“Mujeres” y “pesca” son dos palabras que no habrían aparecido juntas en la misma frase hasta hace pocos años en Rwanda. En este país africano se pensó durante mucho tiempo que la pesca no era un asunto de mujeres: era un trabajo de hombres. Ellas también se habían hecho a esta idea, pero algunas valientes de Nkombo —una isla en el lago Kivu en el distrito de Rusizi—, están decididas a demostrar que lo que un hombre puede hacer, una mujer también…
Una de ellas es Valeria Maniraguha de 38 años y madre de cuatro hijos, que comenzó a pescar en 2010. Antes de iniciar su labor como pescadora, solía vender pescado, una combinación de habilidades que aún le resulta útil cuando se ocupa de la venta de sus capturas.
Valeria nació en la isla de Nkombo y tuvo que abandonar pronto la escuela para ayudar a su madre en su granja. Describe su primera experiencia de pesca como un aprendizaje ameno.
“Estaba motivada para pescar porque veía a los pescadores ganar más dinero que yo. Así que un día decidí probar con la red“, explica Valeria. “La gente me apoyó. Me ayudaban a recoger los aparejos de pesca junto con los peces, pero a veces les pedía que no me ayudaran porque quería aprender a hacerlo yo sola”.
Su esposo, que trabaja en la farmacia del distrito como vigilante nocturno, apoya el interés de su esposa en la pesca.
“A mi marido no le importa en absoluto. De hecho, él era pescador, así que cuando le hablé sobre mi nueva pasión, no se molestó”, continúa Valeria.