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Problemas de la ordenación de parques nacionales en Africa oriental

A. DE VOS

ANTOON DE VOS, Oficial de Fauna Silvestre de la Dirección de Montes e Industrias Forestales de la FAO, presentó este trabajo a la Conferencia sobre Parques Nacionales del Canadá: hoy y mañana, celebrada en Calgary (Canadá), del 9 al 15 de octubre de 1968.

Debido a la variedad de la fauna que exhiben y al paisaje que suele ser atrayente, los parques nacionales de Africa oriental están despertando el interés de un número cada vez mayor de turistas procedentes del mundo entero y por eso tienen importancia como fuentes de divisas que tan necesarias son para el desarrollo de los tres países interesados de Africa oriental. ¿ La ordenación de esos parques es adecuada? ¿Puede afirmarse que su porvenir es seguro? Estas y otras son cuestiones que habrá que examinar en la esperanza de que con ello se podrá crear una mejor comprensión de los problemas con que hoy día se enfrenta el Africa oriental.

En la Primera Conferencia Mundial sobre Parques Nacionales celebrada en Seattle, Wáshington (EE.UU.) en 1962, se establecieron algunas normas rectoras que se consideran aceptables para la ordenación de los parques nacionales de todo el mundo. También se llegó a la conclusión de que la ordenación basada en la investigación científica no sólo es conveniente, sino a veces indispensable para mantener a algunas comunidades bióticas en conformidad con el plan de conservación de un parque nacional o zona equivalente. ¿Son aceptables esas normas rectoras para Africa en general y se prestan para las condiciones allí imperantes?

En primer lugar, tenemos que considerar la actitud del africano medio inculto hacia los parques nacionales. Para la mayoría, esos parques siguen constituyendo instituciones europeas, establecidas para solaz del turista y sin interés especial para la población indígena, aparte de la posibilidad de obtener divisas. Existe un reducido, aunque creciente, número de africanos que disfruta visitando los parques nacionales y también una mayor comprensión del papel de estos parques en la conservación del patrimonio nacional. Sin embargo, la actitud predominante sigue siendo la de que los parques deben ser tolerados fundamentalmente porque son fuente que proporciona los fondos necesarios.

Cabría preguntarse qué suerte correrán en el futuro los parques nacionales dado el aumento demográfico acelerado y, por consiguiente, la mayor presión sobre la tierra. Al parecer, si se quieren mantener intactos los parques nacionales será indispensable que éstos desempeñen un papel cada vez más importante en la economía de los países interesados. La cuestión fundamental entonces, es la siguiente: ¿cómo puede lograrse ese objetivo, teniendo debidamente en cuenta las políticas que rigen la ordenación de los parques nacionales y sin perjuicio de los recursos vivos de esos parques?

Como los parques son la principal atracción para el turismo, realmente no importa mucho en qué forma se atienda a sus gastos fijos y no se atribuye exagerada importancia al hecho de que los ingresos de un parque cualquiera sirvan para costear su mantenimiento. Cada vez que el parque arroje pérdidas, es cuestión de política la de determinar la forma en que han de cubrirse tales pérdidas. Los gastos fijos de los parques pueden costearse con cargo a los ingresos generales del Estado, a los impuestos derivados del turismo o a los derechos de entrada, o más probablemente una combinación de esas tres soluciones.

Es lamentable el hecho de que en Africa oriental no existan actualmente políticas nacionales claramente definidas que rijan los propósitos y objetivos que persigue la administración de parques. Mientras no se les haya definido cabalmente, será sumamente difícil para aquellos encargados de la ordenación y conservación de los parques desempeñar eficazmente su labor. Por suerte, se están haciendo esfuerzos - por subsanar esa situación a través de la convención africana para la conservación y ordenación de la flora y la fauna silvestre.

El objetivo general de la ordenación de los parques nacionales debería consistir en mantener el paisaje ecológico tal cual existía antes de que el hombre empezara a intervenir desastrosamente en el medio ambiente. Habría que conservar las especies indígenas de animales salvajes y plantas silvestres en la mayor variedad posible y en abundancia razonable. Debería hacerse un esfuerzo especial en Africa oriental por mantener una colección representativa de la variedad espectacular de especies de animales y plantas que viven en sus habitat intactos.

