Marvin Daniel recuerda los terroríficos vientos y las lluvias torrenciales que destruyeron vidas y medios de vida cuando azotaron la isla caribeña de Dominica. No una, sino dos veces.
“Luchábamos por nuestra vida. Corríamos desesperadamente en busca de refugio”, recuerda Marvin.
Este hombre de 35 años experimentó en primera persona la devastación causada primero por la tormenta tropical Erika en 2015 y, después, por el huracán María en 2017. Él era gerente en un hotel de lujo cuando la segunda catástrofe se cobró miles de vidas y causó daños generalizados en todo el Caribe. Solo en Dominica murieron 65 personas.
“Pensábamos que estábamos acabados”, declara. “Nuestro complejo estaba devastado”.
Sin empleo, Marvin centró su atención en la acuicultura cuando la FAO se unió al Gobierno de Dominica en sus esfuerzos por revitalizar la producción de camarones y convertirla en una prioridad para el desarrollo sostenible del país.
Anteriormente, la acuicultura había representado una parte importante de la economía de Dominica y el camarón gigante local se considera un producto de alto valor en el país. Sin embargo, con los años, el sector acuícola de este pequeño país fue a menos debido a que el Gobierno centró su atención en otras industrias.
Marvin siempre había querido crear su propio negocio. Ahora, él y otros productores se sienten agradecidos por el proyecto conjunto que permitió rehabilitar el criadero público y fomentar la investigación acuícola. Se instalaron muros de hormigón en torno a la estructura y se añadieron refuerzos para huracanes en las vigas del tejado.
“El pequeño sector acuícola de la isla fue devastado por las catástrofes y este proyecto ha tratado de rehabilitar el criadero y hacerlo resistente al clima, de forma que pueda resistir futuras catástrofes”, afirma la Coordinadora Regional de Proyectos de la FAO encargada del Proyecto de adaptación al cambio climático en el sector pesquero del Caribe oriental (CC4FISH), Iris Monnereau.