Un aleteo de alas de insecto, un medio de vida en peligro


La FAO se apresura para contener la propagación destructiva del picudo rojo de la palmera

El sector de los dátiles a nivel mundial, con un valor de 13 000 millones de USD, y que incluye tanto grandes explotaciones como innumerables pequeños agricultores, está en riesgo a causa de esta plaga destructiva, el picudo rojo de la palmera. ©thecottonhill/shutterstock.com

29/05/2020

Mucho antes de morir, la palma datilera emite un zumbido. Un ruido monótono y quedo que anuncia su agonía. Erguida y esbelta hasta el final, parece gozar de buena salud. Quizá no se note, pero se está apagando, consumida por el picudo rojo de la palmera. El Rynchophorus ferrugineus está avanzando.

“El insecto llegó al Cercano Oriente en la década de los 80 proveniente del sudeste asiático,” afirma Hassan al-Ayied, profesor de entomología en la King Abdulaziz City for Science and Technology de Riad, que ha estado compartiendo con la FAO su experiencia de 20 años de observación del picudo rojo de la palmera. “Llegó al este de la Arabia Saudita en el interior de palmas ornamentales importadas. Se habría podido parar en seco en aquel momento, pero no se hizo.”

Más o menos cada año, la plaga pone una pica —o más bien su hocico curvado y peludo— en un nuevo país o región. Desde el Cercano Oriente se propagó a partes de África, el Cáucaso y el Mediterráneo. Para 2019, se había extendido muy hacia el norte hasta llegar a los Balcanes.

Además de extremamente invasiva, esta plaga también es gregaria. Un solo árbol puede verse colonizado por varias generaciones: larvas, pupas, adultos. Las hembras depositan sus huevos en las grietas, 300 de una sola vez. Las larvas nacen de los huevos: se alimentan horadando la planta, dejando tras de sí un rastro de deyecciones, una mezcla de excrementos y fibra masticada. Escarban sin parar, pero su zumbido destructivo es inaudible a menos que se disponga de un costoso material especial.

En algunos casos, la presencia de deyecciones alertará a los productores a tiempo, permitiéndoles salvar parte de la palma. Sin embargo, a menudo el árbol muere sin haber sido diagnosticado, con su sistema vascular carcomido.

En torno a 2010, la isla caribeña de Aruba se afanaba en urbanizar su pintoresca costa. “Querían grandes cantidades de palmeras decorativas,” recuerda al-Ayied, “así que las consiguieron a un precio asequible provenientes de África del Norte. Los árboles venían contaminados.” Las condiciones cálidas y húmedas de Aruba fueron ideales para la propagación. A partir de ahí, la plaga llegó a la vecina Curaçao.

Durante mucho tiempo se pensó que la clave de la propagación del picudo era su capacidad para recorrer grandes distancias volando. Dicha teoría fue desmentida recientemente: la mayor distancia documentada que puede recorrer volando sin detenerse son 69 metros. “Si el picudo rojo de la palmera está ahora presente en gran parte del mundo,” dice al-Ayied, “es a causa de las deficiencias en el comercio internacional de palmas.”

Arriba a la izquierda: “El picudo de la palmera es nuestra principal inquietud,” afirma Anwar Haddad, presidente de la Asociación del Dátil de Jordania. ©Anwar Haddad; abajo a la derecha: las variedades de alta gama alcanzan precios elevados en los mercados mundiales. ©Galiyah Assan/shutterstock.com

El Cercano Oriente, con su gran sector de cultivo de dátiles, sigue siendo la conquista más jugosa del picudo. La FAO calcula que el insecto ya ha arrasado palmas datileras por un valor de 500 millones de USD y dejado a millones de agricultores temiendo la ruina.

Anwar Haddad preside la Asociación del Dátil de Jordania. En el norte del Valle del Jordán, a menudo las parcelas son diminutas, los árboles viejos y las variedades antiguas. Allí, los productores pasan dificultades incluso en el mejor de los casos; Haddad estima que el 80 % de sus explotaciones está infestado. Pero incluso en la zona central y meridional del valle, donde el cultivo de dátiles está impulsado por las inversiones y orientado hacia la exportación, Haddad calcula que las tasas de infestación son del 20 % y van en aumento.

