El agricultor Muhammed Umer trabaja en su huerto salpicado por el sol en el norte del Pakistán recolectando la fruta madura de las ramas henchidas de los árboles. Tras recoger una buena cantidad de jugosas granadas, guayabas y manzanas, se dirige hacia su casa, satisfecho de la cosecha del día.
En Annar Bagh, un rincón remoto de Waziristán, la agricultura es el principal medio de subsistencia de la población local, pero la vida es dura debido a la falta de infraestructura agrícola y a las malas condiciones económicas. Además, las comunidades locales desplazadas temporalmente de sus hogares a raíz del conflicto de 2008 experimentan otras dificultades añadidas. Durante muchos años, Umer y su familia vivieron en el distrito de Tank, una zona que acogió a miles de desplazados. En este entorno complicado, Umer también tuvo que superar otros desafíos, a los que llevaba toda la vida haciendo frente.
Umer, que nació con una discapacidad física, se ha enfrentado sistemáticamente a las actitudes y los estereotipos negativos asociados a la discapacidad y jamás ha permitido que una limitación física o social se convirtiera en una barrera que le impidiera alcanzar sus objetivos. Ha aprovechado todas las oportunidades de aprendizaje y ha trabajado duro, como productor agrícola y horticultor, y actualmente sus ingresos proporcionan una buena calidad de vida a toda su familia.
“No percibo mi discapacidad como un obstáculo.Sin embargo, me llevó algún tiempo darme cuenta de mis puntos fuertes y empezar a perseguir mis sueños”, afirma Umer.