Como muchos agricultores de Senegal, Guilé Mané solía bregar durante la estación seca. Las precipitaciones aquí pueden ser muy escasas e irregulares, incluso en la estación húmeda.
“Trabajábamos en los campos durante la estación húmeda, pero no hacíamos nada durante la estación seca”, dice Guilé, de 39 años de edad, que dirige una asociación de agricultores llamada Diapo Ande Ligueye (Unidos para trabajar) en la región donde se encuentra su hogar, llamada Keur Bara Tambédou.
La falta de agua suponía escasez de cultivos y alimentos, enfermedades más frecuentes e ingresos insuficientes provenientes de la venta de lo que los agricultores lograban cultivar.
“A veces los padres ni siquiera podían pagar las tasas académicas mensuales de sus hijos”.
Guilé y el resto de mujeres tenían que caminar grandes distancias para llegar a fuentes de agua limpia y utilizar parte de sus ingresos para pagarla.
Su vida ha cambiado ahora, dice Guilé, como consecuencia de un sistema nuevo de recogida y almacenamiento de agua puesto en funcionamiento a través del programa “1 millón de cisternas para el Sahel” de la FAO, que se centra en las comunidades rurales vulnerables en regiones áridas y semiáridas de cinco países afectados por los choques climáticos.
Inspirado en un programa similar implementado en Brasil a través de su programa “Fome Zero” (Hambre Cero), esta iniciativa tiene como objetivo brindar acceso al agua potable a millones de personas en todo el Sahel. La idea es mejorar la vida de las familias a varios niveles. El programa ayuda a las familias a aumentar sus cultivos en cuanto a nutrición e ingresos se refiere, ayuda a mejorar la salud y, en última instancia, refuerza la resiliencia de millones de familias, sobre todo de las mujeres.
“Empezamos a cultivar durante la estación seca hace apenas dos años. Ahora somos capaces de producir verduras para venderlas también durante la estación seca, tales como ensalada, cebolla, pimiento de Chile, berenjena, menta y gombo”.