En muchas comunidades agrícolas de Guyana, las mujeres tienen gran reputación por su producción de cultivos comerciales y el cultivo de hortalizas, como fríjol caupí o bora, calabaza común, col china “pak-choi”, tomates y pimientos, y frutas como sandía y granadilla, entre otras. Mientras que algunas mujeres llevan a cabo estas actividades en “huertos domésticos” para mantener la autosuficiencia y cubrir las necesidades de sus hogares, otras, como Malika Deokarran, producen alimentos a mayor escala para abastecer a comerciantes y mercados.
Malika es también líder de un grupo agrícola de 75 miembros de su comunidad, en Belle West, en el norte del país. A pesar de que el grupo es mayoritariamente masculino, Malika comenta que todos confían en su orientación para empaquetar y poner precio a sus productos y abogar por la ayuda para los agricultores. Malika relata que: “Mi aportación al grupo y a sus explotaciones familiares es fundamental: se necesita paciencia para colocar las semillas, cosechar, empaquetar y poner precio a los productos diariamente”.
La FAO acudió a la comunidad de Malika para hablar con los agricultores sobre el desarrollo de mercados para cultivos tradicionales como la yuca y la aplicación de estrategias de reducción del riesgo de catástrofes para mitigar el impacto de las condiciones meteorológicas extremas y las inundaciones habituales en este país. Malika comentó que el apoyo de la FAO y el reconocimiento del importante papel que ella y otras mujeres desempeñan en la producción de frutas y verduras frescas fue una gran motivación: “Estoy agradecida por esta visita a nuestra comunidad y por el apoyo a las mujeres. Lo necesitábamos para adquirir confianza y afrontar retos mayores”.
Pérdida de alimentos
Las frutas y verduras, muy perecederas, necesitan atención especial para mantener su calidad e inocuidad. El tratamiento y la manipulación adecuados en toda la cadena de suministro, desde la producción hasta el consumo, son importantes para garantizar que se reduzca al mínimo el desperdicio.
Lamentablemente, se sigue perdiendo una cantidad importante. En 2021, el Ministerio de Agricultura de Guyana estimó que se pierde o desperdicia casi el 30 % de las frutas y verduras. En todo el mundo, la estimación es mayor, ya que en las cadenas de suministro de los países en desarrollo se pierde hasta el 50 % de las frutas y verduras. Esta pérdida y desperdicio no solo representa una pérdida de alimentos, sino de recursos naturales e inversiones de los agricultores y el país.
Jasmin Ramsammy, vendedora del mercado de Skeldon, situado en el condado oriental de Berbice, explica, “Hay que saber cuándo comprar, qué comprar y qué cantidad comprar para la reventa. Por ejemplo, cerca de los festivales de Diwali y Phagwah, hay una alta demanda de hortalizas como el calaloo (col china “pak-choi”), calabazas y berenjenas, así que compramos muchas y se agotan”.
Entonces, ¿qué ocurre cuando quedan productos perecederos sin vender? Según Nina Sarju, vendedora del mercado de Port Mourant, en Berbice, “Si las frutas y verduras pueden conservarse, las vendemos al día siguiente. Si no, las cocinamos o compartimos con vecinos y clientes habituales”.
Destacar las mejores prácticas en la cadena de valor para evitar la pérdida de alimentos forma parte del trabajo de la FAO con los agricultores de todo el país.