Problemas de ordenación ecológica

Una de las consideraciones fundamentales debiera ser el que la ordenación del medio ambiente se mantenga al mínimo absoluto compatible con los objetivos básicos que persigue la ordenación de parques. Sin embargo, ni el número de animales ni la abundancia de la vegetación permanecen estáticos y hay circunstancias en las que es preciso que el hombre perturbe activamente los procesos en marcha, generalmente con vistas a conservar algunos habitat que ciertas especies animales están destruyendo.

FIGURA 1. - Ñu (wildebeest) en el Cráter del Ngorongoro, en Tanzania.

Los encargados de la ordenación de los aspectos ecológicos de los parques nacionales tienen que hacer frente a muchos problemas que no pueden resolver fácil mente. Muchos de esos problemas tienen su origen fuera del recinto de los parques, que en general pueden ser considerados como «islas ecológicas» sometidas a modificación directa o indirecta como resultado de las actividades y condiciones imperantes en las zonas circundantes. Tales influencias pueden involucrar factores como la inmigración o emigración o ambas cosas, de animales y vegetales, modificaciones del régimen de incendios y alteraciones del agua superficial o subterránea.

Incluso los parques nacionales más vastos del Africa oriental no constituyen al parecer unidades ecológicas autorreguladas. Por ejemplo, el parque nacional de Serengeti, que abarca aproximadamente 15000 km², en la práctica no sirve como tal, ya que cientos de miles de animales emigran más allá de sus lindes en determinadas épocas del año.

Aunque hasta hace poco era relativamente escasa la presión que se ejercía sobre la tierra en borne a los parques nacionales, ya no es así en todas partes y en algunos casos se practica una explotación agrícola intensiva casi hasta los límites mismos de los parques nacionales. Es muy probable que este problema se vaya agravando. Wheater (1968), refiriéndose al Parque Nacional de Murchison Falls, en Uganda, explicó esta situación. Allí la colonización agrícola a lo largo del límite sudoccidental no sólo se traduce en un aumento de caza furtiva, sino también en grandes daños causados a los cultivos por la fauna silvestre. Sugirió que, a fin de evitar una mayor intromisión de la agricultura a lo largo de los límites de este parque, sería indispensable preparar un plan de desarrollo del aprovechamiento de la tierra para los campos vecinos, que comprendiese zonas de caza controlada, reservas de caza y zonas de pastoreo, pero excluyendo toda ulterior colonización agrícola intensiva.

Debido a la creciente presión sobre la tierra, la fauna se va circunscribiendo cada vez más a los límites de los parques nacionales. Las manadas de animales que solían emigrar de los parques o inmigrar a ellos, según la disponibilidad de alimentos, tenderán a pasar mayor parte del tiempo en el parque. A su vez, la población indígena tolera cada vez menos las incursiones de los animales fuera de los parques. En particular los elefantes se van limitando cada vez más a los parques y reservas, lo que produce una creciente presión sobre los recursos de alimentos disponibles. A voces, como sucede en el caso de los parques del monte Kenia y del Aberdare, se impide a los animales abandonar los límites de algunas partes de esos parques construyendo fosos. Como esos parques en la montaña son unidades ecológicas incompletas, este hecho fatalmente creará problemas tales como el ramoneo excesivo de una parte de las praderas.

Los pastos inducidos por el fuego y los pastizales arbolados, que pueden mantener a un gran número de muchas de las especies de caza de los llanos, son en su mayor parte habitat artificiales que han pasado a ser tan característicos que su desaparición representaría una pérdida grave e importantísima. El empleo o la regulación del fuego puede ser instrumento poderoso para el control o la alteración de la flora. En todo plan de ordenación se deben adoptar decisiones sobre su empleo. En la mayoría de los parques se producen incendios incontrolados e incumbe a la administración decidir si puede dejar que se propaguen o al contrario conviene cortarles el paso. La solución última quizá sea la de regular los incendios de modo que se produzcan en un tiempo o a intervalos de anos predeterminados, pero ello requiere disponer de equipo suficiente y de personal capacitado.

Otro problema puede consistir en que ocasionalmente los grandes depredadores, tales como leones y panteras, abandonen los confines protectores de los parques y que, al hacerlo, se expongan a ser cazados. Eso ciertamente reduce la presión de los depredadores, con el posible aumento consiguiente de las poblaciones presa, o bien, el aumento de la incidencia de enfermedades entre éstas.

