Antes de 2001, desarrollar un nuevo tipo de trigo o arroz implicaba realizar muchas peticiones diferentes a varios países solicitando sus semillas y distinto material genético. Ahora, el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura supera este obstáculo y, así, ayuda a fomentar la innovación y la diversidad de los cultivos. Al mismo tiempo, el Tratado sirve también como póliza de seguros para proteger los recursos fitogenéticos para las generaciones futuras.
Kent Nnadozie es el Secretario del Tratado. En esta entrevista nos explica por qué es una herramienta poderosa para ayudar a alcanzar el Hambre Cero.
P: ¿Qué es el Tratado y para qué sirve?
R: El objetivo principal del Tratado internacional es la conservación de los recursos fitogenéticos para la agricultura, y garantizar así que no perdamos la diversidad que tenemos. En segundo lugar, asegura que esa diversidad de cultivos a la vez que se conserva, se utiliza. De manera que no la conservamos solo por conservarla. Al utilizar el material genético, hacemos que siga siendo relevante, a la vez que desarrolla características y rasgos que pueden producir mayores rendimientos o adaptarse mejor a las sequías o inundaciones u otras condiciones específicas.
Ningún país es autosuficiente en lo que respecta a los recursos fitogenéticos, que son la base de nuestra cesta de alimentos. Pero era sabido que algunas leyes, regulaciones y prácticas locales impedían el intercambio continuo de estas semillas y otros materiales de propagación. De manera que el Tratado es un acuerdo global promovido por la FAO para facilitar estos intercambios
P: Mucha gente ha oído hablar del Depósito mundial de semillas de Svalbard, en el Ártico. ¿Está el Tratado vinculado a esta iniciativa?
R: Sí, la idea de crear el depósito se debatió inicialmente en la FAO en la década de 1980, y la negociación del Tratado Internacional impulsó a Noruega a establecer esta cripta subterránea, que celebra su décimo aniversario este mes. El Depósito mundial de semillas de Svalbard almacena un duplicado de las colecciones de semillas nacionales e internacionales, como último recurso en caso de desastres naturales o conflictos. Pero también hay muchas colecciones nacionales e internacionales originales, y el Tratado establece el marco legal y su Órgano Rector aporta orientación normativa para que esos centros y gobiernos intercambien y utilicen los recursos fitogenéticos que tienen.