Algunas personas tienen el cabello rizado, otras lo tienen lacio. Algunas personas se broncean, otras se queman. Hay quien puede torcer los labios, otros no pueden. Todo esto es debido a nuestros genes y a las diferencias entre ellos. Diversidad. Es la sal de la vida.
Como sucede con nuestras propias diferencias, las plantas y los animales también tienen las suyas, que a veces podemos ver y otras no. Una variedad de arroz, por ejemplo, resiste mejor a las inundaciones que otra. Una raza de vacas puede soportar la sequía donde otra no puede. Todo gracias a la biodiversidad.
La biodiversidad significa la variedad de vida vegetal y animal en el mundo. Incluye la genética, las especies y los ecosistemas. Cuando existe una rica diversidad de especies, hábitats y genética, los ecosistemas son más sanos, productivos y pueden adaptarse mejor a desafíos como el cambio climático.
Además de la variedad, la biodiversidad es también la forma en que diferentes especies, plantas y animales se conectan e interactúan. El mundo está compuesto de una red invisible que rara vez apreciamos. La pérdida de especies –ya sean animales o plantas–, puede transformar todo un ecosistema. Significa que se pierden esos vínculos.
A continuación, aquí hay siete vínculos de los ecosistemas que quizás no conocías:
1. Agricultura y suelos más sanos – Generalmente se culpa a la agricultura de la degradación del suelo. Sin embargo, gestionada con diligencia, la agricultura puede en realidad aumentar la salud de los suelos. Las legumbres, por ejemplo, ayudan a restaurar la vitalidad del suelo, lo que ayuda a otras plantas a crecer mejor. ¿Sabías que hay más organismos vivos en una cucharada de tierra que personas en nuestro planeta? Necesitamos suelos sanos para poder producir nuestros alimentos, para eliminar el carbono del aire y para el desarrollo de microbios de los que se obtienen nuestros medicamentos, como la penicilina. Los sectores agrícolas son los mayores usuarios de la biodiversidad. Juntos administran las mayores zonas terrestres, marinas y de agua dulce de la Tierra, ya sea biodiversidad “salvaje” en la silvicultura y la pesca, o biodiversidad “domesticada” en los sistemas productivos. Si se gestiona de forma sostenible, la agricultura puede contribuir a la conservación de la biodiversidad y a importantes funciones ecosistémicas.
2. Nutrición y cambio climático – La biodiversidad agrícola, incluidos los parientes silvestres de los cultivos, es fundamental para hacer frente a un clima cambiante y garantizar nuestra alimentación en el futuro. Esta diversidad proporciona a la agricultura variedades de cultivos y razas de ganado que pueden adaptarse mejor a los cambios en los patrones de temperaturas y precipitaciones y a los eventos meteorológicos extremos. También es importante en esta era de cambios que exploremos otros tipos de cultivos. De las cerca de 250 000 especies de plantas que se han identificado, unas 7 000 pueden servirnos de alimento. Sin embargo, ¡en todo el mundo tan solo hay 150 cultivos con una producción de cierta importancia! Increíblemente, tan solo tres cultivos (maíz, trigo y arroz) suministran casi el 60% de nuestras proteínas y calorías diarias. Necesitamos ampliar nuestras dietas para explorar algunas otras variedades que podrían ser más nutritivas y nos permitirían enfrentarnos mejor los cambios en el clima.