“Mi vida es muy diferente ahora“, asegura Scofia Sadik Mandera, de 23 años, luciendo una gran sonrisa. “Tenemos hortalizas para comer, contamos con una dieta equilibrada. Tengo más energía“. Durante el año pasado, Scofia cultivó su propio huerto, uno de las más de 7 000 que hay en el campo de refugiados de Kalobeyei, en el norte de Kenya.
El Asentamiento Integrado de Kalobeyei –denominación oficial del campamento, se estableció en 2016. En la actualidad alberga a casi 40 000 personas, y es una extensión del enorme campo de Kakuma, que tiene 145 000 residentes. Desde que se creó el campamento, la FAO ha apoyado las actividades agrícolas en Kalobeyei como forma de mejorar la autosuficiencia tanto de los refugiados como de la población de acogida que vive alrededor del asentamiento.
Frescos, nutritivos y caseros
Se calcula que cada refugiado en Kalobeyei sobrevive con un presupuesto mensual en efectivo de 14 USD, que no es mucho para comprar alimentos frescos y nutritivos en el mercado. Como alternativa, la FAO apoya a las familias de refugiados proporcionándoles semillas, aperos y estiércol, así como un plan de capacitación que les permite crear sus propios huertos.
“El huerto me proporciona suficientes alimentos para no tener que comprar hortalizas en el mercado, así que estoy muy feliz”, afirma Scofia. Refugiada de Sudán del Sur con experiencia en la agricultura, vive aquí con su hijo Samuel, de dos años.
“Durante las lluvias largas, cultivaba batatas, quimbombó y col rizada. Ahora he sembrado sandía y batata“, explica Scofia.
El agua es muy escasa en esta región, y las familias en Kalobeyei reciben solo 15 litros por persona al día. Todo lo que tienen para regar sus huertos son las aguas residuales domésticas. Algunas casas tienen además tanques que recogen el agua de lluvia del tejado.