Bunlom Phantavong proviene de una familia de productores de arroz de la provincia de Savannakhet, en el sur de la República Democrática Popular Lao. Está orgulloso de que la producción de arroz se haya transmitido de una generación a otra, pero admite que los enfoques agrícolas tradicionales le están planteando dificultades.
“En el pasado solíamos cultivar en armonía con el medio ambiente. Pero ahora tenemos más plagas y no sabemos cómo afrontarlas.”
La vida y los medios de subsistencia de Bunlom y muchos otros pequeños productores de la República Democrática Popular Lao siempre han dependido de sus arrozales y los bosques que los rodean. Aunque el arrozal es fundamental para sus comunidades, también obtienen plantas y animales acuáticos nativos, como peces, cangrejos y ranas para complementar su alimentación.
No obstante, mientras que la población ha aumentado, la producción de alimentos ha disminuido. La deforestación y las prácticas agrícolas destructivas han dañado el entorno natural, y las comunidades rurales han tenido más dificultades para mantenerse utilizando las prácticas agrícolas y de recolección tradicionales.
En la actualidad, los agricultores están retomando una práctica antigua y probada a lo largo del tiempo que la FAO les está ayudando a redescubrir: la piscicultura en arrozales.
Los peces, u otros animales acuáticos como las ranas, comen los insectos y los gusanos, y el agua del estanque luego se utiliza para fertilizar el arroz y otros cultivos.
Los agricultores de Asia emplearon esta práctica durante miles de años, pero en los últimos tiempos la han abandonado, en gran medida debido a la intensificación de la producción de arroz y el uso de plaguicidas.
Pero promover la diversificación de especies y la biodiversidad constituye un enfoque simple que alienta a los agricultores a utilizar los recursos que ya tienen, por lo que pueden aumentar la producción de arroz y animales acuáticos reduciendo, al mismo tiempo, el uso de fertilizantes y plaguicidas.