de los años, algunos daños al cultivo.

Fuente: Traxler et al., 2003.

Cuadro 10
Estimaciones de la distribución de los beneficios económicos, región de la Comarca Lagunera de México, 1997 y 1998

   

1997

1998

Promedio

A

Costo por hectárea para producir semillas Bt ($EE.UU.)

30,94

30,94

30,94

B

Ingresos de Monsanto/D&PL por hectárea ($EE.UU.)

101,03

86,60

93,82

C = B - A

Ingresos netos de Monsanto/D&PL por hectárea1 ($EE.UU.)

70,09

55,66

62,88

D

Cambio en los beneficios de la explotación por hectárea ($EE.UU.)

7,74

582,01

294,88

E

Superficie con Bt en la Comarca Lagunera (ha)

4 500

8 000

6 250

F = C × E

Ingresos netos totales de Monsanto/D&PL1 ($EE.UU.)

315 405

445 280

380 342

G = D × E

Beneficios totales de los agricultores ($EE.UU.)

34 830

4 656 080

2 345 455

H = F + G

Beneficios1 totales producidos ($EE.UU.)

350 235

5 101 360

2 725 798

I = F/H

Participación de Monsanto/D&PL en los beneficios1 totales (porcentaje)

90

9

14

J = G/H

Participación de los productores en los beneficios totales (porcentaje)

10

91

86

1 El beneficio neto de Monsanto/D&PL se calculó sin incluir gastos administrativos y de ventas ni cualquier compensación a los agentes mexicanos de distribución de semillas.

Fuente: Traxler et al., 2003.

Sudáfrica

El algodón Bt fue el primer cultivo transgénico que se distribuyó comercialmente en el África subsahariana después de la entrada en vigor, en 1999, de la Ley sobre la modificación genética de los organismos de 1997. En 2002 se sembraron en Sudáfrica unas 30 000 ha de algodón Bt, 5 700 de las cuales en la zona de las llanuras de Makhathini de la provincia KwaZulu-Natal. Bennett, Morse e Ismael (2003) examinaron la experiencia de los pequeños productores algodoneros con escasos recursos de las llanuras de Makhathini.

Vunisa Cotton es una empresa privada de las llanuras de Makhathini que suministra a los agricultores insumos para el cultivo del algodón (semillas, plaguicidas y créditos) y compra su producción. Bennett, Morse e Ismael (2003) utilizaron los registros de los distintos agricultores, mantenidos por Vunisa Cotton, para recoger datos sobre empleo de insumos, rendimientos, características de las explotaciones y otra información correspondientes a tres temporadas de cultivo a partir de la de 1998/99. Además, se hicieron entrevistas personales con una muestra aleatoria de pequeños productores en 1998/99 y 1999/2000, mientras que en 2000/01 se realizaron 32 entrevistas monográficas detalladas.

Los autores señalan que quienes adoptaron el algodón Bt se beneficiaron de unos rendimientos más altos (como consecuencia de la reducción de los daños causados por plagas), menor uso de plaguicidas y menos empleo de mano de obra para las aplicaciones de éstos. Sus rendimientos fueron por término medio 264 kg/ha (65 por ciento) más elevados. La diferencia en los rendimientos fue particularmente grande en la mala temporada de la estación húmeda de 1999/2000, en la que ascendió al 85 por ciento. Quienes lo adoptaron utilizaron menos semillas por hectárea que quienes no lo hicieron, pero, al ser más altos los precios de las semillas Bt, sus gastos totales en semillas fueron un 89 por ciento más elevados. Se compensó esto con la reducción de los gastos en plaguicidas y mano de obra, por lo que los costos totales fueron sólo un 3 por ciento más altos por término medio para el algodón Bt. El aumento de los rendimientos con costos casi iguales hizo que los cultivadores del Bt alcanzaran beneficios netos 3 a 4 veces superiores a los productores convencionales en todas las temporadas de cultivo, siendo la diferencia especialmente grande en 1999/2000, en la que los productores convencionales perdieron dinero.

Los autores examinaron la dinámica de la adopción del Bt y la distribución de los beneficios según los tamaños de las explotaciones. En 1997/98, Vunisa Cotton centró intencionadamente la distribución del algodón Bt en unos pocos agricultores relativamente grandes. En 1998/99, primera temporada de cultivo de este estudio, aproximadamente el 10 por ciento de los pequeños productores de Makhathini habían adoptado el algodón Bt, mientras que en el segundo año fue el 25 por ciento y en el tercero, el 50 por ciento. Para la cuarta temporada, la de 2001/02, que no se incluyó en el análisis por limitaciones de datos, se estima que el 92 por ciento de los pequeños productores de algodón de la región habían adoptado la variedad Bt. Los autores señalan que, en la primera campaña, los productores mayores, más ancianos, varones y más ricos estuvieron más dispuestos a adoptar la variedad Bt, pero para la segunda y tercera, la cultivaron también agricultores menores de distintas edades y de ambos sexos. El análisis mostró que, con el algodón Bt, los márgenes de beneficio bruto por hectárea eran realmente mayores para los pequeños productores que para los mayores terratenientes.