Un punto que hay que tener en cuenta es el de definir las circunstancias en que sería admisible introducir en un parque nacional especies de animales o de plantas que no existan ya en él. Al parecer, habría al menos dos circunstancias que justificarían tal medida, a saber: (a) cuando se sabe que ha existido una especie en el pasado y que el habitat sigue siendo idóneo para su existencia, y (b) cuando la modificación de la vegetación, después de haberse creado el parque, proporcione un habitat idóneo para una determinada especie que existe en la vecindad de ese parque.

Cada vez que ciertos herbívoros superan la capacidad de carga de un pastizal, pueden sobrevenir perjuicios. Se han descrito situaciones de este tipo en el caso de los elefantes en el Parque Nacional de Murchison Falls (Buechner y Dawkins 1961), y en el Parque Nacional Tsavo (Glover, 1964), y también en el caso de los hipopótamos, en el Parque Nacional Queen Elizabeth (Laws, comunicación personal). En Tsavo, el resultado del ramoneo de los elefantes en árboles y arbustos ha sido que el tupido matorral se ha aclarado, convirtiéndose en una vegetación propia de las llanuras, lo que ha permitido que el habitat se haya diversificado más y que proliferen animales de los llanos como la cebra y el orix. Que esto sea o no conveniente es cuestión discutible y depende de la política que se siga en materia de parques, pero Laws afirma que, en el caso del Parque Nacional Tsavo, donde no están lo bastante diversificadas las comunidades bióticas para ofrecer atractivo al turista, pudiera ser un hecho conveniente.

En algunos parques, como el Parque Nacional de Tsavo y el de Nairobi, se han establecido estanques artificiales para diversificar el habitat y proporcionar a la fauna abrevaderos de agua potable más seguros. En Tsavo, uno de esos estanques se emplea para la producción de Tilapia. No cabe duda de que el movimiento de algunas especies de fauna se ve afectado por esta mejora. Puede estudiarse la habilitación de otros abrevaderos, ya que, al carecer de agua suficiente, los animales transmigrarían en las épocas más secas del año. No obstante, la facilitación de agua suplementaria puede influir considerablemente en el número de animales y, por consiguiente, en la vegetación.

Explotación de animales que sobran en los parques nacionales

Se ha discutido mucho acerca de si la explotación eliminatoria de la fauna puede o debe ocupar un lugar legítimo en la ordenación de parques. Una de las normas adoptadas por la Primera Conferencia Mundial sobre Parques Nacionales declara que «cada vez que las poblaciones animales rompan por exceso el equilibrio que deben mantener con su habitat y representen una amenaza para la existencia continuada del ambiente deseado, se hace indispensable la regulación de las poblaciones. Este principio rige, por ejemplo, en aquellos casos en que las poblaciones de ungulados exceden de la capacidad de entrada de su habitat debido a la pérdida de depredadores, la inmigración desde zonas circundantes, o la comprensión del régimen migratorio normal».

Al parecer es inevitable que en Africa oriental haya que adoptar decisiones sobre aquellas especies animales cuyo número ha llegado a ser excesivo en los parques nacionales. La cuestión es si los animales deben eliminarse exclusivamente para resolver un problema ecológico, o bien para obtener fondos suplementarios mediante la venta de la carne y de otros productos animales. Algunos sostienen que debe concederse a la eliminación de los animales con fines ecológicos una evidente prioridad con respecto al aprovechamiento de la carne con fines puramente lucrativos. Sin embargo, los biólogos siguen discutiendo si la eliminación de los animales sirve o no una finalidad ecológica. Algunos sostienen que la superpoblación de algunas especies suele tener un carácter de fenómeno transitorio y que, con el tiempo, esas poblaciones llegan a reajustarse a la disponibilidad de alimentos gracias a una natalidad reducida. Otros opinan que difícilmente puede darse libre curso a la naturaleza, una vez que una o más especies ejerzan repercusiones nocivas en el habitat y que, de todos modos, se puede eliminar el excedente anual, si ello no pone en peligro la supervivencia de las especies en cuestión. Uno de los peligros inherentes a la situación reside en el hecho de que la explotación eliminatoria de animales en razón de su rentabilidad puede convertirse de por sí en un objetivo y no en un instrumento auxiliar de la ordenación, si bien esto se podría reglamentar mediante las normas pertinentes.