“Es lo que más tememos, nuestra principal inquietud,” dice Haddad. “Hasta hace poco, los productores ocultaban las infestaciones de picudos porque temían que pudieran repercutir en la confianza del mercado o en el precio de las plántulas. Nos hemos esforzado mucho para cambiar las actitudes, ahora buscan ayuda abiertamente.”

Las variedades de gama alta, como la saudí Ajwa de color oscuro o la variedad Medjool, más común y de color ámbar, son productos muy apreciados. Pero eso no es todo. En las culturas de Arabia, África del Norte y el Mediterráneo oriental, el dátil está rodeado de un halo de misticismo que va más allá de la simple economía. La fruta, considerada un sinónimo de la autosuficiencia nutricional, tiene una larga historia como motivo decorativo, objeto de parábolas de escrituras sagradas o superalimento beduino. La propia FAO ha promovido el dátil como una “fruta extraordinaria”.

“Sería posible subsistir prácticamente a base de dátiles y agua. De hecho, hasta hace no mucho tiempo muchos lo hacían,” afirma Maged Elkakhy, un agrónomo egipcio y el experto de referencia de la FAO en la gestión del picudo rojo de la palmera. “Yo me crié como un chico de ciudad con una dieta mucho más variada, pero aun así, los dátiles siguen formando parte de nuestro universo diario.”

Tratamiento de palmeras en las calles de Túnez. © FAO/Daniel Beaumont

A finales de 2019, la UNESCO declaró la palma datilera patrimonio cultural inmaterial. Al mermar los beneficios de los grandes productores y amenazar con barrer del mapa a los pequeños, el picudo también menoscaba un marcador de identidad regional común a todos.

Elkahky considera que erradicar la plaga es técnicamente posible. Mauritania, en el extremo occidental del Sáhara, está ahora libre de la plaga, al igual que los Estados Unidos de América, después de haber exterminado un foco aislado en Laguna Beach, California. “Al margen de estos éxitos, el problema es que la lucha contra el picudo se ha enfocado desde el punto de vista comercial, con propuestas de soluciones milagrosas que no necesariamente han demostrado ser eficaces.”

Elkahky privilegia un enfoque más inclusivo e impulsado por políticas, que se base en la intensificación de medidas institucionales y sobre el terreno. Él y su equipo han estado aunando conocimientos, estableciendo directrices y coordinando los esfuerzos de lucha contra el picudo entre regiones infestadas. Están probando una aplicación, SusaHamra, que alude al nombre del insecto en árabe. Una vez que se despliegue, analizará los datos sobre el terreno para arrojar luz sobre qué se está haciendo correctamente y dónde. Se está creando una base de datos mundial de productores, exportadores e importadores de dátiles. Al mismo tiempo, la FAO está ayudando a los países a elaborar legislación y mejorar su capacidad fitosanitaria.

A nivel de explotación, se ha ido generando un acervo de conocimientos suficiente como para marcar la diferencia. El picudo se siente especialmente atraído por los árboles dañados, por lo que cualquier incisión que se haga en el tronco para obtener hijuelos debe tratarse y sellarse inmediatamente. Se deben realizar tres inspecciones al menos cada seis semanas. También es menester comprobar constantemente la nutrición de las plantas y hacer un seguimiento de las condiciones de humedad. En Jordania, la Asociación del Dátil está conformando un equipo de ingenieros agrónomos para que lleven a cabo inspecciones en las explotaciones dos veces al mes y formen a los trabajadores agrícolas, en especial en el norte, muy afectado por la plaga.

Aquellas palmas que estén infestadas deberían desecharse con sumo cuidado. Y se deberá proceder sin demora a poner toda la zona en cuarentena y paralizar el comercio de hijuelos. El profesor al‑Ayied afirma que las medidas de cuarentena adoptadas en la Arabia Saudita han evitado que la plaga llegue a algunas partes del reino, incluso mientras seguía propagándose más allá de sus propias fronteras.

Lograr un mundo en el que impere la seguridad alimentaria también implica erradicar el picudo rojo de la palmera. La experiencia de la FAO apunta a que esta tarea tendrá múltiples ramificaciones, prolongándose muy probablemente más allá de la presente generación. Pero empieza a parecer, a pesar de la magnitud del esfuerzo, que es algo posible.


Más información

1. No poverty, 15. Life on land, 17. Partnership for the goals