Datos en biodiversidad: Un informe para COP25
Entendemos a la biodiversidad como la variedad de genes, especies y ecosistemas que se generan como resultado de los procesos evolutivos a lo largo del tiempo (Wilson, 1999). Los cambios en procesos ambientales y climáticos asociados a la producción de biodiversidad han cobrado una relevancia tan alta que la comunidad científica ha propuesto que hemos entrado en una nueva era geológica llamada Antropoceno, dado el efecto humano sobre las dinámicas bióticas y abióticas en nuestro planeta (Armesto et al., 2010). En este contexto, la biodiversidad mundial se enfrenta hoy a la mayor extinción registrada en los últimos 65 millones de años producto de los fuertes cambios ambientales asociados al rápido aumento de la población humana. Entre los factores responsables de la pérdida de biodiversidad, la comunidad científica ha identificado la pérdida de hábitat, invasiones biológicas y sobreexplotación de recursos naturales como los que tienen mayores efectos, aunque aún mal comprendidos (Cushman y Huettmann, 2010; Travis, 2003) y que juntos interactúan con y son agravados por el calentamiento global (Malcolm et al., 2006). Esto afecta a la provisión de servicios ecosistémicos, los que benefician directa o indirectamente a las comunidades humanas (Millennium Assessment, 2005). Por ello, resulta clave encontrar los vínculos entre los diferentes factores que intervienen en la conformación de la biodiversidad, no solo para identificar regiones de alta prioridad de conservación (Myers et al., 2000) y así poder analizar el grado de susceptibilidad de estas regiones a los cambios ambientales causados por factores antropogénicos (Ohlemüller et al., 2008), sino también con el fin de desarrollar herramientas efectivas para enfrentar la crisis ambiental asociada al cambio climático. Sin embargo, el conocimiento de la biodiversidad no se limita únicamente a la complejidad inherente a los organismos y su entorno, sino también a la complejidad de los datos que la describen. La expansión de las fronteras del conocimiento ecológico y evolutivo dependerá en gran medida de nuestra capacidad para generar, acceder, integrar y analizar datos de todas las áreas del conocimiento (Bendix, Nieschulze y Michener, 2012; Michener et al., 2007; Michener y Jones, 2012). Adicionalmente, es necesaria una gestión adecuada de estos datos para crear nuevo conocimiento, profundizar el existente y ponerlo a disposición de la sociedad, para así desarrollar políticas eficaces de protección del medio ambiente