FIGURA 2. - Gacela de Young Grant en el Parque Nacional de Nairobi, Kenia.

FIGURA 3. - Una hiena en el Cráter del Ngorongoro.

Quizá sea arriesgado generalizar demasiado acerca de estos problemas, pues cada parque tiene sus propios problemas específicos. Esto no significa, sin embargo, que no deban existir normas nacionales sobre la explotación eliminatoria de los animales sobrantes de los parques nacionales. En algunos parques, tales como los de Serengeti, Tsavo y Queen Elizabeth, podría eliminarse un número apreciable de ungulados todos los años, pues su coeficiente intrínseco de producción es muy elevado. A condición de que no se atente contra los principales objetivos que persigue la ordenación de parques nacionales, no hay motivos que impidan la explotación eliminatoria de un apreciable número de hipopótamos, elefantes y búfalos, sobre una base de rendimiento sostenido en el Parque Nacional de Queen Elizabeth. Ese mismo criterio puede regir para la explotación de elefantes en el Parque Nacional de Tsavo, y de venados, cebras y gacelas de Thompson, en el Parque Nacional de Serengeti, sin menoscabo para los principales objetivos que persigue la ordenación de los parques nacionales.

Ejemplos de mala administración

Hay, por desgracia, muchas pruebas de mala administración de parques nacionales en Africa oriental en el día de hoy.

El Parque Nacional de Nairobi, por ejemplo, es el más frecuentado de Africa oriental, y se permite al visitante conducir vehículos motorizados a cualquier lugar. Esto produce huellas antiestéticas de neumáticos de automóvil, que pueden verse en todo el territorio del Parque, y que culminan en erosión local. En el Cráter de Ngorongoro es corriente abrir una nueva pista paralela a la antigua cuando ésta llega a estar en mal estado. Considerando la densidad relativamente elevada de tráfico en el cráter, ésta es práctica que sería preciso evitar, y la única solución consiste en construir caminos más duraderos, como ya se está haciendo. En el Parque Nacional de Lake Manyara se ha abierto un cascajar para explotar una carretera de turismo que llega hasta la misma pared del Rift Valley, cuyos tajos totalmente innecesarios ofenden la vista del turista que contempla el paisaje, desde los diversos miradores del parque.

En algunos casos se permite a las poblaciones de animales causar daños irreparables al habitat. El ejemplo más flagrante de ello es la saliente del Parque Nacional de Aberdare donde, con el propósito de que gran número de animales pueda ser observado desde sus famosos «Treetops», los elefantes y búfalos han ocasionado graves daños al habitat, pues se hallan cercados por un foso de caza. La densidad de población de la fauna es tan elevada en el centro del Parque Nacional de Murchison Falls que las praderas se hallan en muy mal estado y pueden observarse fácilmente los estragos de la erosión eólica y laminar.

Otro ejemplo grave es el de las aldeas pesqueras que se hallan dispersas sin un plan preconcebido y sin supervisión alguna en el Parque Nacional de Queen Elizabeth. Si se tiene en cuenta la abundancia de recursos proteínicos disponibles localmente, es difícil impedir la existencia de tales aldeas, pero sí se puede evitar que sus moradores construyan al azar cualquier clase de vivienda.

Quizás una consideración de menor importancia sea la del suministro de sal en algunos lugares evidentes a lo largo de las carreteras del Parque Nacional de Nairobi, posiblemente para aumentar las posibilidades de observar a los animales de cerca. Esos montones de sal no sólo ofenden la vista, sino que el propio hecho de emplear sal aparece como una práctica de ordenación innecesaria.

FIGURA 4. - Amanecer en el Parque Nacional de Arusha, Tanzania.

Necesidades de planificación

En Africa oriental existe una evidente necesidad de planificar no sólo una mejor ordenación de los parques nacionales, sino también de los recursos faunísticos y florísticos en general. Boyd (1968) sugirió un «gran plan» para la administración de la flora y la fauna, que abarca las funciones de los parques nacionales actualmente constituidos, departamentos de caza y de montes. Sostiene que esos departamentos deberían abordar la cuestión en común, procediendo a un inventario para evaluar los recursos disponibles de fauna y flora y que deberían hacer sus planes sobre una base conjunta para el desarrollo y la explotación de esos recursos. En el empleo de los parques hay que prever la atención de diversas necesidades, dedicando los mismos, o partes de ellos, a zonas de investigación, centros educativos o zonas de recreo.

