Adelantarse a las crisis para ayudar a las comunidades agrícolas de Filipinas


Así se protegen los medios de subsistencia anticipándose a las sequías

Las sequías azotan con frecuencia la explotación de Michelle, en Filipinas, pero las actuaciones previsoras de la FAO la han ayudado a salvaguardar su medio de vida antes del último episodio. ©FAO/ Mark Navales

04/09/2020

Michelle Sandigan Mohammad sabe bastante de sequías. En la isla de Mindanao (Filipinas), donde cuida de su explotación agrícola, la sequía es un enemigo pertinaz. Antes, durante los períodos secos asociados a El Niño, se quedaba sin cosechas y sin ingresos, pérdidas que hacían mucho más difícil enfrentarse a la siguiente sequía.

“El impacto sobre nuestros ingresos es enorme”, admite Michelle. Para los agricultores, perder las cosechas y las ventas significa endeudarse para comprar semillas y otros materiales, a fin de sembrar de cara a la siguiente campaña, entrando en un círculo vicioso del que cuesta mucho escapar. Las cuotas escolares y los bienes de primera necesidad se vuelven inasequibles y puede verse afectada la alimentación.

En estos casos, actuar pronto —antes de que sobrevenga la sequía— garantiza que los agricultores puedan salir de la crisis con su medio de vida y su seguridad alimentaria indemnes. Las medidas preventivas no solo protegen los bienes y las fuentes de ingresos de estas comunidades, sino que además refuerzan su medio de subsistencia y lo hacen más resiliente.

Fortalecer y diversificar los ingresos

Cuando el sistema de alerta rápida de la FAO avisó de una posible sequía en Mindanao, el personal de campo y los funcionarios del Gobierno consultaron a los agricultores que tenían más probabilidades de verse afectados. Estudiando la información recabada, prepararon planes de acción adaptados a sus necesidades.

Michelle ya había sembrado el arroz de esa campaña. Normalmente compra verduras o semillas con el dinero que obtiene de la cosecha, pero con el aumento de las temperaturas y la carencia de agua, sus ingresos peligraban. La FAO le facilitó un kit de herramientas de horticultura y semillas de hortalizas de ciclo corto, capaces de resistir las condiciones de sequedad. Con esta ayuda, obtuvo alimentos nutritivos de producción local y un ingreso alternativo en caso de que se echase a perder la cosecha de arroz.

“Con esta ayuda estábamos mejor preparados para afrontar la sequía”, relata Michelle. “Como no tuvimos que comprar semillas, pudimos destinar el dinero a otras necesidades”.

Igualdad de oportunidades

Otro objetivo del proyecto era generar oportunidades para que las mujeres obtuviesen sus propios ingresos. La ayuda brindada a la cooperativa de mujeres de Michelle les permitió establecer una explotación de cría de patos y cabras que les reportaría a sus familias alimentos e ingresos adicionales durante el período de sequía. Las sequías representan una calamidad para las familias; en este sentido, los hombres, acostumbrados a ser el sostén principal del hogar, lo pasan especialmente mal. Vendiendo los huevos de los patos, los productos derivados de las cabras y las hortalizas cultivadas, las mujeres de la comunidad se enorgullecen de contribuir de forma más directa a la economía familiar.

En este proyecto se repartieron arroces tolerantes a la sequedad antes del pico de la sequía. Actuar pronto y diversificar los ingresos fortalece la resiliencia de las familias durante épocas de penuria. ©FAO/ Mark Navales

Una crisis dentro de otra crisis

Muchas de las familias beneficiarias del proyecto se enfrentaban a más que una sequía. Desde hace décadas, Mindanao padece los estragos de un conflicto entre el Gobierno y diversos grupos armados que se ha saldado con la vida de más 100 000 personas y que merma el desarrollo de la región.

Mientras se ayudaba a las comunidades a prepararse para la sequía, se reanudaron los combates en varias zonas de la provincia de Maguindánao, generando una crisis dentro de otra crisis. También se produjeron conflictos de baja intensidad en una localidad cercana, de modo que se vieron limitadas algunas de las actividades del proyecto. Como consecuencia, muchas de las familias a las que estaba ayudando la FAO tuvieron que refugiarse en centros de evacuación ubicados en las proximidades.

“Cuando planificamos el proyecto, ya previmos que podría resurgir el conflicto durante la sequía y que las familias tendrían que abandonar sus tierras durante un tiempo”, explica Ruzzella Quilla, especialista en desarrollo y coordinación de proyectos de la oficina de la FAO en Filipinas.

El arrozal de Michelle, precisamente, no estaba en una zona segura, así que tuvo que dejarlo desatendido. Por fortuna, las granjas de patos y los huertos establecidos por la FAO sí se encontraban a resguardo de la contienda, de modo que las mujeres pudieron seguir desplazándose para cuidar de las aves y recoger las hortalizas sin correr riesgos.

“Las granjas ya estaban diseñadas previendo esta posibilidad [de conflicto], de modo que la diferencia fue notable”, asegura Quilla.

Las familias de la isla de Mindanao se han beneficiado mucho —no solo en términos económicos— de las medidas preventivas de la FAO. ©FAO/ Mark Navales

Con el dinero que ahorró Michelle vendiendo los excedentes de huevos y verduras, ha montado una pequeña tienda de comestibles. Ahora vende sus productos a la comunidad local, con lo cual espera gozar de mayor estabilidad y mejores oportunidades para su hija de tres años. “Esto me da esperanza para mi hija”, dice; “tengo menos miedo de las sequías que puedan venir”.

Más allá de los ingresos

A partir de la experiencia previa en Mindanao, la FAO ha sido capaz de predecir las sequías cuatro meses y medio antes que los años anteriores. Actuar con mayor antelación de la habitual no solo ha permitido a las familias proteger su medio de vida sino también ha preservado su seguridad alimentaria. En la campaña de 2018/19, por cada dólar estadounidense invertido por la FAO, las familias ingresaron 4,4 dólares gracias a la cosecha. Hablando con las familias se constató que los beneficios del proyecto eran más que puramente monetarios, ya que se encontraban menos angustiadas y disfrutaban de mejores oportunidades y mayor estabilidad en épocas de conflicto.

Aunque no seamos capaces de controlar el clima, sí podemos controlar cómo nos preparamos y reaccionamos. Las medidas preventivas funcionan. Los hechos y los datos hacen sonar las alarmas, rápidamente se movilizan recursos y los agricultores reciben la ayuda que necesitan en el momento que la necesitan. La FAO ayuda a reforzar la resiliencia de los agricultores de todo el mundo, para que puedan sobreponerse incluso a las crisis más temibles. Actuar pronto no es una opción, es una necesidad.


Para obtener más información:

 

2. Zero hunger, 10. Reduced inequalities, 16. Peace justice and strong institutions