“Recolectamos ostras en los manglares para alimentar a nuestras familias y para comercializarlas. Así es como me gano la vida. Si trabajo de dos a tres días, puedo ganar dinero suficiente para cubrir mis gastos”, afirma Fatou Sarr, Presidenta del Grupo de Mujeres Transformadoras de Diamniadio, una organización cooperativa de productoras que brinda apoyo a productoras de ostras en pequeña escala.
Empresarias como Fatou tratan de salvar hábitats naturales, como los manglares ricos en especies situados en el delta del Siné‑Saloum —declarado Patrimonio Mundial por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)— en el Senegal central. Estos entornos de biodiversidad constituyen las zonas de reproducción de los peces y especies marinas de los que dependen las comunidades locales.
“En los manglares, encontramos numerosas variedades de peces. Nosotros, los niominka, conocemos la importancia de los manglares, por eso no los destruimos”, dijo Fatou en referencia a su colectivo pesquero local constituido por personas pertenecientes al tercer mayor grupo indígena del Senegal, los niominka. Los manglares son sagrados para ellos y están comprometidos a proteger su patrimonio tanto por motivos sociales como económicos.
Más al sur del delta, los manglares tienen la misma importancia para Birama Diouf, de Foundiougne, un importante núcleo en el río Siné‑Saloum.
“De noche pesco camarones; de día, capturo otras clases de peces. La pesca del camarón funciona bien, sobre todo en esta época del año en la que abundan”, señaló. “Los peces siempre encontrarán refugio en los manglares. También las gambas se refugian allí. Los camarones se alimentan de la corteza y las hojas de manglar”, agregó.
Sin los manglares, que se hallan presentes en más de 100 países de todo el mundo en las regiones tropicales y subtropicales, todo el ecosistema cambiaría y los medios de vida de estas comunidades desaparecerían. En el caso de los peces, los manglares constituyen los hábitats en los que reproducirse, crecer y refugiarse gracias a sus aguas más frías, un mayor contenido de oxígeno y unas extensas raíces que sirven de refugio frente a depredadores de mayor tamaño. Para el medio ambiente, los manglares son una confluencia de ecosistemas oceánicos, continentales y fluviales.
Sin embargo, los manglares se encuentran en situación de peligro en el delta del Saloum, ya que el aumento del nivel del mar ha provocado que el agua marina se extienda en estos ecosistemas, haciendo que las aguas pantanosas se vuelvan excesivamente salinas. La creciente demanda de productos de pescado ahumado también está añadiendo presión.
Actualmente, con el apoyo financiero del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), la FAO, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y otros asociados internacionales en materia de conservación han dispuesto proteger y restaurar estas especies y salvaguardar los medios de vida de las comunidades que dependen de la pesca en el delta del Siné‑Saloum y en torno a este. El programa, denominado Iniciativa sobre la pesca costera, está invirtiendo en la restauración de manglares degradados para que puedan seguir desempeñando su importante función de equilibrar los ecosistemas. En el marco de esta iniciativa están regenerándose las tierras y replantándose grandes superficies de manglares, al tiempo que también se trabaja con las comunidades para reconsiderar la forma en la que los utilizan y conservan.