RECUADRO 16
Costos de la no adopción del algodón Bt en el África occidental

En un estudio sobre cinco países productores de algodón del África occidental, Cabanilla, Abdoulaye y Sanders (2003) examinaron los beneficios económicos que podrían obtener los productores algodoneros si se introducía la variedad Bt en la región. El algodón es una importante fuente de ingresos de exportación en estos países -Malí, Burkina Faso, Benin, Côte d'Ivoire y Senegal- y fuente de ingresos en metálico para millones de agricultores con escasos recursos. Dependiendo de la tasa de adopción y del aumento real de los rendimientos, los beneficios potenciales para el conjunto de estos países podrían variar de 21 a 205 millones de dólares EE.UU.

El análisis de Cabanilla, Abdoulaye y Sanders (2003) se basó en las semejanzas de estos países, en cuanto a poblaciones de plagas y utilización de productos químicos, con otros países en desarrollo en los que se ha introducido el algodón Bt. Las principales plagas de insectos en el África occidental son las orugas de la cápsula, que actualmente se combaten pulverizando hasta siete veces por campaña con insecticidas de amplio espectro, consistentes normalmente en una combinación de organofosfatos y piretroides. Como en otras regiones en las que se utilizan estos plaguicidas, se ha señalado resistencia de las plagas. Dadas las condiciones actuales, los autores concluyen que el algodón Bt probablemente sería muy eficaz para combatir las plagas existentes en la región.

Los autores utilizaron la experiencia de otros países en desarrollo para indicar la gama de aumentos de rendimientos y reducciones de costos que podría entrañar la adopción del algodón Bt. Se utilizaron después estas hipótesis para calcular una gama de efectos económicos potenciales en los cinco países en distintas situaciones de adopción del Bt. En la situación hipotética más optimista (aumento de rendimientos del 45 por ciento y adopción del 100 por ciento), los beneficios netos de los agricultores de los cinco países aumentarían en 205 millones de dólares: Malí 67 millones, Burkina Faso 41 millones, Benin 52 millones, Côte d'Ivoire 38 millones y Senegal 7 millones. En la situación hipotética más pesimista (aumento de rendimientos del 10 por ciento y adopción del 30 por ciento), los beneficios totales se reducirían a 21 millones de dólares, distribuidos entre los cinco países en la misma proporción que en la situación anterior. Estos resultados equivalen a aumentos del 50-200 por ciento de los ingresos por hectárea en las explotaciones.

En 2003, el Gobierno de Burkina Faso emprendió la evaluación del algodón Bt en cooperación con Monsanto.

Conclusiones

Se ha examinado en este capítulo la experiencia obtenida hasta la fecha en la utilización de variedades de cultivos transgénicos, especialmente el algodón Bt, en países en desarrollo. Se han obtenido los datos de estudios sobre las repercusiones económicas de la difusión del algodón Bt en Argentina, China, India, México y Sudáfrica, así como en los Estados Unidos. Se han examinado también otros datos sobre las repercusiones de la adopción de la soja TH en Argentina y los Estados Unidos. Del examen de tales cultivos surgen algunas conclusiones generales, si bien hay que actuar con cautela al extrapolar de un cultivo o país a otro, de un plazo breve a otro largo y de una pequeña muestra de agricultores a todo un sector.

Los cultivos transgénicos han aportado grandes beneficios económicos a los agricultores en algunas zonas del mundo durante los últimos siete años. En varios casos, los ahorros por hectárea, especialmente gracias al algodón Bt, han sido notables en comparación con casi todas las demás innovaciones tecnológicas introducidas en los últimos decenios. Sin embargo, incluso en los países en los que se ha dispuesto de productos transgénicos, las tasas de adopción han variado mucho según los entornos de producción, dependiendo de los condicionamientos específicos para la producción existentes en cada zona y de la disponibilidad de cultivares adecuados. Los cultivos transgénicos pueden ser útiles en determinadas circunstancias, pero no son la solución a todos los problemas.

