El siguiente paso llegaría en octubre de 2021, cuando Zaza y Tinatin abrieron una pequeña panadería. Allí venden gran variedad de panes y pasteles elaborados con el trigo rojo y otros ingredientes seleccionados, cocidos en un horno de piedra tradicional de leña. El resultado son productos de panadería deliciosos y nutritivos.
La mayoría de sus clientes son residentes locales que se pasan por la tienda o se enteran por su página de Facebook. También organizan degustaciones in situ y reparten muestras gratuitas de pan a los habitantes del pueblo y a otras personas atraídas por el tentador olor de las hogazas.
Zaza es uno de los muchos agricultores que han participado una serie de talleres organizados por el Centro de Inversiones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD). Gracias a ello, se ha sumado a una iniciativa para ayudar a su montañosa tierra natal a invertir en el desarrollo de su turismo rural de forma responsable, inclusiva y ecológica.
Apoyándose en sus ricas tradiciones gastronómicas, su patrimonio cultural y sus impresionantes paisajes, Georgia aspira a convertirse en la próxima década en uno de los principales destinos de turismo rural sostenible de la región.
Para contribuir a ello, la FAO y el BERD se han asociado con el Ministerio georgiano de Protección del Medio Ambiente y de Agricultura, la Administración Nacional de Turismo de Georgia y otras organizaciones locales. La iniciativa, que también se está llevando a cabo en otros países como Montenegro y Jordania, abarca desde la tramitación de la legislación y las inversiones necesarias hasta la divulgación de la gastronomía local y la creación de experiencias turísticas memorables.
En la región de Samtskhe-Javakheti —donde se encuentra la explotación agrícola de Zaza—se está llevando a cabo un proyecto piloto para desarrollar el turismo rural del país, destacando el tsiteli doli y un queso tradicional llamado tenili. Se ha elaborado un plan maestro estratégico que incluye rutas gastronómicas, las cuales permiten a turistas gourmet y lugareños por igual degustar los mejores productos en un itinerario cuidadosamente planificado que incluye una granja con fines educativos.
Otro objetivo clave de la iniciativa es destacar el vínculo entre la calidad y el valor de un producto y la necesidad de abordar la biodiversidad y su conservación. El tsiteli doli es una especie única y en peligro de extinción, apreciada por su función en los ecosistemas de la región, así como por su valor nutricional. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer en su promoción y protección.
Para los agricultores como Zaza, el creciente interés por la alimentación tradicional supone un nuevo enfoque en algunas de las técnicas abandonadas desde hace tiempo, pero más respetuosas con el medio ambiente. “Mi abuelo, para cultivar y sembrar la tierra, utilizaba un buey y un arado; recolectaba y limpiaba el trigo a mano y molía el grano en el molino de agua del pueblo. Al final, teníamos en nuestra mesa un delicioso pan recién horneado”.