Cuando la gripe aviar —conocida informalmente como gripe de las aves— azotó Egipto en 2006, provocó importantes pérdidas económicas y afectó tanto a las aves como a las personas.
La enfermedad, que es altamente infecciosa en algunas formas, puede provocar la muerte masiva de especies de aves domésticas y silvestres, como pollos, patos, pavos, gansos y codornices. También puede transmitirse a las personas por medio del contacto directo o indirecto con aves infectadas y causar enfermedades graves o la muerte.
Los esfuerzos para frenar la propagación de la gripe aviar fueron enérgicos e incluyeron la vacunación masiva de aves de corral y el sacrificio de más de 40 millones de aves. Con todo, se registraron más de 350 infecciones en seres humanos y murieron unas 120 personas entre 2006 y 2017.
La enfermedad también tuvo graves repercusiones en la avicultura. La cría y la venta de aves de corral constituyen la principal fuente de ingresos para la mayoría de los pequeños productores egipcios y pueden suponer hasta el 30 % de sus ganancias. Por tanto, que pierdan a sus animales es como que pierdan los ahorros de toda una vida.
Para respaldar los esfuerzos en la lucha contra la gripe aviar, en 2007 la FAO estableció una unidad del Centro de Emergencia para la Lucha contra las Enfermedades Transfronterizas de los Animales en Egipto. ¿Su finalidad? Trabajar con el Gobierno de Egipto para hacer frente a las enfermedades transfronterizas de los animales, como las enfermedades zoonóticas (aquellas que pueden propagarse entre animales y seres humanos), mejorando la prevención, la detección temprana y la respuesta mediante la adopción de un enfoque “Una salud”.
“Una Salud” reconoce que la salud de los animales, las personas, las plantas y el medio ambiente guarda relación entre sí y que las amenazas sanitarias como la gripe aviar deben abordarse de forma integral, con la colaboración de expertos de múltiples sectores.