La disponibilidad de cultivares transgénicos adecuados depende de la capacidad de investigación nacional y su accesibilidad para los pequeños agricultores depende siempre de la existencia de un sistema eficaz de entrega de insumos. Los agricultores de algunos países han podido aprovechar las innovaciones y las variedades de cultivos creadas para el mercado de América del Norte, pero, para gran parte del resto del mundo, será esencial el desarrollo de cultivares ecológicamente específicos y adaptados localmente. En todos los países en que los pequeños agricultores han adoptado el algodón transgénico, se dispone de un mecanismo de entrega de semillas que, en algunos casos, ha estado orientado específicamente a los pequeños agricultores. En la mayoría de los países han cumplido esta función las empresas nacionales de semillas en cooperación con una empresa transnacional y, en muchos casos, con el apoyo del gobierno nacional y de organizaciones de agricultores.

Las repercusiones económicas del algodón Bt dependen del marco reglamentario en que se introduce. En todos los casos estudiados, los países cuentan con un proceso de bioseguridad que aprueba la siembra comercial del algodón Bt. Es posible que los países que carecen de protocolos de bioseguridad o de la capacidad para aplicarlos de forma transparente, previsible y fiable no tengan acceso a las nuevas tecnologías. Un problema conexo es la posibilidad de que los agricultores de algunos países siembren cultivos transgénicos que no han sido evaluados ni aprobados por medio de procedimientos nacionales adecuados de bioseguridad. Es posible que tales cultivos hayan sido aprobados en un país vecino o sean variedades no autorizadas de un cultivo aprobado. En los casos en que un cultivo no haya sido aprobado por medio de una evaluación de riesgos de bioseguridad que tenga en cuenta las condiciones agroecológicas locales, puede haber un riesgo mayor de perjuicios ambientales (véase el Capítulo 5). Además, es posible que las variedades no autorizadas no proporcionen a los agricultores la eficacia esperada en la lucha contra las pagas, lo que hará que se sigan necesitando plaguicidas químicos y exista un riesgo mayor de desarrollo de resistencia de las plagas (Pemsl, Waibel y Gutierrez, 2003).

Aunque en la mayoría de los casos los cultivos transgénicos se han distribuido por medio del sector privado, sus beneficios se han repartido ampliamente entre la industria, los agricultores y los consumidores finales. Esto indica que la posición de monopolio creada por la protección de la propiedad intelectual no conduce automáticamente a beneficios excesivos de la industria. Sin embargo, de los resultados del algodón Bt registrados en Argentina, se deduce que el equilibrio entre los derechos de propiedad intelectual de los suministradores de la tecnología y los medios financieros de los agricultores influye decisivamente en la adopción de los productos y, por lo tanto, en la cuantía y distribución de los beneficios. El caso de China demuestra que la intervención del sector público en la investigación y desarrollo y en la entrega del algodón transgénico puede contribuir a garantizar que los agricultores pobres tengan acceso a las nuevas tecnologías y participen debidamente de sus beneficios económicos.

Los efectos ambientales del algodón Bt han sido positivos. Prácticamente en todos los casos, el uso de insecticidas en el algodón Bt ha sido notablemente menor que en las variedades convencionales. Además, en lo relativo a la soja TH, el glifosato ha sustituido a herbicidas más tóxicos y persistentes y, en muchos casos, se ha reducido el laboreo en el cultivo de la soja TH y del algodón. Hasta la fecha no se han documentado consecuencias ambientales negativas en ningún entorno en el que se han generalizado cultivos transgénicos, si bien hace falta un seguimiento continuo.

Los datos de China (Pray y Huang, 2003), Argentina (Qaim y de Janvry, 2003), México (Traxler et al., 2003) y Sudáfrica (Bennett, Morse e Ismael, 2003) indican que los pequeños agricultores no tienen más dificultades que los grandes en la adopción de las nuevas tecnologías. En algunos casos, parece que los cultivos transgénicos simplifican los procesos de gestión lo que favorece a los agricultores menores.

Por lo tanto, la cuestión que se plantea no es si la biotecnología es capaz de beneficiar a los pequeños agricultores con escasos recursos, sino más bien cómo se puede aprovechar este potencial científico para resolver los problemas agrícolas de los agricultores de países en desarrollo. La biotecnología entraña una gran promesa como nuevo instrumento científico para crear tecnologías agrícolas aplicadas. La tarea que debe realizarse actualmente es la de proyectar un sistema de información que centre este potencial en los problemas de los países en desarrollo.

3 Cuando en este capítulo se habla de rendimientos, se trata de rendimientos reales o efectivos en oposición a rendimientos agronómicos potenciales. El rendimiento real o efectivo tiene en cuenta las pérdidas causadas por las plagas.


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