Todo parece estar en paz. Tan solo el sonido de los balidos de las cabras y el tintineo de las cacerolas de hojalata resuenan en el campo mientras el sol se pone entre el lago Natron de Tanzania y la montaña de Ol Doinyo Lengai, que significa “montaña de Dios” en lengua masái. Estos dos poderosos símbolos de la naturaleza convierten a la aldea de Engaresero en un lugar absolutamente espectacular.
Engaresero está situado en las llanuras del norte de Tanzania. Los pastores masáis que habitan estas tierras desde hace más de doscientos años llevan una vida seminómada, siguiendo un estricto patrón de rotación de tierras que garantiza que determinadas zonas se dejen en barbecho durante varios meses. Este pastoreo sostenible contribuye a la fertilidad y la retención de carbono del suelo, la regulación del agua, el control de plagas y enfermedades, la conservación de la biodiversidad y al manejo de los incendios. Las vacas de gran tamaño y aspecto saludable son prueba de la abundancia de pastos en estas tierras durante todo el año.
Este ganado adaptado a las condiciones climáticas y ecológicas locales, resulta fundamental para los masáis: “Estamos interconectados y somos inseparables”, afirma el consejero del distrito, Ibrahim Sakai, al explicar cómo sus vacas poseen algo más que un simple valor económico. Las vacas forman parte de rituales y ceremonias, y su marcado específico permite identificar rápidamente a un clan masái de otro.
Preservar el patrimonio
Reconociendo esta excepcionalidad de los masáis de Engaresero y la forma en que su modo de vida pastoril beneficia a los ecosistemas que los rodean, la FAO designó a la zona como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial (SIPAM) en 2011, con lo que este año se cumple su décimo aniversario como parte del programa.
El programa SIPAM ayuda a salvaguardar las tradiciones agrícolas que respetan su entorno. Además, el programa trabaja para difundir técnicas agrícolas innovadoras y fomentar el turismo sostenible.
Tanzania, un popular destino turístico, recibió más de 1,5 millones de turistas solamente en 2019. Antes de la pandemia, el turismo aportaba ingresos adicionales, pero esenciales, a muchos de los masáis de Engaresero. Estos ingresos suplementarios que la comunidad obtiene del turismo sirven para mantener su estilo de vida pastoril y su patrimonio cultural, y eso, a su vez, preserva y protege el ecosistema de la zona.