Se suele decir que los jóvenes son el futuro, sin embargo cuando hablamos de jóvenes rurales la realidad es que pocos ven futuro en la agricultura o en sus lugares de origen. La falta de acceso a la tierra, la tecnología, el crédito o los recursos productivos hace que muchos jóvenes rurales consideren la migración, a menudo a zonas urbanas, como la única opción de lograr un futuro mejor.
Pero lo cierto es que la agricultura es el sector con más potencial de reducir la pobreza, especialmente en los países en desarrollo.
En la República Dominicana los jóvenes de entre 20 y 24 años presentan las tasas de desempleo más alta del país, con un 25,5%. La situación es peor en las zonas rurales, especialmente en la franja fronteriza con Haití.
Las historias de estos seis jóvenes podrían ser un ejemplo más de ese éxodo, sin embargo, ellos tuvieron la oportunidad de quedarse en sus comunidades y convertirse en emprendedores.
Estos jóvenes tenían ideas innovadoras, pero necesitaban capital y acompañamiento técnico para hacerlas realidad. Todos ellos participaron en el proyecto Fortalecimiento del Empleo Rural Decente para Mujeres y Hombres Jóvenes en el Caribe, que la FAO y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) pusieron en marcha para ayudar a jóvenes emprendedores a desarrollar sus planes de negocio en sus lugares de origen.
La meta: ser grandes ganaderos
Osmaro Sánchez ha vivido toda su vida en el municipio de El Llano, en la provincia de Elías Piña, en la frontera dominicana con Haití. Allí está la finca familiar donde sus abuelos y sus padres se dedicaban a la agricultura y la crianza de cabras y ovejas en medio de un paisaje agreste donde todo escasea, especialmente el agua.
“Los jóvenes tenemos que emigrar por falta de oportunidades. No hay empleo y si vamos al banco no nos prestan porque no tenemos garantía. Solo queda la agricultura, pero con la sequía, el que se arriesga a sembrar puede perder todo por falta de agua”, cuenta.
Osmaro criaba 30 animales en su finca, pero gracias a la subvención otorgada por la FAO y el FIDA, que solicitó junto a otros dos jóvenes, compraron 22 animales. Hoy tienen 65 cabezas de ganado.
La carne de estos animales tiene mucha demanda en la zona, ya que la oferta es limitada. “Queremos llegar a ser grandes ganaderos y suplir a toda la región”, manifiestan.