“Hemos estado varados durante casi tres meses debido al cierre de la frontera entre Malí y Mauritania. No podemos trasladar nuestro ganado, apacentar a nuestros animales ni venderlos. Los animales estaban hambrientos y tuvimos que esperar a que lloviera para que pudieran finalmente comer”, dice Ould Ne Salem.
Una crisis dentro de otra crisis
Además de las restricciones relacionadas con la COVID-19 y la sequía, Ould Ne Salem destaca otro problema más, a saber, un conflicto cada vez mayor entre los pastores que no poseen tierras en ninguno de los dos países. Desesperados por la falta de alimento para sus animales, algunos se han servido de los campos de los agricultores de la región, lo que provoca tensiones irreparables con la población local y acaba por causar problemas a todos los pastores nómadas.
El propio Ould Ne Salem es uno de los pastores nómadas sin tierras, pero se niega a utilizar recursos naturales pertenecientes a los agricultores locales. Ha sido testigo del aumento de los conflictos, que en ocasiones han provocado muertos y heridos, sin poder hacer nada para ayudar.
“La crisis ha empeorado debido a los pastores que cogen paja y madera sin permiso y, con ello, destruyen el medio ambiente para obtener recursos”, afirma.
¿Cómo puede evitarse el conflicto?
Los desplazamientos transfronterizos suelen formar parte del ciclo estacional de los pastores, con objeto de lograr acceso a recursos de pastoreo en la estación seca o húmeda o a pastos de invierno o de verano. Debido a la naturaleza nómada del pastoralismo, los ganaderos gozan de derechos específicos definidos por el gobierno para utilizar los recursos naturales en determinados corredores terrestres. Se les permite cruzar las fronteras y utilizar la tierra dependiendo de acuerdos bilaterales e internacionales entre países.
Una de las maneras fundamentales de apaciguar el conflicto en los países del Sahel es mejorar la gobernanza de la tierra. Para ello, la FAO ha respaldado la creación de plataformas de múltiples partes interesadas que reúnen a personas y organizaciones interesadas en la mejora de la ordenación de tierras, en particular residentes, miembros de las administraciones locales y organizaciones que defienden los derechos de grupos vulnerables como los pastores. Las plataformas permiten que estos agentes, que previamente nunca habían tenido la oportunidad de interactuar y consultarse, entablen un diálogo con miras a formular políticas agrarias inclusivas que respeten los derechos de todos.
En Mauritania, donde la situación de la tierra es muy delicada, se han establecido una plataforma nacional y otra local. La Agrupación Nacional de Asociaciones de Cooperativas Pastoriles (GNAP) es un miembro muy activo de la plataforma nacional de múltiples partes interesadas y aboga por la mejora de la gobernanza de la tenencia para los grupos marginados, como los pastores.
“Se trata de situaciones alarmantes para los pastores nómadas y para los usuarios de los recursos naturales”, dice Kane Aliou, coordinador de la GNAP. “Las plataformas podrían desempeñar una función importante en la sensibilización y el fomento de la capacidad de los agricultores a fin de prepararse para gestionar otras crisis”.