“Tengo el deber de proteger el bosque, pues nos proporciona alimentos a mí y a mi familia”, afirma Thomas.
El bosque de Ituri, del que Thomas Aseli habla con emoción, está situado en el noreste de la República Democrática del Congo y es un lugar sagrado para el pueblo indígena mbuti. Dentro de esta espectacular pluviselva se encuentra la Reserva de fauna de okapis. Ocupa en torno a una quinta parte del bosque y alberga una de las faunas silvestres más abundantes de África central, en particular una gran población de los icónicos okapis de la reserva, también conocidos como jirafas de bosque. También alberga más de 100 especies de mamíferos, en particular varias especies amenazadas como el elefante de bosque y el chimpancé oriental.
Desde el principio de los tiempos, el pueblo mbuti ha vivido en armonía con esta increíble biodiversidad. Su supervivencia depende de un ecosistema saludable y su sistema alimentario y medios de vida respaldan este enfoque.
Sus prácticas de caza garantizan un equilibrio natural, manteniendo el ecosistema bajo control, mientras que la carne de animales silvestres ofrece a las comunidades una importante fuente de proteínas, grasas y micronutrientes.
En el momento de cazar, parte del clan permanece en el campamento de caza ubicado a pocos kilómetros de su aldea, Bapukeli, para cortar madera y recolectar fruta, mientras que el otro grupo se adentra silenciosamente en la densa vegetación del bosque ecuatorial. Ningún sonido traiciona la ligereza de sus pasos.
“El bosque es algo que se debe observar, pero también escuchar”, explica Thomas.
Con redes sobre sus cabezas y lanzas en sus manos, el grupo avanza con la esperanza de capturar a los animales que resultan tan esenciales para su supervivencia. Incluso con sus profundos conocimientos de los territorios y la abundante biodiversidad estacional disponible, actualmente deben ir más lejos para cazar.
“Últimamente, solo cazamos animales por casualidad. Ahora se esconden lejos”, revela Thomas, visiblemente preocupado por la situación.