A menudo se dice que la belleza está en el ojo del observador. Pero cuando se trata de frutas y hortalizas, un tercio de ellas nunca llegan a los estantes de nuestra tienda de comestibles porque son rechazadas en su camino desde la granja al consumidor. Si bien los supermercados juegan un papel importante en este proceso, también nosotros debemos hacer examen de conciencia. ¿Elegiríamos una manzana de forma ovalada de color mate o preferimos la brillante y perfectamente redondeada? Una de ellas sin duda saldría mejor en una foto de Instagram, pero al final, ambas resultarán igual de buenas y saciarán nuestro apetito.
Más de 820 millones de personas pasan hambre a diario, mientras que en el mundo se desperdician o pierden un tercio de los alimentos que se producen. En el caso de las frutas y hortalizas, se descarta cerca de la mitad (un 45%). En un planeta afectado por eventos meteorológicos extremos y cambio climático, aprovechar las frutas feas no es solo una cuestión de ética, sino de recursos. Para producir los alimentos que desechamos se utilizan valiosos recursos naturales: 13 litros de agua para obtener un tomate o 50 litros para producir una naranja. También hacen falta semillas, tierra, el trabajo de los agricultores e incluso el combustible usado para transportar los alimentos. Todos estos recursos se pierden cuando se pierde el fruto de estos trabajos.
El desperdicio puede ocurrir de muchas maneras y en muchas etapas diferentes de la cadena de valor. Escuchemos las historias de una zanahoria, un plátano y una papa.
Historia de la zanahoria
Una zanahoria se enfrenta a menudo a muchos obstáculos, incluso antes de llegar a la tienda. Debe pasar los estrictos requisitos que los supermercados tienen para sus frutas y hortalizas. A veces, las zanahorias deben pasar por máquinas con sensores fotográficos que las analizan en busca de defectos estéticos. Si están ligeramente curvadas, no son de color naranja brillante, tienen una mancha o están partidas, se descartan al montón destinado a pienso para el ganado. En total, alrededor del 25-30% de las zanahorias, no llega a la tienda de comestibles debido a defectos físicos o estéticos. En los mercados o en la venta directa en granjas, las zanahorias pueden eludir algunas de las rigurosas normas sobre estética que tienen los supermercados, pero ¿comprarías una zanahoria de aspecto no tradicional?