¿Sabías que no todas las bananas son amarillas y curvas como una media luna? ¡Algunas son rectas, otras rechonchas, e incluso algunas son rojas! En realidad, existen 1 000 variedades diferentes de bananas, pero muchos de nosotros nunca lo sabríamos si solo nos fijamos en nuestros mercados o tiendas, donde se vende sobre todo la variedad Cavendish. Debido a que se dañan con menor facilidad durante su transporte y tienen un alto rendimiento, estas bananas “típicas” son las que más se producen. A pesar de la gran diversidad existente, la variedad Cavendish representa casi el 50 por ciento de las bananas cultivadas en el mundo. Sucede lo mismo con muchas de nuestras frutas y hortalizas.
En la historia de la humanidad, de unas 30 000 especies de plantas comestibles, se han cultivado entre 6 000 y 7 000 especies para producir alimentos. Sin embargo, hoy en día solamente utilizamos 170 cultivos a una escala significativa a nivel comercial. Aún más sorprendente, dependemos en gran medida de solo 30 de ellos para que nos proporcionen las calorías y nutrientes que necesitamos todos los días. Más del 40 por ciento de nuestra ingesta diaria de calorías procede de tres cultivos básicos: arroz, trigo y maíz.
Existen miles de cultivos que han sido olvidados o infrautilizados durante siglos. Esto es algo que debemos lamentar, no solo por todos los sabores que nos estamos perdiendo, sino también por los nutrientes que proporcionan. Estos cultivos “olvidados” suelen ser cultivos indígenas o tradicionales que prosperan en regiones específicas del mundo. Ya sea porque se cultivan en zonas geográficas pequeñas, tienen rendimientos bajos, requieren un procesamiento prolongado, son susceptibles a las plagas o simplemente no se han investigado adecuadamente, nunca se incorporaron al mercado mundial y, por tanto, muchas personas desconocen su existencia, a veces incluso de productos de sus propias regiones. Con el apoyo de unas políticas y una financiación adecuadas, estas variedades olvidadas podrían ser, algún día, reconocidas en el mercado mundial.
Ofrecemos a continuación cinco razones por las que debemos dejar de marginar estos cultivos, que pueden revolucionar el futuro de nuestra alimentación:
1. Enriquecen nuestras dietas. Los cultivos tradicionales suelen ser muy nutritivos y pueden ofrecernos una dieta más equilibrada. La quinua, por ejemplo, es el único cereal que contiene todos los aminoácidos que necesitan los seres humanos. La bambara es una importante fuente de proteínas, y el mijo es rico en calcio y hierro. Actualmente, unos 1 500 millones de personas en el mundo se ven afectadas por una o más formas de carencia de micronutrientes. Las carencias de hierro, zinc, yodo, vitaminas A, B 12 y D están muy extendidas, tanto en los países subdesarrollados como en los países en desarrollo, especialmente entre mujeres y niños. Estas carencias no solo se manifiestan en personas con insuficiencia ponderal, sino también en aquéllas con sobrepeso y obesidad.