Si queremos hacer frente al cambio climático, nuestros sistemas agroalimentarios son uno de los lugares clave para comenzar. Tenemos que plantearnos la forma en la que cultivamos, la manera en la que comemos y cómo utilizamos nuestros recursos naturales. La agricultura emite alrededor de una cuarta parte de los gases de efecto invernadero, pero alberga también muchas de las soluciones para los objetivos climáticos mundiales. Afrontar el reto climático empieza con la transformación de la alimentación y la agricultura.
Desde la restauración de tierras degradadas hasta la eliminación del desperdicio de alimentos, todas las medidas que tomemos deben ayudar a nuestras comunidades globales a adaptarse a las nuevas presiones —como el crecimiento demográfico y la urbanización—, protegiendo al mismo tiempo los recursos y la biodiversidad del planeta.
Desde 2016, la FAO ha colaborado con el Fondo Verde para el Clima (FVC) para ayudar a los países a reforzar su resiliencia en respuesta a los impactos del cambio climático.
Presentamos cuatro proyectos de la FAO y el FVC que abordan sin rodeos el cambio climático:
Detener la deforestación en Argentina
Los bosques desempeñan un papel fundamental para mantener la salud de nuestro planeta. Sin embargo, a menudo se talan para dejar paso a tierras de pastoreo o campos de cultivo. La deforestación representa cerca del 11 %de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Si reducimos la deforestación y restauramos los bosques degradados, podemos disminuir las emisiones en un volumen equivalente a más de cinco gigatoneladas de dióxido de carbono cada año.
La gobernanza responsable de los bosques y las estrategias de restauración exitosas resultan vitales, y un proyecto de la FAO financiado por el FVC en Argentina se centra precisamente eso. Entre 2014 y 2016, el Gobierno argentino evitó la emisión del equivalente a 18,7 millones de toneladas de dióxido de carbono al reducir con éxito la deforestación. El proyecto de 82 millones de USD de la FAO y el FVC tiene como objetivo aprovechar este éxito y frenar aún más la deforestación en Argentina.
Casi 3 000 familias de comunidades locales e indígenas están siendo incluidas en los trabajos de planificación para restaurar los bosques nativos, utilizar los recursos forestales de forma sostenible, incrementar las prácticas de ganadería integrada y prevenir o responder con rapidez a los incendios forestales. Al implicar a la comunidad en la gestión de sus propios recursos, es menos probable que los bosques sean talados ilegalmente. La propiedad y la implicación son fundamentales para proteger los bosques y los medios de vida, beneficiar a la economía local y reducir las causas de la deforestación garantizando que la madera y otros productos —como la miel y los frutos secos—, se obtengan y comercialicen de forma sostenible.