Imaginen un sector agrícola sin trabajo infantil. Un salario justo para los trabajadores agrícolas y unos ingresos justos para los agricultores y productores de alimentos. Alimentos producidos de forma respetuosa con el medio ambiente, y la contaminación del agua un recuerdo lejano. Alcanzar estos objetivos es posible con el enfoque empresarial adecuado.
La conducta empresarial responsable es un tema candente de debate a nivel mundial y la FAO ha ocupado durante varios años una posición destacada en estas deliberaciones en lo que atañe a la agricultura. En 2016, la FAO y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) elaboraron la Guía OCDE-FAO para las cadenas de suministro responsable en el sector agrícola, un documento de referencia mundial para abordar los riesgos y el desarrollo en el sector agrícola. Desde entonces, un número cada vez mayor de gobiernos de todo el mundo ha incorporado esta Guía en sus políticas en materia de sostenibilidad empresarial, estableciendo un nexo entre la inversión, las empresas, la agricultura y el desarrollo.
La diligencia debida, ¿es la clave para lograr el desarrollo?
En la Guía OCDE-FAO se recomienda que las empresas apliquen la diligencia debida para abordar los riesgos ambientales y sociales más destacados asociados a sus cadenas de suministro agrícola. La diligencia debida es un proceso por medio del cual las empresas pueden detectar, evaluar, mitigar y prevenir los efectos adversos existentes y potenciales de sus actividades y rendir cuentas sobre la forma en que los abordan, como parte de sus procesos de toma de decisiones y sistemas de gestión del riesgo. En un número cada vez mayor de países, los gobiernos han introducido leyes que obligan a las empresas a adoptar procedimientos de diligencia debida. El proceso de diligencia debida ayuda a las empresas a identificar problemas y a hallar soluciones a los efectos adversos de sus actuaciones.
Ello no solo es bueno para el planeta, sino también para los beneficios de las propias empresas. Hacer negocios de forma responsable puede mejorar los derechos de los trabajadores o los medios de vida de las comunidades implicadas, pero también puede reforzar los procesos operativos. En los últimos años, las cadenas de suministro y las condiciones de trabajo han atraído cada vez más la atención de los medios de comunicación y el interés de los consumidores. La obtención de información más detallada sobre los proveedores genera confianza y reduce los riesgos para la reputación derivados de posibles problemas. Al prevenir las consecuencias negativas, las empresas evitan tener que asumir costos de pleitos y medidas correctivas. Asimismo, las medidas que protegen el medio ambiente también pueden reportar beneficios financieros: por ejemplo, el uso de fuentes de energía renovables puede resultar realmente más económico a largo plazo y ayudar a protegerse de la volatilidad de los mercados de combustibles fósiles.
La Guía OCDE-FAO muestra cómo la aplicación de la diligencia debida y el hecho de abordar los problemas en las cadenas de suministro pueden impulsar las propias empresas y muchas esferas clave del desarrollo, como los derechos laborales, el bienestar de los animales, los derechos de tenencia de la tierra, la protección del medio ambiente y la seguridad alimentaria.
Pero, ¿cómo funciona realmente?
Empecemos con un simple hecho: más del 70 % del trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola. Al incorporar la diligencia debida en sus modelos de negocio, las grandes empresas pueden contribuir a eliminar el trabajo infantil realizando estudios para comprender la probabilidad de que se plantee dicho problema, cómo y en qué punto de su cadena de suministro.
La mera realización de auditorías no es suficiente para detectar los riesgos en las cadenas de suministro, ya que las auditorías pueden ser manipuladas o falsas en sí. Sin embargo, si se combina la auditoría con la diligencia debida y se trabaja conjuntamente con los proveedores y socios subcontratados a lo largo de la cadena de suministro, así como con organizaciones de la sociedad civil y otras partes interesadas, se pueden abordar problemas estructurales como el trabajo infantil.
La Guía OCDE-FAO ayuda a explicar cómo las empresas pueden abordar este tipo de cuestiones haciendo que resulten pertinentes para sus entornos operativos. De este modo, las empresas no solo mejoran sus propias cadenas de suministro, sino que también contribuyen a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), fomentando un cambio a mayor escala.