Desde el campo con amor


Combatiendo la inseguridad alimentaria en Perú con solidaridad ancestral durante la crisis de la COVID-19

Residentes de las zonas rurales de Perú envían alimentos tradicionales frescos a las zonas urbanas que padecen escasez debido a las alteraciones en la cadena de suministro relacionadas con la pandemia. © FAO

07/08/2020

Huamani Cardenas vive en Lima, pero es originario de Conayca, una localidad rural de unos 1 300 habitantes en el altiplano central del Perú. Cuando recibió un envío de alimentos frescos desde su ciudad natal, se quedó emocionado. “Sinceramente le doy las gracias a las autoridades de Conayca por pensar en nosotros”, escribió en un grupo de una red social para jóvenes de Conayca afincados en Lima.

En tiempos de crisis, suelen ser las zonas rurales las más vulnerables a la adversidad. Durante la crisis alimentaria de 2008, el 73 % de la población peruana más afectada habitaba en las regiones rurales de la sierra y el Amazonas. En estos casos, suelen ser las grandes ciudades las que envían ayuda humanitaria al campo. En la crisis de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), sin embargo, la situación se ha invertido. Las restricciones de movilidad impuestas por la pandemia están alterando las cadenas de suministro de alimentos y dificultando el acceso a alimentos tradicionales y nutritivos en las zonas urbanas.

Los agricultores familiares, pertenecientes a diversas comunidades indígenas de las zonas rurales de Perú, están enviando ayuda a sus parientes afincados en las ciudades, reviviendo así la tradición del Apachicuy.

Apachicuy —“ayudar a los seres queridos” en lengua quechua— es una práctica indígena ancestral que vela por que, sea cual sea la adversidad, la familia, los amigos y la comunidad reciban el apoyo que necesitan.

Basándose en esta tradición, la FAO, en colaboración con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y con el Ministerio del Ambiente y el Ministerio de Agricultura y Riego del Perú, puso en marcha la iniciativa Apachicuy como parte de su proyecto sobre agrobiodiversidad. La iniciativa coordina el envío de alimentos frescos, producidos por las comunidades agrícolas indígenas, a las ciudades de Perú durante la pandemia de la COVID-19.

La iniciativa Apachicuy, respaldada por la FAO y el FMAM, se basa en la tradición indígena de enviar ayuda —en este caso, alimentos nutritivos— a los seres queridos. © FAO

Una comunidad de héroes

Unos 2 475 agricultores familiares pertenecientes a comunidades indígenas de las localidades rurales de Apurímac, Cusco, Huancavelica y Puno están más que encantados de poder corresponder desde la distancia a sus familiares, que tienen dificultades para acceder a los mercados de alimentos. “Mis parientes sufren escasez de alimentos, por eso les mandaremos lo que la tierra nos provea”, explicó un trabajador agrícola de Chaccrampa-Apurímac cuando preparaba un paquete para su familia en Lima.

Entre el 25 de abril y el 31 de mayo de 2020, se enviaron a las zonas urbanas 161 toneladas de alimentos saludables y variados, cosechados en la alta región andina. Entre dichos alimentos, se contaban papas nativas, maíz, frijoles, trigo, carne, queso, quinua, aguacates, cebada pelada y calabaza común. Los productos frescos ayudaron a las familias a paliar las carencias nutricionales y calóricas, contribuyendo al fortalecimiento de los sistemas inmunitarios, algo muy importante durante una pandemia.

Gracias a la iniciativa Apachicuy, 2 856 familias de ciudades peruanas principales como Lima, Nazca, Pisco, Ica, Cañete, Tacna, Moquegua y Arequipa han recibido ya envíos de alimentos sostenibles y nutritivos. Esta iniciativa ha apoyado también los medios de vida de los agricultores indígenas, que se ven económicamente afectados por la pandemia y por las medidas de contención conexas que impiden que sus productos lleguen a los mercados urbanos.

“Gracias a todos los que estáis ahí. Aquí estamos bloqueados. Ni siquiera salimos. Rezaré por vosotros para que sigáis sanos y salvos. Ojalá el futuro nos depare risas y alegrías”, dijo un residente de Pisco al recibir un paquete de alimentos de su sobrino en Huayana-Apurímac.

Expansión de la solidaridad

El éxito de esta iniciativa, así como el poder del Apachicuy, se han extendido más allá de la simple solidaridad entre seres queridos. Gabino Cartolin Altamirano, alcalde de Chiara, un distrito agrícola situado en el lado sur de los Andes, distribuyó más de 80 kilogramos de papas nativas a los residentes urbanos de Lima.

“Nuestros hermanos de Chiara están uniendo fuerzas para apoyar a sus seres queridos, así que decidimos contribuir también. Entendemos que esta es una situación muy difícil y confiamos en que estos alimentos nutritivos ayuden a nuestros hermanos que viven en Lima”, señaló Altamirano.

La iniciativa Apachicuy está vinculada a un proyecto más amplio en Perú, centrado en conservar la rica biodiversidad agrícola de esta zona. © FAO

Preservar la biodiversidad agrícola

La iniciativa Apachicuy forma parte de un proyecto más amplio: el programa sobre los Sistemas importantes del patrimonio agrícola mundial (SIPAM), que trabaja con agricultores familiares indígenas para preservar la agrobiodiversidad en la región andina de Perú, uno de los centros de diversidad agrícola más importantes del mundo. A más de 4 000 metros sobre el nivel del mar, las tradiciones y prácticas heredadas de la civilización inca y mantenidas vivas hasta hoy han preservado cuidadosamente los tesoros agrícolas y han garantizado las condiciones de cultivo. Una de estas prácticas es el sistema de terrazas empleado para controlar la degradación de la tierra. Los Andes centrales son asimismo un centro de origen de la papa, donde, a lo largo de generaciones, los pueblos aymara y quechua han cultivado hasta 177 variedades en los valles de Cusco y Puno.

El proyecto SIPAM en Perú también se centra en hacer que el ecosistema resulte atractivo desde el punto de vista económico a través de la comercialización de los productos como orgánicos y naturales. Velar por que los proyectos promuevan la agricultura respetando al mismo tiempo el medio ambiente es un aspecto importante de la colaboración entre la FAO y el FMAM.

Los tiempos de crisis son también tiempos de solidaridad. Apachicuy, o la ayuda a los seres queridos, es una tradición y también un llamamiento al apoyo mutuo en tiempos difíciles como los de la pandemia de la COVID-19. La FAO se esfuerza por ser una proveedora más de apoyo, protegiendo las fuentes de alimentos e ingresos de las comunidades vulnerables durante y después de las crisis.

Detrás de cada uno de nuestros alimentos, hay alguien que lo produjo, lo plantó, lo cosechó, lo pescó o lo transportó. Les damos las gracias a estos héroes del sector alimentario (#FoodHeroes) que, sin importar las circunstancias, siguen proporcionando alimentos a sus comunidades y otros destinatarios, ayudando a nuestro mundo a crecer, nutrirse y sustentarse.


Más información:

2. Zero hunger, 11. Sustainable cities, 12. Responsible consumption and production