Comidas sanas, familias sanas


En Belice, las comidas escolares permiten alimentar a los niños y a comunidades enteras

Las comidas escolares para los niños en Santa Cruz (Belice) solían escasear, pero ahora son frecuentes, naturales y saludables. © FAO

10/09/2021

Es la hora del almuerzo en la escuela del distrito de Toledo en la localidad de Santa Cruz, en el sur de Belice: ya se escuchan el murmullo y la algarabía de los pequeños que van sentándose en las largas mesas de tablones. Dan buena cuenta del estofado de cerdo, la yuca cocida, la salsa de tomate natural y la ensalada de zanahoria y rábano servidos en las bandejas. El menú contiene frutas y hortalizas cultivadas a nivel local por las familias campesinas de los niños o, en algunos casos, del huerto escolar. Zita Bol, la directora de la escuela, contempla con orgullo y satisfacción la feliz estampa de los niños comiendo.

Hace unos años, las comidas escolares eran algo insólito en la escuela de Santa Cruz. De hecho, Toledo es uno de los distritos más pobres de Belice. Según Zita, la escuela solo podía permitirse dar de comer a los niños uno o dos días a la semana, dependiendo del número de familias que pudieran pagar la tarifa de medio dólar y de la disponibilidad de los progenitores para cocinar voluntariamente.

El modelo de escuelas sostenibles de la FAO se basa en parte en la creación de huertos escolares que sirven como plataforma de aprendizaje para los alumnos y como fuente de suministro de productos frescos. © FAO

Escuelas sostenibles

En 2014, el Gobierno de Belice solicitó apoyo técnico a la FAO para reestructurar, probar y ampliar una iniciativa de alimentación escolar con el objetivo a largo plazo de crear un programa para mejorar las dietas de los niños que iban a la escuela.

La FAO y la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) pusieron en marcha el programa Mesoamérica sin Hambre, una iniciativa de cooperación Sur-Sur y cooperación triangular. Este marco promueve la colaboración entre los países en desarrollo fundamentándose en el concepto de solidaridad, rompiendo con el modelo tradicional de países donantes y receptores. El programa Mesoamérica sin Hambre ayuda a los gobiernos nacionales a aplicar políticas públicas de seguridad alimentaria y nutricional y de desarrollo rural, basándose en un enfoque de derechos humanos y en el derecho a una alimentación adecuada.

Mediante el programa de cooperación Sur-Sur y cooperación triangular, México, Belice y la FAO probaron el modelo de escuelas sostenibles en cuatro escuelas del distrito de Toledo. Basado en la experiencia del Brasil y con el apoyo técnico de la FAO, el modelo permite abordar de manera integral el modo de reforzar los programas de alimentación escolar, con actividades que van desde la mejora de la educación alimentaria en las escuelas hasta la elaboración de menús escolares más saludables y variados. Este modelo se ha implantado con éxito en otras escuelas de América Latina y el Caribe.

Nuevo negocio para los agricultores familiares

Antes, los comités escolares adquirían los ingredientes principalmente en las tiendas de comestibles y los mercados locales. Ahora, el programa ha propiciado que los agricultores familiares del distrito de Toledo, muchos de los cuales son padres de alumnos, se erijan en proveedores de alimentos. Esto ha alentado la elaboración de un menú de temporada variado, en función de lo que los agricultores puedan cultivar en ese momento.

Asegurarse de adaptar las comidas escolares a la cultura es asimismo una gran prioridad, ya que Toledo es cuna de una amplia variedad de culturas, como las mayas mopán y quekchí, la criolla, la garífuna, la india oriental, la menonita y la mestiza.

Las cuatro escuelas disponen ahora de un huerto que se emplea principalmente como plataforma para que los niños aprendan a cultivar sus propias frutas y hortalizas. También se modernizó la infraestructura de las escuelas, dotándolas de cocinas bien equipadas, almacenes y comedores.

Nadie se muestra tan emocionado con este cambio como Zita. “Ahora, disponemos de mejor infraestructura y de un huerto escolar que nos sirve como recurso educativo. Contamos con la participación de la comunidad y con nuestros agricultores familiares para abastecer de alimentos a la escuela”, dice.

Vinculando la adquisición pública con la agricultura familiar, el modelo de escuelas sostenibles impulsa las oportunidades de ingreso de los pequeños agricultores y, a su vez, la economía local. © FAO

Estimulando a la comunidad

De hecho, el programa de alimentación escolar brinda oportunidades a la comunidad en su conjunto. Promueve la participación de los productores locales en cuanto proveedores de alimentos inocuos y de calidad. Vinculando la adquisición pública con la agricultura familiar, la iniciativa impulsa las oportunidades de ingreso de los pequeños agricultores y, a su vez, la economía local. Asimismo, diversifica los hábitos alimentarios y ayuda a los niños a adquirir prácticas dietéticas saludables, alentando que se valoren los cultivos nativos y los alimentos locales.

Stephen Sho es maestro en otra escuela local que participa en un proyecto experimental en la vecina localidad de Pueblo Viejo. A su juicio, este programa ha resultado útil para la comunidad y ha logrado integrar las culturas indígenas y tradicionales.

“Ahora, los alumnos reciben una alimentación equilibrada, a base de productos suministrados por los agricultores familiares de nuestra comunidad, que en la mayoría de los casos son sus propios padres”, explica.

“En Pueblo Viejo nos sentimos muy satisfechos, ya que cada uno de nosotros se siente parte del proceso. Todos aprendemos nuevos conceptos sobre la forma en que nos debemos alimentar y, lo que es más importante, respetando nuestra cultura, identidad y la manera en que tradicionalmente hemos organizado nuestra comunidad”.

Zita está de acuerdo. “Hoy en día, la comunidad es consciente de la importancia de este programa y ha estado colaborando con los profesores, para que pudiera funcionar. Las madres, los padres, los maestros y los dirigentes de la comunidad han visto el impacto positivo que ha tenido la ayuda brindada a través del programa y que todos hemos formado parte del proceso”.

Las escuelas son el lugar perfecto para estimular la nutrición y el desarrollo de los niños pequeños, a una edad en que aún están adquiriendo sus hábitos de salud y alimentación. La promoción de mejores dietas mediante programas integrales de alimentación escolar ayuda a la nutrición y el bienestar de los estudiantes, y la vinculación de esos programas con las compras a los pequeños agricultores también potencia el desarrollo comunitario. El programa de cooperación Sur-Sur y cooperación triangular, mediante iniciativas como el programa Mesoamérica sin Hambre, alienta a los países a aprender unos de otros compartiendo experiencias que hayan demostrado su eficacia.


Más información

2. Zero hunger, 3. Good health and well-being, 17. Partnership for the goals