Boyd afirma que «si parte de los ingresos derivados del turismo, la explotación de la caza y la ayuda exterior se invierten en la ordenación del habitat, se podría obtener una reversión al recurso primario en función del espectáculo sostenido o mejorado de la fauna y flora silvestres». Parecería hoy día, en Africa oriental, que está creando un verdadero problema la ordenación de los parques nacionales. Se invierten cada vez mayores sumas de dinero en la construcción de albergues más grandes y mejores, piscinas y otras facilidades de recreo para el turista, pero a la vez es poco lo que se hace por ordenar el habitat y las poblaciones de fauna que ese turista viene a visitar, a veces a un costo enorme. Si persiste esta tendencia, puede terminar matando a la gallina de los huevos de oro.

Otro problema reside en el hecho de que en los parques nacionales no se hallan representadas todas las especies de animales salvajes, o no lo están en poblaciones suficientemente numerosas. Por ejemplo, varias subespecies de venados (de Hunter y Nakuru) no se hallan ahora protegidas en esos parques en Kenia y es muy posible que se vean del todo eliminadas en razón del hecho de que todos los anos se destinan miles de hectáreas de tierra a colonización intensiva y por esto se pierde la fauna que en ella vive.

Como la mayoría de los parques nacionales no son lo suficientemente extensos para servir de unidades autónomas en las que pueda existir gran variedad de especies de animales, es indispensable crear en torno a ellos zonas de aislamiento en las que se ofrezca, cuando menos, cierta protección a la fauna y la flora, y donde no se permita la colonización y explotación agrícolas intensivas. Es perfectamente lógico que en todos los lugares donde se permite que la colonización y explotación agrícola lleguen hasta los mismos límites de las zonas destinadas a la fauna ello vaya en detrimento de las poblaciones de animales salvajes. Muchos de esos animales suelen merodear más allá de los límites de esas reservas, y por eso, entran en conflicto con la agricultura. Las zonas aisladoras permitirían proteger los intereses de la agricultura y, a la vez, serían útiles para cazar las poblaciones de animales salvajes de las que hubiere excesivo número en las reservas como consecuencia de la protección que se les da.

Otro problema es el de cómo introducir a los visitantes a los parques nacionales, de modo que perturben al mínimo a los animales, al paisaje y al habitat. Esto implica ejercer un control de las zonas a las que tienen acceso mediante la construcción acertada de caminos y senderos, lugares para campamentos y albergues. Con demasiada frecuencia se establecen los cuarteles generales del parque en lugares con un paisaje atrayente en el mismo centro de los parques nacionales, cuando en realidad podrían instalarse en los límites donde obstaculizarían menos las bellezas naturales.

Además, como es insuficiente el número de africanos que visitan los parques nacionales, hay que invertir mucho más dinero y prestar mucha más atención a una ordenación que permita a un mayor número de africanos visitar los parques y tratar de despertar en ellos una conciencia de la necesidad de conservar la flora y la fauna. Uganda fue el primer país en lanzar la idea de invitar a grupos de niños a los parques, costeando sus gastos, salvo los de alimentación. Tanzania ha construido albergues para visitas organizadas de grupos de jóvenes africanos. Queda aún mucho por hacer.

Hasta ahora, por desgracia, es insuficiente el adelanto realizado en la planificación en materia de vida silvestre dentro del marco total de la planificación del aprovechamiento de tierras en Africa oriental. Algunas personas interesadas en los parques y el patrimonio faunístico no han llegado todavía a aceptar cabalmente el hecho de que tales recursos deben ser fomentados y explotados para promover los objetivos económicos globales de su país. Este no es un hecho sorprendente, pues el tema de la planificación del aprovechamiento de la tierra es relativamente nuevo, incluso en las regiones desarrolladas del mundo. En general, los interesados en un plan general de desarrollo de los recursos naturales y de desarrollo económico no se han percatado lo suficiente de las ventajas que representan los parques nacionales desde el punto de vista económico y por ello existe la tendencia en Africa oriental a ir convirtiendo los parques y el habitat de la fauna y la flora en tierras de cultivo agrícola y forestal intensivos.

Bibliografía

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