Monira Parveen Mala veía a su madre llorar hasta caer dormida tras perder a uno de sus preciados patos o pollos a causa de las enfermedades. Muchas otras familias de su comunidad estaban también perdiendo sus aves de corral, pero nadie sabía por qué morían sus pollos o cómo prevenirlo.
Para muchas mujeres en las aldeas rurales de Bangladesh, sus pollos representan su única oportunidad de ganar dinero de forma independientemente, dinero que a menudo utilizan para enviar a sus hijos a la escuela. Sin embargo, hasta hace poco, hasta un 80% de los polluelos propiedad de mujeres como la madre de Monira morían a los 15 días de nacer, una grave pérdida, teniendo en cuenta que el valor de un pollo adulto es seis veces mayor que el de un pollito.
Pero un día, en su aldea de Tolot Sur, Monira se enteró por fin de los nombres de las enfermedades que mataban a los pollos de su madre: la enfermedad de Newcastle y la viruela aviar. Y más aún, aprendió cómo ayudar a prevenir que eso ocurriese.
El doctor Harun Rashid, veterinario y oficial de ganadería, había comenzado recientemente a visitar a la comunidad para llevar a cabo la vigilancia participativa de las enfermedades, tras haber recibido capacitación de la FAO en la denominada formación de la “upazila a la comunidad” (U2C, por sus siglas en inglés). Esta iniciativa alienta a los funcionarios públicos responsables del sector ganadero a visitar regularmente a los agricultores del subdistrito, o “upazila” que les corresponde supervisar.
“El Dr. Harun vino a nuestra aldea y nos explicó cómo podíamos mantener nuestros pollos sanos vacunándolos”, explica Monira. “Aprendí cómo separar los pollos sanos de los enfermos y enterrar los pollos muertos para evitar la propagación de enfermedades. Antes no sabíamos nada de esto”.
Después de que sus estudiantes completaron su capacitación en vacunación, el Dr. Harun suministró a las mujeres un pequeño número de vacunas gratuitas. También les alentó a visitar las comunidades circundantes para compartir sus conocimientos sobre sanidad avícola y ofrecer servicios de vacunación. Monira y otras mujeres están aprovechando su nueva experiencia para dar sus servicios a sus comunidades cobrando cuotas modestas que les permiten cubrir sus gastos e incluso obtener una pequeña ganancia. Esto les permitió comprar vacunas una vez que los suministros proporcionados por el Dr. Harun se agotaron y también ahorrar algún dinero.
“Hasta ahora he podido ahorrar dos o tres mil takas (24 USD) de la vacunación y con estos ingresos he conseguido mantenerme a mí misma y a mis hijos”, explica Monira.