Realmente no podemos hablar de los problemas ambientales más acuciantes del planeta sin mencionar los sistemas agroalimentarios. Y por sistemas alimentarios, nos referimos también a los sectores agrícolas en los que se sustentan: agricultura, pesca, silvicultura y las cadenas de valor que nos proporcionan alimentos y fibra para nuestra vida cotidiana.
La agricultura supone el 70% de todo el consumo de agua dulce y contribuye con casi el 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero (incluidas las no agrícolas). La producción alimentaria es también responsable del 75% de la pérdida de biodiversidad agrícola. Esto ya está sucediendo ahora, y para 2050, el mundo necesitará un 50% más de alimentos para nutrir a más de 9 700 millones de personas, una población que será más urbana y más exigente a la hora de elegir sus alimentos. Nuestros recursos naturales ya están bajo presión. Sin embargo, entre 691 y 783 millones de personas padecen hambre.
Está claro que la producción alimentaria y la agricultura deben ser parte importante del debate para alcanzar las principales metas del mundo para el futuro, es decir, los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Reconociendo esto, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como organismo encargado de la implementación, se centran en el vínculo clave entre agricultura y medio ambiente.
A través de 300 proyectos en más de 130 países, los proyectos de la FAO y el FMAM abordan cuestiones como el cambio climático, biodiversidad, degradación de la tierra, la eliminación segura de productos químicos peligrosos y la gestión de aguas internacionales. De forma habitual, la FAO y el FMAM han colaborado para ayudar a los pequeños campesinos a mejorar sus prácticas de producción, de manera que también se obtengan resultados ambientales a nivel mundial, pero la alianza se centra cada vez más en la cadena de valor al completo.
Le presentamos tres de los proyectos de la FAO y el FMAM que están ayudando a abordar los desafíos ambientales desde la óptica de la agricultura:
1. Ayudar a nuestros productores de alimentos a adaptarse al cambio climático
La población rural produce las tres cuartas partes de los alimentos del mundo, pero a la vez concentra el 80% de los pobres del planeta. La mayoría carece de los medios para cambiar sus prácticas agrícolas por sí mismos. Entre las áreas de trabajo más importantes para la FAO y el FMAM está ayudar a los agricultores a hacer frente a los cambios en el clima y que puedan hacerse resilientes frente a estos cambios.
En todo el mundo, las lluvias son cada vez menos predecibles y las tormentas y desastres naturales más frecuentes. Las temperaturas no son estables y las estaciones no llegan cuando se supone que deben hacerlo. En Malí, estas realidades han llegado a una situación extrema. Siendo un país cuyas precipitaciones nunca han sido fiables, también ha sido cada vez más propenso a la sequía en los últimos 50 años. La tendencia continua del aumento de las temperaturas y la disminución de las lluvias podrían ser devastadoras para los principales cultivos alimentarios del país -como mijo, sorgo, arroz y maíz-, sin mencionar que supone también un problema para el ganado, el segundo producto básico de exportación más importante de Malí.
Un proyecto financiado por el FMAM se centró en ayudar a más de 40 000 pequeños campesinos malienses a diversificar la producción, mejorar la salud y fertilidad del suelo y elegir semillas y variedades más tolerantes a las distintas temperaturas y precipitaciones. Estas medidas han ayudado a aumentar los rendimientos entre un 21%-77% para el sorgo, mijo, arroz, maíz, sésamo y algodón.